Santa Cruz ganó el título de FIEL en 1808

 
Por Sergio Bonnet Suárez  (Publicado en El Día el 25 de julio de 1982).
 
 
          Los graves acontecimientos que sacudieron a nuestra patria, con motivo de los ambiciosos planes napoleónicos de dominación e instauración de su propia familia en el trono español, tuvieron, como era lógico, su repercusión en nuestro archipiélago, donde se acusaron análogas tendencias políticas y se plantearon idénticos problemas que en la Península.
 
          La natural lejanía, las malas comunicaciones y la tardía llegada de noticias, las más de las veces contradictorias, creaban en las Islas un ambiente de incertidumbre con respecto al futuro de la patria y de la propia región. Los espíritus timoratos y acomodaticios a todas las situaciones, se mostraban indecisos y oscilantes, al compás de las contrapuestas informaciones. Por otro lado, los verdaderos patriotas fijaron desde el primer momento su posición: defensa del honor nacional y resistencia, si fuera preciso armada, a todo yugo extranjero.
 
          El pueblo de Santa Cruz de Tenerife, con ese fino instinto que siempre lo ha caracterizado en los momentos decisivos, se situó sin dudar un instante, cual correspondía a su tradición de acreditado patriotismo, en el punto exacto que correspondía: repulsa a los afrancesados, a los timoratos y oportunistas, y afirmación de los principios de independencia y unidad de la auténtica monarquía española.
 
          Se atravesaron momentos de angustia e incertidumbre, al trascender que ciertas autoridades y personajes, en cuyas manos estaba el poder de tomar decisiones de importancia, se hallaban en convivencias con elementos afrancesados de la Península, y hasta se llegaron a tener contactos con emisarios bonapartistas. Sabido es, que en cierto banquete celebrado en Las Palmas se brindó por José I. Todo esto era de una trascendencia tal, que pudo haber traído días de luto para las Islas.
 
          Pero afortunadamente, los acontecimientos se encauzaron pacíficamente y por el auténtico camino. Sin duda contribuyó a ello, en gran medida, el sentimiento patriótico del pueblo de Santa Cruz, exteriorizado desde el primer momento y a cuyo frente se pusieron personas de sano criterio y significación.
 
          La situación se hallaba bastante tensa cuando en la mañana del 3 de julio de 1808 se presentaron y dieron fondo en la bahía santacrucera dos buques españoles; el pueblo, presintiendo que se acercaban momentos decisivos, se agolpa en el pequeño muelle de entonces, en actitud expectante. Mientras, se habían adoptado urgentes medidas precautorias, dirigidas por los patriotas, a cuya cabeza estaban el Teniente de Rey don Carlos O’Donnell, el Sargento Mayor don Juan Creagh, el Capitán de Puerto Don Carlos Adán, el Capitán de Artillería don Gaspar Valledor, que ocupó el Castillo Principal de San Cristóbal, con la colaboración del Sargento Juan de Blancas que se encargó de clavar la artillería ligera, caso de que se pretendiera ponerla al servicio de la traición y muchos otros.
 
          Pronto se salió de dudas, pues la lancha que se envió al costado de los buques volvió con la noticia de que a su bordo venían dos comisionados de la Junta Suprema que se había constituido en Sevilla, para notificar a estas islas, de paso para América, el levantamiento que contra el invasor se había producido en la Península, la paz que se había hecho con Inglaterra y la declaración de guerra a Francia También traían instrucciones para organizar en Canarias una Junta Provincial de Gobierno.
 
          Por eso, cuando se supo en el muelle la identidad de los viajeros y la misión de que eran portadores, se produjo una tremenda explosión de júbilo, la multitud agitando sombreros y pañuelos aclama al rey Fernando VII. Esta oleada de entusiasmo cunde rápidamente por toda la población, y aquella misma tarde se proclama en la entonces aún Villa, Puerto y Plaza, a don Fernando como rey legítimo de España, organizándose espontáneamente una gran manifestación, que presidida par las primeras autoridades y el Ayuntamiento, recorrió las principales calles. Las casas se adornaron con colgaduras y flores y el gentío dio rienda suelta a su patriótico entusiasmo.
 
          El Alférez Mayor de la Corporación, don José de Guezala, tremolando el pendón de la Villa, formuló en alta voz la siguiente proclama: “La Villa de Santa Cruz de Santiago en las Canarias, proclama y reconoce por su Rey y señor natural y de toda la provincia al señor don Fernando VII, que lo es igualmente de las Indias Orientales y Occidentales y demás reinos y posesiones adyacentes a la Corona de España”. Este pregón se repitió en los lugares más importantes de la población y fue contestado por el pueblo congregado con entusiastas gritos de “Viva el Rey”.
 
          Así ocurrió cómo Santa Cruz, que no era por entonces capital de la isla, fue sin embargo, la primera población del archipiélago donde se proclamó la fidelidad a la legítima Corona de España, o lo que es lo mismo: la lealtad a los principios de honor y patria, la fidelidad a la auténtica causa españolista. Con este desbordamiento del entusiasmo popular se decidió definitivamente el camino a seguir en el futuro, ahogándose todo intento o maquinación en contrario.
 
          Reconociendo estos méritos, la Junta Suprema de Canarias, que radicaba en La Laguna, como capital de la Isla, en sesión celebrada el 4 de octubre siguiente acuerda conceder al. Ilustre Ayuntamiento de Santa Cruz, en nombre del rey, el privilegio que se consigna en el escrito que transcribimos a continuación, cuyo original se conserva en el Archivo municipal, Leg. 1808, n.° 55, y dice así:
 
                    "La Junta Suprema de estas Islas, entregada en los primeros movimientos que siguieron a su erección, a asegurar la Provincia, restablecer el extinguido erario público, reunir los pueblos y las opiniones, e instruir sobre sus deberes patrióticos a todas las clases del Estado; no podía atender desde luego a otros objetos importantes que también exigían su desvelo.
 
                   Cuando la borrasca hubo desaparecido y se tranquilizaron los movimientos impetuosos, pero necesarios, .de la lealtad y la actividad de las urgencias, recibimos las plausibles noticias que el público de esa Villa no ignora. Las famosas batallas de Baylén y de Valencia, las repetidas victorias de Zaragoza y. otras muchas que han cubierto de gloria el Nombre Español y la aprobación que la Junta Suprema de Sevilla daba al establecimiento de la de esta Capital y a sus operaciones; no nos permitieron ya más tardanza en hacer partícipes de nuestro gozo y respectiva gratitud a los Pueblos leales de estas Yslas.
 
                  Ha visto pues la Junta, no sin especial satisfacción, que en el examen comparativo que hizo de los méritos de cada uno, sobresalían en general los de esa. Noble Villa, teatro glorioso en que brilló, más que en otro alguno, el amor al Rey y a la Patria. Cierto es que las circunstancias proporcionaron a Santa Cruz dar un testimonio más auténtico de su virtud y decidido valor, pero no lo es menos que logró el honor de arrastrar y destruir aquella pérfida opinión que fortificada con la prepotencia, intentó violar la fidelidad de las Canarias.  
 
                    A conseqüencia, esta Junta Suprema, en recompensa y. para perpetua memoria de la lealtad de esa Plaza y Villa, ya acreditada con haber en otro tiempo merecido de La Real Piedad el título de Leal e Invicta; ha acordado que en el centro de sus Armas pueda poner un sobreescudo con la figura alegórica de la FIDELIDAD, o más bien y para mayor notoriedad, levantar una Columna, en cuya base se lea la inscripción adjunta u otra que contenga igual sentido.
 
                    Pondrá V. en noticia de ese Ilustre Ayuntamiento este oficio, haciendo que nadie ignore la Gracia que a nombre de Nuestro REY y Señor D. FERNANDO VII dispensamos a la muy Noble e Ynvicta Villa de SANTA CRUZ DE SANTIAGO.
 
                    Dios guarde a V. muchos años, Ciudad de La Laguna, Capital de Tenerife, a 4 de octubre de 1808. El Marqués de Villanueva del Prado. Dr. Dn. Josef Martínez. Pedro Josef Bencomo. El Marqués del Sauzal. Marco L. de Urtusaustegui. Bartolomé Agustín González de Mesa. David O’Daly. Fr. José González y Soto. Secretario. Juan Tabares, Secretario. Señor Dn. Miguel Bosq."
 
          La inscripción de que habla el anterior escrito decía así:
 
                    "Para perpetua memoria de la fidelidad de esta Villa, que intentó amancillar con engaño José Bonaparte, fingido Rey de las Españas, mandó erigir este monumento la Suprema Junta Gubernativa de estas Islas, siendo Comandante General el Excmo. Sr. don Carlos O’Donnell. Año MDCCCVIII".
 
          El original de este texto se ha perdido, pero se conserva su copia. en la documentación de la Junta Suprema.
 
          El 17 de octubre de dicho año 1808 el Alcalde Real de Santa Cruz, don Miguel Bosq (que procedía de una familia de comerciantes extranjeros establecidos en Santa Cruz desde la segunda mitad del siglo XVIII, originaria del Dauphine –Francia- cuyo tronco en esta capital fue Jean Boscq, que más tarde llegó a ser Personero de la Isla), se dirige al Comandante General solicitando facilite un destacamento de tropa y la banda de tambores de la guarnición, así como al Brigadier don José de Armiaga al objeto de que ceda la banda de música militar, con el fin de dar notoriedad y solemnidad a la publicación de un bando, que tendrá efecto al día siguiente entre diez y once de la mañana y que se fijará en los lugares acostumbrados, para dar cuenta a la población, en forma notoria, del honor que le había sido dispensado por la Junta Suprema.
 
          No obstante lo merecido de la recompensa, no se hizo uso del privilegio del escusón con el emblema de la “Fidelidad”, ni tampoco se elevó la columna conmemorativa del hecho honroso, con lo que el gesto de lealtad a la causa legítima del pueblo santacrucero ha quedado casi olvidado y poco.menos que relegado al polvo de los archivos.
 
          Hora es ya de que se cumpla el acuerdo de la Junta Suprema, ya en la forma prevista en el mismo, o mejor aún, con la superior aprobación, añadiendo a los otros bien ganados, el título de FIEL que se sumaría a los que actualmente ostenta la ciudad, para “perpetua memoria” de aquella actitud patriótica, en momentos tan cruciales para las lslas.
 
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