Santa Cruz también venera al Carmen

 
Por José Manuel Ledesma Alonso  (Publicado en el Diario de Avisos el 16 de julio de 2016).
 
 
           Si mirando a lo alto encontramos la estrella que los marinos llaman Estrella de los Mares, es la Virgen del Carmen, la que tantas veces ha socorrido a los que navegamos por aguas nestables. Los marinos tinerfeños eligieron una Virgen a la que pudieran rogarle en sus travesías, y la pusieron en la parte alta de la Isla para que les guiase hacía buen puerto.
 
          La fiesta de Nuestra Señora del Monte Carmelo, según José Agustín Álvarez Rixo (Puerto de la Cruz 1796-1883), tenía lugar en La Esperanza, el sábado de Naval de cada año. Esta vocación marinera en un pueblo campesino se representaba en una romería a la que acudían muchos hombres y mujeres que cantaban la Salve con un tono semejante al que usaban los marineros canarios cuando levaban anclas. Sin embargo, Juan Primo de la Guerra (San Cristóbal de La Laguna 1775-1819) ubica a la primera imagen de la Virgen del Carmen en la ermita santacrucera de San Telmo, donde se le venera junto a pequeños cuadros que representan tormentas y embarcaciones en peligro y son anatemas que han ofrecido los navegantes.
 
          Por tanto, la devoción a la Virgen del Carmen es propia de los hombres y mujeres de la mar y de tierra adentro, pues todos somos marineros a la hora de capear tempestades, sortear escollos y huir de los enemigos. No obstante, son los hombres y mujeres de la mar los que la utilizan como abogada suya, pues la invocan para pedir protección, confianza y seguridad ante las dificultades.
 
          Aunque la Virgen del Carmen ya era venerada por las gentes de la mar y del interior de la Isla desde el siglo XVIII, no sería hasta el 19 de abril de 1901 cuando una Real Orden la declara Patrona de la Marina de Guerra y de todos los Navegantes. En nuestra Isla está representada en todos los pueblos y barrios marineros: Puerto de la Cruz, Los Realejos, Los Cristianos, Punta del Hidalgo, Santa Cruz de Tenerife, Valleseco, etc. Pero también en pueblos alejados de la mar, como son La Esperanza, Icod el Alto, El Tanque, Las Mercedes (Cruz del Carmen), etc.
 
          En Santa Cruz de Tenerife, su devoción data de 1670. La imagen se hallaba en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. Pertenecía a doña Margarita de Vera Villavicencio, que la había heredado de su padre, el capitán Cristóbal Perdomo de Vera. Al fallecer esta señora, se la dejó en herencia a doña María Águeda Van de Unde, madre de Rodrigo e Ignacio Logman, vicario y beneficiado de la mencionada parroquia, quienes comenzaron a ofrecerle culto religioso con solemnidad a partir de 1720, construyéndole una capilla con su correspondiente retablo y sacristía, dotada de custodia, copón y cáliz de plata; trono, andas repujadas e incensarios. No contentos con esta capilla, los hermanos Logman, de su peculio particular, le mandaron labrar un magnífico altar de madera y la situaron en el nicho principal.
 
          La primera procesión de la Virgen del Carmen en Santa Cruz, realizada en 1720, estuvo acompañada de todas las cofradías de la parroquia, a las que seguía la Cruz Fundacional; detrás iba la imagen del Carmen, ataviada con su manto de seda y el gran escapulario de plata en su mano. Junto a las andas, marchaban los patronos, el vicario, el beneficiado de la parroquia y el capellán del Hospital. En la cabecera de la procesión iban las autoridades vestidas de gala y dos filas de monjes con los cirios encendidos. A su vera, la banda de tambores y clarines retenía la larga cola de vecinos y devotos que habían venido de todos los rincones de la Isla. Cuando la procesión pasó por delante de la casa de los hermanos Logman, la venerada imagen descansó sobre una alfombra de flores, mientras sonaban las campanas de todas las iglesias.
 
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Procesión de la Virgen del Carmen (16 de julio de 1919)
 
          Esta procesión se mantendría  con todo su esplendor hasta 1919, año en que el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial vendría a cambiar su forma de celebración. El 16 de julio, el entonces párroco de Nuestra Señora de la Concepción, para agradecerle a la Virgen del Carmen la llegada de la paz, decidió llevarla hasta el muelle de Santa Cruz, subirla en una gabarra arrastrada por un remolcador y realizar con ella un paseo marítimo por la bahía. Este acontecimiento fue seguido por infinidad de veleros y barquitas, así como por un gran gentío que llenó los aledaños de las instalaciones portuarias. En la celebración de 1924, se ofrecía un premio de 100 pesetas para la embarcación mejor engalanada. En 1931 el Ayuntamiento capitalino considera la del Carmen fiesta oficial, junto con la de la Santa Cruz (3 de mayo) y los Carnavales.
 
          Actualmente, cada 16 de julio, la Virgen se entrona en una barcaza del servicio portuario, adornada profusamente, y recorre el interior de la dársena de Anaga, desde el muelle de Enlace hasta la punta del muelle Sur, donde se tira al mar una corona de flores en recuerdo de los marinos fallecidos. La acompañan numerosas embarcaciones venidas de todos los puertos deportivos y pesqueros cercanos, los remolcadores del puerto y el de Salvamento Marítimo.
 
          Para presenciar la procesión marítima, multitud de personas se agolpan en el paseo de la avenida Francisco La Roche, mientras que otras llenan los muelles de Enlace, Sur y Norte, al igual que hacen los socios del Club Náutico y del Club Deportivo Militar de Paso Alto. A su paso, los barcos atracados a los muelles, engalanados con sus empavesadas, hacen sonar sus sirenas y bocinas formando un conglomerado multicolor y sonoro.
 
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          Cuando la Reina de los Mares desembarque de nuevo esta tarde en La Marquesina del muelle santacrucero, la coral polifónica de Santa Cruz le cantará la Salve marinera, como homenaje de oración y de fe de todo el pueblo de Santa Cruz, de corazón marinero.
 
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