José Murphy, munícipe (y 3) (Retales de la Historia - 270)

 
Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 26 de junio de 2016).
 
 
 
          José Murphy volvió a ser comisionado para defender la primacía de Santa Cruz como cabeza de partido tras la anulación de la división que hacía depender de La Laguna a la capital de la provincia. La recaudación pública para cubrir los gastos alcanzó los 29.795 rs. y ½, incluyendo 4.000 rs. al capitán del bergantín sueco por la mitad del flete del pasaje con destino a Setúbal (Portugal). Se detallaba aparte el costo de catres y tablado para comodidad de Murphy por 561 rs. 3 mrs. El resto del flete del pasaje y equipaje fue de 1.120 rs. y se le entregaron dos letras, una sobre Madrid de 12.000 rs. y otra sobre Lisboa de 4.000, además de 6.000 rs. en efectivo. Además se le pagó al capitán del barco 800 rs. por su espera de cuatro días en puerto, y 67 rs. y 17 mrs.a una lancha que llevó documentos a bordo. Estas cuentas fueron expuestas al público, que fue el que aportó el dinero, “para que puedan verlas todos”, se aclaraba.
 
          Murphy redactó la exposición elevada por el Ayuntamiento a S. M. sobre los inconvenientes de la nueva división de partidos y, en septiembre de 1821, escribió al Ayuntamiento de Santa Cruz explicando con detalle sus gestiones. Fruto de ellas fue que las elecciones se celebrarían atendiendo a la misma división de partidos que en las anteriores, por lo que quedaba sin efecto la división territorial planteada. Además, advertía que "si la carta no llegaba a tiempo de coger el correo marítimo, ya tenía acordado con el apoderado de Icod, Luis de León y Huerta, fletar un barco en Cádiz a pagar la mitad cada uno". Efectivamente así tuvo que hacerse, lo que el Ayuntamiento tuvo en cuenta para agradecer a León y Huerta su colaboración. El 14 de octubre llegó la R. O. comunicando que debían mantenerse las mismas cabezas de partido que en las elecciones anteriores y, celebradas el 4 de noviembre, resultaron elegidos diputados a Cortes José Murphy y Graciliano Afonso. De lo primero que tuvo que ocuparse Murphy fue de desmentir el infundio de que Santa Cruz se oponía a estas elecciones a Cortes, cuando lo único que se había propuesto era tratar de evitar que los electores de Santa Cruz tuvieran que desplazarse a La Laguna para ejercer su voto.
 
          El éxito de las gestiones de Murphy en Madrid se vio corroborado cuando las Cortes extraordinarias de octubre de 1821 designaron a Santa Cruz Capital de las Islas Canarias. La comunicación de Murphy, que ya vimos en el Retal anterior y que comenzaba con la frase “Tengo la satisfacción de comunicar a V.S. Ilustrísima”,  fue bien escueta y directa y pasado el tiempo, en 1903, por orden del alcalde Juan Martí Dehesa. este importante documento se encuadernó en el Libro Verde, que se custodia en la caja fuerte del Ayuntamiento. Posteriormente se recibió comunicación informando que también Santa Cruz había sido nombrada capital del Distrito Militar de Canarias.
 
          La gestión de Murphy no se limitó a lo ya conseguido ni el interesado se contentó con ello. Influyó en el logro de que el puerto de Santa Cruz fuera habilitado para comercio extranjero con depósito de 1ª clase. Para los gastos que ocasionaban todas estas gestiones, acusó recibo a un libramiento del Ayuntamiento de 4.000 rs., de cuyo destino informaría oportunamente. Nombra y concede poderes a Manuel Maestre de San Román, agente de negocios en la Corte, logra la admisión en Canarias de ciertos géneros que estaban prohibidos y la rebaja de derechos de otros y en esto último, honradamente reconoce mérito del Intendente Juan Bautista Antequera. Pero expresa a su favor “me lisonjeo de que las Cortes eximan a esas islas en este año de la porción de soldados que debería tocarles para el reemplazo del exército”. No era posible hacerlo para los del pasado año, pero sí pedir que pudieran cumplir el servicio dentro de las Islas. Añade que para ello ha hecho valer la labor de las Milicias tanto en la defensa como en el orden interior. Extiende su trabajo a otros ámbitos y, por ejemplo, interesa del Ayuntamiento de Santa Cruz información sobre “posible subvención o medios de subsistencia con que podría contar un impresor que quisiera establecerse en esa Villa.”
 
          Todavía tuvo que enfrentarse a un tal Miguel Minguini, “apoderado que dice ser del ayuntamiento de la ciudad de Las Palmas”, que intentaba de forma irregular que se revocara el decreto del 27 de enero por el que se nombraba capital de Canarias a Santa Cruz de Tenerife. A la gestión o exposición de este personaje se le dio curso, en palabras de Murphy, “de forma oscura rayando en lo clandestino”, pero el Congreso no lo tomó en consideración.
 
          El Ayuntamiento, reconoció su dedicación y eficacia y le agradeció sus fructíferas gestiones “... pues por su amor a la Patria su energía y superiores conocimientos, le es deudor en gran manera esta Villa.”
 
          Lástima es que nada se pudiera hacer para evitar su triste final en el exilio.
 
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