Una vida dedicada a la milicia

Por Javier Iglesia Berzosa  (Publicado en el Diario de Burgos el 8 de septiembre de 2001).

 

          Un barril de cerveza inglesa y un queso fueron los obsequios con los que el almirante Horacio Nelson agradeció al capitán general de Canarias, Antonio Miguel Gutiérrez, el trato exquisito que recibieron las tropas inglesas el 25 de julio de 1797, derrotadas en Santa Cruz de Tenerife.

          La celebración del bicentenario de esta gesta y la conmemoración del fallecimiento de Gutiérrez, dos años más tarde, han sido ocasiones propicias para reflexionar sobre la trayectoria militar de este ilustre personaje nacido el 7 de mayo de 1729 en Aranda.

          Estas circunstancias  han facilitado la aparición de una extensa bibliografía y la celebración de encuentros organizados por la Cátedra del General Gutiérrez, que promueve la Universidad de La Laguna y el Centro de Cultura Militar de las Islas Canarias. La “Tertulia de Amigos del General Gutiérrez” ha liderado también iniciativas.

          No obstante, aspectos de su figura quedaban ensombrecidos al no aparecer su hoja de servicios. Una carencia que, subsanada en el último panel celebrado en abril, permitirá abrir líneas de investigación biográficas novedosas -especialmente en lo que se refiere a sus primeros años de carrera militar-, y esclarecer dudas sobre su grado de participación en determinados acontecimientos de la historia de España del siglo XVIII.

          Resulta esencial para explicar su temprana vinculación al Ejército, conocer la agitada carrera militar de su padre. El coronel José Gutiérrez, hijo legítimo de Gabriel e Inés, nació en Valdunquillo (Valladolid), donde su progenitor ejercía el cargo de Corregidor. La familia Gutiérrez procedía del pueblo ribereño de Peñaranda de Duero y pertenecía a la hidalguía local, tal y como quiso dejar demostrado a comienzos del siglo XVII Pedro Gutiérrez de Otero Santayana al pleitear con la Real Chancillería de Valladolid.

          La carrera militar de José Gutiérrez comenzó como cadete en 1703, ocupando los empleos de subteniente en 1705 y de capitán en 1713. Su implicación en la Guerra de Sucesión fue total. Intervino en la batalla de Franca Vila, en la defensa de Orán, en donde fue hecho cautivo durante tres años, en las acciones de Badajoz, toma de Elche, sitios y toma  de Castelamar, de Palermo, castillo de Termini y Melazo, bloqueos de Olcana y Solsona, salida en Ceuta y Líneas de Palermo.

          Su hoja de servicios en 1721, estando en el 2º Batallón de Cantabria, es ejemplar. "Su conducta: Buena; Su aplicación: Bastante; Su valor: Bueno; Su talento: Bueno; Su salud: Quebrantada; Sus defectos: Ninguno". Es revelador el comentario referido a sus cualidades, que dice así: “Este oficial es mui bueno, por hallarse con accidente havitual que le imposibilita, en cuya atención, es digno, que de la piedad del Rey, le consuele con el sueldo que le corresponde al empleo que sirve en la plaza de Ziudad Rodrigo”.

          No sabemos el tiempo que permaneció en Ciudad Rodrigo. Sí conocemos que el 26 de julio de 1728 se casó (con 40 años) en Aranda con la joven arandina Bernarda González. Su instalación en Aranda a partir de entonces tendrá que ver con la aprobación de las Milicias Provinciales, uno de cuyos 33 regimientos -el Provincial de Burgos- será compartido por Burgos y Aranda.

          José Gutiérrez obtuvo la jefatura de la sección arandina y se integró sin dificultad en el reducido cuerpo nobiliario local, en donde, como era frecuente, los oficiales de la milicia terminaron ocupando cargos en la dirección y manejo municipal. José Gutiérrez logró la vara de teniente de Alguacil mayor y regidor perpetuo de la villa.

Aprender en casa

          El teniente coronel José Gutiérrez alistó el 7 de julio de 1736 a su primogénito en el Regimiento de la Milicia Provincial de Burgos. Antonio Miguel sólo tenía siete años. Conviene entender la importancia que tuvo en su futuro profesional su estrecha relación con el ejército desde niño. Como afirma el profesor Andújar Castillo en su obra sobre la condición social de los militares del siglo XVIII, la combinación de sangre ilustre con militar reforzaba la inclusión de los jóvenes en la profesión de sus padres. En la sociedad del Antiguo Régimen el mando de los ejércitos solo podía estar al cargo de los estamentos privilegiados.

          El joven cadete acompañó a su padre durante siete años en las tareas de instrucción y capacitación de los milicianos con el empleo de teniente, al tiempo que progresaba su vocación militar.

          A pesar de que la Milicia Provincial nació como un ejército de reserva, en 1743 el Regimiento de la Milicia Provincial de Burgos fue llamado a participar en la guerra contra Italia, provocada por las aspiraciones que la reina Isabel de Farnesio ambicionaba para sus hijos. La decisión  alteró la pacífica existencia del Regimiento. Algunos milicianos arandinos se prestaron a redactar sus testamentos durante los primeros días del mes de febrero del año 1743.

          También lo hizo el teniente coronel José Gutiérrez. Por él sabemos que su hijo Antonio, de 13 años, estaba en disposición de acompañarle al frente. En sus disposiciones, manifiesta que si muere en Aranda deberá ser enterrado en la iglesia parroquial de San Juan, en el lugar en donde considere su mujer, doña Bernarda, pero si lo hiciera en el campo de batalla deja la elección a su hijo.

          La experiencia de la guerra en Italia terminaría de modelar al muchacho. El 23 de julio de 1746 obtuvo el empleo de capitán en el Regimiento de Milicias de Burgos. Tenía 17 años. Firmada la paz, y tras la campaña de Archenal, sirvió como Ayudante de Campo al teniente general y comandante general  de las tropas españolas que quedaron en el ducado de Saboya, Frey Manuel de Sada y Antillón.

          El 20 de octubre de 1750 se le dio el mando de la Compañía de Granaderos Provinciales de Betanzos, interviniendo en la expulsión de los enemigos de la Provenza y de la montaña de Castelano, en el condado de Niza, y más tarde en el sitio y toma de Ventimilla.

Disyuntiva

          Era hora de resolver la disyuntiva de continuar en las milicias o pasar al Cuerpo de Infantería y proseguir carrera en el ejército regular. El trasvase le supuso una pérdida de grado en el escalafón. El 19 de mayo de 1753 obtuvo el empleo de Teniente del Regimiento de Infantería de Mallorca y el 24 de enero de 1756 el de Capitán. Su padre debía estar satisfecho de sus progresos pero su avanzada edad no le permitiría comprobarlo.

          A finales de 1759 el padre del Capitán Antonio Gutiérrez se hallaba en cama. La gravedad de la enfermedad le animó a dictar un nuevo testamento. En esta ocasión declara que desea que le entierren en la sepultura de la iglesia de San Juan, en donde se hallan enterrados sus suegros, José González Varona y Ana María Cano, y que su cadáver sea acompañado por el cura y beneficiados de la parroquia, junto a la cofradía de la Purísima Inmaculada Concepción de la que era miembro. Subraya el “mucho amor y cariño” que profesa a su mujer a la que otorga las cepas que posee en un majuelo en el término arandino de La Lobera.

          Hace una relación de los bienes que testa a cada uno de sus hijos. A Antonio, por  ser el primogénito, le concede el vínculo de mayorazgo que fundó en Peñaranda su tío Pedro, así como el “…espadín que tengo con puño de plata…”.

          La enfermedad se fue agravando lentamente. En marzo de 1760 concedió poderes a su hijo Pedro para que cobrase los maravedís que “… me están debiendo… del tiempo que he servido a S.M. en sus reales ejércitos…”. Afirma que no pueda firmar por hallarse paralítico y “… baldado el brazo derecho…”. Unos días más tarde (8 de abril de 1760) es nombrado Coronel de Infantería.

          La enfermedad  siguió agravándose. La familia procuró adaptarse a las difíciles circunstancias que se avecinaban. El 15 de diciembre de 1761 Antonio es nombrado Sargento Mayor del Regimiento de Mallorca. El resto de sus hermanos seguirán suertes diferentes. José, el segundo, ejercía a comienzos de los años 50 el cargo de presbítero capellán de  una de las capellanías del Real Colegio de la Vera Cruz de Aranda; Pedro, tomó posesión el 14 de mayo de 1755 del empleo de Oficial de Registros de la Secretaría de la Inquisición; María Fernanda ingresó en 1755 en el convento de Santa María de San Francisco de Sales; María Teresa otorgó poderes a su hermano José para desposarse por palabras el 18 de abril de 1761 con Teodoro Ruiz; y Manuel, quien ingresó cadete junto a su hermano en el Regimiento de Infantería de Mallorca, fue nombrado el 12 de febrero de 1762 Subteniente de bandera.

          El Coronel José Gutiérrez falleció en Madrid el 3 de agosto de 1762. La familia se instaló en la capital del reino y se dispuso a reorganizar su vida. Bernarda González obtuvo del Monte Pío del Ejército una pensión de viudedad de 30 escudos. El presbítero José Gutiérrez dejó también Aranda y acompañó a su familia.

Un futuro por delante

          El entonces Capitán Antonio Gutiérrez partió el 5 de febrero de 1765 con su Regimiento a la provincia de Buenos Aires. Establecido en Montevideo fue ascendido (15 de diciembre de 1761) a Sargento Mayor, con responsabilidades en la ciudad. Revistó también el Batallón del segundo Regimiento de Cataluña destinado a guarnecer, junto a las Milicias, la plaza de Montevideo. El 7 de septiembre de 1764 accedió a graduado de Teniente Coronel y casi cinco años más tarde al de graduado de Coronel. Por entonces -1770-, obedeciendo órdenes de sus superiores fue nombrado comandante de las tropas de asalto encargadas del desembarco y desalojo de los ingleses de la Gran Malvina.

          En 1773, ya en la Península, fue comisionado para la aprobación de los Quintos de Cataluña. El 29 de enero de 1775 obtuvo el empleo de Teniente Coronel del Regimiento Inmemorial del Rey y participó en la expedición de Argel y en el desembarco en su playa el 8 de junio de 1775, siendo herido grave de un balazo en la cabeza. El 3 de enero de 1776 fue nombrado Coronel del mismo Regimiento y de allí pasó al de Infantería de África, participando en el bloqueo del Peñón de Gibraltar.

          Se abría un prometedor futuro. Su hoja de servicios redactada en mayo de 1778, expresa la modélica conducta del oficial. Dice así: “valor acreditado; aplicación: mucha; capacidad: muy buena; conducta: muy buena”. “Es íntegro en la conservación y administración de los fondos: observa literalmente las ordenanzas es amado y respetado por todo su Regimiento, tiene disposición para desempeñar con acierto quanto se le compete y es mui acrehedor por todas circunstancias a ser atendido en sus ascensos”.