Santa Cruz, Villa. Los primeros pasos (Retales de la Historia - 68)

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en La Opinión el 5 de agosto de 2012).

 

          Los primeros pasos de Santa Cruz, Villa, como corresponde a todos los recién nacidos, fueron inseguros y plenos de dificultades. Todo empezó el 15 de febrero de 1798, cuando el general Antonio Gutiérrez trasladó al alcalde José de Zárate un escrito recibido de Gaspar de Jovellanos, fechado en noviembre anterior, por el que informaba de la concesión de los privilegios de Villa exenta a la Plaza y Puerto de Santa Cruz. En el encabezamiento del acta de la sesión municipal celebrada ese mismo día con tan fausto motivo, se hace constar por primera vez: “En la Muy Leal, Noble, Invicta Villa, Puerto y Plaza…” El flamante encabezamiento se suprimió en las fechas siguientes, al caerse en la cuenta de que el privilegio no estaba refrendado oficialmente, y no volvería a aparecer hasta 1803.

          El alcalde anunció luminarias por tres noches consecutivas en demostración de júbilo, pero para publicar el correspondiente bando tuvo que pedir al general que le facilitara tambor y pífano, de los que carecía el ayuntamiento por no poder pagarlos. Para ahorrar gastos, la función religiosa en acción de gracias se aplazó al día de la Cruz, y se comisionó a los diputados Antonio Power y José Guezala “para pedir a los vecinos limosna para los costos.”

          La Real Cédula con la concesión de todos los privilegios, compatronato,  jurisdicción exenta, títulos y escudo de armas, extendida en Aranjuez el 28 de agosto de 1803, llegó a Santa Cruz el 4 de noviembre y se comisionaba al alcalde mayor Matías López Lago para dar cumplimiento al real mandato. El alcalde José María de Villa –que desde principio del año había solicitado dejar el cargo por tener abandonados sus intereses- inmediatamente convocó elecciones colocando carteles en los lugares habituales “por falta de pregonero”, a celebrar en la capilla del Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados, por estar expuesto el Santísimo en la iglesia del Pilar, donde se solían celebrar estos actos al no disponer Santa Cruz de casa consistorial. Acudieron más de cien vecinos a las juntas celebradas los días 18, 21 y 25 y,  realizado el escrutinio el 27 y 28, fue proclamado alcalde a José Víctor Domínguez y Maquier, que juró el cargo el día 31. No era la primera vez que asumía la alcaldía, pues ya lo había hecho en 1792, y volvería aún dos veces más, en 1810 y 1812.

          Era bien curiosa la fórmula empleada para el juramento: “Defender ante todas las cosas el misterio de la Purísima Concepción en gracia de María Santísima, sostener los privilegios y gracias que S.M. ha concedido a esta Villa exenta, administrar Justicia no sólo de oficio sino a pedimento de partes, despachando sin llevar derechos a los pobres, y guardar secreto de las cosas y casos que lo exijan.” Los regidores fueron: José Guezala Bignoni, Enrique Casalon, Juan Anrán de Prado, José María de Villa, José de Zárate y, síndico personero, Tomás Cambreleng. A todos ellos puede considerárseles auténticos héroes de nuestra historia local, al aceptar hacerse cargo de un ilusionante proyecto carente de los más imprescindibles recursos, que sólo contó con su esfuerzo personal y aportación económica en detrimento de sus patrimonios.

          Los gastos para las funciones religiosas, demarcación de límites, confección del pendón, escudos, mazas, arreglos de las basas de la Cruz y de Santiago, música, etcétera, incluyendo los imprescindibles para las gestiones y papeleo en Madrid, fueron cuantiosísimos para la época y rebasaron los 16.000 reales. En gran parte se cubrió con aportaciones de setenta vecinos de los más pudientes y con una suscripción hecha puerta a puerta por  todo el pueblo, quedando por cubrir una diferencia de 4.479 reales, que aportaron por partes iguales los beneméritos José María de Villa y Juan Anrán de Prado, alcalde real y síndico personero, respectivamente, del año anterior. Por una curiosa cuenta fechada el 19 de agosto de 1804, nos enteramos de los gastos habidos hasta el más insignificante detalle, siendo muy curiosos los correspondientes a la confección del primer pendón de la Villa: dos varas de tafetán doble, 75 reales; por pintar dos escudos en esta tela, 16 pesos corrientes; a lo que se añadía el asta -que donó el capitán de puerto Carlos Adan-, los cordones, borlas y demás.

          El 5 de junio se había dado oficialmente posesión del término municipal al alcalde José Víctor Domínguez y, aunque se suele decir que se celebró una especie de ceremonia en el margen del barranco del Hierro, en realidad se hicieron cinco salidas para amojonar y marcar los límites de la jurisdicción del nuevo municipio. Una hacia La Laguna, otra por los Valles de Jiménez, dos por San Andrés hasta Taganana y hacia el Sur por el barranco del Hierro o barranco Hondo. En las citadas cuentas se detallan los gastos de lanchas, bestias, refrescos, peones y demás.

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