Sobre turismo (Puerto y puerta - 66)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 27 de mayo de 2012).

 

          Atendiendo a la amable invitación que me brindó la dirección del periódico, estuve entre el numeroso público que asistió el pasado día 17 a la sede Central de Cajasiete para participar en las II Jornadas sobre Turismo organizadas por el Grupo de Comunicación DIARIO DE AVISOS.

          Digo participar, porque todos los concurrentes tuvimos la posibilidad de formular preguntas a los intervinientes en cada uno de los temas debatidos en las cuatro mesas formadas al respecto, que fueron, por este orden: Turismo y Petróleo, Productos Canarios, Nuevos Segmentos, y por último, Tenerife: la base de cruceros del Atlántico.

          No hay mucho más que añadir a la información que sobre estas Jornadas ha venido ofreciendo este periódico; y más la que se propone incluir en la prevista Memoria que se publicará el próximo día 3 de junio, en la que se tratan los “aspectos relevantes y conclusiones a modo de consulta para todos los profesionales del sector y álbum fotográfico”.

          Siendo así, aprovecho la oportunidad para exteriorizar ciertas consideraciones, sin manifestarme en ningún sentido sobre algunos de los asuntos planteados, como es el que se relaciona con la cuestionada compatibilidad entre el turismo y el petróleo. Porque no es factible definirse desde el momento que advertimos que en las respectivas intervenciones no se mencione a Santa Cruz de Tenerife como una ciudad que hace más de ochenta años convive con una refinería de petróleos. Y parece más inexplicable cuando el subsecretario de Estado de Industria, Energía y Turismo, el señor Hernández Bento, que afirma defender los intereses canarios ante la Administración central, buscó y encontró la deseada compatibilidad en tierras americanas, previniendo, eso sí, colocar las futuras plataformas en el Puerto de la Luz y de Las Palmas.

          Al respecto, la refinería de Tenerife, con las servidumbres que se quieran, desde su inauguración en el año 1930, además de proporcionar muchos puestos de trabajo, directos e indirectos —tan precarios entonces y ahora—, no ha sido óbice para que esta ciudad y puerto esté circundada por arboladas calles, ramblas y avenidas, ornándose con frondosos y ajardinados parques y plazas. También es  verdad que nos cuesta proclamar sus indubitables bondades.

          Y en cuanto a la mesa que atendía el lema de Tenerife como base de cruceros del Atlántico, se advertía la unanimidad sobre la consolidación de las estadísticas que proclaman la importancia de este destino; y también, a la vez, las propuestas de acciones muy precisas para preservarlo de  una excesiva complacencia.

          Pero mucho cuidado con atender la pretendida recomendación a los operadores para cambiar de aeropuerto. Es como desvestir a un santo para...

         Ustedes mismos.