Cuesta entenderlo (Puerto y puerta - 63)

Por Rafael Zurita Molina  (Publicado en el Diario de Avisos el 6 de mayo de 2012).

 

          Oportunamente, el alcalde de nuestra Ciudad, José Manuel Bermúdez Esparza, ha resaltado lo obvio: "Santa Cruz de Tenerife, ciudad portuaria". Tal es el título que, bajo su firma, publicó el  Diario de Avisos el pasado 29 de abril; unas líneas en las que comenta la actual posición del puerto, que, una vez más, advierte que se soslaya su incuestionable importancia.

          El alcalde sale a la palestra “porque la desaparición del puerto de Santa Cruz de Tenerife de la Red Transeuropa de Transporte constituye un agravio de primer orden y ocasiona un grave daño a las perspectivas presentes y futuras”. Como puntual premisa, invocó la reciente conmemoración del centenario del correíllo La Palma, en el que se le avivó el recuerdo de Juan Antonio Padrón Albornoz, el entrañable amigo, que, con su encendida prosa, enalteció a los barcos; y la mención expresa del rótulo “el puerto es lo primero”, que precedía la información portuaria del periódico El Día, con la rubrica del activo periodista Luis Ramos, y, posteriormente, la de Francisco Ayala, felizmente activo.

          Pero dice algo más que, por su reiteración, cuesta entenderlo. Y es que casi -para salvar las contadas excepciones- siempre nos toca reaccionar, reivindicando lo que justamente nos corresponde, sobre hechos consumados. Y, claro, uno tiene que preguntarse en dónde estaban nuestros senadores y diputados. Sí; las personas que votamos en la provincia occidental para que los “responsables del Gobierno del Estado defiendan -con fuerza, con razón y con justicia- esta necesidad ante las autoridades europeas para no perder competitividad e inversión”.

          Ante tal comportamiento, son muchos los que dicen que el problema está aquí, en Tenerife; y, por principio, desechando la abulia, estimo que puede ser, dicho sin ambages, que en nuestra Isla se sigue confiando en una Canarias solidaria, unívoca, que tiende puentes afectivos sobre el mar que nos separa. Y bien sabemos que la insularidad, que es congénita con la geografía, requiere un especial diseño organizativo basado en nuestros Cabildos. Sólo entonces, en la connatural diversidad, podrá discernirse sobre lo mucho que nos une.

          Mientras, se hace preciso estar atentos a las acciones políticas de los que para lograr sus fines, que es legítimo, gestionan un “sólo para mí” adjetivando su toponimia. Ya lo expresé en marzo del pasado año al confirmarse la instalación del escáner para el puerto: “...al fin fueron escuchadas las voces que demandaban la adquisición de este fundamental instrumento para un puerto de primer nivel -incomoda reafirmar lo obvio- como el nuestro. Ciertamente, apena las tantas veces que hay que suplicar lo que por sí mismo es una exigencia”.

          Como ahora mismo, señor alcalde.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - -