El Escudo de Santa Cruz de Tenerife y el General Gutierrez

Por Luis Cola Benítez  (Publicado en El Día el 9 de febrero de 1997)


          El Museo Militar Regional de Canarias, con la colaboración de Distribuidora Industrial, S.A. (DISA), y del Excmo. Ayuntamiento, ha editado un calendario para este año de 1997, en el que se celebra el Bicentenario de la Gesta del 25 de Julio. El resultado de esta colaboración, dirigida por el coronel Director del citado Museo, y la profesionalidad de la empresa tipográfica Tabapress, que ha materializado la idea, ha sido un documento único, que no sólo será útil durante el año en curso, sino que merecerá conservarse como pieza de colección y consulta.

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          En la cubierta del calendario, como lugar de honor, figura una copia del boceto o “ensayo” del escudo de armas que el Puerto y Plaza de Santa Cruz presentó al rey Carlos IV, en unión de la solicitud del privilegio de Villa Exenta, el 20 de septiembre de 1797. Como es sabido, la iniciativa de la petición a S.M. se debió al comandante general de Canarias, el general don Antonio Gutiérrez, que así lo sugirió al Alcalde Real, Diputados y Síndico Personero del Puerto y Plaza. Se sabe que, en la recopilación de datos y en la redacción de la solicitud, tuvo parte destacada el prestigioso abogado don José de Zárate y Penichet, pero desconocemos a quién se debe el dibujo que la acompañó. Como señala nuestro cronista oficial, el profesor don Alejandro Cioranescu, en su “complicada composición” se quiso ofrecer un resumen de todos los timbres de Santa Cruz. Y, ciertamente, difícil sería expresar más en tan corto espacio.

          Sobre un óvalo de oro (lealtad), figura una cruz verde (inmarchitable devoción y esperanza) en recuerdo de la de madera que fijó en sus playas Alonso Fernández de Lugo, por cuyos extremos asoman los de la espada roja de la Cruz de Santiago, en cuyo día logró su mayor victoria. Tres cabezas de león, una a cada lado de la cruz y la tercera abajo y atravesada por la espada, representan las tres victorias sobre atacantes ingleses: Blake (1657), Genings (1706) y Nelson (1797). Bordura azul, ondeado (Océano Atlántico), rematada en lo alto por una isla de plata (por su lealtad y por la nieve de su Teide), y con tres castillos y cuatro anclas con ellos intercaladas, del mismo metal, que representan sus fortalezas y la importancia de su puerto. Por timbre o cimera, una corona ducal de oro. Creemos que fue a partir del año 1892, con motivo de concederse al pendón de la ciudad el privilegio de los honores correspondientes a los Infantes de España, cuando se sustituyó la corona ducal por la real. Dos años después, en 1894, con motivo del excepcional comportamiento de la población en la epidemia de cólera del año anterior, el consejo de ministros concedió a la ciudad la cruz de primera clase de la orden civil de Beneficencia, con el título de Muy Benéfica, cuyo galardón y cinta añadió al escudo. Posteriormente, en tiempos más recientes, se suele representar rodeado por dos ramas verdes, una de laurel (victoria) y la otra de roble (fortaleza).

          Pero volvamos a los orígenes del escudo. Antes de remitir el dibujo a la Corte, consta que fue presentado a la aprobación del general Gutiérrez, con fecha 25 de agosto de aquel mismo año. Se desconoce de quién fue la idea original de representar las tres victorias sobre las fuerzas atacantes por tres cabezas de león, animal heráldico de la cimera del escudo de la Gran Bretaña, pero sí puede afirmarse, sin lugar a dudas, que debió complacerle en gran manera. Para el general arandino, como para Santa Cruz de Tenerife, las tres victorias sobre estos enemigos representaban tres importantes hitos en su historia personal como militar español. En 1770, como comandante de las fuerzas de desembarco, ostentando el grado de teniente coronel  en funciones de coronel, desalojó a los ingleses de Puerto Egmond, en la Gran Malvina, restituyendo la soberanía española en aquellas islas. En 1782, siendo ya brigadier (general de brigada), intervino en la reconquista de Menorca y rendición del general de las fuerzas inglesas que la ocupaban. Una vez firmada la paz, fue nombrado gobernador militar de la isla.

          Como bien dice su biógrafo Ontoria Oquillas, “era una de las primeras figuras del ejército español y de él podía esperarse el laurel guerrero más reverdecido.” Y así ocurrió, una vez ascendido a mariscal de campo (general de división), en 1797 en Tenerife. El parangón entre ambas trayectorias resulta inevitable: tres resonantes triunfos en la vida de un hombre, el general Gutiérrez, y de una isla, Tenerife. Para el primero, las tres cabezas de león destacadas en el escudo, bien podían representar los tres territorios insulares en los que logró sus mayores lauros. Para la segunda, en plena conmemoración de la más gloriosa de sus hazañas, cualquier explicación podría parecer ociosa.

          Santa Cruz debe pagar la deuda que tiene pendiente con don Antonio Gutiérrez, promotor de sus más preciados títulos y de su blasón. Para ello, la Tertulia de Amigos del 25 de Julio ha presentado a nuestro Excmo. Ayuntamiento la propuesta de erigirle un sencillo monumento con su busto en bronce, en la calle de su nombre, que confiamos ver realizado dentro de la conmemoración del Bicentenario de la Gesta.