Correíllos (Puerto y puerta - )
Por Rafael Zurita Molina (Publicado en el Diario de Avisos el 13 de marzo de 2011).
La Fundación Centro Internacional de Conservación del Patrimonio (CICOP) tuvo a bien otorgar el premio Canarias a la Fundación Correíllo La Palma; el acto de entrega se celebró el pasado día 10 de febrero en el Paraninfo de la Universidad Politécnica de Valencia.
Este justo reconocimiento nos invita a retroceder en el tiempo para recrear la memoria de nuestros correíllos, que se perpetúan en el histórico vapor La Palma, que, transitoriamente, se encuentra atracado en el muelle Norte de este puerto.
Los denominados correíllos negros (Viera y Clavijo, León y Castillo, Gomera-Hierro, Lanzarote, Fuerteventura y La Palma, por orden de llegada a Santa Cruz de Tenerife), construidos en astilleros ingleses, fueron botados y entregados a la Compañía propietaria, Vapores Correos Interinsulares Canarios (filial de la Elder Dempster Ltd.) en los primeros meses del año 1912.
Con respecto al Gomera-Hierro hay que decir que a partir del año 1929 se llamó sólo Gomera, al adquirir la Compañía canaria el vapor yugoslavo Vojvodina, que fue rebautizado con el nombre de Hierro.
Y sería en el año 1930 cuando la Trasmediterránea adquirió estos barcos, que resistieron navegando hasta finales de los setenta. De forma inexorable, los correíllos trazaron su postrera estela marinera rumbo al desguace; todos, menos el La Palma, que, providencialmente, quedó como fiel testimonio de un tiempo pasado y dilatadamente diverso.
Dicho muy sucintamente, el correíllo La Palma, tras sufrir una seria avería en una de sus calderas, en marzo de 1976, arribaba al puerto de Las Palmas procedente de Arrecife; su destino era el de sus compañeros de flota. Adquirido en ese mismo año por el señor Jürgen Flick, por causas de diversa índole no pudo realizarse el proyecto que tenía reservado para el buque; y en tal coyuntura, permaneció fondeado durante diez años sin concretarse su destino.
En tal ocasión, en febrero de 1986, el Cabildo de Tenerife, presidido entonces por don José Segura, aprueba su adquisición. El día 14 de marzo el periódico Diario de Avisos daba la noticia de su arribada al puerto tinerfeño: “En la estela del remolcador español Tamarán, ayer tarde a las 4:30 enfilaba de nuevo la bahía santacrucera el vapor La Palma, tras una travesía de nueve horas”.
El valor patrimonial del correíllo La Palma se compendia en los objetivos que tiene planteados la Fundación Canaria que lleva su nombre. Entre estos, caben todas las posibilidades cuyos fines estén vinculados con la navegación y los transportes marítimos en las Islas; su fin último, dice, es acercar a la sociedad con el entorno del mar océano y de los barcos del que tanto siempre se ha dependido. Seguro que será un fiel reclamo para el tan demandado Museo Marítimo de Tenerife.
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