Joaquín Amigó, Oscar Zurita y el 25 de Julio de 1797

Por Luis Cola Benítez   (Publicado en El Día el 26 de mayo de 1993)

 

          Dos personajes y una fecha entrañables para Santa Cruz. El primero, gran alcalde que fue, cuyos muchos años no le restan ánimos para luchar entusiasta y responsablemente por cuanto pueda representar un logro para su ciudad, siguiendo de cerca su desarrollo y aportando ideas e iniciativas que colaboren a su engrandecimiento. El segundo, cuya bien afilada pluma -de casta le viene- sabe como pocos poner en la llaga de las justas demandas ciudadanas y de Tenerife. En cuanto a la fecha, sin duda la más gloriosa de la Historia de Canarias.

          Don Joaquín Amigó aportó en su día una brillante, original y -lo que no es menos importante- económica idea, que permitiría sin excesivo gasto simbolizar la victoria sobre Nelson. La montaña de La Altura, junto a Paso Alto, se configuraría como colosal pedestal natural de 235 metros de altitud, que serviría de base a un faro o proyector que lanzara al aire un doble haz luminoso en forma de «V». No cabe duda de que se trata de una idea sumamente sugestiva, y en nada debe estorbar al proyectado mirador cuya construcción tratan de impulsar don José Juan Déniz y don Amadeo Alsina. Bien al contrario, ambas realizaciones se complementarían de forma natural y espléndida.

          Pero el símbolo lumínico de tan señalada victoria precisa, como bien recuerda Oscar Zurita el pasado día 20 desde estas mismas páginas, de otro complemento escultórico en zona noble de la capital. En mi opinión, emplazar éste en el nuevo sector Cabo-Llanos, equivaldría a hurtarle su sitio natural a otro futuro monumento conmemorativo de la fundación de Santa Cruz, pues fue en aquella zona donde tuvo lugar el nacimiento de la urbe. Este otro monumento deberá ser un perpetuo homenaje a cuantos hicieron posible que nuestra Villa, Plaza y Puerto de Santa Cruz de Santiago y Ciudad desde 1859, sea lo que hoy es. Desde los guanches que allí ya vivían antes de la llegada de los castellanos, y que tan bravamente lucharon por su independencia, hasta -y la idea que a continuación expongo es del recordado don José Arozena- los anónimos pescadores, calafates, pilotos y hombres de mar, que desde los primeros tiempos hicieron posible el progreso de su puerto.

          Por el contrario, el monumento escultórico a los héroes del 25 de julio, complemento necesario a la idea de don Joaquín Amigó, debería situarse lo más cerca posible del lugar donde se desarrollaron los hechos más importantes de la gloriosa defensa, en las inmediaciones del punto que entonces ocupaba el castillo de San Cristóbal, la entrada al muelle y la playa de la Alameda. Allí, en la gran zona triangular que con la remodelación de la avenida de Anaga ha quedado delimitada entre ésta, la calle de la Marina y la plaza de España, la ubicación del monumento encontraría su lugar natural, noble e histórico. 

        Por último, ya que inicié este artículo nombrando a un alcalde de Santa Cruz voy a concluirlo dirigiéndome a otro, al actual. que hace algún tiempo tuvo la amabilidad de comunicarme que el proyecto de monumento tendría cabida dentro de algo que se llamaba o iba a llamarse programa Santa Cruz 94. Señor alcalde: El tiempo pasa sin darnos cuenta. Faltan siete meses para 1994 y apenas tres años para llegar al Segundo Centenario de aquel 25 de julio.