Fuentes que mitigaron la sed (Patrimonio Histórico-Monumental... - 11)
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día / La Prensa el 11 de febrero de 2012).
Fuente de la Pila
A principios del siglo XVIII, Santa Cruz era un pequeño pueblo de unos 2.200 habitantes y sus vecinos sólo contaban con la poca agua que corría por los barrancos, la que se extraía en las norias -calle a la que dieron nombre- y la de los pozos o aljibes de las huertas o patios de las casas cuyos propietarios podían permitirse este lujo.
Cuando en 1706, el capitán general Agustín de Robles hizo traer el agua desde los nacientes del Monte Aguirre, en la cordillera de Anaga, hasta la plaza del Castillo e instaló en su centro una fuente pública o pila para que los santacruceros pudieran suministrarse de agua potable en cualquier época del año, aquel lugar pasó a llamarse Plaza de la Pila.
El agua llegaba a través de 12 kilómetros de atarjeas de madera, elevadas sobre el terreno con palos o esteos para evitar que el ganado abrevase en ellas (canales altas); al llegar a la población, los conductos eran de mampostería, soterrados y tapados con losas (canales bajas).
Dentro de Santa Cruz, el agua recorría las calles de las Canales Bajas (Doctor Guigou), Pilar, San Roque (Suárez Guerra), Barranquillo (Imeldo Serís), hasta llegar a la Casa del Agua, situada en la calle de las Canales (Ángel Guimerá), desde donde se distribuía a la huerta del convento de Santo Domingo, a la Pila, al aljibe de San Cristóbal y, desde allí, al caño de la aguada o fuente del Muelle, donde se suministraba a los barcos.
Fuente de la Pila
La Pila, realizada en piedra volcánica del país, tenía en su centro y en alto, un surtidor por el que salía el agua que caía en la copa, de donde a su vez rebosaba por las bocas de seis mascarones, a modo de gárgolas muy poco resaltadas, hasta un pequeño estanque o pileta circular, en cuyo centro se alzaba el conjunto. Al borde de la copa, grabada en la misma piedra, se lee: AÑO DE MDCCVI REINANDO FELIPE V SIENDO GOVERNADOR CAPITAN GENERAL EL EXCELENTISIMO SEÑOR DON AGUSTIN DE ROBLES Y LORENZANA.
En 1802, sin que se sepan las causas, la Pila se cayó al suelo y se rompió, quedando inutilizada; para recomponerla, se trajo la piedra de una cantera de Pedro Álvarez (Tegüeste) y las piezas se unieron con pernos de metal.
Dos años antes, había hecho escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, en su viaje a Australia, la expedición científica que mandaba el capitán Nicolás Baudin. Uno de sus dibujantes, Jacques-Gerard Milbert, realizó un grabado de la Pila, acompañado del siguiente texto: "Fuente de piedra de lava negra, situada en la Gran Plaza de la Villa de Santa Cruz. Tenerife".
Fuente de La Pila Dibujo de Gerard Milbert (1800)
En el dibujo observamos que el pedestal que soporta la copa que corona la fuente es mayor que el actual y tiene dos cartelas con las armas reales de España; por lo tanto, consideramos que al caerse la columna sustentadora se rompió y fue sustituida por una más corta y más elemental.
Cuando el Ayuntamiento dispuso de su primera Casa Consistorial (1813), una vieja casona, alta y grande, haciendo esquina con la calle del Castillo, con fachada principal y balcón dando a la plaza de la Pila, quiso evitar el bochornoso espectáculo, discusiones y peleas que diariamente ofrecían las aguadoras, acemileros, soldados y la chiquillería; por ello, los ediles consideraron oportuno trasladar la centenaria Pila a la huerta del castillo de San Cristóbal, donde se colocó junto al muro que daba al mar, con el fin de suministrar el caño de la aguada de buques, surtir el aljibe del Castillo, regar la Alameda del Muelle, y que los vecinos también la pudieran usar. Además, se pavimentó la plaza con baldosas porque los vertidos y derrames del agua convertían el entorno en un lodazal inmundo, al mezclarse el barro con los excrementos de burros y mulos que hasta allí se llevaban para cargar las barricas o envases.
Al empezar a funcionar la Fuente de Isabel II (1844), la Pila se desmontó y se guardó en un solar municipal, mientras se le encontraba una nueva ubicación. A finales del siglo XIX, Anselmo J. Benítez la rescató del olvido y de su posible desaparición y, después de repararla, la expuso en los jardines de su Hotel Villa Benítez.
Al remodelar la Plaza de La Candelaria, debido a las obras del Plan Urban (1986), los herederos de Benítez la devolvieron con la condición de que se instalara en su lugar de origen, condición que no fue cumplida pues se colocó en un extremo de la Plaza.
Fuente de la Pila, en la actualidad.
La Fuente de la Pila, que constituyó el primer elemento de ornato urbano, hoy forma parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife como testimonio material del siglo XVIII.
Fuente de Morales
El proyecto de la Fuente de Morales fue realizado por Lorenzo Pastor y Castro, profesor de la Academia de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, actuando también de director de la obra. La Fuente, de diseño clasicista, era lo más característico y ornamental del barrio del Cabo pues, sin ser una obra de arte, se ajustaba a las reglas arquitectónicas de la época.
La fuente formada por el recipiente con los arcos, la cornisa, el entablamento y los chorros son de piedra basáltica, extraída de las canteras de Igueste de San Andrés, se emplazó adosada a una pared, junto al barranco de Santos, en una plazuela dedicada también al General.
Disponía de cuatro chorros o surtidores, con forma de testas humanas, para el abastecimiento público y de un receptáculo o recipiente que recogía los derrames donde abrevaban los animales.
Para trasladar el agua desde los Montes de Aguirre hasta la Fuente se realizaron, entre 1830 y 1837, dos túneles, un puente, un acueducto y 9 Km. de atarjeas de mampostería.
Como testimonio de gratitud al capitán general Francisco Tomás Morales (Las Palmas de Gran Canaria 1783-1845) por dotar de agua abundante y permanente a la población, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife tomó el acuerdo de llamarla Fuente de Morales.
La inauguración de la fuente tuvo lugar a las cinco de la tarde del día 2 de febrero de 1838. La aparición del agua fue recibida por un destacamento de soldados con toques de cornetas y tres descargas de fusilería. El lugar había sido adornado con ramajes, banderas y farolillos de papel pues, durante la tarde, se celebraron diversidad de festejos y, por la noche, un animadísimo paseo que amenizó la banda de la Milicia Nacional.
A la ceremonia asistieron diversas autoridades, el director de la obra y numeroso público que llenaba totalmente aquellos alrededores. Entre las autoridades estaban el Marqués de la Concordia; el Jefe Superior Político; el Comandante General de las Islas y Presidente de la Diputación Provincial; el Alcalde Constitucional, Pedro Bernardo Forstall; el Alcalde del Agua, Antonio Cifra; etc.
Como la corporación municipal que iba a inaugurar la Fuente no era la misma que había decidido su construcción, y ambas deseaban atribuirse el mérito y no se ponían de acuerdo, hubo que buscar una solución salomónica que zanjara la polémica sobre la fecha que se tenía que grabar en su frontis, Fuente de Morales. Año 1837. Dedicada en 1838.
Sin embargo, a los habitantes del barrio del Cabo no le pareció correcta la inscripción grabada y, durante el acto, mostraron una pancarta que decía: "Dedica Santa Cruz con celo ardiente, a tu nombre, Morales, esta fuente".
Fuente y plazoleta de Morales en 1908
En mayo de 1907, el Ayuntamiento encomendó al arquitecto Antonio Pintor Ocete que colocara un chorro nuevo en medio de los existentes, de manera que pasara a tener el doble de bocas de agua: para ello, abrió taladros en la sillería y colocó una tubería a los que adaptó los nuevos chorros.
Fuente de Morales antes del cambio de ubicación, realizado en 2010
En el año 2010, debido a la apertura de una calle (Fuente de Morales), paralela al barranco de Santos, que parte de la avenida Bravo Murillo hasta el puente Serrador, la fuente se tuvo que desplazar hasta la esquina del Museo de la Naturaleza y el Hombre, quedando situada de espaldas al barranco pero no lindando con él, como nosotros habíamos propuesto.
El encargado de desmantelarla y luego restaurarla fue Régis Chaperon, especialista en piedra natural; el cual ha realizado una excelente labor de rehabilitación con un acabado final excelente.
Como la fuente ha perdido su primitivo cometido y se ha convertido en un elemento ornamental de la ciudad, formando parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife, como testimonio material del siglo XIX, sería necesario que por sus chorros cayera agua -el fin para lo que fue creada- estuviera iluminada, y rodeada de un pequeño parterre que la proteja y realce.
Fuente de Isabel II
Al eliminarse la Fuente de La Pila, situada en la plaza de La Constitución (La Candelaria), se consideró oportuno instalar otra fuente para suministrar agua al vecindario, en la plazuela alta que estaba frente al castillo de San Pedro. En la actualidad, este lugar situado en el comienzo de las calles de San Francisco y La Marina, se le conoce como Plaza de Isabel II.
La fuente se abrió oficialmente al público, el 25 de agosto de 1845, para conmemorar el cumpleaños de la Infanta María Luisa Fernanda.
El proyecto de la fuente fue encomendado al regidor Pedro Maffiote Arocha (Santa Cruz de Tenerife 1816-1870), técnico de Obras Públicas y profesor de las Escuelas de Náutica y Bellas Artes de esta capital. Su coste ascendió a 32.629 reales de vellón y 25 maravedíes. En su construcción colaboró el Jefe Superior Político, aportando 3.000 reales aprehendidos en las casas de juego y el resto lo adelantó el regidor Bartolomé Cifra. Dentro de la escasez de medios con que fue hecha, la fuente destaca por sus pretensiones de monumentalidad.
Fuente de Isabel II, principios del siglo XX
La Fuente de Isabel II, fabricada de granito basaltito, color azulado y con las características propias del clasicismo romántico, se compone de un receptáculo, un primer cuerpo formado por seis columnas de orden toscano, que sostienen el friso, y un segundo cuerpo o remate, coronado por el Escudo de Armas de la Ciudad y, bajo éste, una inscripción que indica la época en la que fue construida.
En los intercolumnios hay cinco espacios en los que destacan sendas cabezas de león, de bronce, que “arrojan” por su boca el cristalino líquido que cae en la oblonga pila, a la que se accede por una escalinata.
Fuente de Isabel II en la actualidad
Esta Fuente necesita más atención y cuidado pues por ella no corre el agua, su razón de ser, además de constituir un elemento de ornamento urbano y formar parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife, como testimonio material del siglo XIX.
Hasta la primera mitad del siglo XX, las mujeres trasladaban el agua hasta sus casas portando sobre sus cabezas envases de 25 litros; para mitigar este peso, solían llevar un ruedo (rosco de tela) que le hacía de amortiguador; sin embargo, los hombres la transportaban sobre sus hombros, utilizando un palo redondo del que pendían dos trozos de hierro fino, terminado en curva (gancho), en cada uno de estos ganchos colgaban cubos de 25 litros cada uno. Sin embargo, los peones de los agricultores la acarreaban en barricas o bidones montados sobre cabalgaduras o carros.
El corto caudal que tenían en verano daba lugar a que se produjeran aglomeraciones, conflictos y disputas, que a veces terminaban en peleas; además; inexplicablemente, el derroche de agua que se producía resultaba sorprendente pues, ante la escasez que se padecía, el agua manaba en forma de chorros continuos de manera que, cuando no se estaban rellenando los recipientes de los vecinos, se perdía a través de las calles y los barrancos. Aunque, en más de una ocasión, se propuso dotar a estas fuentes de grifos que permitieran cerrar el chorro cuando no se recogía agua, las finanzas municipales no alcanzaban para llevar a cabo el proyecto.
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