La Gesta del 25 de Julio desde un punto de vista femenino
Por Jesús Botana Cobián (Publicado en El Día el 8 de julio de 1997).
Recientemente acaba de aparecer el libro Fuentes Documentales del 25 de Julio de 1797 cuyos autores, Pedro Ontoria Oquillas, Luis Cola Benítez y Daniel García Pulido, han realizado un extraordinario trabajo de recopilación de documentos en los que se relata la Gesta del 25 de Julio desde los más diversos prismas. En él, tanto los estudiosos como los aficionados a la historia, podrán encontrar documentación suficiente para el más minucioso análisis del glorioso acontecimiento que llena de orgullo la historia de Santa Cruz.
Aunque no por ser el más interesante, sí por su curiosa originalidad podríamos hacer unas reflexiones sobre el "Diario de Betsy Fremantle", y así pondremos un toque femenino a los relatos de la Gesta.
Betsy Fremantle, de soltera Elizabeth Wynne, con tan sólo 18 años, y cuándo aún no había cumplido su primer año de matrimonio con Thomas E. Fremantle, presenció la batalla de Santa Cruz a bordo de la fragata Seahorse de la que era capitán su esposo. De su diario vamos a extraer, y comentar, los párrafos que merecen especial curiosidad. Betsy Fremantle nos relata así su aventura.
“Sábado, 15 de Julio. El Theseus, Culloden, Zealous, Emerald, Terpsichore y Seahorse partieron esta mañana en un crucero. Vamos a tomar la isla de Tenerife”.
Las expediciones realizadas meses antes auguraban un éxito fácil, parecía más un crucero de turismo que una operación bélica. Se las prometían muy felices y grande fue su desengaño.
“Viernes, 21 de Julio... Ya era tarde cuando las tres fragatas se acercaron a la costa, y era de día cuando las tropas desembarcaban, por lo que regresaron sin haber conseguido nada”.
Se trata sin duda del primer intento de desembarco fallido en la zona del Bufadero.
“Yo sigo tan mal como siempre: dormí abajo, con una mujer a mi lado: la mujer del fabricante de velas”.
Algunos tripulantes viajaban con su mujer a bordo aun en acciones de guerra. La duración de las expediciones navales era tan grande que aconsejaba la compañía de las esposas en algunas ocasiones para no romper los lazos familiares.
“Sábado, 22 de Julio... Las tropas desembarcaron de nuevo esta mañana y tuvieron una jornada agotadora y molesta, ya que no se consiguió nada, a pesar de que subieron a la cima de una alta colina...”
Comenta el desembarco efectuado por la zona del Bufadero y la ocupación de La Jurada.
“...el enemigo en otra de ellas; se mantuvieron hasta el anochecer, casi muertos de fatiga, hambre y sed; fueron obligados a regresar a bordo...”.
Es el resultado de la maniobra ordenada por el general Gutiérrez de ocupar la montaña de Altura y cortar la penetración de las tropas inglesas para contrarrestar el desembarco anterior. En esta acción tuvieron una destacada actuación los Rozadores La Laguna.
“Domingo, 23 de Julio... Un alemán que fue recogido ayer dice que los españoles no tienen ninguna fuerza; que están en la alarma más grande, todos llorando y temblando, y que nada seria más fácil que tomar el lugar; sólo 300 hombres de tropas regulares, y el resto son paisanos que están muertos de miedo…”
Probablemente esta información falsa y tendenciosa llevó a los ingleses a menospreciar al enemigo y como consecuencia al más estrepitoso fracaso. El número de defensores contrasta con el que da Troubridge, jefe de las fuerzas que desembarcaron el día 25. Dice en su informe: “...y encontramos todas las calles defendidas por piezas de campaña, y más de 8.000 españoles y 100 franceses armados acercándose por todas las avenidas”.
“Lunes, 24 de Julio... El Almirante cenó con nosotros; luego fue con Fremantle en su expedición. Todos van a desembocar en la ciudad”. “Como la toma de este lugar parecía una cosa fácil y casi segura, me fui a la cama después de que ellos se fueran prometiéndome que no había peligro para Fremantle.”
Nelson se traslada desde su buque insignia, el Theseus, a la fragata Seahorse para ponerse al frente de la fuerza de desembarco y así con su presencia enardecer a sus tropas con el ánimo un tanto decaído después del fracaso del desembarco del día 22. Esta decisión no fue nada feliz pues al perder la visión de conjunto no pudo dirigir el combate de sus tropas exponiéndose además a ser baja, como así ocurrió, creando un problema adicional al del combate en sí mismo.
El optimismo por el éxito de la operación no había decaído, a pesar del fracaso anterior, como se aprecia en el hecho de que Betsy Fremantle se va a la cama nada más alejarse las lanchas de desembarco. Malo iba a ser su despertar.
“Martes, 25 de Julio. Las tropas desembarcaron a las dos en punto de esta mañana. Hubo mucho fuego en la ciudad, pero desde los barcos parecía como si los ingleses se hubieran hecho dueños de ella”.
“… Fremantle regresó a las 4 de la mañana, herido en el brazo...”.
“…tuvo la suerte de ser herido primero -Dios sabe si lo hubiese vuelto a ver de nuevo si se hubiese quedado en la costa-. Era horrible; el pobre Capitán Bowen falleció en el acto. El Almirante fue herido cuando estaba saliendo del bote y, desgraciadamente, perdió su brazo. El cúter Fox se perdió y el pobre y viejo Gibson se ahogó. El Capitán Thompson también está herido”.
“...Todos los prisioneros van a ser devueltos. Los españoles se portaron extremadamente bien”.
“...Todos los barcos fueron obligados a levar anclas esta mañana ya que los españoles nos hicieron fuego y una bala pasó sobre nosotros. Un disparo atravesó una de nuestras velas...”.
El relato de Betsy Fremantle no puede ser más expresivo. A una primera impresión optimista, por la buena apariencia que tomaban los acontecimientos, sucede el relato del desastre inglés con la enumeración de sus bajas, no sin manifestar una cierta sensación de alivio por la suerte de su marido que pudo regresar a bordo al ser herido antes de desembarcar. Y tras reconocer el magnifico comportamiento de los españoles comenta el incidente de los disparos efectuados por el fuerte de San Andrés, que, al no haber recibido la noticia de la capitulación, abrió fuego contra los barcos ingleses que habían caído dentro de su alcance llevados por el viento y la corriente. ¡Qué difíciles eran las comunicaciones en la época!
“Miércoles, 26 de Julio... 15 de nuestros hombres están heridos. Fuimos afortunados ya que las otras fragatas perdieron unos 20 hombres cada una, y algunos de los navíos de línea, un centenar. El Almirante se está recuperando y me escribió una línea con su mano izquierda”.
Además de la enumeración de las bajas, la autora del diario comenta, junto con la mejoría experimentada por al Almirante, el hecho de haber recibido unas líneas escritas con la mano izquierda. Este último párrafo pone de manifiesto la veneración que sentían por Nelson sus subordinados, que en este caso trasciende a la esposa de uno de ellos.
“Sábado, 29 de Julio. Deseo alejarme de estas islas; estoy cansada de la vista de Tenerife y, desafortunadamente, no avanzamos nada. La Emerald ha sido enviada a la flota. La herida de Fremantle parece estar bien, pero él está casi siempre dolorido y, además, muy deprimido".
Las últimas notas del diario no pueden ser más significativas. No sólo manifiesta la depresión de su marido sino también el estado de desazón que ella misma padece con la sola visión de la isla, que tanto infortunio les produjo. La derrota se había consumado.
Nos informa, también, que la fragata rápida Emerald ha sido enviada por delante para dar noticia al almirante Jervis del resultado de la batalla de Tenerife, y al mismo tiempo lleva el parte del general Gutiérrez al rey de España, a lo que se habla ofrecido Nelson por el buen trato recibido.
El relato de Betsy Fremantle concuerda perfectamente con el resto de las Fuentes Documentales de la Gesta, pero tiene, como apuntábamos al principio, la particularidad de estar hecho por una mujer y vistos los acontecimientos desde el mar.
Betsy Fremantle tuvo, ciertamente, un comienzo de matrimonio muy azaroso.
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