Un testimonio único de la historia reciente del turismo: El Hotel "El Médano"
Por Daniel García Pulido (Publicado en El Día / La Prensa el 4 de febrero de 2012).
En agradecimiento a D. Emiliano Guillén Rodríguez,
por abrirnos el alma y la conciencia
a ese Sur desconocido lleno de historia y de belleza…
Con los mejores deseos para su nieto,
que ojalá disfrute de la playa a la sombra de este hotel
Una sencilla escapada por el paseo costero de El Médano, en el sur de Tenerife, como todo enclave tocado por ese privilegio que imbrica a la naturaleza misma con la estética más esencial, esconde al viandante varias particularidades, a modo de rasgos reseñables, que se le impregnan a uno a través de la mirada en la conciencia y en el alma y viajan para siempre en el recuerdo propio asociado a ese particular enclave. Con el tiempo ya puede un individuo encontrarse a grandes distancias de ese paraje, e incluso aun dándose la circunstancia de no regresar más a ese lugar, que portará en todo momento consigo ese bagaje de instantáneas, acaso inconscientes pero vívidas y únicas por su singularidad, por su exclusividad o carácter inusual, que serán el pasaporte sensorial a esos enclaves, las mejores muestras patrimoniales -publicitarias o turísticas si cabe- que diferencien ese espacio en su memoria de cualquier otro rincón del mundo. Son precisamente esos espacios los que todo enamorado de su tierra debe mimar y cuidar con un tesón irreductible, ya que dejarse arrebatar esas estampas emblemáticas no solo trae implícito borrar parte importante de lo que nos hace diferentes, sino que elimina ese vínculo delicado y exquisito con el pasado, con ese ayer que nos hace ser lo que somos actualmente...
En el precioso litoral de El Médano existen varios pedazos significativos de esa idiosincrasia exclusiva, siempre bajo el contrapunto del perfil erosionado de Montaña Roja al fondo y en el marco de esa playa de arena dorada esculpida de continuo por el viento entre toscas, basalto y piedras rojizas... Uno de ellos atesora además un contenido testimonial, casi podríamos afirmar que paradigmático, al ser además testigo del inicio de una actividad vital para el acontecer económico isleño y prueba palpable del sueño de un habitante del sur que quiso abrir esa comarca al futuro. Tristemente, siguiendo esa norma habitual ya en los designios políticos y legislativos que coordinan nuestro medio urbano y patrimonial, todo ese conjunto de valores insustituibles parece resquebrajarse en nuestros días de la conciencia y de la memoria, siempre frágiles...
Ese enclave singular se recorta en el aire y en el horizonte próximo de la playa de El Médano cada mañana, como renaciendo enfrentado a infinidad de amaneceres, de los que es siempre vigía avezado. Hoy en día nadie se imagina esa estampa cotidiana del amanecer sureño sin el contrapunto compensado y sencillo de una edificación que ha pasado a representar un sello de distinción, una impronta distinta y única de este entrañable rincón costero. No en vano, toda panorámica lleva una y otra vez nuestra mirada a enfrentarse al perfil y figura de un hotel que lleva el nombre de esa población en su génesis y en su entera existencia.
Para unos parece simular un antiguo barco de pasarelas cortas, con sus perfiles curvos, en ese estilo racionalista que en las Islas tuvo tan marcada e importantísima repercusión, con una estética naval de la que existen ejemplos (alguno mutilado "in misericorde") en la capital santacrucera. Para otros es un mirador excepcional, construido siguiendo los preceptos de los "piers" o malecones de puntales de madera típicos del sur de Inglaterra, caso de la célebre localidad de Brighton. Para nuestra conciencia se asemeja a la estructura diáfana de un gigante arrodillado que quiso adelantarse al mar, ponerse de puntillas sobre él, para tener la suerte de acariciar en todo momento la superficie líquida, viviendo cada día bajo el afortunado roce de un oleaje, de una marea, de un océano que no cesan de acariciar sus cimientos o sus pies. Su sombra se ha incrustado en la memoria de los vecinos, que se niegan a ver zarpar esa embarcación en piedra de su emplazamiento, y ya no solo por la nostalgia del recuerdo personal, de su memoria colectiva, sino porque la ubicación del hotel se ha anquilosado de tal manera en la geografía íntima de El Médano que ha convertido este inmueble en un paravientos “natural”, en una simbiosis perfecta entre obra humana y naturaleza.
Pero esta singular edificación lleva en esencia un testimonio único, que no puede ni debe perderse; es portadora de un mensaje que trasciende el de un simple hotel a pie de litoral afectado por las inveteradas legislaciones. Desde su inauguración, un martes 8 de octubre de 1963, la prensa lo tildaba de abanderado y referencia a seguir en la "revalorización turística del sur de la isla", y ya tan solo como monumento a ese porvenir, como puerta de entrada que ha sido para el bienestar y la riqueza de Tenerife, este inmueble debe permanecer incólume como emblema agradecido de un territorio por su motor económico. Fue el primer hotel del sur tinerfeño, la avanzadilla de urbanizaciones como Ten-Bel o Palm-Mar, de núcleos turísticos como Las Américas, Los Cristianos, Los Gigantes... y tantos y tantos otros enclaves que hoy prestigian la industria hotelera de esta isla, formando parte íntegra del patrimonio histórico industrial. Nadie puede dudar que ejerció de faro y guía insustituibles, de modelo prometedor, tanto para las inversiones como para el descanso y solaz de la población insular y foránea. Su presencia en El Médano marcó un antes y un después en el devenir meridional de esta isla, una comarca sur que ya nunca volvería a ser contemplada con los mismos ojos y bajo las mismas apetencias que en décadas pasadas.
La prensa del momento se hizo reflejo constante y orgulloso de esa realidad ilusionante, y rotativos como El Día o La Tarde, o la portada de la entrañable revista Canarias Gráfica, lucían con denodado orgullo la impronta vanguardista del Hotel El Médano como emblema de modernismo, de progreso, de distinción. Los redactores de los diferentes periódicos le dedicaban términos y expresiones tales como las de "un barco que ha anclado en El Médano para significar con su presencia el principio de lo que será el más maravilloso rincón turístico de todo el Archipiélago. Ha surgido un edificio. Un hotel que ha querido nacer con el nombre de la propia cuna: Hotel El Médano"; o como las siguientes, plenas de belleza literaria: "El Médano ya no está detenido en el tiempo, ya no continúa dormido arrullado por su mar impregnado de leyendas que las olas depositan sobre las playas arenosas", (...) “(en ese mar que) se hace testigo en perpetua esmeralda engarzada en espuma blanca”.
Sobre el promotor y “alma Mater” de este hotel, el chasnero Francisco García Feo, «Don Frasco», se escribió en su momento: "En este edificio un hombre puso todas sus ilusiones. Un hombre que se sacrificó, que se entregó de lleno para iniciar el camino que El Médano debe recorrer si quiere ser el epicentro del turismo canario", reconociendo que aquella demarcación sureña poseía un sustrato diferenciado que debía explotarse al margen del tomate, del plátano y de cualquier cultivo. La labor ímproba y esforzada de este patricio, que sacrificó tiempo y recursos en perseguir el logro de esa ensoñación en la que convertía esta localidad sureña en antesala del turismo en el sur de Tenerife, tuvo afortunadamente el apoyo de personalidades y autoridades que brindaron en todo momento su denodado apoyo a la realidad de este establecimiento hotelero. Sirvan como ejemplo algunos de los asistentes a su inauguración, con personajes relevantes de nuestro pasado más ilustre como el vicepresidente del Cabildo, D. Tomás Cruz García; el general jefe de la base aérea de Canarias, D. Alfonso Carrillo Durán, que ostentaba la representación de la Capitanía General de Canarias, flanqueado por el coronel jefe de Estado mayor de la Zona Aérea de Canarias, D. Manuel Amore Rieder; los alcaldes de Granadilla (D. Evaristo Gómez González), San Miguel, Arona, Arico y Vilaflor; el presidente de la Junta de Obras del Puerto, D. Cándido Luis García Sanjuan; el general D. Lorenzo Machado Méndez -como presidente del Aeroclub y personaje tan vinculado a los designios del sur-; el presidente del Skal Club de Tenerife, D. Gumersindo Robayna Galván; el concejal santacrucero D. Juan Togores (en calidad de representante de su alcalde); D. Juan Gabriel de Torrens y Galván, jefe del aeropuerto de Los Rodeos; el coronel jefe de la Guardia Civil, D. Manuel Parrilla Navarro; D. José Santana Sánchez, jefe de la Oficina de Información de la Dirección General de Turismo -representando al Delegado provincial-; el párroco granadillero José Hernández; sin que faltase la lectura de un telegrama del gobernador civil, Quiroga de Abarca, quien excusaba su deseada presencia en ese acto inaugural aunque no podía quedar ajeno a enviar sus parabienes en su esplendorosa y esperanzadora inauguración.
Bajo un coste notable para su época (22 millones de las antiguas pesetas para 1963), tras cinco años de obras, el resultado fueron 74 habitaciones -con un total inicial de 130 camas- en un hotel de primera categoría, con todos los avances del momento: todas las dependencias con cuarto de baño, servicio de lavandería y planchado, un bar-restaurante "de estilo moderno", con sala de fiestas, terraza amplia dedicada a salón de estar, solárium, aparte de una infraestructura invisible compuesta por grupos electrógenos auxiliares, depósito propio de agua de 3.600 metros cúbicos... No en vano, el propio García Feo afirmaba en una entrevista sobre el hotel: “Hemos procurado hacer lo mejor...”.
¿Cómo puede llegarse a plantearse la desaparición de otro de estos iconos de nuestro desarrollo histórico y económico, de otro de esos elementos distintivos de la cultura insular? El prestigioso Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, voz acaso mejor autorizada que ninguna para informarnos al respecto, ha afirmado que el Hotel El Médano -proyectado por Félix Sáenz Marrero- es un “ejemplo de buena arquitectura” que, además, “mejora el medio, ya que acondiciona la parte de la playa que se sitúa frente a la plaza principal protegiéndola del viento y creando un microclima que da valor ecológico a la construcción”, y en su calidad, papel y rol de auténtico símbolo que es de la arquitectura turística de Tenerife, puede englobarse de hecho en lo que los técnicos han gustado denominar bajo la sugerente expresión de "arquitectura de sol".
Ojalá no llegue ese día anunciado por Paul Géraldy en que nuestros recuerdos sean nuestra mayor riqueza y que la salvación del Hotel El Médano constituya no únicamente un valioso ejemplo de salvaguarda patrimonial en pos de nuestros valores, pasados y presentes, nuestros recuerdos y nuestra idiosincrasia, sino principalmente un testimonio imperecedero del agradecimiento que, como memoria del corazón que es, debe esta isla a este inmueble al ser vanguardia y pieza primera en el renacimiento del sur, de Tenerife y de nuestra economía.
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