Una página dorada de la Psicología mundial fue escrita en Tenerife

Por Daniel García Pulido (Publicado en El Día / La Prensa el 26 de junio de 2010)

Wolfgang Köhler y sus experimentos con primates en el Puerto de la Cruz

A Mr. Austín Gabriel Baillon,
pocos meses después de su 90º cumpleaños,
por haber salvado éste y otros tantos
espacios de nuestro pasado
con ese apego, cariño y dedicación sin
límites hacia esta isla, su isla.

Introducción

          Cuando tomamos un libro o nos adentramos en una página virtual con la intención de repasar la historia de la Psicología vemos pasar ante nuestros ojos, uno a uno, los diferentes episodios que, dotados de un significado único y trascendental por sí mismos, han contribuido al conocimiento de los pormenores del desarrollo cognitivo humano y del siempre fascinante horizonte del razonamiento y la solución de problemas conductuales. Desde los famosos experimentos de Iván Pavlov sobre la estimulación, en los que uno de aquellos perros, acaso Baikal, asociaba el sonido de la campana al momento de recibir alimento, hasta llegar a los sofisticados intentos de conocer la íntima vinculación de los estímulos nerviosos y la memoria en las diferentes áreas cerebrales, la historia de la Psicología nos ofrece multitud de capítulos que, a modo de eslabones, engarzan los comienzos de esta disciplina humanística con nuestro presente... pero el repaso a esa historia, para Tenerife, no se queda ahí, en una sencilla lectura. Uno de esos episodios notables, con mayúsculas, que dio origen a la corriente psicológica conocida como Gestalt o “de la forma” -de tanta relevancia en el devenir de la investigación posterior y actual-, tuvo como escenario esta isla atlántica, concretamente las afueras de la localidad norteña del Puerto de la Cruz; como protagonista principal, al estudioso alemán Wolfgang Köhler, y como actores secundarios pero no menos relevantes, a un grupo de nueve chimpancés y una gorila, a quienes es nuestra intención querer conocer hoy mejor a través de estas líneas, en un intento, lejano en el tiempo pero cercano en su esencia, de entrañable homenaje a su memoria.

          Observando y adentrándonos en ese pasado comprobamos que entre 1914 y 1920 el mencionado joven investigador Kóhler, doctor en Filosofía, llevó a cabo su estudio sobre la psicología de los primates, dando a la luz la obra lntelligenzprüfungen an Menschenaffen (Experimentos sobre la inteligencia de los chimpancés), trabajo que supuso un auténtico hito en el mundo de la psicología experimental del momento. En la portada de dicho libro, como testimonio perenne de ese agradecimiento del autor a una localidad y una isla que le habían brindado el escenario ideal para sus experimentaciones, figura la imagen en blanco y negro de la vivienda donde realizara la mayor parte de dichos estudios, la hoy conocida como “Casa Amarilla”, ubicada en el antiguo camino de Los Orovales dentro de la finca de La Costa, a unos escasos cientos de metros de La Paz.

          No hace falta advertir, lamentablemente, tal y como se ha ido convirtiendo en dolorosa costumbre dentro del ámbito patrimonial de esta isla, que este lugar, que debiera venerarse como memoria latente de esta página cimera en los anales históricos y científicos, pende en la actualidad de un hilo y ello sólo gracias a la preocupación de unas pocas personas, tras haber sido vilmente maltratado por la especulación más cruel y por los intereses o el desconocimiento de unas autoridades que no aciertan a entender y a reconocer que la salvaguarda de este enclave va mucho más allá de una mera cuestión de básicos principios patrimoniales. Recuperar la herencia de esta página dorada de nuestro pasado enlaza con esa ansiada búsqueda de la excelencia de una tierra que, más que ninguna otra, debe en estos tiempos de globalización mimar todos y cada uno de esos resabios que la historia ha dejado llegar hasta nuestros días para no perder su idiosincrasia, sus raíces, su legado. Ojalá estas pocas líneas centradas en el recuerdo de aquel paraje, de aquel estudioso, de aquellos curiosos e inteligentes animales que tuvieron un rol decisivo en la plasmación y realidad de una experimentación inolvidable, sirvan para remover conciencias y actitudes en pos del sueño de ver renacer este enclave de sus actuales cenizas (Nota 1).

 

Origen del proyecto

          Toda la idea de establecer en Tenerife una estación de estudio de primates nació en el seno de la fundación Albert-Samson-Stiftung, perteneciente a la Academia Prusiana de las Ciencias, centrada en la ampliación del estudio de la célebre teoría de Charles Darwin sobre el evolucionismo y el desarrollo del hombre (2). La lectura de la obra magna de este archiconocido naturalista británico posee indicios que, sin ningún género de dudas, motivaron a la comunidad científica germana a adentrarse en el fascinante mundo de la psicología animal como puente para conocer el pasado y la evolución de la mente humana, y prueba de ello la encontramos en algunas de sus páginas donde recoge el potencial de este tipo de experimentaciones (3). Las pruebas contempladas y relatadas con detalle por Darwin, plagadas de matices dignos de interés científico, especialmente en el ámbito psicológico, indujeron sin duda a ahondar en la experimentación con la inteligencia natural de los primates, unos experimentos que versarían sobre rodeos, utilización de instrumentos, prácticas con objetos intermedios e independientes, ejemplos de azar e imitación y manejo de formas, todo con el objeto de conocer los procedimientos psicológicos que conducen a esos primates a la solución de tales problemas (4).

          Indagar el porqué de la elección de Tenerife como escenario para esas prácticas experimentales entra dentro del mareo de los propios informes científicos de la época (5), en los que se afirmaba que se “considera aconsejable crear la estación en alguna zona de clima semejante al país de los monos (y) un lugar al que puede llegarse desde Europa en poco tiempo pero sin alejar demasiado a los antropoides de la zona subtropical llevándolos demasiado al norte”, circunstancias que obviamente ofrecía y ofrece Tenerife, y en la primavera de 1912 el neurofisiólogo Max Rothmann, auténtico valedor de la puesta en marcha y realidad del ilusionante proyecto de la Academia Prusiana de Ciencias, recaló en esta isla buscando el emplazamiento exacto apropiado para la estación antropoide. El primer matrimonio al que se encargó el comienzo de las investigaciones sobre los chimpancés fue el conformado por el profesor Eugen Teuber y su esposa Agnes, que permanecieron en Tenerife por espacio de un año (desde enero de 1913 hasta enero de 1914), y quienes arrendaron al antiguo alcalde portuense Melchor Luz y Lima la mencionada finca de La Costa (6). A partir de esa última fecha tomaría las riendas de esos estudios la pareja formada por el precitado Wolfgang Köhler y su esposa Thekla Achenbach, quienes pasaron definitivamente a la historia por la relevancia, alcance y significado de sus experimentos primatológicos. No debemos ni queremos olvidar a un personaje muy importante en este episodio, el cuidador Manuel González García, mejor conocido por el sobrenombre de Manuel de los Machangos por haber sido contratado como ayudante para este proceso experimental desde marzo de 1913 (7).

 

Los primates

          Girando en tomo a este tema, no obstante, el objeto de este articulo es prestar una atención significativa y significada sobre esos personajes de segunda fila, el conjunto constituido por los primates que dieron vida propia a la par que sentido a los estudios efectuados por Köhler en el Puerto de la Cruz. El repaso de sus identidades y sus características principales nos ayudarán a conocer mejor una de las páginas más interesantes y entrañables no sólo del pasado de Tenerife sino de la historia de la Psicología mundial.

          Objetivamente, el primer ejemplar que llegó a la isla, de nombre Konsul, lo hizo en solitario, en julio de 1912. Se trataba de un “joven chimpancé macho” que había sido atrapado en las formaciones boscosas del sur de Nigeria y que fue instalado inicialmente en los jardines del Gran Hotel Taoro, del Puerto de la Cruz (8); y tan sólo unos meses después, en noviembre de ese año 1912, se certificó la llegada del resto del contingente de primates que constituirían la base experimental de la Estación de antropoides. Este grupo, que había sido capturado en septiembre en las regiones de Ebolova y Jaundé, en Camerún, por el gobierno colonial germano, estaba compuesto por seis hembras, de las que conocemos el nombre de cinco (Tschego, Grande, Tercera, Rana y Chica), y un ejemplar macho, Sultán. La sexta y anónima chimpancé había arribado ya enferma a Tenerife y perdió la vida el 5 de enero de 1913 (9). A este primer colectivo deben añadirse dos ejemplares jóvenes, Nueva y Koko, que llegarían a la Estación con el transcurso de los meses, sal como la presencia de una orangután, llegada a las islas vía Tánger (10), conocida bajo el cariñoso nombre de Catalina.

          Yendo aún más lejos, a tenor de las informaciones que poseemos, se podría afirmar que la presencia en Tenerife de este variopinto ejército tuvo un eco inmediato en todos los ámbitos, llegando a alcanzar polos de auténtica atracción, tal y como lo atestiguan las expresiones que figuran tanto en el articulo “Los monos en Canarias” publicado en La Prensa el 14 de noviembre de aquel mismo 1914, donde se citan expresamente los ocho ejemplares recluidos ya entonces en el cercano Hotel Martiánez (11), como la mención, en el relato ficticio del célebre escritor Francisco Ayala titulado “San Silvestre (relato de una noche de fin de año en el Berlín de 1929)” (12), en que se compara a un personaje canario, Lucio González, con “un mono escapado de los experimentos del doctor Kóhler en Tenerife”.

          Centrándonos en el lugar de custodia de este colectivo, aunque en primera instancia se guardó a Konsul en los jardines del Gran Hotel Taoro, y posteriormente el grupo, aumentar a ocho primates, fue trasladado al patio del Hotel Martiánez, se tuvo que esperar hasta concertar el alquiler de la consabida finca de La Costa para que se adecuasen unas instalaciones ex profeso para la Estación. La jaula de los monos o “campo de juego”, estaba situada “en medio de un terreno cubierto con una red de alambre que se extendía en todas las direcciones desde un poste de cinco metros de alto”. De esta forma, dicen, los animales podían disfrutar de cierto sentimiento de libertad, aunque con la precaución de evitar su huida. En el medio del patio, podían distinguirse “un aparato gimnástico, un árbol y dos plantones de plátanos que han sido inmediatamente devastados por los chimpancés. A un lado se encuentran unos cubículos -con ventana con rejas y sin cristal, y con el suelo liso cubierto de cemento, con cuatro dormitorios y cada uno, suficiente para varios animales-" (13).

          Otro aspecto a tener en cuenta, a modo de curiosidad, respecto a la visión que e aquellos momentos se tenía de la custodia de chimpancés puede encontrarse de forma explícita en el quinto punto del contrato de alquiler suscrito entre el propietario, Melchor Luz Lima, y la institución germana. En él se leía: “si la parte arrendataria, como propone, construyese casetas o vallados para el depósito de machangos o monos, en 1a huerta de referencia, deberán ser retiradas dichas obras a la terminación del contrato si así lo exigiese don Melchor, por no verificarlo la parte arrendataria de modo que 1a expresada huerta quede en el mismo estado que hoy tiene, y además será responsable de los daños que los citados animales ocasionen a los otros arrendatarios del resto de la finca o de cualquier otra persona (...)" Debemos recordar que el historiador Alejandro Cioranescu recordaba la anécdota de una fuga colectiva de los monos hacia Puerto de la Cruz que hizo sembrar el pánico en Köhler, pero que terminó, en una simpática imagen, con todos los chimpancés sentados contemplando plácidamente la superficie del mar en una zona indeterminada de La Paz.

    Sultán

          No hay duda que, dentro del grupo de primates y en el conjunto de los experimentos llevados a cabo durante los años de permanencia del proyecto, el animal que jugó un papel más relevante fue Sultán, el chimpancé macho dominante. Köhler lo definió como “inteligente” si bien “adopta con facilidad el papel de mártir y pobre víctima indefensa” (14), y su ferocidad debió ser notoria si nos atenemos a las palabras de Manuel de los Machangos, quien afirmaba que “en más de una ocasión tuvo que pelear a brazo partido” con Sultán para lograr encerrarlo (15).

    Tschego

          Si hubiéramos de optar dentro del conjunto por la veteranía escogeríamos sin duda a Tschego, la hembra más adulta y el ejemplar más viejo entre todo el conjunto de los animales. Físicamente era “como el cruce entre un gorila y un chimpancé” (16) y para Köhler era “el miembro más fuerte y de más edad, [y] con su actividad era capaz de arrastrar a todo el grupo” (17). De entre sus características se destacaba que, en los comienzos de la convivencia, protegía al mayor de los machos, Sultán, en una aptitud que los convertía en auténtica pareja inseparable.

    Chica

          Atendiendo a los comentarios vertidos por Köhler en sus sucesivos informes, la chimpancé Chica fue uno de los animales más problemáticos para la vida experimental de la Estación. Sus aptitudes gimnásticas, propias de “los acróbatas más consumados” (según las propias palabras del estudioso germano), supusieron un hándicap notorio a la hora de la experimentación, ya que, tal y como pudo comprobarse en la práctica, la solución que recurrentemente buscaba Chica echaba por tierra el ejercitamiento de la capacidad intelectual o mental del primate. Fueron necesarias prohibiciones muy estrictas para conseguir que desaparecieran de su repertorio las escaladas gimnásticas por los árboles, por las estructura de la instalación o incluso por el techo, cuando éstas suplantaban la verdadera única posibilidad física de alcanzar el objetivo o premio de cada experimento.

          Una de las circunstancias relativas a Chica, aparte de la ya comentada, estriba en que Köhler tampoco encontró en ella esa chimpancé solícita y apta para la experimentación, ya que, según nos comenta en sus informes, “ni siquiera al cabo de medio año nos fue posible someterla a prueba a ella sola”, debiendo utilizar en todo momento como acompañantes a Tercera o a Konsul, animales ambos “que por pereza o por timidez resultaban totalmente inútiles por si mismos”.

    Tercera

          La literatura científica que nos brinda Köhler es muy esquiva en referencias sobre Tercera, salvo la mención de la tierna amistad que entabló con la chimpancé Chica, “siempre de la misma manera, es decir con Tercera en el papel de fuerte, complaciente y dadivosa” (18). Fue una de las primates, como hemos visto, que Köhler utiliza como auténticos comodines para que otros animales se involucrasen en el experimento en marcha.

    Rana

          Rana era una chimpancé hembra que destacaba especialmente por ser una consumada experta -compartiendo esa habilidad con el precitado Sultán-, en el manejo de palos y herramientas dentro del marco de los diferentes experimentos. No obstante, Köhler, dentro de las descripciones en que define a sus monos, no deja de ser duro y en cierta forma cruel con Rana al afirmar que, “rechazada por los mayores, es un animal estúpido e inofensivo” (19).

    Grande

          Una de las primates que, según testimonio del mismo Köhler, aportaba unas características particularmente distintas respecto al resto era Grande; de hecho afirmaba de ella que “se diferencia de los demás en su temperamento general”(20). No debía tratarse de un animal de costumbres pacificas porque, para el cuidador Manuel de los Machangos, que era la persona que más tiempo pasaba a la vera de estos monos, era sin duda alguna el chimpancé más agresivo del grupo, incluso peor que el combativo Sultán. Como citamos con anterioridad respecto a Chica y Tercera, Köhler, en vista de las dificultades de comportamiento de esta chimpancé, optaba por dejarla acompañar bien por Tercera o por Konsul para incitarla a la consecución de los fines prácticos de la experimentación.

    Konsul

          Muy similar a Chica y Tercera era este chimpancé, el segundo macho tras Sultán, que tampoco poseía esa capacidad necesaria para actuar de forma independiente en los diferentes procesos cognitivos planteados por Köhler, y ello motivó que fuese utilizado preferentemente como apoyo o compañía de otros primates en la experimentación. Su temprana muerte, la primera de todo el grupo, hizo que apenas haya registros acerca de sus progresos y participaciones en los diferentes experimentos efectuados. Hasta aquí los integrantes del grupo inicial, constituido por los anteriores monos, conjunto que Köhler pudo incrementar en número con la incorporación de hasta dos nuevos primates:

    Nueva

          Bondadosa y buena en esencia, esta chimpancé hembra fue adquirida por el consignatario Jacob Ahlers a una de las dotaciones de uno de los vapores de la compañía “Elder and Dempster” en la cantidad de 400 marcos para destinarla a los fines de la Estación Antropoide. Concretamente el 10 de marzo de 1914 se incorporó con sus compañeros, aunque, a tenor de las indicaciones de Köhler, su estado de salud no era el óptimo en el momento de su llegada, particularmente las condiciones de su delicada piel. De este animal se decía que era fuerte y tranquilo, teniendo como particularidad una peculiar diferencia anatómica al tener un semblante extraordinariamente achatado y poco agraciado, lo que unido a la pobreza de su pelambre le conferían una aparente fealdad. Esta falta, sin embargo, se veía compensada con creces por su forma de ser tan dulce y amistosa, tan confiada e ingenua, tan apacible y llana como nunca se había visto antes en el resto de los chimpancés. La muerte de Nueva el 25 de abril de 1914, apenas un mes después de su llegada, privó a Köhler de un inteligente animal al que le gustaba la combinación de objetos más que a ningún otro (21). De esta chimpancé llegaría a decir el estudioso alemán: “La forma tan encantadora en que este animal se pasaba horas jugando de buena gana con los medios más modestos nos causaba una impresión particularmente agradable, ya que los otros, con el tiempo, comenzaron a inclinarse a la holgazanería cuando no se les proporcionaba la ocasión de realizar alguna actividad concreta o cuando no estaban luchando entre si o practicando actividades de aseo corporal recíproco” (22).

    Koko

          Otro de los nuevos integrantes del grupo seria conocido bajo el gracioso nombre de Koko. El 8 de julio de 1914 fue comprado al capitán Hess, del vapor germano “Ingbert”, siendo una de las razones de su compra “el interés de Köhler por la observación de la evolución de los animales jóvenes en vista a sus desarrollos y sus comportamientos sexuales”. Curiosamente es uno de los primates de los que se guardaban mayores observaciones, tanto físicas -tenía el abdomen abombado y el rostro bien parecido, con la coronilla habitual, barbilla puntiaguda y ojos penetrantes, que le daban ese aire de estar en perpetuo desafío y mal humor, con una cierta arrogancia natural (23)-, como subjetivas: a este respecto no dudaba en afirmar Köhler que, en lo huraño de su actividad así como en la intensidad de sus rabietas cuando sus pretensiones no se veían satisfechas de inmediato, se parecía a otro egoísta por excelencia, Sultán.

          Al referirse a Koko, una de las pautas más repetidas era su carácter caprichoso, como lo atestiguan las palabras del propio Köhler, que decía sobre dicho animal que "pasaba gran parte del tiempo en una especie de irritación crónica; si no se le daba bastante comida o unos críos se atrevían a acercarse a él, si alguien que acababa de estar con él se marchaba o, por último, si durante los experimentos no se acordaba de cómo había resuelto el día anterior un problema parecido, no es que este animal se quejase, sino que se ponía hecho una furia. Habitualmente manifestaba este estado de ánimo golpeando violentamente el sucio con sus puños y saltando airadamente arriba y abajo sobre el mismo sitio; si la rabieta era más intensa, se ponía a emitir una serie de berridos en rápida sucesión”. Con todo, Köhler no dejaba de reconocer que “por suerte, y quizá no por casualidad, Koko era un sujeto tan aventajado como Sultán” (24).

          Inevitablemente Koko murió, como ocurrió con el chimpancé Konsul, en los primeros meses de puesta en marcha de la Estación, y aunque es más que probable que sus cuerpos hayan sido guardados en alcohol y remitidos a Berlín, quién sabe si los restos de alguno de ellos no descansan pacientemente en algún rincón de los alrededores de la Casa Amarilla (25).

    Catalina

          Tras enumerar al grupo de chimpancés que constituían el colectivo de estudio dentro de la Estación, únicamente nos queda hacer referencia a la orangután hembra Catalina, de la que hay constancia que llegó a realizar algunos experimentos parecidos a los efectuados con los primates, avalando su inteligencia. En uno de estos experimentos, dentro del apartado de curiosidades, Köhler destaca especialmente su habilidad en “el uso de herramientas” para romper una pared (26).

 

Cierre de las instalaciones, regreso a Alemania

          A mediados de abril de 1920 Wolfgang Köhler recibió orden explícita por parte de las autoridades académicas germanas de regresar a Berlín, capital a la que arribaría en mayo siguiente tras un intenso periplo que, desde Santa Cruz de Tenerife, le llevó a Cádiz, Madrid, Barcelona, Génova, Livorno y Basel. El conjunto de chimpancés, reducido ya entonces a Tachego, Grande, Sultán, Tercera, Rana y Chica (la orangután Catalina había fenecido durante el viaje), fue alojado en el “aquarium” del zoo de Berlín, añorando de una forma indecible la idoneidad del medio ambiente canario. Poco a poco, y consecutivamente, en muy corto margen de tiempo, fueron falleciendo los chimpancés, como ocurriría primero con Tachego en enero de 1921 tras dar a luz un bebé muerto; con Rana en otoño de 1921, y con Tercera, igualmente embarazada, en diciembre del mismo año. A comienzos de 1923 dejada de existir Sultán, perdiéndose con él el último de los primates que protagonizó el episodio experimental en Tenerife (27). No debemos dejar de reseñar que Rana (conocida por “Loca” en su estancia en la ciudad berlinesa) pasaría a los anales de la Historia al dar a luz una cría el 1 de abril de 1921, en lo que se constituye como el primer nacimiento en cautividad de un chimpancé en Europa.

 

Conclusión

          Con el paso del tiempo la “Casa Amarilla” ha seguido su particular calvario en un lento e irreversible deterioro que amenaza con hacerla desaparecer por completo. En la actualidad la vivienda yace desplomada sobre sí misma, sin techo alguno, con apenas parte de sus cuatro paredes en pie, mientras las ventanas, abiertas al vacío, parecen expresarse en su agonía mediante el movimiento veleidoso de las cortinas que el destino ha dejado aún adornando sus umbrales. El color amarillento de sus paredes ha ido dando paso a un descarnado gris, plagado de grietas, roturas y pérdida de materiales, en un doloroso desangrado que, no obstante, está aún en nuestras manos subsanar porque aún subsiste el solar primigenio de aquella Estación que hizo historia, tanto en los anales de la Psicología como en los del pasado de esta preciosa isla.

          Apesadumbrados por ese presente en ruinas, queda en el trasfondo el recuerdo sencillo de aquellos chimpancés que inmortalizara Wolfgang Köhler en sus estudios y que tanta influencia tuvieron en su fama mundial como estudio psicológico. Siempre tuvo un recuerdo por “sus monos” -como los nombraba orgulloso-, y testimonio fidedigno de ello aparece en una de sus últimas apariciones en público, que conocemos gracias al relato de Frank A. Geldard en 1972 (28). Nos dice éste: “Ninguno de nosotros se hubiera imaginado que aquella noche, a mediados de 1966, mientras escuchábamos la última conferencia de Köhler de un ciclo de cuatro, que estábamos oyendo la mayor revelación por el último de los más grandes de la Psicología de la Gestalt. Al final proyectó la famosa película de los monos en Tenerife, que había rodado hacia más de medio siglo, y rió con su auditorio de los grotescos movimientos de los chimpancés que le habían proporcionado su primera visión de la Einsicht (intuición, comprensión). Cuando las luces se encendieron, el público se levantó y dio a ese extraordinario hombre una larga ovación”, una ovación que debiera seguirse escuchando hoy en día en la memoria agradecida de una isla que fue escenario de un episodio sin precedentes en la Historia.

 


Notas:
1 - La única defensa teórica que posee este singular y valiosísimo espacio es su designación como Bien de Interés Cultural, con categoría de Sitio Histórico, por resolución de 26 de abril de 2005 (publicada en el BOC nº 88, de 6 de mayo, aunque este hecho no deja de ser una mera etiqueta que, como nos han demostrado tristemente las circunstancias, puede obviarse, modificarse al antojo de las intereses del momento o eliminarse con el tiempo.
2 - HERNÁNDEZ CASTILLA, Melchor: La Casa Amarilla, primer centro primotológico del mundo. Colegio Oficial de Psicólogos de Santa Cruz de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 2000. pp. 47-48. En los informes germanos se apuntaba la idea de crear una “estación experimental de primates (que) permitirá obtener datos sumamente valiosos mediante estudios sistemáticos”.
3 - DARWIN, Charles, El origen del hombre. Editores Mexicanos Unidos, SA.; 1978. pp. 26-27 y 34-35. PELECHANO BARBERÁ, Vicente: Modelos complejos de aprendizaje y modificación de conducta en ambientes educativos, Instituto de Ciencias de la Educación; La Laguna, 1975.
4 - HERNÁNDEZ CASTILLA, Melchor; Op. cit. p. 67 según JAEGER, S; LUCK, H.E.: “Wolfgang Köhler and the Anthropoid Research Station on Tenerife Island”, en Revista de Historia de Psicología, Valencia, 1988. n° 9 (2-3), pp. 295-308.
5 - KÖHLER, Wolfgang: Experimentos sobre la inteligencia de los chimpancés. [Traducción, introducción y notas por Juan Carlos Gómez]. Editorial Debate; Madrid, 1989. La verdadera razón, o al menos paralela a la científica, queda perfectamente reflejada en el estudio de LEY, Ronald: Rumores de espionaje. Wolfgang Köhler y las monas de Tenerife. [Traducción y notas por José Luis García Pérez]. La Laguna, 1995.
6 – Esta propiedad figura en el registro del Puerto de la Cruz como finca número 247, del folio 65 al folio 69, del libro18. Su alquiler ascendía a una anualidad de 1.140 marcos. JAEGER, S., Briefe Wolfgang en Hans Gaitel (1907-1920). Passavia Verlag (Passauer Schriften zur Psychologiegeschichte), Passau, 1998, citado en HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 54.
7 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp. 9 y 54. El testimonio de Manuel González García, Manuel de los Machangos, aclara cuáles eran las funciones básicas de su permanencia al lado del estudioso germano “Les dejaba algunos palos y cajones dentro de la jaula para que se entretuviesen [y] era el encargada de su limpieza, comida y de retirarlos a sus cubículos techados durante la noche”.
8 - JAEGER, S. y LUCK, H.E. Art. Cit. 1988, en HERNANDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 49)
9 - Siguiendo las instrucciones recibidas, el cuerpo del animal fue preparado en una solución de formol-alcohol y fue remitido al Instituto Anatómico de la Universidad de Berlín. HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit.  pp. 53-54.
10 - KÖHLER, Wolfgang: Experimentos sabre la inteligencia de Isa chimpancés. (Traducción, introducción y notan por Juan Carlos Gómez). Editorial Debate; Madrid, 1999.
11 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 51.
12 - Incluida en su recopilación De mis pasos en la Tierra. Edit. Santillana SA.; col. Crisol; n° 59; Madrid, 1996, pp. 188-189.
13 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 58 según informes de Köhler y Teuber
14 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp. 86-87.
15 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 9. Al profesor Ronald Ley le confesó Manuel González que Sultán era realmente “agresivo”, enseñándole casi sesenta años después la cicatriz de una mordedura suya, que le hizo perder una uña de un dedo de la mano. LEY, R. Op. cit. p. 11.
16 - Informe de los estudiosos Rothman y Teuber de 1915, citado por HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 65.
17 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp 86-87.
18 - Informe de Köhler de 1921 citado en HERNANDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp. 86-87.
19 - HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp. 86-87.
20 - Informe de Köhler de 1921. HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 65.
21 - Nueva falleció victima de enteritis -inflamación del intestino-, siendo enviado su cuerpo en una solución de formo-alcohol a Berlín (informe de Köhler de 1921 citado en HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. pp. 65-66.
22 - Informe de Köhler de 1921.
23 - Informe de Köhler de 1921 citado en HERNANDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 70.
24 - Informe de Köhler de 1921.
25 - Ojalá se hubiese optado por salvar para la posteridad su figura, disecándolo coma se hizo con uno de los muchos perros que utilizó Pavlov en sus famosos experimentos (Pavlov Museum, en Ryazan, Rusia).
26 - JAEGER, S. y LÜCK, H. E. art. cit. 1988 citado en HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op. cit. p. 87.
27 - STREHLOW, H. “Die Teneriffa-Schimpensen und der Zoologische Garten Berlin”, Seite 47-52, Borgo, Berlín 25, 1995. Citado en HERNÁNDEZ CASTILLA, M. Op.cit. pp. 94-95.
Rescatado para nuestro conocimiento por el psicólogo y amigo D. Melchor Hernández Castilla (pág. 13 de su citada obra).