Antiguos barrios del Sur (Retales de la Historia - 33)
Por Luis Cola Benítez (Publicado en La Opinión el 20 de noviembre de 2011).
Si les pidiéramos a los más jóvenes de la actual generación de santacruceros que nos hablaran sólo durante cinco minutos sobre los barrios antiguos situados al Sur del barranco de Santos, ¿cuántos encontraríamos que fueran capaces de hacerlo con un mínimo de conocimiento? En aras del inevitable progreso y de la modernidad, Santa Cruz borró de su mapa urbano,en muy pocos años, uno de los más antiguos sectores históricos de su población, algunos de cuyos elementos tal vez podían haberse respetado y, debidamente restaurados y dedicados a una adecuada función, haber quedado como testigos de una parte importante del devenir ciudadano y de la formación de la urbe.
Allí, frente a la línea de costa, se situaban dos barrios diferenciados pero casi sin solución de continuidad, El Cabo, junto al barranco de Santos y,más al Sur, Los Llanos de Regla. Ambos se conectaban por el conocido como camino de Las Cruces, debido a la existencia de un antiguo Calvario situado en el extremo más alejado del pueblo.
Al núcleo de El Cabo le servía de aglutinante la histórica ermita de San Telmo, con su plaza frontera, y sus casas se prolongaban ladera arriba siguiendo la línea del antiguo camino de La Laguna, que hoy es la calle San Sebastián. Era el barrio de pescadores y hombres de mar, con sus calles empedradas con los callaos de la cercana playa y sus casas de vivos colores, acordes con los empleados para las barcas de su duro y cotidiano faenar.
Sin embargo, también era el barrio preferentemente designado para las pequeñas industrias que por su naturaleza se estimaba que podían causar molestias o fuegos en el centro de la población, por lo que se procuraba que se instalaran al otro lado del barranco de Santos, tales como herrerías y hornos de pan. Los nombres de algunas de sus calles daban constancia de ello: calle del Humo, de las Tahonas, del Molino Quebrado.
Así mismo fue sede de instalaciones militares y de defensa, siendo la más importante el cuartel de Infantería de San Carlos -cuya principal crujía a duras penas sobrevive en lamentable y ruinoso estado para vergüenza de sus actuales propietarios–, levantado sobre lo que anteriormente había sido hospicio del mismo nombre, creado hacia 1785 por el comandante general marqués de Branciforte. Cuando el establecimiento de beneficencia dejó de ser útil, el ayuntamiento alquiló el edificio a la Real Hacienda para acuartelar tropas de la guarnición, que posteriormente acabó comprándolo, dándole la configuración que tenía hasta tiempos recientes. El producto de la venta, unos 80.000 reales, pasó a engrosar los fondos para la construcción del teatro municipal. Otro elemento militar fue la batería de San Telmo, ya desaparecida, situada al costado Sur de la ermita de su nombre, instalada en situación de cruzar su fuego con la de San Francisco. Construida en 1655 y reconstruida el siglo siguiente, entró en acción cuando el ataque capitaneado por Nelson, y no fue declarada inútil hasta 1862. Junto a su antiguo emplazamiento, a ras del pavimento se encuentran, como testigos mudos de un pasado vivido entre zozobras y amenazas de corsarios y enemigos, los únicos vestigios que se conservan de la antigua muralla defensiva de la ciudad, que llegó a alcanzar varios kilómetros de longitud, desde el barranco del Hierro hasta Paso Alto.
El camino o "paseo" de las Cruces, como lo denominaba el comandante general Casa-Cagigal en 1808, cruzaba entre unas pocas casas que salpicaban huertas y cultivos, que unos cincuenta años más tarde se regaban con el agua de pequeñas presas construidas en el barranco de Santos. Era zona poco habitada y conocida como los Llanos de Regla, que llegó a adquirir fama como lugar apropiado para citas galantes después de anochecido, lo que motivó que buscando remedio a dicha costumbre, en 1869 la Sociedad Panificadora regalara cuatro faroles para que se colocaran en el camino. Al ser un sitio despejado, alguna vez se utilizaron aquellos parajes por los militares como campo de tiro y también fue por allí, en lugar cercano a la ermita de Nuestra Señora de Regla, donde se ajustició al famoso pirata Ángel García, más conocido como "Cabeza de Perro".
Para terminar lo que puede ser una primera entrega dedicada a estos barrios costeros, dejamos constancia de dos curiosas noticias. En 1812, cerca de la playa se descubrió un manantial con indicios de una importante bolsa de agua en su proximidad, y se comisionó al alcalde del agua Pablo Cifra para su posible explotación. Se trabajó durante varios meses en busca del venero del preciado líquido, se invirtieron importantes cantidades pero el resultado fue nulo. En esta misma playa se amarró en 1908 el segundo cable telegráfico de conexión con la Península.