Apuntes sobre el ebanista santacrucero Juan González y González, Maestro "Juan Cachimba".
Por Daniel García Pulido (Publicado en El Día el 22 de diciembre de 2007)
A toda una familia con la que tengo contraída una deuda
perenne de cariño, de generosidad, de atenciones, de vida.
El trabajo de la superficie lígnea ha gozado siempre, en el transcurso de los siglos, de un marcado acento de nobleza y pureza ejecutiva en los artesanos dedicados a ella. La calidad artística necesaria e inherente a esta labor, unido a la palpable belleza plástica de los artefactos, muebles u objetos salidos de la gubia, convertían a los carpinteros y ebanistas en verdaderas figuras dentro del horizonte social de cada una de las diferentes poblaciones de un territorio. Una sencilla mirada a cualquier edificación, bien en su exterior con la identificación fácil de los balcones o de los cerramientos como puertas y ventanas, como en su interior, con el mobiliario o los pequeños detalles que configuran cualquier rincón de la vivienda, nos muestra a cada paso un ejemplo notable del esfuerzo y del conocimiento plástico de las hábiles manos de estos artífices extraordinarios.
En el ámbito insular estos preceptos cobran aún mayor validez si cabe, ya que la madera, junto con la piedra, se han conformado como los dos elementos clave en los procesos de construcción y subsecuente restauración de las edificaciones. A nadie escapa que la relevancia de la presencia y el trabajo de un carpintero de calidad en el Archipiélago alcanzaría cotas de auténtico prestigio, en un papel que debería equiparse en la actualidad al de técnicos especializados, inmersos en todos y cada uno de los procesos constructivos y creativos del acontecer diario, siempre con ese bagaje de conocimientos intemporales, aprendidos de maestros a discípulos, de padres a hijos, a través de generaciones y generaciones.
Por las razones esgrimidas no era ni es de extrañar que los diferentes arquitectos de renombre y reconocida valía contaran bajo sus órdenes o tuvieran la seguridad de disponer de un equipo de especialistas en cada una de las facetas constructivas y decorativas necesarias en la ejecución y efectiva plasmación de sus obras, y esa realidad la hemos visto reflejada, en las Islas, en Antonio Pintor Ocete, Mariano Estanga Arias o Enrique Marrero Regalado, entre otros. Rescatar a los integrantes de esos equipos subordinados equivale no sólo a saldar una deuda de gratitud por ese contingente que siempre actuó a la sombra de todos los procedimientos edificativos, sino que nos conduce y nos permite conocer mejor la actividad y modus operandi de estos mismos arquitectos.
El personaje que traemos hoy a estas líneas, Juan González y González, conocido por maestro "Juan Cachimba", cumple sobradamente con los requisitos esgrimidos anteriormente al ser no sólo un artesano ebanista de renombre contrastado en el Santa Cruz de mediados del siglo pasado, sino por haber trabajado estrechamente bajo la égida del reseñado arquitecto Marrero Regalado, quien contaba siempre con su consejo y su técnica para esta necesaria parcela constructiva.
Nacimiento – apuntes familiares
Nuestro biografiado vio la luz en la casa familiar ubicada en el entonces nº 11 de la calle San Antonio, en el santacrucero barrio del Toscal, el 20 de junio de 1889, recibiendo las aguas bautismales en la iglesia de San Francisco unos seis meses después de su nacimiento, concretamente el 3 de enero de 1890 (Nota 1). Sus padres, el portuense Juan González Real -igualmente carpintero de oficio y nacido hacia 1871-, y Andrea González Martín -nacida en la capital hacia el año 1874-, se establecieron en Santa Cruz de Tenerife desde temprana edad (en 1880 indican certeramente los registros censales de la época), si bien la tradición familiar nos brinda el resabio de un regreso desde Cuba para avecindarse definitivamente en la ciudad capitalina, en pleno auge y relanzamiento del barrio del Toscal. El padre de nuestro personaje fue hijo, a su vez, de Domingo González y de Manuela Real, ambos naturales del propio Puerto de la Cruz, mientras que los abuelos maternos provenían de las islas orientales: Andrés González había nacido en Arrecife de Lanzarote al tiempo que su esposa, Antonia Martín, vio la luz en Pájara, Fuerteventura (2).
La vivienda familiar, ubicada como hemos citado anteriormente en la calle de San Antonio, una de las arterias más importantes del centenario barrio del Toscal, respondía a los preceptos de una típica casa terrera de finales del Ochocientos, con cubierta plana, pequeño patio interior, además de elegantes puerta y ventana al exterior, residencia ésta que sería modificada y ampliada a una segunda planta, con balcón, por el padre de nuestro biografiado, el reseñado maestro carpintero Juan González Real.
Infancia – estudios – aprendizaje del oficio – casamiento
Repasando los primeros años de vida de Juan González y González resulta obvio que, tras cursar sus estudios primarios e incluso puede que mientras realizaba los mismos, recibiera las primeras lecciones del oficio de ebanistería y carpintería de la mano de su progenitor, marcando de esta forma de manera indeleble su futuro profesional. Junto a él iría, con el paso de los años, conociendo y desvelando los entresijos de esta actividad, participando muy posiblemente en las obras en trámite en el taller paterno, hasta alcanzar un nivel de conocimientos que le permitiese acaso independizarse laboralmente. A los 14 años, hacia 1905, ingresó en la Escuela de Artes y Oficios de esta capital para recibir la formación técnica que iba a consolidar lo ya aprendido, convirtiéndole en uno de los ebanistas de mayor calidad dentro de Santa Cruz de Tenerife. Con todo, nuestro biografiado no se alejó del círculo familiar, residiendo siempre en el hogar paterno, en la precitada calle de San Antonio, rigiendo incluso los designios del mismo tras el triste fallecimiento de su padre, Juan González Real, el 15 de abril de 1936, en los meses previos al estallido de la Guerra Civil.
En este ámbito laboral, a la vera del banco de trabajo y de sus indispensables herramientas, surgiría el apelativo de “Cachimba” que iba a definirle y por el que iba a ser sobradamente conocido dentro del estamento popular de esta ciudad y de esta isla. Según la tradición familiar, en las repetidas visitas al taller donde trabajaba Juan González, al ir a distinguir a nuestro personaje de otro de los operarios, se solía indicar que él era el que usaba “cachimba” o pipa de los dos, quedándose este apelativo en la memoria de quienes le fueron conociendo, perpetuándose para la historia como maestro "Juan Cachimba".
Dentro del ámbito personal Juan González y González contrajo nupcias, a la edad de 30 años, en la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, concretamente el 28 de enero de 1920, con María de la Concepción Hernández Méndez. Nacida ella en el barrio de Salamanca de esta ciudad el 24 de enero de 1896, era hija de Juan Hernández Melián, de La Laguna, y de Rosa Méndez de la Cruz, que lo era a su vez de Chipude, en La Gomera (3). En el seno del matrimonio conformado por Juan y María de la Concepción irían viendo la luz, con el paso de los años y siempre en la misma vivienda familiar, Olga, Rosalba, Ubaldo, Juan y Jaime.
Sobre las coordenadas vitales que definen a Juan González, a la par de su actividad artesanal en el mundo de la madera, encontramos certeras y puntuales referencias a su familia, a la que siempre prestó una dedicación y atención esmeradas. En su parcela de ocio debe destacarse su predilección por las peleas de gallos, y con particularidad su apego por el “Colorado Cachimba”, ejemplar de esa especie que era de su propiedad y que conservaba con cariño, disecado y como testimonio, su amigo Emilio Lecuona Castro.
De complexión delgada pero atlética, con un recio bigote y una mirada firme a la par que entrañable, aún se recuerda su presencia en aquellas reuniones esporádicas y casuales en las que sacaba a relucir su carácter bromista, si bien siempre dentro de los cauces de una educación esmerada e intachable. Entre las anécdotas asociadas a su figura destacan sus valientes incursiones en el mar, sin saber nadar, en las que comentaba que, haciendo el cristo en la superficie de las aguas, podría un día darse el caso de que arribase a la misma playa de Las Canteras, en pleno centro de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria; o quizá una de sus preferidas, que acaso recordase de su adolescencia, en 1906, con apenas 17 años, en ocasión de la visita de S.M. Alfonso XIII a Tenerife, en la que refería que el chófer del coche que lo conducía hacia el norte de la isla, a su paso por el puente de hierro del pueblo de La Victoria de Acentejo, aseguraba haber avisado al propio rey de la posibilidad de que fueran a apedrearle ante la repetida expresión que se escuchaba en el aire de “bimba el rey” (por deformación clara de “viva el rey”).
Datos acerca de su entorno laboral
Introduciéndonos de lleno en su entorno laboral y en el fruto visible de su trabajo en el entramado urbano y edificativo de Santa Cruz de Tenerife y de la isla en general se observa con particularidad su fértil producción al amparo de los arquitectos Enrique Marrero Regalado, Enrique Rumeu de Armas y Tomás Machado Méndez-Fernández de Lugo. Sobre el trabajo de Juan González y González se tiene constancia fidedigna en las siguientes obras:
-Basílica de Nuestra Señora de Candelaria, en dicha localidad sureña.
-Remodelación de la casa de Carta, en la plaza de Candelaria.
-Mercado de Nuestra Señora de África.
-Cine Víctor.
-Hotel Mencey.
-Remodelación del Teatro Guimerá, en esta capital.
Curiosamente, dentro de su familia y de su ámbito más cercano no se tiene constancia de ningún discípulo o persona que continuase con su magnífica obra lígnea, circunstancia que debe explicarse en base a la realidad de la cercanía de otros tiempos y al escaso tiempo y dedicación disponibles para el propio proceso de enseñanza.
Juan González y González dejaría de existir en Santa Cruz de Tenerife el 24 de agosto de 1977, a la edad de 88 años de edad, descansando sus restos en el cementerio de Santa Lastenia de esta ciudad junto a su querida esposa, que había fallecido apenas siete años atrás, el 19 de abril de 1969.
Conclusión
La figura de maestro "Juan Cachimba” late aún hoy en el recuerdo y la memoria emocionada y emotiva de sus descendientes y de todas y cada una de sus obras, en las que perdura el sello de calidad y elegancia que siempre definió su arte lígneo. En el seno familiar se guardan con infinita ternura sus herramientas, sus muebles, sus fotografías y pertenencias, testigos perennes de una existencia volcada, con esmero y dedicación, en el labrado de la superficie no sólo de la recia madera sino del alma, el corazón y el espíritu de sus más allegados.
NOTAS
1 - Iglesia de San Francisco de Asís, Santa Cruz de Tenerife. Libro de bautismos VIII folio 140.
2- Aparte de los ya consignados, por parte paterna conocemos a la tía-abuela de nuestro personaje, Ruperta González Sánchez (nacida en Santa Cruz de Tenerife en torno a 1846), quien aún vivía con su sobrino-nieto en dicha vivienda en 1910, según el padrón de habitantes de aquella fecha.
3 - Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, Santa Cruz de Tenerife. Libro de bautismos XLII folio 263. Su baptisterio tuvo lugar el 2 de febrero siguiente. Abuelos paternos: Jerónimo Hernández y Margarita Melián; abuelos maternos: Domingo Méndez y Dominga de la Cruz.