Tras la figura de Aurora García Guanche

Alma y génesis de la Farmacia “El Chinito”, en Santa Cruz de Tenerife.

Por Daniel García Pulido (Publicado en El Día el 2 de febrero de 2008)

 

          La ciudad de Santa Cruz de Tenerife, como todo escenario vital donde se desenvuelva nuestra existencia, posee enclaves y rincones que, con el paso del tiempo, todos y cada uno de nosotros vamos haciendo nuestros a base de visitarlos, de pasar ante ellos, de integrarlos en nuestro quehacer diario. Espacios cuya sola mención o recuerdo nos brinda un torrente de entrañables vivencias, de proximidad latente, de cotidianeidad que raya en el carácter familiar labrado en el día a día. Esta urbe guarda en su seno multitud de este tipo de localizaciones singulares, plenas de significados diversos según las miradas que las observan, si bien siempre únicas para quienes se acercan a ellas con sencillez, bajo el amparo de su propia memoria, de su tenue pasado. La conocida farmacia “El Chinito”, ubicada en la Rambla de Pulido de la capital santacrucera, es uno de esos espacios cosustanciales con el paso de los años a lo largo de nuestra existencia, uno de esos rincones aparentemente intemporales que parecen acompañarnos desde siempre en todos y cada uno de nuestros recuerdos asociados a ese pasaje de esta ciudad.

          Si ya esa aproximación subjetiva nos brinda un marco idóneo para el romanticismo aparejado a la evocación, el hecho de ser una farmacia que hunde su origen en los primeros decenios del siglo pasado incide y resalta aún más ese horizonte cuajado de resabios y de ecos interesantes. Aquellos inicios en que la farmacopea conllevaba un trabajo casi artesanal de elaboración de los medicamentos, bajo los sabios y ancestrales designios esgrimidos en los libros que guardaban con celo los boticarios, invitan a recrear nuestros recuerdos en viejas estampas, en imágenes inviolables.

          No obstante, si ambos condicionamientos vienen secundados además por el infatigable tesón, el esfuerzo sacrificado y las ansias, envueltas en la materia de los sueños, depositadas por una persona que, con su lento y continuo trabajo, pudo plasmar en esta farmacia el testimonio de una vida abnegada, definiendo su ilusión primaria en una realidad en pleno corazón de la urbe santacrucera, todo el conjunto subyace si cabe con mayor fuerza y rotundidad. La identidad de esta forjadora del destino era Aurora García Guanche, a quien, en el tiempo, desde la soledad de estas palabras futuras, quisiéramos trasladar nuestro testimonio de homenaje y admiración más sincero.

 

Nacimiento - la saga familiar

          Aurora Margarita vio la luz en la calle de San Agustín, en la localidad norteña de Icod de los Vinos, el 10 de marzo de 1901 y recibió las aguas bautismales en su iglesia parroquial de San Marcos el 1 de mayo siguiente (Nota 1),  siendo la quinta de los cinco hijos del matrimonio conformado por Manuel García Acevedo y Paula Guanche Pérez, naturales ambos de Los Realejos. Esta familia, de clase media, vivía al amparo de la profesión paterna, conocido contratista de obras de la época, oficio que justifica el natalicio de nuestro personaje en esta población al estar el padre inmerso en la ampliación y reforma del cercano muelle de Garachico.

          Los avatares laborales del pater familias iban a marcar, y de una manera insoslayable, los designios de todos y cada uno de los miembros de dicho linaje, y con ellos los de Aurora Margarita, particularmente desde el momento en que un fatídico temporal dio al traste y arruinó el proyecto constructivo en el que trabajaba Manuel García en el precitado puerto garachiquense. Sus recursos financieros sufrieron de manera tan considerable que se vio en la necesidad de buscar una salida honrosa y con futuro para sus cinco hijos, tomando la decisión de enviar a sus hijos varones (Manuel, Agustín y Domingo) a Cuba en busca de fortuna, al tiempo que invertía en la esmerada educación de sus únicas dos hijas, Matilde y Aurora.

          Ambas hermanas pasaron a estudiar Magisterio en la Escuela Normal situada en La Laguna, residiendo durante ese tiempo en régimen de alquiler en una casa ubicada en el célebre Camino Largo de dicha capital. A renglón seguido, y con vistas a asegurar plenamente ese futuro que él no había podido brindarles, su padre les costeó a ambas los estudios en la carrera de Farmacia en la Universidad de Granada, financiando todo ello merced a la venta de una finca de plataneras enclavada en la costa de Icod de los Vinos. Con sus hijas viajaría su madre, Paula Guanche, que residiría con ellas en la ciudad de Granada mientras avanzaban con denodado celo en los misterios de la farmacología. De aquellos años de estancia en tierras andaluzas aún se guarda el recuerdo físico y tangible de una máquina de coser con la que la madre les fabricaba y reparaba sus atuendos, artilugio que viajaba como auténtica reliquia dentro de una robusta caja de cedro a todo rincón al que se dirigían. Hay constancia de que Manuel García pasó en más de una ocasión, conforme mejoraba su situación económica, a visitarlas a Granada, siendo testigo directo del progreso, desarrollo y aprovechamiento de sus hijas.

 

Inicios de la andadura farmacéutica - creación del negocio

          Tras obtener la licenciatura, Matilde -ya desposada con el médico nefrólogo José Amat- pasó en prácticas a Alicante para, a renglón seguido, abrir el que sería el primer establecimiento farmacéutico en la isla de El Hierro. Aurora se trasladó directamente desde la ciudad granadina a Tenerife, abriendo su propia farmacia en la calle de las Cabezas del Puerto de la Cruz, concretamente sobre dos casas terreras de propiedad familiar, con pozo y derechos de suministro de agua, bajo el poderoso influjo y apoyo de un acaudalado tío paterno. La apertura de una botica cercana en dicha población supuso el ocaso del negocio, viéndose obligadas a cerrar y mudarse a Santa Cruz de Tenerife, que se convertiría en el lugar donde desarrollaría en total plenitud su actividad laboral. Perdidamente “enamorada” por un local en los bajos de un egregio y señorial edificio situado en plena Rambla de Pulido (la actual ubicación de la Farmacia “El Chinito”) (2), iniciaría los trámites para inaugurar con prontitud su establecimiento. Aún se recuerda el arduo procedimiento de transporte del mobiliario de la farmacia portuense a esta ciudad de Santa Cruz de Tenerife en una carreta guiada por dos yuntas de vacas y en una antigua camioneta. Años más tarde, Matilde regresaría a Tenerife desde la isla de El Hierro para abrir su negocio en la plaza de la Paz (hasta hoy conocida como Farmacia “Guanche”).

          Los primeros momentos de Aurora en la capital son dignos de traerse a la memoria. Como hemos comentado, mientras gestionaba la posible adquisición y cuando obtuvo la cesión en alquiler del inmueble soñado en la Rambla de Pulido -en mayo de 1929-, pernoctaba en la vivienda de unas amigas, sacrificando tiempo, recursos y esfuerzos, principalmente por no residir sola en aquel majestuoso edificio. Al poco tiempo sus padres se vinieron a vivir a Santa Cruz de Tenerife, acompañando a Aurora en el nuevo inmueble, si bien, para no malograr las normas de protocolo de la época, la pareja tomó en alquiler una casa terrera en la próxima calle Porlier (3). Con el óbito de su padre, Paula pasó definitivamente a vivir con Aurora en la propia Rambla de Pulido.

          Fue en junio de 1929 cuando se obtuvo el permiso municipal de apertura y cuando inició su existencia la farmacia “El Chinito”. Ya por aquel entonces uno de sus hermanos, Agustín, ya de regreso en la isla, pasó a auxiliar a Aurora en los momentos puntuales en que ella se ausentaba por circunstancias diversas. No debemos dejar de reseñar la relevancia del carácter emprendedor y decidido de nuestra biografiada, que dejaría para la posteridad un ejemplo clarividente de ello al ser la primera mujer de las Islas Canarias en obtener el carnet de conducir. En el ámbito familiar circula la anécdota de uno de sus primeros trayectos en coche, en compañía de su madre, hacia tierras del norte de la isla, con un fortuito encuentro en el camino de La Victoria con una yunta de bestias que, al espantarse y echarse fuera de la senda de forma estrepitosa, crearon un altercado de importancia. En el subsiguiente juicio motivado por este hecho, del que dio parte la Guardia Civil, el propietario de los animales declaró honestamente que la culpa había sido suya al haberse distraído al ver a una señorita guiando un automóvil, “porque nunca había visto una conduciendo”.

 

Casamiento

          Momento clave en la vida de Aurora Margarita García Guanche fue el de su casamiento, en la iglesia santacrucera de Nuestra Señora de la Concepción, el 10 de abril de 1939, con Aurelio Conde Rodríguez. Este joven, teniente de infantería en aquel entonces, nacido en la localidad de Rabal, en Celanova, Orense, el 9 de noviembre de 1908, era uno de los hijos de José Conde y Manuela Rodríguez.

          Las circunstancias que rodean este enlace, que contó desde un inicio con la oposición de la familia de Aurora, son dignas de un análisis detallado. Aurelio viajó, en abril de 1939, en los estertores de la cruenta Guerra Civil, de tierras peninsulares a las Islas merced a un permiso falso, declarando que pasaba al Archipiélago a visitar a su familia. En avión militar viajó desde Sevilla a Las Palmas de Gran Canaria en compañía de dos viudas de oficiales, habiendo telefoneado ya desde la capital hispalense a su prometida para garantizarle su venida a las Islas. De aquellos tensos instantes fue tal la huella entre los familiares que aún se recuerda que pernoctó inicialmente en una pensión situada en la céntrica plaza Weyler para, posteriormente, alojarse en otro establecimiento enclavado sobre en los conocidos almacenes “Sayler”, en la propia Rambla de Pulido.

          Para mayor complicación, la época que había elegido la pareja para contraer esponsales coincidía con Semana Santa, debiendo el joven teniente Conde Rodríguez mediar ante el mismo Obispo y el colectivo de jesuitas para conseguir licencia efectiva para su casamiento, autorización que surtió efecto para el sábado de gloria, 8 de abril de 1939 -quedando asentada en el registro matrimonial al lunes siguiente, 10 de abril-. Testigos del apresurado expediente de dicha boda fueron, entre otros, José Álvarez Castro, Jacinto Aparicio y Gonzalo Foronda Hernández. Los padrinos del feliz acontecimiento (“un médico y su señora”, según los anales familiares) les obsequiaron con una preciosa lámpara china en madera, celebrándose la correspondiente cena nupcial en el Casino de Tenerife y la luna de miel en el antiguo Hotel Martiánez del Puerto de la Cruz.

          Llegados a este punto, la pareja se plantea su futuro más inmediato, y al comprobar Aurelio que Aurora estaría dispuesta a abandonar el sueño de su farmacia y de su recién estrenada vida en Santa Cruz de Tenerife por acompañarle a donde fuera, se conmueve de tal forma que opta por ser él quien se retirase de la vida militar para venirse a vivir con ella a las Islas. Con ese objetivo y pensamiento en mente, y movido por razones laborales, Aurelio regresó a la Península, reincorporándose a las tareas de mantenimiento como jefe del orden público (llegando a tener en ocasiones bajo su mando a la Guardia Civil), logrando su traslado a tierras canarias desde Barcelona ya con el rango de capitán. De sus días castrenses en esta ciudad recordaba amargamente sus visitas a la cárcel de Fyffes, donde contemplaba con honda tristeza el hacinamiento de la gente encerrada en aquel lugar. Según los recuerdos de su familia, Aurelio, al observar la manera en que lloraban los presos, solicitó traslado al cercano cuartel de San Carlos para huir de aquel horror humano.

 

Desarrollo de la empresa familiar

          Aurora, junto con su esposo, relanzó definitivamente a mediados de 1940 la empresa familiar de la farmacia “El Chinito”. No en vano, Aurelio Conde había ejercido de representante de laboratorios farmacéuticos en sus primeros años de juventud, vertiendo sus conocimientos en el desarrollo y mejora del establecimiento, ejercicio éste que compaginó en su juventud, en aquellos primeros años, con los estudios para ocupar el cargo de secretario judicial y, consecuentemente, el de oficial en la prestigiosa Academia Militar. Los recuerdos que nos llegan de la vida familiar están plenos de la serenidad contraída tras años de denodada lucha y sacrificio, con Aurora dedicada a escribir poemas de una belleza y sensibilidad notables o haciendo uso, en los momentos de descanso, de su querida “salita de piano” en la segunda planta del propio edificio, del que cerrarían algunas dependencias, alquilando otras para llevar una existencia sencilla y sin complicaciones excesivas.

          Aurora Margarita García Guanche fallecería sin sucesión, víctima de trombosis, en Santa Cruz de Tenerife el 15 de diciembre de 1971, apenas dos meses después de conocer la muerte de su querido hermano Agustín; y su hermana Matilde, con quien mantuvo una estrecha relación durante toda su vida, feneció el 12 de febrero de 1973. Su esposo, Aurelio Conde Rodríguez, acabaría haciendo realidad el sueño de Aurora al adquirir en propiedad el inmueble de la Rambla de Pulido que alberga la Farmacia “El Chinito” a su propietaria, Mencia Beautell Meléndez, viuda de Luis Miranda Núñez, el 29 de julio de 1972, ante el notario José Zúñiga Galindo. Aurelio contraería segundas nupcias con Evangelina Rodríguez Quintairos, con quien tuvo un único hijo, de nombre Aurelio, y dejaría de existir en esta misma capital en mayo de 1996.


Conclusión

          Aurora García Guanche fue un ejemplo de virtuosismo, de generosa entrega dentro de una saga familiar emprendedora de gran corazón y honradez, y su huella y ejemplo de liberalidad llegan hasta nosotros de forma nítida trascendiendo el paso de los años, convertidas en la realidad efectiva de un sueño convertido en farmacia, en parte viva de todos y cada uno de nosotros y en testimonio de una vida sencillamente memorable.

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NOTAS
1 - Iglesia de San Marcos, Icod de los Vinos. Libro de Bautismos XXXV, folio 137. Abuelos paternos: Pedro García Rodríguez y Elena Acevedo Romero; abuelos maternos -José Guanche Siverio y Josefa Pérez Yanes, todos naturales de El Realejo Bajo. Padrino de bautismo: Antonio Cabrera Alvarado, natural de Tías, Lanzarote.
2 - Este edificio de cuatro plantas, que data de 1927, fue obra del arquitecto Pelayo López Martín Romero. Merece destacarse, aparte de su visible calidad constitutiva, la rareza de los suelos originales, que aún se conservan y son de una belleza indudable, así como el recuerdo del bello papel con tulipanes que vestía alguna de las paredes del segundo piso del inmueble, hoy desgraciadamente perdido.
3 - De esta vivienda, los apuntes familiares recuerdan, aparte de su posterior usufructo por don Arturo Rodríguez, de Radio Nacional de España, una escalera de porte majestuoso.