Presentación de su libro "Fundación, Raíces y Símbolos de Santa Cruz de Santiago de Tenerife"

Por Luis Cola Benítez  (Salón de Plenos del Palacio Municipal de Santa Cruz de Tenerife el 24 de octubre de 2006)

          Me siento turbado ante tan nutrida y cálida concurrencia, en este espléndido marco que es el salón de plenos de nuestro Ayuntamiento, cuya disposición para este acto agradezco muy sinceramente al Excmo. Señor Alcalde. También pienso que no está de más que sea así, no por mérito alguno del autor, sino por tratarse de la presentación de una obra que está totalmente dedicada a la primigenia y más entrañable historia de Santa Cruz de Tenerife.

          Mis palabras sólo pueden ser de agradecimiento a cuantos me han animado a que este trabajo sea una realidad y que no voy a nombrar uno por uno para no cansarles. Me remito al capítulo de “Agradecimientos” que figura al final del libro. A todos cuantos allí cito y a cuantos pudieron quedar omitidos en aras de la brevedad les reitero mi más sinceras gracias, y quiero incluir también a los compañeros de la Tertulia de Amigos del 25 de Julio por su constante apoyo. Pero debo hacer algunas adiciones y, también, alguna excepción.

          En cuanto a las primeras, mi agradecimiento al Señor Alcalde don Miguel Zerolo Aguilar, por haber acogido con todo cariño la edición de este libro, así como al Teniente de Alcalde responsable del área de Cultura don Bruno Piqué Marzán. Gracias, muy sinceras. La segunda al brillante presentador Dr. Alberto Darias Príncipe, que además de haberme abrumado con sus palabras, ha realizado una magnífica presentación del libro. A Alberto Darias le conocía y admiraba por referencias y por sus trabajos científicos sobre nuestro patrimonio artístico y arquitectónico, hasta que al jubilarme y poder dedicar mayor tiempo a los papeles viejos, comencé a tratarle al encontrarnos en algunos archivos y, a mi admiración como investigador y profesor, se unió la que desde el primer momento comencé a sentir por su calidad humana. Muchas gracias, Alberto, por tus palabras y, especialmente, por el honor que me has hecho al aceptar mi petición.

          En cuanto a las excepciones, no me resisto a reiterar las gracias a dos personas por las que también siento un especial aprecio. El primero, y muy sinceramente, al que fue alcalde y sigue siendo amigo Pedro Doblado Claverie, que no sólo ha enriquecido el libro con una completísima introducción, sino que, además, desde que conoció el trabajo, desde el primer momento se erigió en embajador e impulsor del proyecto, prestándome una ayuda inestimable. Y también, de nuevo gracias, al ejecutor material de la edición, Carlos Gaviño de Franchi, quien con los medios técnicos y hasta el entusiasmo  -porqué no decirlo- de la empresa Nueva Gráfica, con su profesionalidad y buen hacer, juntos supieron plasmar la idea con el espléndido resultado que ustedes podrán comprobar, que, por otra parte, es lo habitual en las ediciones de que son responsables.

          Respecto al libro, de su contenido, siguiendo mi costumbre nada he de decir, pues son ustedes, los lectores, los llamados a opinar. Y debo decirles de antemano que agradeceré tanto los parabienes como las críticas, más estas últimas, que sin duda me ayudarán a seguir aprendiendo de todos ustedes. Tal vez, únicamente, podría remitirles al breve capítulo final que llamo “Conclusión”. En él se resume la clave y la intención de muchísimas horas de investigaciones y trabajos.

          Por último, al no figurar en el libro ninguna dedicatoria personal, permítanme el atrevimiento de hacerlo de viva voz, por lo que de antemano ruego me disculpen por la emoción que pueda embargarme. El libro, y los lectores podrán constatarlo, aún sin proponérmelo ha resultado ser una declaración de amor y de gratitud filial al pueblo en que vi la primera luz, hace ya muchos años. Y esos sentimientos de amor y gratitud se los debo especialmente a una persona, que no habiendo nacido aquí y sin renunciar jamás a su tierra de origen, fue además, sin duda alguna, el mayor chicharrero que nunca he conocido: esta persona era mi padre. Desde niño me enseñó a amar esta tierra y siempre recordaré la razón que le asistía cuando narrándome cosas de nuestra historia, como el que cuenta películas de aventuras al muchachito que yo entonces era, de pronto, con la mayor seriedad del mundo me dijo: "Nunca llegarás a agradecer lo suficiente el haber tenido la suerte de nacer en esta bendita tierra".

          De nuevo, muchas gracias a todos por acompañarme.

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