La última batalla de Paso Alto
Por Andrés Lobato (Publicado en La Opinión el 11 de septiembre de 2011)
Protagonista de las más cruentas y cruciales batallas por el control de Santa Cruz y del resto de la Isla, su lucha es ahora sobrevivir al olvido por parte de ciudadanos e instituciones y al paso del tiempo. Acorralado y mutilado por el crecimiento del club militar que lleva su nombre, la Escuela Náutica y la carretera de San Andrés, el castillo de Paso Alto todavía conserva parte de las cualidades que le convirtieron en una de las fortalezas más importantes del sistema defensivo diseñado en el siglo XVII para el litoral santacrucera por el ingeniero italiano Leonardo Torriani.
El mismo lugar en el que siglos atrás se levantaban altos y gruesos muros y donde se instalaban más de una decena de piezas de artillería, se ha transformado en un espacio anónimo y que apenas atrae la atención de los muchos santacruceros que cada día caminan a su lado. Los únicos que parecen sacar cierto partido de su presencia son los grupos de jóvenes que acuden con asiduidad a sus inmediaciones para conversar, hacer deporte o deshacerse en arrumacos junto a sus parejas a salvo de miradas indiscretas.
Ni siquiera la declaración como monumento BIC (Bien de Interés Cultural) ha servido para que la fortaleza de Paso Alto recobre parte de la importancia y el vigor que obtuvo en el pasado. El castillo estuvo considerado durante decenas de años como un elemento esencial para defender la entonces capital de Canarias, San Cristóbal de La Laguna, ante los ataques de Blake, Jennins y Nelson. Pero, además, hasta sus patios también acudían año tras año cientos de fieles para celebrar una de las romerías más importantes y con mayor tradición de Santa Cruz de Tenerife: la del Cristo de Paso Alto.
Por todo ello, los historiadores y otros colectivos de la ciudad reclaman la puesta en marcha de acciones urgentes que permitan devolver parte del protagonista perdido a este bastión militar. Muchos de ellos consideran que, al igual que sucede con otros muchos elementos patrimoniales del municipio capitalino, que las administraciones han pecado de desinterés y desidia a la hora de recuperar y poner en el valor que se merece una pieza esencial en la historia de Santa Cruz y del resto de la Isla.
"Estas cosas no generan votos", lamenta al respecto Luis Cola, historiador y miembro de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, quien acusa directamente a las administraciones del mal estado de conservación en el que se encuentra Paso Alto.
Fue precisamente el colectivo en el que se integra, la Tertulia Amigos del 25 de Julio, quien reclamó el pasado año al Consistorio chicharrero, su propietario, la restauración de este bastión defensivo para su conversión en espacio museístico y cultural, una iniciativa que ha dado nulos resultados hasta la fecha. La complicada situación de las arcas municipales como consecuencia de la crisis económica, junto con las políticas de contención del gasto del equipo de gobierno, hacen difícil que las acciones para su recuperación comiencen a corto y medio plazo.
"Es lo mismo que sucede con el edificio de la logia masónica, el Castillo de San Juan o la Casa de la Pólvora, entre otros muchos elementos que componen la historia de Santa Cruz", se lamenta Cola. Según afirma el cronista oficial de la capital, la falta de recursos no puede convertirse un año tras otro en la excusa para no emprender acciones contundentes que permitan recuperar estos inmuebles. "La escasez de dinero no sé yo hasta qué punto es admisible. ¿Es que en la época de vacas gordas hubo inversiones para estas cosas?", afirma.
En la actualidad, Paso Alto apenas cuenta a la hora de programar acciones culturales en la ciudad. Ha tenido que ser un colectivo privado, Tu Santa Cruz, el que lo sacara del olvido que padecía al incluirlo en uno de las ocho itinerarios que diseñaron para dar a conocer el patrimonio local y dinamizar la capital.
Según Cola, la única aportación de las administraciones es la periódica limpieza que el servicio de recogida de basuras de la capital realiza en el interior y en las inmediaciones de Paso Alto. Ni siquiera, denuncia, existe la más mínima vigilancia sobre un inmueble que goza de un grado de protección integral, el más elevado que se concede. "Solo se limpia cada cierto número de meses y carece de vigilancia, por lo que está a merced de los vándalos", argumenta.
A la espera de que las instituciones pertinentes se decidan a invertir lo necesario para recuperar los muros de la fortaleza diseñada por Leonardo Torriani y levantada por Lope de Mendoza continuará deteriorándose. Por ello, el propio Cola advierte que, cuanto más se demore la puesta en marcha de una rehabilitación ambiciosa que habilite al castillo para asumir nuevas funciones , su coste será mucho más elevado. "Hay muchas alternativas. Podría convertirse tanto en un espacio museístico como en un centro turístico o de interpretación del macizo de Anaga", señala.
Historia
La fortaleza de Paso Alto, tal y como ahora lo conocemos, se levantó en un enclave donde anteriormente ya hubo desde 1582 un pequeño fuerte defensivo. Dos décadas después, tras la llegada del teniente general Cristóbal de Salazar y Frías a Canarias, éste decidió que el sistema defensivo del Archipiélago debía ser mejorado. Por ello, el diminuto fuerte se convirtió a mediados del siglo XVII en el reducto del Santo Cristo.
En torno a 1660, el Capitán General Conde de Puertollano dispuso el definitivo alzamiento del castillo. Siguiendo los planos del ingeniero Lope de Mendoza y bajo las órdenes de Juan Zamora, los trabajadores levantaron entre 1669 y 1670 una defensa de dos plantas con oratorio sobre una plataforma casi a ras del mar.
Sin embargo, apenas cuatro años después las inclemencias del tiempo deterioraron la plataforma de este bastión defensivo, lo que obligó a una profunda reforma dirigida por Andrés Amat de Tortosa, quien convirtió la planta irregular en semicircular. Asimismo, durante los años posteriores, la fortaleza fue cambiando progresivamente.
La fortaleza volvió a experimentar ciertas modificaciones entre 1780 y 1782 gracias al impulso del entonces Comandante general Marqués de la Cañada. Este ordenó mejorar la plaza de armas y la batería de entrada, así como construir parapetos de defensa en los barrancos. Fue con esta estructura con la que los militares españoles rechazaron el ataque del almirante británico Horatio Nelson el 25 de julio de 1797, una batalla en la que Paso Alto tuvo una actuación determinante.
El paso del tiempo provocó que, tiempo después, la fortaleza perdiera su utilidad defensiva, por lo que fue transformada en cárcel militar. En 1951, el castillo perdió parte de su extensión con motivo de la construcción del vial que une Santa Cruz y San Andrés. Con posterioridad, acogió el museo militar hasta su traslado a Almeyda.
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