Perplejidad compartida

En torno al Cuartel de San Carlos

Por Emilio Abad Ripoll  (Publicado en La Opinión el 15 de septiembre de 2011)

 

          Perplejo, o confuso, me quedé tras leer el artículo de Eloisa Reverón en las páginas de La Opinión (09-09-2011) titulado “Un muro de cristal protegerá el Cuartel de San Carlos”.

          En él se nos informa de que se acaba de publicar la formalización de un contrato entre el Gobierno de Canarias y una determinada empresa “para empezar a poner fin al total estado de abandono en que se ha dejado en los últimos años al Cuartel de San Carlos”. Por cierto, “lamentable estado” del que es responsable el propio Ejecutivo (en parte, pues desde 1978, y durante bastantes años, fue propiedad del Ayuntamiento de Santa Cruz).

          Hasta aquí todo iba normal en la lectura del artículo, pero en el siguiente párrafo nos encontramos con que las obras van a consistir, entre otras cosas, en “un muro acristalado que protegerá los dos módulos laterales de hormigón del inmueble” además de cerrar “con aluminio las aberturas existentes en el módulo central de la infraestructura”. Y a continuación la perla: la inversión total asciende a 380.420 euros., es decir, que ese “primer paso” de las obras de restauración va a costar a las depauperadas arcas del Gobierno canario, la friolera de 63.404.000 pesetas de las de antes.

          Ya les digo, me quedé perplejo, o confuso, pero cuando el cerebro volvió a su funcionamiento normal me dio por pensar que…

               1-¡Qué pena que en los 33 años transcurridos desde que el Ejército entregó el cuartel -y en los que han existido períodos de bonanza- cualquiera de las Administraciones responsables no se tomase un verdadero interés en su restauración! Claro que ahora sólo queda ya espacio para el lamento por lo que no se hizo y el reproche a la pasividad ciudadana y la inacción de nuestros dirigentes.

               2- Sí, hay que restaurar San Carlos, pero  ¿cuál sería su posterior utilización? Porque si no definimos antes “para qué” lo queremos, mal vamos a proyectar y ejecutar luego “lo que hay que hacer” en su restauración. Y aquí creo que comparto la  perplejidad con las Administraciones, que parecen “confusas” en lo que se refiere al futuro del cuartel.

               3- Si  no se pueden “retomar las obras…  porque el Ejecutivo no dispone de presupuesto”; si el Gobierno parece haber detectado (¡ahora!) que determinadas personas acceden al interior del cuartel; y si “es fundamental reducir el impacto visual negativo del mismo y preservar su valor”  (¡por fin han caído!)... entonces, absolutamente de acuerdo: HAY QUE HACER ALGO PARA PROTEGERLO.

          Pero ese “ALGO”, y más con la que está cayendo, no es ético que cueste más de 380.000 euros o 63 millones de pesetas, como ustedes prefieran.

          Quizás ese “ALGO” podría ser un sencillo vallado de todo el edificio, e informar con grandes carteles que hasta que las circunstancias económicas no varíen, será imposible continuar las obras, lo que a la vez supondría un compromiso de finalización por parte de la Administración Todos lo entenderíamos. ¿Y cuánto costaría eso? Desde luego muchísimo menos que lo proyectado. Y con lo que sobrara hasta llegar al total citado, y esto no es demagogia, se podría atender a paliar necesidades más perentorias.

          Y si se quiere evitar la intrusión o el deterioro, un par de vueltas diarias por la zona de alguna patrulla policial sería disuasión suficiente.

          Finalmente, cuando haya dinero, y en virtud del compromiso adquirido, recuperar de una vez por todas el cuartel. Pero siempre bajo dos premisas importantes:

              - Como dije líneas atrás, hay que pensar y decidir con antelación suficiente lo que queremos que San Carlos sea en el futuro, para planear y ejecutar los trabajos que deban llevarse a cabo.

              - Que se incluyan en el presupuesto los gastos derivados del replanteo de la vía del tranvía para que discurra por la parte posterior del edificio. Así no sólo se salvaría la fachada del antiguo cuartel, sino también el entorno de la histórica Ermita de San Telmo, hoy seriamente amenazados.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -