Los antiguos caminos (y 2) (Retales de la Historia - 10)
Por Luis Cola Benítez (Publicado en La Opinión el 12 de junio de 2011).
Siguiendo con los caminos de Santa Cruz, en un Retazo anterior ya se trató de la historia y razón del Camino o Paseo de los Coches, origen y primer tramo de lo que hoy son nuestras Ramblas, por lo que no es necesario insistir en ello.
Más arriba de este camino o paseo se encontraban los llamados Llanos de Salamanca, topónimo que ha perdurado en el extenso barrio que hoy ocupa aquella zona, cuyo nombre se debe a uno de los primeros propietarios de lo que entonces eran alejados terrenos hacia lo alto de la población. Francisco de Salamanca, cristiano nuevo de judíos, era sastre y llegó a Tenerife hacia 1510 estableciéndose primero en La Laguna y más tarde en Santa Cruz, con fincas en aquellos parajes. Con anterioridad a 1754, año en que comenzó a utilizarse el puente Zurita, el primitivo Camino de Salamanca no resulta hoy de muy fácil localización. El actual acceso al mencionado puente –desde entonces conocido como camino a La Laguna, en sustitución del anterior por San Sebastián– no existía, y por el lado Norte de aquellas tierras en lugar de camino lo que había era un barranco, el barranquillo del Aceite o Cagaceite. En consecuencia, entre ambos límites se situaría el camino que conducía a los Llanos de Salamanca, hasta que a principios del pasado siglo, con la urbanización del barrio y la apertura de la calle Horacio Nelson sobre el mismo barranquillo, desapareció el antiguo camino. Francisco de Salamanca tuvo un hijo homónimo, tanto o más conocido que el padre, que fue piloto de navíos y que navegó a Berbería e Indias.
Por el lado Norte de este barrio Salamanca encontramos el Camino Oliver, cuyo origen más moderno se sitúa en las primeras décadas del siglo XX. Nace en la calle Horacio Nelson, cruza a su inicio el barranquillo del Aceite y llega al último tramo de la calle Tomás Morales, para continuar luego ascendiendo con la denominación de camino de Las Acacias. La familia Oliver disponía de finca en aquel sector, dentro de la cual construyó una hermosa mansión que hoy es sede de un club privado, que ha tenido el detalle de conservar el nombre de los antiguos propietarios.
Otro camino desaparecido hace muchos años fue el llamado familiarmente Caminito de la Tierra. Esta senda, poco más de una vereda, partía más arriba de la iglesia del Pilar, más bien como prolongación de la calle aún sin urbanizar, cuando aún la que hoy es calle Méndez Núñez no llegaba hasta allí. A finales del XIX y principios del XX se comenzó a hablar de prolongar el Pilar hasta el Paseo de los Coches, tomando como base el citado caminito, que atravesando los terrenos en los que hoy se encuentra el Parque García Sanabria, se dirigía hacia la confluencia del famoso paseo con la calle de Los Campos –actual José Naveiras–, punto en que se había establecido un velódromo. El proyecto llegó incluso a ser aprobado en sesión municipal, pero cuando la Sociedad de Edificaciones prolongó Méndez Núñez, se desistió de ello y, en 1905, se acordó adoquinar el primer tramo del caminito, que en realidad era una estrecha continuación del Pilar hasta Méndez Núñez. De allí hacia arriba, continuó siendo una vereda de tierra, como su nombre indicaba. El lugar era uno de los preferidos por la chiquillería, escenario de aventuras y travesuras juveniles, por lo apartado y agreste del paraje que atravesaba, y así era durante las horas diurnas. Cuando llegaba la noche la situación cambiaba y tenía fama de lugar propicio para paseos y citas más sosegadas y silenciosas, pero menos inocentes.
Y, por último, los Cuatro Caminos... Punto en el que la carretera que partiendo del Campo Militar –hoy plaza Weyler– conducía a La Laguna, y que antes de llegar al puente Zurita confluía por el Norte con la Rambla y con el Camino de la Costa por el Sur. Aquel cruce fue conocido como los Cuatro Caminos durante más de ciento cincuenta años hasta que en 1918 el Ayuntamiento de Santa Cruz quiso conmemorar la firma de la paz con la que finalizaba la primera Gran Guerra, y acordó poner al lugar Plaza de la Paz.
Antiguos caminos santacruceros, modestas arterias de la vida ciudadana. Si nos detenemos a considerar la situación de cada uno de ellos observaremos que generalmente señalan los vectores de expansión urbana, que a través de la historia han marcado el crecimiento de la población y, al mismo tiempo, establecían relaciones y acercaban personas. En muchos casos, viejas veredas habilitadas y acondicionadas por el uso, según las necesidades o conveniencia de cada momento. Eran las auténticas "redes sociales" de la época.
Si es cierto, como dijo el poeta, que se hace camino al andar, a lo largo de sus más de cinco siglos de historia Santa Cruz ha andado bastante, al menos lo suficiente, para dejar su huella fecunda en la historia de la Isla. Que no se detenga.