Opúsculo Didáctico de Viera y Clavijo
Dibujo de Antonio Pereyra Pacheco
Advertencia a los Maestros de Escuelas sobre el método de enseñar a los niños
por Pedro Ontoria Oquillas (Publicado en El Día / La Prensa el 24 de noviembre de 2007)
En la múltiple y variopinta producción literaria del polígrafo José Viera y Clavijo existe una decena de obras, que dedica a los niños y jóvenes, de las cuales unas han sido impresas y otras continúan inéditas. Conocemos por el mismo Viera el título de algunas de ellas como Nociones de cronología, épocas, eras, lustros, lunaciones, etc.; Epítome de la historia romana, en diálogo; Epítome de la historia de España, en diálogo y Epítome de la historia eclesiástica en dialogo aparecidas en Madrid en 1771 (Nota 1). Otras fueron publicadas en Canaria en la Imprenta de la Real Sociedad por Francisco de Paula Marina en 1807, como Noticias del cielo ó Astronomía para niños. Sin embargo, entre las obritas inéditas, nuestra intención es dar a conocer el opúsculo Advertencia a los Maestros de Escuelas sobre el método de enseñar a los niños cuya lectura es un deleite por su contenido recordando a los maestros que inculquen una serie de máximas y principios a los niños para que desechen la ociosidad, madre de todos los vicios, y adquieran el hábito del trabajo.
La obrita se conserva en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife cuya descripción de su catálogo (Nota 2) es la siguiente:
VIERA Y CLAVIJO, José de, 1731-1813
Advertencia á los Maestros de Escuelas sobre el método de enseñar los niños / por José de Viera y Clavijo. – [s. XIX]
[14] h.: (14 líneas); 14’5 cm..
Ms. De Antonio Pereira Pacheco y Ruiz.- 10 h. Sin numerar, 4 h. En blanco.
Enc.: Hol. Piel marrón s. XIX; 15’5 cm.
Proc.: Alejo de Ara? (la anotación de la guarda delantera parece de su mano); Sociedad Económica de Amigos del País de Santa cruz de Tenerife (sello en la port.;
483)
Olim.: G. 6 = 45; 10 – 1 – 32
Encuadernado con: Noticias del Cielo o Astronomía para niños / José de Viera y
Clavijo.-Impreso
I. Título
37.013
VIE
El texto, en un estilo fluido y culto, hay que situarlo en el contexto retrógrado de las escuelas de aquella época y quiere insistir en el conocimiento práctico y experimental de las ciencias y no en una mera transmisión memorística de los conocimientos. Por tanto, el método que deben seguir los maestros en la enseñanza de la agricultura será un método positivo en el que se compaginen los ejercicios prácticos y de observación.
Estado de las Escuelas
El advenimiento de los Borbones trajo el mayor trato con las naciones extranjeras, la influencia exterior que despertó el espíritu de curiosidad, el afán investigador científico y nuevas ideas filosóficas que aportarían nuevas ideas pedagógicas. Muchos españoles ilustrados, deseosos de novedades, se pusieron en relación con los enciclopedistas franceses, estudiaron sus libros o no se contentaron con menos que con frecuentar sus cátedras, por lo que las doctrinas en boga de Descartes, de Locke y de Rousseau hallaron pronto prosélitos entre nosotros y hasta discípulos e imitadores. La consecuencia natural fue el choque de ideas; el querer unos difundir las nuevas doctrinas y la resistencia que oponían otros considerándolas como heréticas y peligrosas, de donde se originó una producción de obras pedagógicas, informes, discursos y memorias verdaderamente exuberantes y copiosas, aunque con menos sustancia que sutileza y palabras. De esta época son el Discurso sobre la educación de los artesanos, de Campomanes; las Instrucciones para la enseñanza de los niños, de Reixach; la Educación de nobles, de González Cañaveras; el Verdadero método de estudiar, de Verney; el Tratado teórico-práctico de enseñanza de Jovellanos; el Análisis del “Emilio” de Rousseau, por Cevallos; muchas cartas de Cabarrús, escritos de Feijoo, libros de otros autores que más o menos directa y extensamente tratan de las nuevas doctrinas, relacionadas con las instituciones pedagógicas existentes o con otras que se proponen. Y de esta época es nuestro Viera y Clavijo que mantuvo contacto con ilustres personalidades de ilustrados y en su obra rezuma el espíritu de la Ilustración considerándosele educador “ilustrado”.
Carlos III, influido por las ideas de su tiempo y rodeado de ministros de las nuevas doctrinas de fuera de España promovió reformas radicales en el orden de la enseñanza. Dictó reglamentos para la provisión de cátedras; abolió la tasa de libros; prohibió imprimir pronósticos, romances de ciegos y coplas de ajusticiados; fomentó por todos los medios posibles la creación de escuelas primarias, y, en fin, para hacer la enseñanza obligatoria dispuso que todo concejo tendría una escuela de primeras letras donde no se eximiera ningún niño de frecuentarla. Dispuso también que se establecieran casas de enseñanza para las niñas (escuelas) en los pueblos principales de la monarquía, “dirigidas por matronas honestas e instruidas, prefiriéndose para ser admitidas en estas escuelas las hijas de labradores y artesanos, porque a las otras puede proporcionárseles enseñanza a expensas de sus padres y aun buscar y pagar maestros y maestras”.
Condiciones exigidas a los maestros
Según la Real provisión de 1771 “los que pretendieran ser admitidos para maestros de primeras letras tendrían precisión de presentar ante el corregidor o alcalde mayor de la cabeza de partido de su territorio y comisarios que nombrase su ayuntamiento, atestación auténtica del ordinario eclesiástico de haber sido examinados y aprobados en la doctrina cristiana”.
“También presentarán o harán información de tres testigos ante la justicia del lugar de su domicilio, de su vida de costumbres y limpieza de sangre”.
“Estando corrientes estos documentos, uno o dos comisarios del Ayuntamiento, con asistencia de dos examinadores o veedores, le examinarán, por ante escribano, sobre la pericia del arte de leer, escribir y contar, haciéndole escribir a su presencia muestras de diferentes letras, y extender ejemplares de las cinco cuentas, como está prevenido”
“Con testimonio en breve relación de haberle hallado hábil los examinadores, y de haberse cumplido las demás diligencias, quedando los originales en el Ayuntamiento, se recurrirá con el citado testimonio y con las muestras de lo escrito y cuentas a la Hermandad de San Casiano, de esta Corte, para que, aprobando éstas y presentándose todo en nuestro Consejo, se despache el título correspondiente”.
“A las maestras de niñas, para permitirles la enseñanza, deberá preceder el informe de su vida y costumbres, examen de doctrina por personas que dipute el ordinario y licencia de la justicia, oído el síndico personero sobre las diligencias previas. Ni los maestros ni las maestras podrán enseñar niños de uno y otro sexo; de modo que las maestras admiten sólo niñas y los maestros sólo varones en sus escuelas públicas”.
Métodos de enseñanza
A pesar de los trabajos de la Hermandad o Congregación de San Casiano (Nota 3), a la que Felipe V autorizó en 1743 para que inspeccionase las escuelas; a pesar de la solicitud y celo de muchos Ayuntamientos, que se afanaron en tener buenos maestros seglares o en encargar la dirección de sus escuelas a escolapios (Nota 4), la enseñanza primaria se hallaba atrasadísima en sus métodos, limitándose a enseñar el Catecismo de memoria, leer y escribir mecánicamente y ejecutar algunas operaciones aritméticas. Cuando más, se añadían, algunas reglas de urbanidad y breves nociones de Historia de España. Ha de tenerse en cuenta que no era mejor por entonces la condición de los maestros y de las escuelas en las demás naciones de Europa.
Sociedades Económicas
Una de las instituciones del tiempo de Carlos III fue la de las Sociedades Económicas de Amigos del País, constituidas para velar por los intereses morales y materiales, formadas por todos los hombres amantes de la patria. A ellos se debió la publicación de obras de utilidad, de manuales de artes e industrias, de informes, discursos y memorias sobre los asuntos más diversos, y sobre todo, la creación de multitud de escuelas primarias y de otras con aplicación a la artes.
Viera y Clavijo tuvo un papel preponderante y destacado en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Las Palmas y de Tenerife (Nota 5). En 1785 es nombrado socio de honor de la Sociedad Económica de Amigos del País, recientemente fundada en Las Palmas y forma, con don Miguel Mariano de Toledo, canónigo, el plan de estudios del colegio de San Marcial (Nota 6), que se funda en la ciudad, y del que fue director durante muchos años.
En la Real Sociedad Económica presentó varias memorias de ciencia práctica, sobre las aguas minerales de Teror (1785) y de Telde (1786), el carbón de piedra (1785), el ricino (1786), la rubia silvestre (1786), la barrilla (1786 y 1810), los gusanos de seda (1787), el carbón de leña (1787), la orchilla (1787), la renovación de los sombreros viejos (1788), el modo de desengrasar la lana (1788), las aguas de la ciudad (1788), así como varios discursos, elogios fúnebres y otras composiciones ocasionales (Nota 7).
Varias de sus obras didácticas fueron publicadas en la Imprenta de la Real Sociedad apareciendo en unas como su Director y en otras como Socio de mérito de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria y de honor de la de Tenerife.
De la época de la fundación del colegio de San Marcial es la obrita Advertencia a los Maestros de Escuelas sobre el método de enseñar a los niños, que pronosticaría el Librito de la doctrina rural para que se aficionen los jóvenes al estudio de la Agricultura, (Nota 8) y cuyo trasunto es el siguiente.
TRANSCRIPCIÓN DEL MANUSCRITO
Escuelas de Niños.
Desde luego se han de inspirar á los niños máximas que enoblezcan su espíritu, el amor al trabajo y a las artes. Para que no miren con fastidio la escuela mientras están en ella, se les ha de variar la enseñanza para que no estén mucho tiempo sobre una misma cosa.
Lean y escriban un poco; dibuxen otro rato; aprendan juegos de manos; reciban nociones de Geografía; expliqueseles algo de historia natural; de agricultura, y aún de música. Asi se (fol 2v) harán los niños á mirar con tédio la ociosidad. Salga el maestro algunos días al campo con su escuela, y como por juguéte, enseñeles á conocer la diferencia que hai en la calidad de las piedras y de las tierras; los generos y especies de las plántas con el uso que puedan tener; expliqueles el origen de las fuentes, la causa de las lluvias, de las tempestades, las inaréas, las lunaciones, eclipses. Enseñeles también á plantár, podár, inxertár, sembrar, correr, (fol. 3) nadár, etc.
Utilidad de la Agricultura.
La Agricultura, este arte el primero, el más esencial de las artes; es aquél con cuia invencion honraban los Egipcios á Osiris; los Griegos á Céres y á su hijo Friptolemo; los Ytalianos Saturno y á Júno. Ella fue el único empleo de los Patriarcas, hombres tan respetables por la simplicidad de sus costumbres, bondad de alma y elevación de sentimientos, y fuelas (fol. 3v) delicias de todos los pueblos antiguos. Cyro el Joven había plantado por su mano los árboles de su Jardín, por lo que Lisandro de Lacedemonia exclamó á vista de ellos: “todos los hombres, ó Príncipe, te deben tener por feliz, pues juntas así la virtud a tu grandeza y dignidad”; y llamaba esta ocupación virtud, porque creía, que un Monarca agricultor no podía dexar de ser virtuoso, puesto que tenía gusto por las cosas útiles y diversiones inocentes. Hierón de Siracusa, Átalo, (fol. 4)Filopátor de Pérgamo, Archélao de Macedonia, y un sin número de otros personages, fueron elogiados por Plinio y Xenofonte, a causa de su afición a las labores de los campos.
El cultivo de ellos fue el primer objeto del legislador de los Romanos, y para infundir en sus vasallos la alta idea que le merecía este exercicio, la primera función de los primeros Sacerdotes que había instituido, fue la de ofrecer las primicias de la tierra a los (fol 4v) Dioses, pidiéndoles cosechas abundantes. Estos sacerdotes eran doce, y tenían el nombre de Arvales, de Arva, que significa campo que se labra. Los Cónsules hallaron las cosas en este estado, y no mudaron nada. Toda la campiña de Roma se veía cultivada por los vencedores de las naciones, y los más célebres Romanos, durante muchos siglos, pasaban del campo a exercer los primeros empleos de la República; siendo lo mas digno de observación, que de estos (fol. 5) empleos volvían a las ocupaciones del campo. Serrano sembraba su heredad, quando lo llamaron para que se pusiese a la cabeza del exército. Quinto Ciemato cultivaba un pedazo de tierra que poseía del otro lado del Tíber, quando recibió el nombramiento de Dictador. Él dejó aquel tranquilo exercicio, tomó el mando de las tropas, venció a los enemigos, recibió los honores del triunfo, y al cabo de quince días volvió a ser labrador. En los más bellos días de Roma solo eran reputados por (fol. 5v) ricos, los que eran grandes labradores. La primera moneda se llamó Pecunia á Pecu, y llevaba estampado un buey, ó un carnero, como símbolos de la principal opulencia. Los Protocolos de los Cuestores y Censores de la República se llamaban Pascua, de apacentamiento. Los Ciudadanos Romanos mas distinguidos eran los que formaban la Tribu Rústica; por lo que para castigar a los propietarios por su descuido en la labor de las tierras, los pasaban a la Tribu Urbana, lo que (fol 6) era una ignominia. Cuando se tomó la Ciudad de Cartago por asalto, todos los libros que se hallaron en sus Bibliotecas, se regalaron a varios Príncipes, amigos del pueblo Romano; a ecepcion de los veinte y ocho volúmenes que el caudillo Cartaginés Magen había escrito sobre Agricultura, y se puso a cargo de Decio Syllano su traducción.
Catón (Nota 9) el anciano escribió un tratado sobre el cultivo de los Campos, el cual recomendaba Cicerón a sus hijos, haciendo de él este bello elogio; “Omnium rerum, ex (fol 6v) quibus aliquid exquiritur, nihil est agricultura melius, nihil uberius, nihil dulcius, nihil homine libero dignus”: de todo cuanto se puede indagar nada es mejor que la agricultura, nada más ameno, nada más digno del hombre libre.
La Agricultura nació con las leyes de los hombres en sociedad, y es contemporánea del repartimiento de las tierras. Las primeras riquezas fueron sus frutos, ni conocieron otras los pueblos, mientras todo su interés se reducía a gozar de la (fol. 7) natural felicidad que les proporcionaba el cultivo de su quiñón, o pegujal; mas desde que el espíritu de conquista fue engrandeciendo las naciones, y que el lujo, el comercio, y las otras señales de la grandeza y depravación de los pueblos se fueron fomentando, empezaron los metales a representar la riqueza, y perdiendo la Agricultura su antigua dignidad, se abandonaron las labores del campo a manos subalternas, y solo en las obras de los Poetas se conservó su aprecio, porque no pudieron (fol. 7v) hallar los ingenios en las Ciudades nada que igualase a las deliciosas imágenes de los objetos del campo.
Utilidad de los Montes.
En todos tiempos se ha conocido la suma importancia de la conservación de los montes, y se han mirado como unos bienes propios del Estado, administrados en su nombre. La Religión misma había consagrado los bosques para que les sirviese de defensa la veneración a favor de la utilidad pública. (fol 8) No se buscan ya en ellos, a la verdad, como en el de Dodona, ningunos Oráculos; pero es necesario que una grande atención remplazca aquel culto, y que la vigilancia económica de la Policía ejerza aquella especie de Sacerdocio.
Comprueban sin duda la importancia de este objeto el crecido número de leyes y de ordenanzas relativas a él: bien que ese mismo número nos hacen ver su insuficiencia, y tal será siempre la suerte de ellas. Una ordenanza puede prevenir las contravenciones, y los abusos; (fol. 8v) pero no instruirá, ni desengañará a la ignorancia. La reparación de un monte talado es obra de muchísimo tiempo: para que se críe una viga se necesitan cien años, y como el que replanta no se promete disfrutarla, se procede en esa diligencia con una lentitud perezosa.
Si los montes se deben calificar por bienes del Estado, también los pueblos se consideran con derecho a usar como propietarios de su producto; y de estos dos conceptos nacen naturalmente intereses (fol. 9) opuestos, que el Gobierno debe conciliar. Los pueblos necesitan de madera y de leña; mas al mismo paso que se trate de satisfacer de pronto esta necesidad, es indispensable ocuparse en renovar los defalcos a beneficio de la posteridad, de cuyas comodidades es depositaria la generación presente.
La conservación de un arbolado no es contraria a la corta metódica de sus maderas, antes bien ella es un medio de rejovenecerlo. Los árboles bien podados se (fol. 9v) aumentan anualmente hasta cierto punto, por que hallándose detenida con esta operación la savia en el tronco, por donde debía subir, obra con más fuerza en sus raíces, las profundiza más en la tierra, y las obliga a brotar tallos más vigorosos; pero esta juiciosa economía tiene su término, como lo tiene el terreno para que las raíces se puedan sepultar en él.
Así la vigilancia pública tiene obligación de contener en tiempo la corta de los árboles, y que los (fol. 10) vecinos no sacrifiquen su duración a una satisfacción momentánea. Los árboles que han envejecido se deben conservar para la posteridad, y para sacar las maderas de solidez y de corpulencia que las obras más necesarias exigen.
Árboles prontos.
Toma una raíz de manzano, o de peral, de seis pulgadas de largo; e injerta en ella un tallo de manzano, o de peral escogido, cortada en lengüeta, o flauta, de modo que los cortes se igualen bien. Preparado (fol. 10v) así el injerto, se cubre con estopa, y se mete en tierra la raíz hasta diez o doce pulgadas de profundidad, de suerte que el tallo se halle, a lo menos, cuatro pulgadas dentro de la tierra, la cual se mantiene siempre húmeda. La raíz no debe ser más delgada que el tallo, y puede ser más gruesa, aunque lo mejor será que tallo y raíz sean iguales.
COLOFÓN
Como colofón o remate del breve opúsculo de Viera, cuyo texto trazuma cultura clásica y es una loa a la agricultura, tema grato a las Sociedades Económicas de Amigos del País, añadimos los siguientes versos del libro I de las Geórgicas de Virgilio, cuya traducción completa realizó Viera en el último periodo de su vida en Madrid siguiendo fiel al texto “solo en las obras de los Poetas (Nota 10) se conservó su aprecio”.
¡Qué afortunado el labrador sería
si el fondo de sus bienes conociera!
Lejos de la discordia de las armas,
una dócil, feraz y amiga tierra
procura contentarle a poca costa
con cuanto necesita su modestia...
Nada, nada le falta, porque es suya
la rica, la sin par naturaleza,
las grutas silenciosas y apacibles,
los lagos animados de la pesca,
las vacadas que mugen en los prados,
las fuentes bulliciosas y parleras
cuyo armonioso y placentero arrullo
le infunde al pie de un árbol somnolencia,
los deliciosos valles y los bosques
que excitan a la caza de las fieras...
Es en el campo donde alegre habita
juventud sobria, a la labor atenta,
donde los Dioses son más bien servidos,
y de da a la vejez más reverencia,
pues parece que el campo es aquel clima
en donde la justicia dejó impresas,
al retirarse de la tierra ingrata,
los últimos vestigios de sus huellas...
Cándido el labrador en paz cultiva
con el arado y la encorvada reja,
el pegujal que fue de sus mayores,
y contribuye con su anual tarea
al sustento preciso del Estado.
al de los nietecitos que le cercan,
y aun al de los novillos vigorosos,
compañeros de todas su faenas.
No descansa jamás: los corderillos
aumentan su manda en primavera:
sus trojes en estío se recargan
con rubio grano de feliz cosecha.
El otoño sus frutas le regala
cuando la parra en la colina espera
que el sol madure sus racimos roojos
cuya vendimia el corazón alegra.
Llega el invierno y el aceyte corre
de la aceituna en plácida molienda:
esparcen las encinas sus bellotas
con que afanado el cerdo se apacienta,
y en el monte los árboles erguidos
vivos retoñan y su estirpe aumentan...
Mientras tanto, con gozo inexplicable,
el labrador entre sus brazos lleva
al hijo pequeñuelo que lo halaga
y que su amor oscula con terneza.
En la pajiza casa venturosa
el pudor santo mora, y se respetan
las manos de la esposa, salpicadas
con la leche espumosa de la oveja.
Sobre la felpa de mullida grama
los cabritillos que a sentir empiezan
las nuevas armas de sus fuertes puntas,
topaditas se dan, sin que se ofendan.
Para hacer las labores apacibles
viene a dar el descanso el día de fiesta,
y en la yerba tendido, haciendo corro
con sus jayanes, que en el suelo encuentran
una gran taza de un licor divino,
invoca a Baco por que todos beban.
Luego propone premio al que en un olmo
mejor clavare la veloz saeta,
o al que en la lucha con nervoso brazo
a su competidor mañoso venza.
¡O costumbres campestres envidiables!
Días de la edad de oro, antigua Era,
en que estaban los hombres sin afanes,
y sin dueños maléficos las bestias:
en que huestes ningunas todavía
se juntaban al don de la trompeta,
ni sobre el duro yunque se forjaba
la destructora espada de la guerra.
La lectura de la obrita Advertencia a los Maestros de Escuelas sobre el método de enseñar a los niños nos recuerde, por una parte, la importancia y transcendencia de la escuela popular y nos avive, por otra, el amor e interés por el cuidado y conservación nuestros bosques, fauna y flora de nuestras Islas Canarias. “La vigilancia pública tiene obligación de contener en tiempo la corta de los árboles, y que los vecinos no sacrifiquen su duración a una satisfacción momentánea. Los árboles que han envejecido se deben conservar para la posteridad, y para sacar las maderas de solidez y de corpulencia que las obras más necesarias exigen”.
NOTAS
1.- VIERA Y CLAVIJO, José: Memorias que en relación con su vida escribió don. José de Viera y Clavijo. La Orotava, Imprenta Orotava, 1927 p. 20. Estas memorias fueron redactadas por Viera para Sempere y Guarinos, que lo incluye en su obra Ensayo de una biblioteca española de los mejores escritores del reyno de Carlos III. Madrid, Imprenta Real, 1785.
2.- ALVAREZ DE BUERGO, María Dolores: Inventario General de Manuscritos de la Biblioteca Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife 1989 pág. 16, Ms 2.- Vide etiam MILLARES CARLO, Agustín / HERNÁNDEZ SUÁREZ, Manuel: Biobibliografía de Escritores Canarios (Siglos XVI, XVII y XVIII). Tomo VI, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria 1993 p. 512, X.
3.- La Congregación o Hermandad de San Casiano es poco conocida siendo los autores antiguos José de Casanova y Juan Antonio de Zeballos quienes nos proporcionan algunos datos.
Congregación de San Casiano, fundada por los maestros del arte de escribir en 1642, de la cual se conservan sus Ordenanzas, publicadas en 1647, junto a muestras caligráficas originales de los principales maestros, entre ellos las familias García Moya o Díaz Morante, además de caligrafías y alfabetos impresos de gran belleza tipográfica.
CASANOVA, José de (1613-1692): Primera parte del Arte de escrivir todas formas de letras / escrito y tallado por ... Ioseph de Casanova ... En Madrid : por Diego Díaz de la Carrera : véndelo el autor ..., 1650. [6], 58 h., [1] h. de grab. : il. ; Fol.
ZEBA LLOS, Juan Antonio de: Libro histórico y moral sobre el origen y excelencias del nobilísimo arte de leer, escribir y contar. 1692.
CONGREGACIÓN DE SAN CASIANO (Madrid): Constituciones y ordenanzas que han de observar, y guardar los Hermanos Congregantes de la Hermandad del Glorioso Patron, Martyr, y Obispo San Casiano, desta Villa de Madrid : año de 1719. [S.l. : s.n., s.a.]. 84 p. ; 4º
DÁVILA BALSERA, P.: La honrada medianía. Génesis y formación del magisterio e español. PPU, Barcelona 1994.
LORENZO VICENTE, Juan Antonio: "Perspectiva histórica de la formación de los maestros en España”. En Revista Complutensee de Educación (Madrid 1995) vol. 6, nº 2, pp. 203-229.
PEREYRA, M. A.: La educación institucional: maestros de primeras letras. La Hermandad de San Casiano y las Academias de maestros. En Historia de la Educación en España y América / coord.. por Buenaventura Delgado Criado. Vol. 2, 1993 ( La educación de la España Moderna (siglos XVI-XVIII).
4.- Clérigos regulares pertenecientes a la Orden de las Escuelas Pías, dedicada a la enseñanza. Su nombre oficial es el Orden de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. Fundada en 1597 por San José de Calazanz, en Roma. Se dedicaba a la enseñanza gratuita de los niños pobres de Roma. Se inició en el centro parroquial de Santa Dorotea, y estuvo dirigida por San José de Calasanz. A causa de su crecimiento hubo de trasladarse a la iglesia de San Pantaleón. Esta obra recibió el apoyo de Clemente VIII (1597) y sus estatutos fueron autorizados por la Sede Apostólica (1617). Treinta años más tarde se elevó a Orden de votos solemnes, según constituciones aprobadas y privilegios concedidos que figuran en el Breve Apostolici muneris de Gregorio XV. San José de Calasanz es el verdadero apóstol de la escuela popular, el gran iniciador de la pedagogía moderna y merece estar esculpida en oro su preclara máxima “si el niño es instruido desde sus primeros años en la piedad y en las letras se debe esperar, sin género de duda, que toda su vida sea feliz”. De la época de Viera y Clavijo es el ilustre escolapio Felipe Scío de San Miguel que se preocupó por la reforma de la enseñanza y publicó el Método Uniforme para las Escuelas Pías. El Método uniforme para las escuelas (1780) responde a dos intenciones: recoger la tradición y el buen hacer de la orden en el terreno de la enseñanza de primeras letras, y darle una formulación precisa y estable, que se concretaría en el establecimiento y la adopción de un «método sólido, fácil y uniforme».
5,. RUMEU PALAZUELOS, Enrique: La Económica a través de sus actas. Santa Cruz de Tenerife, 1970.- GARCÍA DEL ROSARIO, Cristóbal: Historia de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas (1776-1900). Las Palmas de Gran Canaria, 1981.- SÁNCHEZ RODRÍGUEZ, Julio: Obispos y clérigos en las Sociedades Económicas de Amigos del País de Gran Canaria y Tenerife. Las Palmas de Gran Canaria, 2003.- PAZ SÁNCHEZ, Manuel de et alii / TOUS MELIÁ, Juan coord..: La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife: sus pasos. San Cristóbal de Laguna, Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, 2003.
6.- BETHENCOURT MASSIEU, Antonio: “Una jornada escolar en Las Palmas de Gran Canaria en 1775”, en Boletín Millares Carlo, 9-10 (1987) 141-154.- FEO RAMOS, José: “La fundación del Colegio de San Marcial en las Palmas y la dirección de Viera y Clavijo”, en El Museo Canario, núm. 1, 1933.- NEGRÍN FAJARDO, Olegario: “Retablo de educadores canarios contemporáneos: de Viera Clavijo a Champsaur Sicilia”, en Anuario de estudios Atlánticos, 28 (1982)705-764; “Un proyecto ilustrado de transformación de la realidad educativa canaria: el “Síndico Personero” de Viera y Clavijo” en IX Coloquio de Historia Canario-Americana, Las Palmas de Gran Canaria, 1990.
Viera y Clavijo en sus Memorias (pp. 54-55) habla del Plan circunstanciado de un colegio para mozos de coro en la Santa Iglesia Catedral Canaria, bajo el título de S. Marcial de Rubicón. 1785.
MILLARES CARLO, Agustín / HERNÁNDEZ SUÁREZ, Manuel: Op. cit., pp. 656-657: De los estudios y escuelas.
7.- MILLARES CARLO, Agustín / HERNÁNDEZ SUÁREZ, Manuel: Op. cit., pp. 493-497.
8.- Librito de la doctrina rural, para que se aficionen los jóvenes al estudio de la Agricultura, propio del hombre.Por el Director de la Real Sociedad Económica de Amigos de Gran Canaria, en obsequio de éste mismo cuerpo patriótico. En la imprenta de la Real Sociedad: Por Francisco de Maula Marina. Año de MDCCCVII.
En 1797 Viera enviaba una Carta circular a los curas, invitándoles enérgicamente de orden del Rey a suscribirse al semanario de agricultura, papel periódico que se publicaba en Madrid.
9.- Marco Porcio Catón llamado también, para distinguirlo de Catón de Útica, el Antiguo o el Censor. Escribió Re Agrícola en que se ocupó en los cultivos y de economía agrícola, publicada por Gesner en sus Scriptores rei rusticae. Biponti [Dos Puentes. Zweibrücken] 1787. También escribió un Libro sobre la educación de los niños del que cita una frase Macrobio.
10.- Entre los Poetas es digno de citarse a fray Luis de León que tradujo el Libro I de las Geórgicas y parte del II. Su oda Vida del campo, que otros llaman Vida solitaria o Vida retirada es la imitación del Beatus ille horaciano. De Horacio apenas ha tomado sino el tema, tan común a todas las literaturas, de la placidez y ventajas de la vida campestre. Las Bodas de las plantas de Viera y Clavijo es un poema didáctico o más bien tratado de botánica en un canto, similar a muchos poemas de su tiempo sobre el mismo tema.