El nombre de nuestras calles (135). Laura de la Puerta

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 17 de marzo de 2024)
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (135)
 
Calle Laura de la Puerta
 
 
En el barrio del Perú
 
 Laura de la Puerta
 
 
Laura de la Puerta Guillén nació en Gáldar (Gran Canaria) en 1881, aunque pronto residiría en Santa Cruz de Tenerife, al ser su padre nombrado Inspector de Primera Enseñanza y su madre Maestra de la Escuela Superior de la calle del Pilar nº 19, a la que Laura asistiría como alumna.
 
          Obtuvo el título de Maestra de Instrucción Primaria Elemental, en la Escuela Normal de Maestros de La Laguna, aprobando, en la convocatoria de junio, el ingreso, las asignaturas de los tres cursos de la carrera y la reválida, todo con nota de sobresaliente y, en la convocatoria de septiembre, obtendría el título de Maestra de Enseñanza Superior, también con nota de sobresaliente, aunque el Ministerio de Fomento sólo le daría el aprobado, al no haber cumplido los 18 años. 
 
          Laura de la Puerta se casó en 1901 con Carlos Grote Fischer, con quién tendría dos hijas, Laura y Mª Carmen. Al morir su esposo, prematuramente, volvió a casarse con Domingo Cabrera Cruz, dramaturgo, poeta y político, trasladándose a vivir a un palacete con forma de castillo, emplazado en el Camino Largo de La Laguna, donde nacería su hijo Rubén.
 
          Nombrada profesora de Ciencias Naturales de la Escuela Normal de Maestras de La Laguna, al año siguiente ocuparía la dirección del Centro, al haber fallecido su titular, doña Clara Marrero. 
 
          En 1911 Laura pasaría a desempeñar su función pedagógica en el Colegio de Señoritas Ntra. Sra. del Carmen, abierto por su padre en la calle Méndez Núñez nº 32, de Santa Cruz de Tenerife, en la vivienda que había sido de su abuelo, Juan de la Puerta. Este Centro se dedicaba a preparar jóvenes de ambos sexos para los exámenes de ingreso en la Escuela de Comercio y los de ingreso y revalida en la Escuela Normal del Magisterio. 
 
          En 1914, Laura reingresaría en la Escuela Normal como profesora especial de dibujo, ocupando también diferentes cargos pedagógicos y administrativos, hasta su jubilación en 1949.
 
          Como Laura estuvo vinculada al mundo cultural, artístico y medioambiental de La Laguna, durante muchos años, al fallecer, su memoria quedó inmortalizada en una anilla metálica con su efigie y su nombre colocada en la palmera que se encuentra delante del que fuera su hogar. Era la primera vez que se le rendía tributo de esta índole a una mujer que no fuera una heroína de guerra, ni una gloria de las letras.
 
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