El nombre de nuestras calles (121). José Murphy
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 28 de enero de 2024)
EL NOMBRE DE NUESTRAS CALLES (121)
Calle José Murphy
Calles Saltillo y Consistorio hasta 1895
Transcurre desde la calle del Castillo a la de Ruiz de Padrón.
José Murphy (Óleo de Gumersindo Robayna, 1885. Museo Municipal de Bellas Artes)
José Murphy y Meade (Santa Cruz de Tenerife, 1774 – Méjico, 1841) era hijo de Patricio y Juana, irlandeses dedicados al comercio y a la consignación de buques en esta capital.
Procurador Síndico personero del Ayuntamiento de Santa Cruz en 1801, al año siguiente fue elegido Consiliario en el Real Consulado del Mar y en 1808 ocupaba el cargo de Vocal y Comisionado de Hacienda, Comercio, Marina Mercante, Policía General y Beneficio Público en la Junta Suprema Gubernativa de Canarias, siendo su representante ante la Junta Superior de Sevilla y Diputado por ésta en la Junta Central de Madrid.
Murphy está considerado el Padre Político de Santa Cruz, al haber conseguido que esta ciudad fuera Capital de las Islas Canarias, cuando el Ayuntamiento lo comisionó como Diputado a las Cortes de Madrid para que representara y defendiera al Municipio en las sesiones que tendrían lugar para elegir la Capital del Archipiélago, entre Las Palmas, La Laguna o Santa Cruz.
Murphy, con su talento, habilidad y tenacidad, desarrollaría una laboriosa gestión logrando que, en la sesión extraordinaria de las Cortes, celebrada el 19 de octubre de 1821, se designara Capital de las Islas Canarias a la Muy Noble, Leal e Invicta Villa de Santa Cruz de Santiago de Tenerife.
Tres meses después, el 27 de enero de 1822, Fernando VII promulgaba el Real Decreto por el que se establecía la división del territorio español en 52 provincias, en la que Santa Cruz de Tenerife, con una población de , sería la Capital de las islas Canarias, que tenían entonces una población de 215.108 personas.
La citada capitalidad se mantendría hasta el 23 de septiembre de 1927, cuando el gobierno de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja decretó la división de las Islas Canarias en dos provincias: Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas.
Destierro
Al haber sido uno de los 23 diputados que, en 1823, votaron a favor de la incapacidad temporal de Fernando VII, Murphy sería sancionado con la confiscación de sus bienes y la pena de muerte a garrote, la cual eludió exiliándose primero a Londres, a través de Gibraltar, y luego definitivamente a Méjico.
En 1834, al ser amnistiado y normalizadas las relaciones políticas con el citado país, Murphy desempeñaría las funciones de Cónsul General de España, sin recibir emolumento alguno.
Como en Tenerife se ignoraba dónde podían estar sus restos mortales, la Tertulia Amigos del 25 de Julio, al considerar que este ilustre personaje debería descansar en paz en su ciudad natal, comenzó a investigar su paradero para llevar a cabo su repatriación, logrando que, en 2006, el historiador mexicano Walter O. Arias Estrada nos comunicara que en el registro de defunción de la Parroquia del Sagrario Metropolitano de Guanajuato (México) consta que, el 4 de julio de 1841, recibió sepultura cristiana en un Panteón del cementerio de Santa Paula, camposanto que desaparecería a finales del s.XIX, siendo exhumados los cadáveres que no tenían pagada la perpetuidad.
Reconocimientos
Aunque a su regreso de Madrid, en 1821, el Ayuntamiento de Santa Cruz le reconoció su dedicación y eficacia y le agradeció sus fructíferas gestiones por haber defendido los derechos de esta Villa, no sería hasta 1895 cuando el arquitecto municipal y concejal del Ayuntamiento don Manuel de Cámara propuso denominar con su nombre a la calle que transcurre desde la del Castillo a la de Ruíz de Padrón.
En 1903, el documento de la Capitalidad, que Murphy había enviado desde Madrid, se añadiría al Libro Verde que se custodia en la caja fuerte del Ayuntamiento.
Pero sería don Marcos Guimerá quien nos desvelaría la inmensa dimensión humana y política de Murphy, al publicar La capitalidad y la división en Canarias (1966) y El Pleito Insular (1976). En 1974, coincidiendo con el bicentenario de su nacimiento, nos presentaría su biografía, titulada José Murphy, la cual ampliaría en 2003, con el título JOSÉ MURPHY (1774 –1841). VIDA, OBRA, EXILIO Y MUERTE.
En 1978, un grupo de ciudadanos tinerfeños le rendiría homenaje de gratitud a tan esclarecido hijo, tal como dice la placa colocada en la vivienda que hoy ocupa la casa en la que nació y vivió, en la calle San Francisco, esquina San Martín, placa que muestra un pequeño relieve de su busto, realizado en bronce por Francisco Borges Salas.
También, la Tertulia Amigos del 25 de Julio le rindió homenaje a su insigne figura, proponiendo al Ayuntamiento capitalino que levantara un monumento a su figura, según los cuatro bocetos y maquetas en yeso y bronce del escultor y pintor Francisco Borges Salas. Dicho monumento sería inaugurado, el 30 de septiembre de 2003, en la Plaza San Francisco. La obra, realizada por el escultor Roberto Barrera Martín, lo representa triste y cabizbajo camino del destierro.
En su base tiene esculpida la frase: “Procurador síndico de este Ayuntamiento que obtuvo para su pueblo natal, la entonces Villa, Puerto y Plaza de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, el título de Capital de la Provincia de Canarias. La Corporación Municipal en señal de agradecimiento a este hijo esclarecido”.
Con este monumento, Santa Cruz saldaba una deuda histórica para con uno de sus hijos más preclaros, mientras que la Corporación Municipal aprobó conmemorar anualmente esta efeméride, cada 27 de enero, para que las nuevas generaciones fueran conscientes de la relevancia de su propia historia, a la vez que le concedía el título de “Padre Político de Santa Cruz”.
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