1898 y las Islas Canarias (1)

Por Alastair F. Robertson (Traducido del inglés por Emilio Abad y publicado en el Diario de Avisos el 5 de noviembre de 2023).

 

          El 15 de febrero de 1898, es decir, hace poco más de 125 años, y cuando los ánimos ya estaban caldeados entre los EE. UU. y España, el U.S.S. Maine sufrió una explosión y se hundió en el puerto de La Habana. Aunque había dudas sobre la causa de la voladura y los políticos españoles intentaron calmar la situación, los estadounidenses exigieron una compensación y, en ambos países, la gente pareció desear la guerra.

 

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Fiebre bélica en España. ¡Abajo el águila americana!

         

          Los periódicos británicos, naturalmente preocupados por los intereses de sus compatriotas en Canarias, informaban de lo que sucedía en las Islas. . En abril, los lectores se enteraban de que había…

INQUIETUD EN LAS PALMAS

          Un inglés residente largo tiempo en Las Palmas, escribe en carta de fecha 5 del corriente: “Todo el mundo aquí está muy inquieto. Mañana deben llegar a las Hespérides (nombre que se da también a estas islas occidentales) tres mil soldados En total vendrán unos nueve mil. Se trabaja día y noche en las fortificaciones, y sólo a nosotros nos han comprado (el corresponsal es comerciante) 1.000 barriles de cemento. En este momento, los ingleses no están bien vistos, ya que se considera que Inglaterra está respaldando a Estados Unidos. El cónsul británico me dice que se le ha informado de que dos de nuestros buques de guerra se mantienen listos en Gibraltar para venir aquí en caso de conflicto y proteger a nuestros compatriotas y los intereses británicos.” 

          Las autoridades gubernativas españolas requisaron todos los almacenes importantes en Gran Canaria y Tenerife a fin de alojar las tropas y acumular provisiones. En Tenerife, donde los almacenes no eran tan numerosos, se llegaron a utilizar algunas iglesias. Desde hacía algún tiempo el gobierno venía incrementando las fortificaciones en Canarias, principalmente en Gran Canaria, donde se habían montado algunos cañones de grueso calibre. La batería principal estaba situada en La Isleta, una alta colina que se levanta sobre Las Palmas, y desde donde los cañones dominaban tanto el puerto como la ciudad.

           Como precaución ante cualquier circunstancia, se habían desembarcado grandes cantidades de grano en Tenerife y Gran Canaria, y más toneladas estaban en camino. Se esperaba en Tenerife la llegada de seis mil soldados procedentes de la Península, que reforzarían la guarnición existente, y se enviaría un número similar a Gran Canaria. De lo que quedaba del Imperio español, las Canarias eran, con mucho, las posesiones más valiosas y debían defenderse a toda costa.

           Se recibían informaciones en el sentido de que la situación en Gran Canaria era insegura. Se había decretado la movilización de reservistas y se esperaba la llegada desde la Península de cincuenta oficiales para instruirlos. Ya habían desembarcado tres mil soldados peninsulares y se esperaban dos mil más el 12 de abril. Estos cinco mil hombres se sumarían a las tropas que guarnecían la isla.

           Tras hacerse público el ultimátum americano, se produjo en Las Palmas una manifestación patriótica. Se quemó la bandera estadounidense y la banda municipal fue obligada a interpretar repetidamente la marcha Cádiz, símbolo de la guerra contra Napoleón.

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Un Regimiento de Infantería de línea desfilando en Las Palmas.

 

21 de abril. Se declara la Guerra.

           En esta situación, y dado el importante número de visitantes y residentes británicos en Canarias, en Inglaterra sorprendía que no se hubiesen enviado barcos de guerra propios para proteger sus vidas e intereses. Incluso en el Parlamento se hizo una pregunta en ese sentido. Sin embargo, en España se pensaba que varios buques de guerra británicos ya habían llegado a Canarias y tenían intención de permanecer allí.

           Otros se preguntaban si existía la posibilidad de un bloqueo de las Canarias por parte de los americanos. Un tal señor A. L. Jones, muy conocido en Gran Canaria y un experto en lo relacionado con el comercio español, declaró que no lo creía. Cada una de las siete Islas Canarias tenía una docena de puertos y un bloqueo de todos ellos sería, según su opinión, totalmente imposible, ya que:

                   “Se necesitarían 100 barcos de guerra para hacerlo, y aún así, la defensa de Las Palmas, tras una preparación de cinco años, está en tal estado de fortificación que ningún barco enemigo podría acercarse. Es sencillamente inexpugnable.” 

          Sin embargo, barcos americanos ya merodeaban por aguas canarias. El señor Mordey, socio de una firma británica de armadores y constructores de barcos, telegrafió a sus amigos de Charleston, en los EE. UU., que había sido capturado por los estadounidenses cuando, pasajero en un barco con bandera española, se marchaba de Canarias

           La situación en el mar era crítica. El vapor español Montserrat, buque de carga con un desplazamiento de 2.306 toneladas, llegó a Las Palmas el 13 de abril procedente de Cádiz, con tropas, material y dinero, y partió el mismo día rumbo a Cienfuegos en Cuba. Se decía que llevaba a bordo mil soldados, ocho millones de pesetas y dieciocho cañones de gran calibre. Sin embargo, aunque los cruceros estadounidenses estaban al acecho frente a Cuba intentando evitar la llegada de cualquier barco español, se difundió la noticia de que el Montserrat había roto el bloqueo estadounidense y alcanzado sin problemas el puerto. Poco después se supo que cuando el Montserrat arribó a Cienfuegos no llevaba a bordo ni un solo soldado, pues las tropas habían sido desembarcadas unos días antes en las Islas Canarias. El Archipiélago estaba siendo fortificado a fondo porque se iba a convertir en una base de abastecimiento. El éxito del Montserrat fue considerado en Madrid como un buen augurio, tanto más cuanto que preocupó mucho al Departamento de Marina de Washington.

 

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Muelle de Santa Cruz de Tenerife

 

 

                                      Continuará…

 

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