Por Mercedes Castellano Fariña
LA PRESA O FUERTE DEL BARRANCO LA TAPIA Y LA BASÍLICA DE CAN DELARIA
La Cueva Achbinico fue un lugar sagrado para los guanches, primer Santuario de la Virgen de Candelaria del eremitorio fundado en 1455, bajo la protección Papal de Eugenio IV y Pio II, hasta la desaparición de la misión hacia 1478 (1). La Imagen venerada por los Guanches de Goymad permaneció en la cueva y allí mismo se organizó su culto (2) después de la conquista de la isla en 1496.
Fernando Álvarez canónigo de Canaria y notario apostólico, da fe el 25 de junio de 1497 de la cera que se hallaba en Candelaria. El obispo Diego de Muros tuvo de esta cera y en su segundo sínodo tras la conquista de Tenerife, incluye el 02 de febrero de La Candelaria en los festivos de la diócesis. La Cueva queda como centro del culto, lugar de peregrinación de romeros y fieles desde su emergente villa de San Cristóbal de La Laguna, siguiendo el criterio del obispo Muros y del clero secular, respetando desde el comienzo los derechos de los guanches sobre la Imagen y su culto.
En la segunda década del siglo XVI el mayordomo de la Virgen de Candelaria, el Regidor Pedro de Lugo sobrino del Adelantado, acomete la construcción de una pequeña iglesia, de unos 21,34 metros de largo y 7,32 metros de ancho en el arenal cerca de la cueva, pegada al risco donde el mar no llegaba y posiblemente donde no le afectaba las correntías del barranco (3).
El arenal es la extensa desembocadura del barranco hoy conocido con el nombre de La Tapia, cuyo cauce va desde la cumbre donde nace, hacia la costa tomando varios nombres en distintos tramos del mismo, así como, recibiendo el caudal de otros importantes barrancos y barranquillos en la cumbre y las medianías.
Su nacimiento se localiza a unos 1.655 metros sobre el nivel del mar con el nombre de barranco de Articosia. Baja serpenteando hacia los 1.486 msnm donde pasa a llamar barranco El Brezo a la altura de la Cruz del Humilladero, un poco más arriba de la Morra de Los Belloteros, que mantiene hasta los 943 msnm, poco más abajo de Media Montaña donde se conoce como barranco La Tapia, por un lugar cercano con este nombre frente a la Morra Pico del Cuervo. Cambia otra vez a barranco El Negrito hacia los 769 msnm en la cercanía de la morra de mismo nombre y a los 637 msnm de Los Borrallos. A la altitud de 589 msnm es el barranco El Barrero, lugar donde las loceras de Candelaria recogían barro o mazapé para su reconocida y estimada loza. A la altura de la Morra de La Cruz toma el nombre de la misma, desde los 501 msnm hasta los 379 msnm en el Camino Los Cuchillos de Malpaís de Candelaria donde se conoce como barranco de La Cumbre, recibiendo el caudal del barranco Alfonso a los 340 msnm y luego el caudal del barranco de Cho Perico, antes de cambiar a barranco Abejo a los 300 msnm, desde donde mantiene esta denominación hasta llegar a los 170 msnm para recuperar el de La Tapia que conserva hasta la carretera TF28, lugar desde donde se conoce con el nombre de barranco El Encajonado hasta la TF1. Desde este lugar y tras la calle José Miguel Galván Bello de Candelaria vuelve a ser conocido por barranco La Tapia que mantiene hasta llegar al mar.
El tramo de barranco El Encajonado se divide en dos ramales entre las cotas 101 y 99 msnm, siendo desviado todo el caudal por el ramal que desemboca por detrás de la Punta de San Blas. El otro ramal, que será objeto de esta publicación, es el causante del aluvión que ocasionó la desaparición de la Imagen y del castillo de San Pedro con sus 8 almas, la noche del 7 al 8 de noviembre de 1826 y qué en su parte final, también se conoce como barranco Martín, llegando junto al Santuario por un importante saltadero en el risco.
El mapa más antiguo del lugar es del ingeniero militar Antonio de Riviere 1740-1743, mostrando con precisión los barrancos, el Santuario, el Castillo y el pueblo de Candelaria.
No se conocen de momento, documentos que refiera desperfectos por agua procedente del cauce del barranco en la iglesia bendecida en 1526, la promovida y edificada a instancia del mayordomo y regidor del Cabildo Pedro de Lugo el sobrino del Adelantado, hasta la declaración del testigo Rodrigo Hernández en la información de 1702.
Tampoco se conocen los datos de su orientación, aunque todo hace pensar, la misma de la primera basílica que la sustituyó en 1669-1672, teniendo presente los datos de la información de 1702 con los desperfectos de las correntías del barranco. En ella declaran como las aguas llegaron con tal violencia qué estando cerrada con un hierro, lo rompió con las puertas, entrando mucha cantidad de agua que llegaba al pecho de testigos cuando ayudaban en el rescate de la Imagen y del Sacramento (4).
Además de las dimensiones pequeñas del Santuario, se estima que el Convento de Candelaria debió ser una sencilla casa en sus comienzos, pues eran tres o cuatros frailes del Convento de La Laguna los que se turnaban en el cuidado del Santuario. Así debió ser hasta el acuerdo con el Obispo Alonso Ruiz de Virués en 1543, ratificado por la Orden en 1544, lo que sumado a la Data del Cabildo 1534 a los Dominicos, ratificada por la corona en 1536 y por el Papa Pablo III en 1542 (pues parte del clero secular y del Cabildo Catedral mostró desacuerdo por la forma de entregar la Imagen y el Santuario por parte del vicario Luis Cabeza de Vaca en 1530), que proporcionó la seguridad y estabilidad a los frailes dominicos para comenzar la edificación de su convento en el lugar, junto a la iglesia por el lado del mar (5).
Foto con las dimensiones aproximadas del Real Convento y la primera Basílica de Candelaria,
Cálculo estimado realizado por Carlos Pallés Darias, utilizando el plano del siglo XVIII del ingeniero militar Antonio Riviere (9).
Gran inundación con la primera Basílica
El dominico Fray Alonso de Espinosa en su obra publicada en 1594, no comenta incidencias en el Santuario procedentes de aguas por correntías del barranco y hace pensar que los graves problemas de esta naturaleza comenzaron con la primera basílica promovida por el Obispo Bartolomé García Ximénez, consagrada el 2 de febrero de 1672, templo de mayores dimensiones y también más cercano al saltadero del barranco que se observa en la primera foto (10). El saltadero posiblemente fuese algo más ancho, pues la Casa Cabildo se localiza a la izquierda del mismo, cuyo acceso era por un pequeño puente hasta casi finales del siglo XX.
José Rodríguez Moure cuenta que las lluvias de 1677 habían arruinado este nuevo templo, es decir, la inundación del mismo ocasiona serios desperfectos, ordenado el Vicario Ximénez las acciones para reparar el templo, o lo que bien parece, edificar un nuevo Santuario, siendo consagrado para el culto el 21 de noviembre de 1680 sin finalizar las obras del retablo del altar mayor (5).
El fuerte del conde de Eril, 1691. El desvío del cauce
El peligro de inundación del Santuario y Convento fue atendido en 1691 por el Gobernador de Canarias y Cádiz, Antonio Vicente Leca Roger de Eril (1644-1715) IV conde de Eril, con la construcción de una presa o “fuerte” desviando el cauce por el ramal que desemboca detrás del risco de San Blas.
Se deduce de José Anchieta, y más tarde de José Rodríguez Moure, que la obra del conde de Eril consistió en una empalizada con gruesos troncos por dos lados, relleno de piedra entre ambos. La longitud debió ser unos 80 metros como el muro actual porque desvió el cauce por el otro ramal.
Este muro de contención para el cambiar el cauce del barranco se fue deteriorando con el tiempo por la fuerza del agua en posteriores correntías, lo que nos lleva a las inundaciones del Santuario y Real Convento de 1701, obligando al prior fray Ángel a solicitar una información y las correspondientes acciones fruto de la misma, para prevenir y proteger de futuras inundaciones procedentes del vecino barranco (3).
No hay constancia de obras o reparaciones en la presa del conde Eril en el barranco hasta la llegada del ingeniero jefe de las Islas Canarias, el militar teniente coronel Antonio de Riviere en 1740. La presa se debió ir deteriorando y perdiendo efectividad, a la vista de su anotación en el mapa “Plano y Perfil del Fuerte de Candelaria con el Proyecto de levantar una porción de Muralla con su estacada al contorno de la Iglesia de La Candelaria con el fin que la referida pueda seguir de estrada encubierta e impedir un desembarco” (6).
En dicho mapa dibuja “L” sobre el cauce del barranco y luego pone lo siguiente: “Barranco el que no se halla oposición de muralla suele ynundar en sus crecidas el referido Convento”
El peligro de aluvión y los avisos previos
Los avisos previos sobre los peligros de inundación del Templo y Real Convento de nuestra Señora de Candelaria, con constancia documental están en la Información de 26 de septiembre de 1702 a solicitud del prior del convento fray Ángel de San Francisco, registrado ante el escribano Pedro de Uribarri, documento en el Archivo Histórico Provincial de Santa Cruz de Tenerife (3), Protocolos Notariales, legajo 121, ff 202r-202v.
Sigue con el documento ante Bernardino Reguilon y Villarroel el 19 de septiembre de 1702, escribano público y mayor de guerra, que firma el mandato del señor Corregidor y capitán de guerra de la isla en La Laguna, dando comisión al alcalde de Güímar para que examine lo declarado por el prior y los testigos en ff 203r-204r, luego seguido con las declaraciones testificales que procedo a resumir:
Testigo Juan Delgado de Ledesma el 23 de septiembre de 1702 en ff 204r-204r-205r-205v, explica que dos diluvios fuertes en 1691 rompieron por fuera los muros de contención para defensa del Santuario y un tercero en 1701, los tres llegando el agua hasta las gradas del altar mayor, tras romper las puertas y entrar con fuerte violencia en el templo. Menciona la obra del desvío en el cauce del barranco por el conde de Eril en 1691. Declara 52 años de edad y firma.
Testigo Juan García Pérez misma fecha en ff 205v-206r-206v207r-207v, amplía la declaración anterior sobre las dos inundaciones del año 1691 y la 1701, además de las obras del conde de Eril desviando el cauce por el otro ramal, añadiendo que la fuerza del agua rompió dicha obra y el agua volvió al viejo cauce, siendo un peligro serio para el Santuario y Convento. Tiene 43 años y no sabe firmar.
Testigo Rodrigo Hernández de 66 años de edad, idéntica fecha en ff 207v-208r-208v, habla sobre las tres inundaciones que relatan los dos anteriores testimonios, añadiendo qué en 1650 con unas fuertes lluvias, el agua bajó por el risco que llaman Gatattumba causando daños en la celda prioral, entrando el agua en la iglesia y salió al mar por una puerta. También comenta la obra del desvío del conde de Eril que ha sido vencida y ha recuperado el anterior cauce. No sabe firmar.
Testigo Juan Pestano de Medina en ff 208v-209r-209v-210r de misma fecha, tiene 67 años y no sabe firmar, cuenta con más detalle el evento de 1650 por el risco, añadiendo que se llevó la caballeriza y un pajar que estaba en el risco. Sigue con las tres posteriores comentadas por los otros testimonios.
Testigo Juan de Barrios condestable del castillo de San Pedro en ff 210r-210v, declara que ha escuchado los incidentes anteriores a 1701 y describe los sucesos de este año porque el agua descubrió los cimientos del castillo, que si dura un poco más se lleva parte del mismo. Firma y tiene 44 años de edad.
Testigo Juan Rodríguez de Santiago de 46 años de edad en ff 211r-211v, habla del diluvio de 1691 describiendo la entrada del agua por la puerta principal hasta las gradas del altar mayor y que religiosos y vecinos abrieron unas zanjas por diferentes sitios para que el agua saliera. Tras ello el capitán general conde Eril desvió el cauce por el otro ramal. El 31 de agosto de 1701 a las 12, un golpe de agua se llevó un pedazo de muralla frente a la puerta por donde entro a la iglesia, de allí al claustro y luego a la portería. El agua llegó a las gradas del altar, sacaron el Señor Sacramento y la Imagen. No sabe firmar.
Testigo Francisco Hernández de 24 años en ff 211v-212r-212v, da testimonio del suceso del 31 de agosto de 1701 y añade que no se dañó el edificio debido a las zanjas que se abrieron para desaguar. No sabe firmar
Las siete declaraciones son firmadas por el alcalde Real ante el escribano Juan Zavala y Loretto, dejando testimonio del peligro para el Santuario que entrañaba la situación junto al saltadero del barranco en su amplia desembocadura, porque el fuerte o presa de 1691 para desviar el cauce se había vencido con fuertes lluvias, recuperando el barranco su viejo cauce (4).
José de Anchieta y Alarcón estando en Candelaria el año 1755 junto al regidor Fernando Molina y el escribano Roque Penedo para recibir la casa nueva del Cabildo que se terminaba de hacer, dice que las diligencias y consultas del convento para la licencia y auto del reconocimiento que hicieron del barranco con certificado del escribano, están en el legajo nuevo número cuatro del archivo del convento. Hacen dicha inspección porque ese año había llovido intensamente y la corriente de agua había deshecho una montañeta de tierra en lo alto, entullando de piedras y tierra el cauce, ocasionando el rebosado del barranco qué pasando cerca del convento, a punto estuvo de romper la muralla del camino a Güímar junto al saltadero de la casa nueva del Cabildo.
Por acuerdo del Cabildo, el regidor y Anchieta entregan 300 pesos al convento para obras en el barranco con un nuevo fuerte. Comenta que primero estaba atajado con una empalizada de palos gruesos a dos bandas en forma de cajón y relleno de piedras. Luego deshicieron esto e hicieron una muralla de piedra y cal que es la que se entullaba y rebosaba (esta debió ser la obra tras la entrega financiera del Cabildo pues la anotación se localiza en 1766). Sigue explicando que en la punta de abajo del muro, la corriente había cavado un hoyo que sólo faltaba una vara para embocarse todo el barranco directo al convento.
Un siglo más tarde tiene lugar la mayor catástrofe natural en la historia de Tenerife, el huracán del 7 de noviembre 1826, descrito por el inglés Alfred Diston, residente en el Puerto de La Orotava con una fuerte brisa del sudeste y lluvia desde las nueve de la mañana, que se volvió más fuerte a las 2 de la madrugada del día 8, cuando el viento cambió desde sudeste hacia el norte y sopló terriblemente, lo que hizo aumentar la intensidad de la lluvia.
Tras el episodio tormentoso, los destrozos y pérdidas de vidas humanas en toda la isla fueron terribles y numerosas (7). La presa en Candelaria para desviar el cauce del barranco cedió a la corriente de agua en algún momento de esa trágica noche, aumentando la fuerza del impacto contra el castillo de San Pedro, la pared de la capilla del Convento con la Imagen y unas doce casas que fueron arrastradas al mar. La intensa búsqueda en días y semanas posteriores no logró recuperar los 8 cuerpos de la familia fallecida en el Castillo de San Pedro ni la Imagen de La Candelaria de los Naturales Guanches.
La presa del barranco y la actual Basílica
En 1922 regresan los Padres predicadores al Santuario y Real Convento, recuperando la iniciativa del nuevo templo tras el incendio de 1789, luego paralizado por el aluvión de 1826.
Un proyecto del arquitecto suizo Max Alioth (1883-1968) con cambio de emplazamiento sobre el risco de la Magdalena, lo que solucionaba el riesgo de inundación que procedía del barranco.
El dibujo del proyecto sobre el risco que se conserva y foto (10) con la instalación de pilares, a distinta altura y con la inclinación en rampa para las vías, utilizando vagonetas para trasladar los materiales de la construcción desde el arenal hasta la parte alta del risco, método que se venía usando en la construcción de las galerías de agua desde finales del siglo XIX.
La obra de este ambicioso proyecto se detiene al detectar problemas en la cimentación para una obra de tanto peso y envergadura, siendo un revés importante, pues el emplazamiento del risco ofrecía una impresionante amplitud y grandiosidad a la edificación.
Por otro lado, los recursos económicos fue otro factor que interrumpe la obra de Max Alioth de forma definitiva por segunda ocasión, a pesar del cambio de emplazamiento al solar y muros del pasado intento de reconstrucción tras al incendio de 1789 y aluvión posterior de 1826, pues ya en el periodo de la II República, los fondos alcanzan para la presa del barranco, el techado del altar mayor y de las dos naves laterales antes que la guerra civil en España imposibilitara por completo la obra.
Para este cambio de emplazamiento del proyecto Alioth era condición previa, erradicar las inundaciones de aguas torrenciales desde el barranco en cuya desembocadura se localiza el Santuario y Real Convento, nuevamente mediante una presa o fuerte para desviar el cauce por el otro ramal.
Dicha obra se ejecuta en tiempos de la II República en el mismo lugar donde se conoce la primera actuación a instancia del conde Eril en 1691, el punto del barranco donde se divide en dos ramales, con fondos propios de los Padres Dominicos, tal y como, dejaron escrito en el mismo muro de unos casi 80 metros de largo.
Un aprovechamiento agrícola en años posteriores, más tarde urbano con creación de viarios y urbanismo, deja poco reconocible el cauce de este ramal hasta llegar a la calle José Miguel Galván Bello, calle situada casi paralela y por debajo de la autovía TF1, donde vuelve a ser visible y conocido como barranco de Martín, cuyo saltadero junto a la Casa Cabildo se canalizo en décadas recientes, localizando en la actualidad una fuente en escalera sobre unos servicios públicos junto a un jardín-parque infantil, siguiendo el cauce de forma soterrada bajo la actual plaza de La Patrona de Canarias por el medio de la misma hasta llegar al mar.
En estas recientes fotos (10) se observa la presa o muro del barranco El Encajonado con el que se ha desviado el cauce por el ramal que va por detrás del risco de San Blas como en los siglos anteriores. El soterramiento del saltadero y tubos por debajo de la plaza es el desagüe del barranco Martín o parte final de este ramal del barranco La Tapia.
El actual proyecto de remodelación de la plaza (8), pendiente de financiación para la ejecución, dispone crear en el cauce del barranco Martín un auditorio al aire libre, paseos que surcan el barranco donde se espera respetar las laderas, la vegetación, fauna y las estaciones de grabados guanches. Esta área I de las cuatro que compone el proyecto, dispone un centro de visitantes en la parte alta de la “morra” bajo el IES Santa Ana, destinados a diferentes usos. La propuesta de regeneración en el proyecto incluye sistemas de recogida de agua de lluvia para su utilización en el riego.
A continuación figuran dos fotos de la estación de grabados guanches (10) en el barranco Martín en el área I del proyecto.
Se incluye un ascensor con mirador en la parte alta no apto para personas con problemas de alturas. Ya en la zona baja de la calle Antón Guanche hacia donde se localiza la Casa Cabildo, continua el proyecto con el área 2 de Plaza de los Artesanos, siendo el espacio que conecta el barranco con el área III de la plaza de la Patrona de Canarias y el área IV de la calle de San Blas donde se localiza la cueva Achbinico o de San Blas (8).
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NOTAS:
1.- Antonio Rumeu de Armas, La Conquista de Tenerife de 1494 a 1496.
2.- Lorenzo Santana Rodríguez, La Candelaria de los guanches, la de los agustinos y la de los dominicos. Dos visiones opuestas del culto candelariero.
3.- Protocolos Notariales del Archivo Histórico de Santa Cruz de Tenerife.
4.- Amaro Pargo. Documentos de una vida. Volumen siete. Estirpe (Siglo XIX), Daniel García Pulido, Valeria Aguiar Bobet, Manuel de Paz Sánchez
5.- José Rodríguez Moure, Historia de Achmayex Guayaxerax Achoron Achaman.
6.- Descripción geográfica de la Islas Canarias (1740-1743) de Don Antonio de Riviere, Juan Tous Meliá
7.- Los trajes canarios, de Alfred Diston.
8.- La Basílica de Candelaria. Crónica de una construcción.
9.- Medidas estimadas sobre mapa de Riviere por Carlos Pallés Darias
10.- Fotos archivo propio y fotos anónimos.
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