Solomon Berliner. El primer Cónsul de los EE.UU. en Tenerife (I)

 
Por Ken Fisher (Traducido del inglés por Emilio Abad Ripoll y publicado en el Diario de Avisos el 24 de abril de 2023).
 
 
          He escrito estos artículos para atraer la atención de mis compañeros historiadores españoles sobre una de las principales fuentes de la historia de las Islas Canarias, que parece haber sido pasada por alto y que bien merece una investigación más profunda.
 
          Solomon Berliner era natural de Nueva York y, como su nombre indica, judío Otro neoyorquino, el presidente Grover Cleveland, amigo de los hebreos, lo había nombrado cónsul en las Islas Canarias en 1897. Desafortunadamente, Solomon tuvo que esperar hasta el final de la guerra hispanoamericana de 1898 para, en noviembre del siguiente año, asumir su cargo. Tenía entonces 43 años, era soltero y su puesto de trabajo se localizaba en Tenerife. Fue el primer cónsul de los Estados Unidos, porque antes de su nombramiento la denominación del puesto era la de Agente Consular.
 
Consulado norteamericano
 
 
Consulado de los Estados Unidos de América del Norte en la Plaza 25 de Julio de Santa Cruz de Tenerife
(Fuente: Fondo Carlos Pallés)
 
         
          Desde los primeros momentos en que ocupó el cargo, Solomon se tomó muy en serio su trabajo y constantemente enviaba informes al Secretario de Estado de los Estados Unidos. Los primeros parecían referirse especialmente a la situación en la que se encontraba Canarias con respecto a las distintas enfermedades más comunes de la época.
 
           Dos ejemplos de estos informes nos sirven como demostración de lo anterior:
 
                    “Señor: Tengo el honor de informar que la costa francesa en el oeste de África, especialmente Senegal, ha sido declarada en cuarentena como consecuencia de la fiebre amarilla. Me han informado que la enfermedad es de una variedad muy maligna; las personas contagiadas generalmente no sobreviven más allá de las dos o tres horas. 
 
                    Solomon Berliner, Cónsul, Tenerife 20 de julio de 1900.”
 
          Quizás Salomón deseaba hacerse notar o buscaba un aumento de sueldo por la peligrosidad de la zona, o ambas cosas a la vez. El segundo informe es más detallado e interesante:
 
                    “Señor: Tengo el honor de informar que se ha decretado la cuarentena para los barcos que proceden de Cardiff. El primero en llegar hoy ha sido el SS Dalmally con una carga de carbón; ha sido puesto en cuarentena. Cuando pase tres días en observación deberá volver a hacerse a la mar y vaciará toda el agua que tenga a bordo, luego regresará a puerto y se procederá a efectuarle una profunda fumigación y desinfección, tras lo cual podrá proceder a la descarga. Me han informado que en estos momentos navegan hacia aquí otros tres vapores, Tendrán que someterse al mismo procedimiento
 
                     Solomon Berliner, Cónsul, Tenerife 19 de octubre de 1900.”
 
          Todos los informes de Solomon están bien documentados y muchos abren la puerta a posteriores investigaciones.
 
          Jenny Ottenberg vivía en Washington y se había graduado en la Universidad de Columbia en Nueva York. Era una empedernida coleccionista de sellos postales y decidió aplicar al pasatiempo un modelo comercial. Jenny localizó las direcciones de todos los Agentes Consulares estadounidenses destinados en lugares no muy comunes y les escribió pidiéndoles que le guardaran y enviaran sellos. Solomon recibió una de estas cartas y complació el deseo de la joven; la dulce respuesta de gratitud de Jenny condujo a otra carta y a la remisión de más sellos. Al poco tiempo se estableció una correspondencia regular entre los dos que llevó, incluso, al intercambio de fotografías. Se adivinaba el inicio de un idilio.
 
          Ninguna de las cartas ha llegado a nuestros días, por lo que solo nos queda imaginar como se desarrolló el romance. A pesar de la pérdida de esta fuente primaria de información, sabemos que, en el verano de 1901, Solomon se ausentó del Consulado, especialmente autorizado, y se trasladó en barco, vía Liverpool, a los Estados Unidos.
 
          La boda se celebró el 1 de septiembre y constituyó un acontecimiento extraordinario. El New York Times informó detalladamente del enlace, incluyendo una minuciosa relación de todos los regalos que el novio hizo a  la novia, aparte de la dote. Y el ritual fue algo diferente al de una boda cristiana: 
 
                    “El cortejo nupcial estaba encabezado por seis invitados precediendo a la señorita Bertha Ottenberg, dama de honor y hermana de la novia, a la que seguían la desposada con su madre y su padre, y el novio acompañado del padrino, S.M. Goldfogle”.(La mamá judía, a diferencia de las madres anglicanas, no se quedaba detrás en un banco mientras su esposo entregaba a su hija.)
 
                    “La novia estaba ataviada con un vestido de seda china blanca, regalo del novio. Se lo había traído de Tenerife, y estaba completamente recubierto de finos encajes elaborados por bordadores locales que son maestros en ese arte. Un deslumbrante diamante, regalado por el novio, sujetaba el velo de la novia.
 
                     Otros obsequios del novio a la novia fueron un juego de pendientes y anillo de diamantes, una bandera estadounidense  formada con rubíes, zafiros y diamantes y una mariposa dibujada también con diamantes
Los invitados obsequiaron a la novia con valiosos regalos.” (Se relacionaban en una lista).
 
                  “Tras el banquete de bodas, servido para unos 100 comensales, los novios viajarán a Nueva York alojándose en el Hotel Fifth Avenue, donde permanecerán hasta el miércoles, día en que, de camino a las Islas Canarias, partirán hacia Inglaterra a bordo del SS Germanic; harán una escala de corta duración en Marruecos. En Tenerife el señor Berliner ha adquirido y amueblado totalmente una villa como regalo a su esposa.”
 
          Jenny tenía 22 años y Solomon 44, lo que no era muy raro en aquellos tiempos.
 
          Uno de los invitados a la boda fue Walter Wyman, que era el Cirujano Jefe del Hospital del Servicio Marítimo de los Estados Unidos. Pidió a Solomon que le remitiera un informe sobre las Islas Canarias como posible centro de tratamiento para enfermos de tuberculosis.
 
          Antes de partir para la boda, Solomon había enviado un informe bien documentado sobre “La lepra en las Islas Canarias”, pero su trabajo de investigación sobre la idoneidad de Canarias en la lucha contra la tuberculosis fue todavía más detallado y, como lo remitió igualmente a la Secretaría de Estado, su valía creció a ojos de sus superiores.
 
         Solomon y Jenny Berliner tuvieron dos hijos durante su estancia en Tenerife: Julius Frederick Thomas nacido en 1902 y Miriam nacida en 1904.
 
          Desempeñaron sus funciones de manera ejemplar y los informes de Solomon se prodigaron, lo que los convierte en referencias ideales para los futuros investigadores de la historia de las Islas Canarias. 
 
          He aquí otro ejemplo de sus minuciosos informes, uno de los últimos, ya en 1910: 
 
                    “Tengo el honor de informar desde Tenerife que 11.746 personas partieron de las Islas Canarias con destino Cuba en 1909, lo que representa un incremento de 5.917 con respecto al año anterior. Estos emigrantes son los mejores trabajadores que se pueden conseguir para labores agrícolas y, tras ahorrar el dinero que consideran necesario para poder comprar un pequeño terreno, regresan a sus antiguos hogares.”
 
          Lamentablemente, en julio de 1910, la frágil salud de Solomon obligó a la familia a regresar a Washington. Estaban alojados en casa de los padres de Jenny, a la espera de un destino en Suiza que le habían prometido, cuando Solomon murió repentinamente el 14 de noviembre de 1910. Tenía 54 años y Jenny quedaba viuda a los 31 y con dos hijos de 8 y 5. Su hija menor, Miriam conoció el nuevo milenio, pues falleció a los 96 años. El puesto prometido en Suiza parece indicar la presencia de una enfermedad pulmonar.
 
          Y si la dirección del Diario de Avisos lo permite, en posteriores entregas reproduciremos otros informes de Solomon Berliner sobre el comercio y la salud en las islas en el inicio del siglo XX.  
 
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