El nombre de nuestras calles (46). Carlos J. R. Hamilton

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el Diario de Avisos el 30 de abril de 2023).
 
 
EL  NOMBRE  DE  NUESTRAS  CALLES  (46)
 
Calle Carlos J. R. Hamilton
 
 
Vía principal de entrada a Residencial Anaga que transcurre paralela a la Rambla de Santa Cruz.  
 
Carlos J.R. Hamilton
 
 
 Carlos José Rufino Halmilton y Monteverde (La Laguna, 1879 – Santa Cruz de Tenerife, 1967)
 
 
          Después de realizar sus estudios en el Wimblendon College de Londres llevaría a cabo su formación mercantil y financiera en el centro Maucel et Prom de Burdeos (Francia). Se casaría con su prima hermana Lilian Francés Hamilton Le Bru y tendrían tres hijos y tres hijas.
 
          Incorporado a la Casa Hamilton, situada en la calle La Marina 15, empresa que regentaban su padre y su tío, dedicada a la consignación naviera, carboneo y el comercio del vino, plátanos, tomates y papas, así como a los seguros marítimos, banca y sociedades de agua.
 
          Carlos José Rufino llevaría las riendas de le empresa hasta 1941, junto con su primo hermano Hugh James Hamilton Le Brun.
 
Actividad Social
 
          Presidente de la Junta de Obras del Puerto, desde 1948 a 1957. En estos años difíciles, debido a la posguerra, llevaría a cabo una serie de obras portuarias, entre ellas la finalización del muelle de Ribera, la construcción del edificio de la Autoridad Portuaria, bloques de viviendas para los empleados, talleres, etc.  
 
           Fundador y primer Presidente de la Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife (1946), impulsaría la creación del Hogar Escuela Maria Auxiliadora, en la calle La Rosa.
 
          Fue uno de los veintinueve socios fundadores del Real Club Náutico de Tenerife en el año 1902 – Club Tinerfeño-, siendo nombrado contador del mismo, dado sus conocimientos empresariales.
 
          Hombre muy religioso, presidiría la Casa de Ejercicios Espirituales de Santa Cruz de Tenerife y diversas Hermandades, siendo nombrado Esclavo Mayor de la Cofradía del Cristo de La Laguna. Fue mecenas del Hospitalito de Niños, al igual que lo había hecho su madre.
 
           Por todas estas buenas acciones sería condecorado con la medalla de San Hermenegildo y la de San Gregorio Magno. 
 
          A su funeral asistirían las principales autoridades y numeroso público. El obituario, que al día siguiente publicaba la prensa local, entre otras cosas decía: “Su trato distinguido y caballeroso le granjearon el respeto y la simpatía de sus numerosas relaciones sociales como una de las figuras más representativas de nuestra isla”. 
 
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