Ha nacido un actor: Chela y Hamlet

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en La Tarde el 1 de noviembre de 1973).
 
 
          Había finalizado la primera parte de Hamlet; una fase que francamente, nos había subyugado con aquella “revolución” que se le había hecho a Shakespeare; con aquella escenografía; con aquellos desgarradores coros; con aquella música de tambores y guitarras eléctricas. Y con Chela. Por eso fuimos allí, junto a las tramoyas y camerinos para dar la enhorabuena, tan anticipada como espontánea, al compañero y amigo, que aún bajo los efectos de aquellas acciones de piedad y pavor, sólo pudimos decirnos:  
 
          —¿Qué comenta el público? 
 
          Pues te lo vamos a decir, Chela. Y te lo decimos ahora, cuando ha concluido la tragedia; porque nosotros somos parte de ese público; del que te interesó una respuesta, una opinión, viniese de quien viniese, del género que fuese.
 
          Hamlet, ¡casi nada! Había que tener arrestos para enfrentarse a tal pieza teatral. De entrada, lo que más entusiasmó fue la disciplina de todo el conjunto; su ritmo; su coordinación. Sólo el pensar que se trata de un grupo de aficionados inclinan al más encendido aplauso.
 
          Sentimos orgullo, legítimo orgullo, de comprobar que una juventud nuestra estudia, se afana, se sacrifica y entusiasma ante unas candilejas para intentar emociones y aplausos –¡sólo eso: emociones y aplausos, en una sociedad de consumo, rabiosamente materialista!- en un público que entra siempre con cierto recelo al espectáculo cuando en el cartel hay un Juan Pérez que además es de la localidad…
 
          Pues sí; creemos que Polonio (Pepe Lara) estuvo insuperable; que a Pascual Arroyo se le podría conceder la medalla al “Mérito de la Fe” y que la voz y el gesto del sepulturero trajo un poco de sosiego e hilaridad a tanto nudo en la garganta.
 
          ¿Y qué podemos decir de ti, Chela? Verás. Nos desternillamos de risa habitualmente en estas mismas columnas con tus inefables “apuntes hipocondríacos”, pero anoche ¡caramba, eso se avisa!, te pusiste serio. Pero que muy serio. ¿Sabes? No tuviste una sola vacilación, un desliz un “gallo” oral. Dios guarde por muchos años tu privilegiada memoria. Nos sorprendiste con tu aplomo y seguridad. Mandabas sobre el escenario. Tu versatilidad, confirmada. Cuando el encargado de emplear “tijeras” recorte algo que sobre en la segunda parte, el Hamlet de la Caja de Ahorros saldrá bordado.
 
          Nos habían dicho que Chela era un actor. Anoche, bajo nuestro modesto prisma, pudimos comprobar que sobre el tablado del Guimerá nació un actor-actor. Y que se llama Chela, nombre artístico garantizado de antemano.
 
 
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