El pailebot Celia. Un barco y una saga familiar

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito  (Publicado en la revista de la Real Liga Naval y en El Día / La Prensa el año 2017).
 
 
          No pocas veces nos sucede, a cuantos intentamos dar a conocer la historia de nuestras islas, que nos empecinamos en rebuscar en archivos y bibliotecas todo aquello que consideramos parte muy importante de nuestro pasado y en el esfuerzo nos vamos alejando de la vida real y de tantos recuerdos cercanos a nosotros, de nuestros ancestros ,los parientes próximos, los vecinos más transitados y en el colmo de nuestros aparentes desprecios hacia la historia domestica, hasta dejamos de mirar las fotografías o los cuadros que cuelgan de nuestras paredes, heredados de nuestros ya desaparecidos familiares.
 
          Me acuso de mi abandono y mi falta de interés hacia el retrato de un pailebote que colgaba de la pared de una antigua vivienda del pueblo tinerfeño de San Miguel, propiedad de la familia Díaz-Flores a la que pertenecen orgullosamente mis nietos Fernando y Alberto Díaz-Flores Valladares. 
 
          ¿Y por qué ahora ese recordar tan repentino? Para quien ha tenido como estudios y profesión en su juventud la vida de la mar, iniciada en su tierra natal, Santa Cruz de Tenerife, con paso por la Escuela de Náutica y Maquinas y una posterior actividad en barcos de nuestra marina mercante y nuestra Armada, como es el caso de quien estas líneas escribe, un barco algo más tiene que expresar que la simple nostalgia de recordar su silueta ya desvaída por el tiempo y los naturales abandonos de los lugares que han dejado de ser residencia habitual de las familias a las que se han unido nuestros hijos, porque la vida los ha llevado a otros lugares y así ha ocurrido a una parte de la familia Díaz-Flores en tiempos no muy pasados residentes en San Miguel. 
 
          Y surge el recuerdo por la noticia sobre el encuentro de un buceador en la mar con un pecio al que se reconoce con toda probabilidad como el Tinerfe. Un barco trágicamente desaparecido allá por la mitad del siglo XIX, con su carga de personas y losetas chasneras. Un magnífico trabajo sobre esta tragedia en la mar, publicado por Don Octavio Rodríguez Delgado en el año 2015, da una autentica lección de la historia de este barco construido en 1857 y que tan corta vida marinera pudo desarrollar ya que un desgraciado naufragio acabó con su vida marinera y las de sus 12 tripulantes en el año de 1862. Desgraciadamente la plataforma continental que rodea a nuestras islas con su rápido descenso a aguas muy profundas no permite encontrar con facilidad lo que la mar lleva a sus fondos y nos deja huérfanos de tanta historia de victorias navales sobre nuestros enemigos .Recordemos entre tantas gloriosas jornadas la presencia en nuestras islas y las Azores y Madeira de los miembros de la saga de los grandes marinos de la familia Bazán que ya nos defendían de la piratería en la primera mitad del siglo XVI. O la presencia de esta misma familia en nuestras aguas en tiempos de la batalla naval de la Isla Terceira. Aun busco y rebusco en cuantos archivos están a mi alcance poder encontrar la evidencia de una presencia en alguno de los barcos bajo su mando como tripulantes, infantes de marina o marineros a los hermanos Miguel y Rodrigo de Cervantes Saavedra, que pudieron pasar por nuestras costas. Por ello cada descubrimiento se acompaña de una alegría para los investigadores y un acto de contrición para los historiadores tan olvidadizos de nuestro pasado marítimo.
 
          Y vino a mi mente, pensando y recordando barcos, candrays o pailebotes (el término pailebote según me aclara mi buen amigo capitán de la marina mercante Don José Luis Chinea López es la transcripción al español de las palabras inglesas pilot boat, pequeño buque asignado a los prácticos de puerto) la imagen que en el fondo de mis recuerdos tenía de un cuadro visto, como ya he mencionado, en el salón de la casa de la familia Díaz Flores en el municipio de San Miguel. 
 
CELIA - 1
 
El pailebot Celia
(En evidente mal estado por la humedad del municipio de San Miguel)
 
         
          ¿Y un barco allí era la simple presencia de un adorno de la sala? ¿Era un testigo de la emigración tan repetida y con tintes de tragedia de los mejores hombres y mujeres de nuestras familias hacia una América que no siempre fue generosa con su esfuerzo? ¿Era un ejemplo más del tesón de nuestros antepasados por dar vida a los quehaceres agrícolas y sus frutos que tanta lejanía tenían de los puertos capitalinos de las islas, por nuestras pésimas comunicaciones terrestres? No podía ya dejar de investigar el por qué esa imagen marinera tan evocadora de aventuras de alegrías o desgracias adornaba las paredes del vetusto salón. 
 
          Lo primero pues tratar de encontrar por una parte el nombre del barco y por otra a sus dueños, misión en la que encontré desde el primer momento toda la sabia y colaboración del propietario de la casa mi buen amigo y consuegro Don José Díaz Flores Feo que aunque transcurren los años sigue conservando cuantas vivencias ha visto pasar en el entorno de la mansión familiar y de sus pertenencias, incluida la vida de nuestro pailebote Y afortunadamente pocas familias de nuestra isla pueden aportar más personajes con una presencia tan asociada a la agricultura, al comercio, a la emigración ,a la historia de Venezuela, y a la historia de Tenerife a través de sus personajes públicos como esta familia, con inclusión del Premio Canarias de Investigación en 1992 otorgado a su hermano Don Lucio Díaz Flores Feo, insigne médico y catedrático hoy ya jubilado de nuestra Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna. 
 
          Si por municipalismo histórico hemos de empezar, fue Don José Díaz Flores el primer alcalde y fundador del hoy Ayuntamiento de Fasnia allá por el año de 1795. Cargo que también ostentaría su hijo Don José Díaz Flores Díaz en el año 1805. Nuestra historia canaria soportada sobre múltiples endogamias naturales o administrativas hizo que fuera el sacerdote Don José Nicolás Valladares, por entonces párroco de Arico aunque natural de La Orotava, quien dispensó de consanguinidad y casó al primer alcalde de Fasnia. Como también fue alcalde Don Antonio Díaz Flores en 1820, aunque en esta ocasión como alcalde de mar en Fasnia. Por no ser solamente un rico emigrante olvidado de su tierra y sus orígenes tinerfeños, como lo han sido tantos otros, fue el nieto del primer alcalde, Don Antonio Díaz Flores Cartaya no solamente un emprendedor de grandes proyectos agrícolas e inmobiliarios, sino igualmente como sus antepasados alcalde, pero esta vez del Municipio de La Orotava, en dos ocasiones 1863 y 1872. Resulta hoy anecdótico recordar que uno de sus mandatos en el Ayuntamiento orotavense se correspondió con el breve reinado de aquel experimento monárquico como fue el reinado de Don Amadeo de Saboya. Fue Don Antonio un gran propietario de fincas para su explotación agrícola no solo en La Orotava sino que emprendió grandes inversiones inmobiliarias tan notorias como La Casa de Los Balcones de La Orotava o el edificio en el mismo municipio conocido como casa Díaz Flores en la calle Colegio que fue propiedad de La Compañía de Jesús y hotel. Hay que recordar que aun se discute el origen de las construcciones conocidas como pirámides en la finca Chacona del municipio de Güimar, propiedad de Don Antonio, aunque un buen número de investigadores apostaremos siempre como obra nacida bajo su inspiración masónica, auspiciada por la necesidad de retirar los cascajos volcánicos para sembrar en esa tierra. Opinión que sigo manteniendo tras haber leído con atención las numerosas y detalladas páginas de su testamento y libro de cuentas, gracias al concurso de nuestro apreciadísimo Archivo Histórico Provincial de Tenerife y a la nunca bien pagada amabilidad de Don Carlos Rodríguez Morales.
 
          La emigración para esta familia no fue siempre una carrera de éxitos pues también hubo de sufrir el alevoso y repugnante asesinato en Caracas en el año 1811 de Don Juan Díaz Flores en el levantamiento contra la primera republica de Venezuela como defensor que era de su patria, España. Mi admiración por el “libertador” Bolívar nunca ha sido muy feliz, una vez leído y analizado su manifiesto de 15 de Junio de 1813 contra españoles y canarios. El sano y manipulado pueblo español suele dar la espalda a sus héroes, como Blas de Lezo o Bernardo de Gálvez entre otros pero recuerda elevar placas, bronces y calles a los que han colaborado a deshacer nuestra obra en la América Hispana. 
 
          Otra cara más exitosa y feliz para la familia en Venezuela, ya integrada en la nueva republica emancipada de la corona española, fue la redacción de la primera historia de ese país por Rafael María Baralt con la colaboración de Ramón Díaz, al que en la obra del venezolano Vicente Dávila se le menciona como hijo de Rosario Díaz Flores hija del asesinado Juan Díaz Flores. Don Octavio Rodríguez Delgado en su libro Fasnia, la gestación de un pueblo confirma a esta Rosario como hija del mencionado Juan Díaz-Flores y de su esposa Bárbara González 
 
          Pero no vamos a ahondar en tantas vidas para no perder el rastro de las estelas en la mar  el barco de nuestro interés. Ahora ya `podemos decir sin dudarlo, a la vista de documentos y datos contenidos en numerosas publicaciones, la mayoría de ellas encontradas en los más diversos papeles familiares, archivos de la historia canaria,  rtículos de difusión como los del cronista oficial de Fasnia el Sr. Octavio Rodríguez, y bien conservados recortes de prensa, que fue el propietario de nuestro investigado barco Don Gerónimo Díaz Flores Cartaya hermano de Antonio el que fuera rico emigrante y alcalde de La Orotava por dos veces. Don Gerónimo aunque dedicado al comercio nunca abandonó el control sobre la tierra de sus mayores y aun acrecentó sus propiedades al pasar a sus manos tierras que habían sido puestas como aval de préstamos a los agricultores arruinados por el fallido comercio de la cochinilla. 
 
Celia-2
 
Don Gerónimo Díaz Flores Cartaya
 
           Un breve repaso por las comunicaciones del Sur tinerfeño, sus pésimos caminos y carreteras en los siglo XIX y XX justifican el por qué van a tener en esos momentos las comunicaciones entre los pueblos de Tenerife tan notoria presencia de barcos de pequeño o mediano tonelaje. Como hacer llegar al mercado y puerto de Santa Cruz de Tenerife los productos agrícolas, frutos y hasta elementos de construcción no solo a la capital de la isla sino a los propios pequeños pueblos que ya se van creando y creciendo en su demografía en el sur de Tenerife. 
 
          Y siguiendo esa línea y lectura de tantos documentos nos encontramos con la compra en el mercado naval de Gran Canaria de un pailebote cuyo primer nombre desconocemos y que una vez adquirido por Don Gerónimo Díaz-Flores Cartaya es rebautizado con el nombre Celia. Nada extraño su nombre cuando comprobamos que Celia es el nombre de una de las hijas de Don Gerónimo. El barco con un registro de 40 toneladas que navega como pailebote, tiene una larga vida que llega desde el cabotaje en los pequeños puertos del sur de Tenerife hasta una bélica participación que hemos encontrado en el Correo Marítimo de 15 de abril de 1887, cuando las dificultades de nuestro ejército en Rio de Oro, en la costa africana, obligan al envío de 30 hombres desde la guarnición de Tenerife para defender la factoría pesquera y su puesto militar. Transcribimos la noticia tal y como la publica el mencionado periódico.
 
                    “Suponiendo muy apurada la situación de los españoles, por no haber en aquellas aguas ningún buque de guerra que les protegiera, dispusiese inmediatamente el envío de algunas fuerzas de infantería y artillería que embarcaron el día 31 en el pailebot Celia, por hallarse en Cádiz, recorriendo sus fondos, el vapor Vulcano. Créese que a causa de los vientos reinantes no hayan podido llegar a tiempo los refuerzos del pailebot Celia, reducidos a 30 soldados del batallón de cazadores de Tenerife. El capitán Sr. León, el alférez Sr. Alba Capote y el médico de la Armada, Arias, y las municiones de boca y guerra solicitadas por el jefe de la factoría” 
 
          En alguna crónica que hemos podido comprobar se dice que con anterioridad al imposible arribo del pailebot Celia los soldados de la guarnición de la factoría habían sido socorridos por algunas barquillas de pescadores que les suministraron algunas cantidades de pescado y gofio. En la publicación que con el título de Sardina Puerto del Atlántico, de los hermanos Francisco y Antonio Rodríguez Batllori, hay una cita del pailebot Celia de 40 toneladas de registro y una tripulación de 8 marineros al mando del capitán José Pérez que embarca con destino a Abona, Tenerife. Una nueva referencia al pailebot Celia aparece en La Prensa de 24 de septiembre de 1912 con una carga de bencina (?) procedente de Arico en el sur de Tenerife. En el mismo año con fecha de 4 de octubre fondea en Santa Cruz de Tenerife con carga de frutos procedentes de Garachico para ser enviados a Europa. En fecha del 18 de Agosto de 1915 el pailebot Celia figura como despachado en lastre para la salida con destino a la pesca. Ya había permanecido en atraque con una carga de pescado en el día 8 de junio del mismo año 1915 según el periódico El Progreso. Nuevamente en La Gaceta de Tenerife de 26 de noviembre del año 1935 figura el  pailebot Celia como despachado para la pesca. Estas referencias en los registros marítimos nos dan una cabal muestra de la versatilidad a la que destinaron su propietario, Don Gerónimo Díaz Flores Cartaya y sus herederos, al pailebot Celia
 
          La esquela del fallecimiento de nuestro pailebote Celia aparece a mi juicio de forma tardía en el periódico La Prensa en fecha 12 de febrero de 1939 cuando se avisa a través de este medio “a los propietarios del pailebot Celia hundido entre la punta de Garajao y la del Guanche se proceda a su extracción “
 
          La orden va firmada por el capitán de navío y comandante de marina Sr. Aurelio Arriaga Adán. Hay una duda que no hemos podido resolver. Cuando en la orden se mencionan los topónimos Garajao y el Guanche queremos creer que nos estamos refiriéndonos a la costa de Anaga entre los lugares de Juan Negrín y La Fajana. Duda que se plantea porque ambos topónimos existen en otros lugares de la costa en nuestras islas.
 
          Como recordatorio y homenaje a Doña Celia Díaz Flores Hernández cuyo nombre tanto paseó el pailebote, decir que falleció en su casa de La Plaza de la Constitución, hoy Candelaria, nº 1 el día 2 de enero de 1921. Doña Celia fue esposa de Sixto Truilhe Baudet fallecido en 14 de Marzo de 1893 y cuya profesión estuvo dedicada al comercio marítimo como así lo confirma el diario El Liberal de Tenerife con fecha 24 de  diciembre de 1891.El padre de Doña Celia, Don Gerónimo Díaz Flores Cartaya, había fallecido en Santa Cruz de Tenerife en su domicilio de la calle Cruz Verde a la edad de 89 años.(Datos facilitados por su descendiente Don Camilo Joaquín Barrocal y Díaz Flores). Aun alcanzaría mayor honor la familia cuando la hermana de Doña Celia, Doña Aurea Díaz Flores fundadora del Asilo Victoria, conocido años después como Los Salesianos, casa con el alcalde de Santa Cruz de Tenerife Don Pedro Schwartz, y su hijo Juan Schwartz-Díaz Flores, cónsul de España en Viena, con su tesón y humanidad consiguió la liberación de muchas familias judías lo que valió el titulo de Justo entre las Naciones otorgado por el gobierno de Israel.
 
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Don Juan Schwartz Diaz Flores, Cónsul de España en Viena 
 
       
            ¿Cuantos años más vivió su barco navegando por nuestras costas y en manos de quién quedó su explotación y aparejo? Nos ponemos a la obra de desentrañar esta segunda parte de la historia del pailebot Celia. 
 
 
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