Un taxidermista en Santa Cruz

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en La Tarde el 23 de julio de 1957).
 
 
 
          El teléfono nos facilita el paradero de don Gustavo. Parece paradójico pero es lo cierto. Una llamada aquí, otra allá y por fin el esperado: estoy dispuesto. Con un calor que abría las mismas piedras hemos tenido que “escalar” toda una serie de escaleras, porque don Gustavo vive en un quinto piso. Estamos ante la puerta, pulsamos el timbre, se nos abre, y ya nuestros ojos empiezan a observar toda una fauna en estado de inmovilidad absoluta. Ya don Gustavo conocía nuestros propósitos. Nos invitó a sentar y así transcurrió nuestro interrogatorio. 
 
               —Vamos a ver, don Gustavo, ¿qué opinión nos puede facilitar de este arte de disecar animales?
 
               —La taxidermia es un verdadero arte que se practica desde muy antiguo, especialmente en América. Este arte presenta una complejidad enorme, pero proporciona un entretenimiento fuera de lo común. El porqué de denominársele taxidermia, corresponde a una palabra compuesta de dos vocablos griegos, taxi-colocación y dermis-piel.
 
               —¿Qué condiciones debe reunir todo buen taxidermista?
 
               —Casi, casi las de un escultor, porque tiene que dar al ejemplar unas formas y proporciones adecuadas para la vistosidad del trabajo.
 
               —¿Cuál es el proceso llevado a cabo para efectuar la disección?
 
              —Antes que nada, es muy importante que los ejemplares que hayan muerto, sean presentados al taxidermista lo antes posible, y si se puede realizar dentro de las seis horas siguientes de la muerte del animal mucho mejor.
 
               —Bueno, tenemos ya, el animal muerto, se lo presentamos a buen ahora y le decimos: inmortalícelo. ¿Qué haría a continuación?
 
               —Le abriría el cuerpo y le privaría de la carne interior, excepto de algunas partes óseas, como son el cráneo y las patas. Más tarde, le rasparía interiormente la piel para que no quede rastro de carne y grasas, puesto que si se dejara algunas partículas de estas materias, al cabo de algún tiempo se pudrirán y estropearían al animal. Una vez finalizados estos objetivos se trata la piel con elementos adecuados. Estos elementos suelen ser vulgarmente el arsénico y el bórax. Una vez realizadas estas operaciones se constituyen cuerpos artificiales que se colocan dentro de la piel. Finalmente se efectúa el cosido de esta piel. 
 
               —Es este proceso igual en los mamíferos?
 
               - No. A los mamíferos hay que curtirles la piel para que presenten la flexibilidad adecuada y no se estropeen.
 
               —En este aspecto ¿presentan algunos inconvenientes las aves?
 
               —Sí. Hay que tener mucho cuidado con sus plumas, pues cualquier mancha de sangre en las mismas estropearía la apariencia natural del animal. 
 
               —¿Y en los peces?
 
               —Si se trata de peces hay que poner un especialísimo cuidado en que no caigan las escamas que llevan consigo.
 
               —Acabada esta labor, ¿verdad?
 
               —De ningún modo, lo que he expuesto anteriormente podemos decir que es la “parte mecánica de la taxidermia”. Finalizada esta comienza la fase más importante de este arte.
 
               —¡Caracoles! ¿Y dónde estriba esa importancia?
 
               —En saber infundir a la pieza espíritu de vida, proporcionarle verosimilitud, y dotaría de apariencia natural.
 
               —Es decir, que el taxidermista ha de ser ante todo naturalista, ¿no es eso?
 
               —Exactamente. Al taxidermista ante todo tiene que gustarle los animales. Ello le facilitará el estudio de sus movimientos, sus costumbres y su vida. 
 
               —¿Puede “hacerse” un taxidermista?
 
               —No. El taxidermista ha de tener unas cualidades innatas, entre las cuales está una paciencia oriental… una paciencia china.
 
               —¿Cuáles son las especies más difíciles de trabajar?
 
               —Los peces.
 
               —¿Por qué?
 
              —Porque al efectuar el raspado de la piel por dentro, casi seguro e inevitable quitarles el color natural de la misma, puesto que este color es una pigmentación que posee interiormente el ejemplar, y que luego hay que restaurarla con colores artificiales. Esta labor no es nada fácil, ya que la finura y delicadeza de los colores naturales es imposible igualar.
 
               —Sin embargo, ¿no es esta su especialidad?
 
               —Efectivamente. Estas dificultades y el afán de lograr algo difícil dentro de la taxidermia, es lo que me ha llevado a especializarme en esta rama.
 
               —Supongamos una cosa. Hemos fotografiado a un ave en una rama y también hemos hecho con un ave disecada en idéntica postura. ¿Sabría usted identificarla?
 
               —Se puede diferenciar al observar su postura, aunque si esta postura es perfecta es muy difícil pronosticar con acierto.
 
               —¿Puede llevarse a cabo la disección de una ballena?
 
              —Sí, pero esta disección suele efectuarse por secciones.
 
              —¿Qué materias rellenantes acostumbran a emplearse?
 
               —Para una ballena no se emplea como en otras espacies la estopa, paja, escayola, etc., etc. Su montaje interior consta de un armazón de madera. 
 
               —Pregunta indiscreta. ¿Vive usted de eso?
 
          Don Gustavo se ríe y con esa voz dura y clara que posee nos responde.
 
               —No, no vivo de esto. Por el tiempo que se pierde debido a su laboriosidad es poco remunerativo. Si bien es verdad que algunas personas pagan su verdadero valor por lo ejemplares que gustan conservar. 
 
               —Sigamos preguntando desde el punto de vista económico-taxidermista. ¿Oscila el precio según la especie que se trate?
 
               —El precio es relativo al tamaño del animal y a la delicadez que puede presentar.
 
               —¿Cuáles son los Di Estafanos de la taxidermia moderna?
 
               —Los hermanos Benedicto, que trabajan en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid.
 
               —Don Gustavo, parece que tiene usted ganas de decir “alguna otra cosa más”.
 
               —En efecto.
 
               —Pues valor y adelante.
 
               —Me hubiera gustado haber recibido algún estimulo o ayuda oficial por parte de las autoridades, para haber logrado establecer en esta capital un museo permanente donde exhibir la fauna marina y terrestre de la isla. Es deseo también crear un motivo de atracción para esta corriente turística, cosa de la cual se encuentran dotadas la generosidad de las poblaciones importantes del mundo entero. Canarias, muy pródiga en fauna marítima y terrestre, en la que se da la doble circunstancia que por su atracción turística nos vemos visitados asiduamente, pide a grandes voces estas instalaciones mencionadas.
 
               —Don Gustavo González ha dicho lo suyo.
 
 
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