Víctor Hobson. Una vida prometedora pronto truncada

 
Por Alastair F. Robertson  (Traducido del inglés por Emilio Abad Ripoll y publicado en el Diario de Avisos el 12 de diciembre de 2022). 
 
 
          En la parcela reservada a Protestantes del cementerio santacrucero de San Rafael y San Roque existen ochenta y cuatro sepulturas fechadas entre 1845 y 1952.
 
          En cinco casos los nombres son ilegibles; doce personas procedían de los países escandinavos o de Alemania, cuatro de los Estados Unidos de América del Norte y las otras cincuenta y siete se cree que serian británicas o de ascendencia británica.
 
          Investigando en los anuncios de fallecimientos y obituarios en el accesible “on line” British Newspaper Archive (Archivo de Prensa británica) y cotejando lo obtenido con otras informaciones encontradas en la página web ancestry.co.uk, se descubre bastante sobre las vidas de algunas personas que llegaron a Tenerife con la esperanza de recuperar la salud perdida, pero que nunca regresaron a sus hogares. Una de esas personas fue Víctor Hobson, un joven y muy prometedor artista.
 
V. Hobson - 1 Personalizado
 
Víctor Hobson
 
 
          Victor William Garibaldi Hobson había nacido en Darlington, Condado de Durham, Inglaterra y era hijo de William Hobson, un subdirector ferroviario y de su esposa Mary. Desde una edad muy temprana, Victor demostró su enorme valía, no solo en temas artísticos sino también en las matemáticas, dibujo técnico y música; podía haber seguido una destacada carrera en cualquiera de esas ramas. Cuando el 9 de enero de 1889 falleció en La Laguna, entre las numerosas muestras de afecto un periódico local, el Northern Echo, publicó el siguiente y sentido obituario:  
 
“FALLECIMIENTO DE MR. VICTOR HOBSON
 
          Cumplimos el penoso deber de recoger en el obituario de hoy la inesperada muerte de Mr. Victor Hobson, un joven artista cuya prometedora carrera había sido seguida con particular afecto por muchos lectores del norte del país.
 
          Las desagradables noticias llegaron con una espantosa rapidez. Tan solo anteayer, al interesarnos por él, supimos que las últimas cartas recibidas de su médico de La Laguna, en la isla de Tenerife, adonde había acudido para beneficiarse de su suave clima, estaban llenas de esperanzas. Los días 8 y 9 su padre, Mr. W. Hobson, de Westbrook, Darlington, había recibido unas cariñosas y esperanzadores cartas; pero, por desgracia, apenas una hora después de que llegase y fuese leída la última de esas misivas, escrita por la propia mano de Victor Hobson, un telegrama, rápido y despiadado como el destino, trajo la terrible noticia de que había dejado de existir. Únicamente nos quedan sus obras -su impresionante monumento -
 
                           Frutos de una mañana genial y un mediodía temprano   //   Una parte inmortal de alguien que murió demasiado pronto.
         
          Su carrera, tan llena de promesas, tan rodeada del orgullo y cariño paternales, que se ganó a lo largo de su demasiado breve desarrollo tanto la amistad como la admiración se termina
 
                          Extinguida, no desaparecida:   //   Como estrellas que corren veloces a lo largo del cielo   //   y brillan más mientras caen desde lo alto.
 
          Victor William Hobson había nacido el 20 de mayo de 1865 y, por tanto, aún no había cumplido los 24 años de edad. Empezó sus estudios en la Mr. Clabham’s School, en Grange-road, Darlington, y los continuó en la Grammar School. Era un chico de brillantez y disposición poco comunes. 
 
          En la Grammar School superó los diversos exámenes de Ciencias del Departamento de Ciencias y Arte de South Kensington, obteniendo el “Premio de la Reina”; además se le concedieron diplomas en varios departamentos y también, en 1880, recibió el primer premio de la Escuela en Matemáticas. Su educación artística, como se recordaba recientemente en una información sobre esa institución en el Northern Echo, comenzó en la Escuela de Arte de Darlington, bajo la tutoría inspiradora del difunto Samuel Elton.
 
          Antes de cumplir los diez años, Víctor Hobson había superado el examen de dibujo a mano alzada; al año siguiente obtuvo un éxito similar al dibujar copiando modelos; y a la temprana edad de doce años dominaba la Geometría y la Perspectiva, recibiendo un Premio a la Excelencia en la primera de esas materias y obteniendo así el certificado de haber completado la carrera de Arte. Se le otorgaron varias distinciones sucesivas durante su etapa de estudiante con el Sr. Elton, que culminaron con la concesión de la medalla de bronce en 1882. En diciembre de 1883, Victor Hobson presentó trabajos como candidato para la admisión en las escuelas de la Real Academia consiguiendo la codiciada beca. Estas obras se exhibieron hace cuatro años en Darlington y provocaron la más calurosa acogida de los expertos, que ahora esperaban su prometedor futuro.
 
          Durante un tiempo pareció que pronto se haría realidad todo lo que el amor o la amistad pudieran desearle. Tras dos meses de prueba en Burlington House (la escuela de la Real Academia), comenzó sus estudios en la especialidad de Antigüedades, y antes de finalizar el  primer año había superado con soltura no sólo ese ciclo, sino también la fase preliminar de Pintura, consiguiendo así un puesto en la escuela superior de la Real Academia. Hay que recordar que el 10 de diciembre de 1884, el mismo año que fue testigo de tan notables avances, en la entrega de premios de Sir Frederick Leighton, Victor Hobson recibió la medalla de plata en Dibujo.
 
          Por lo que se refiere a la Música, Victor Hobson fue un estudiante entusiasta y que obtenía grandes resultados, pero estaba convencido de que los acordes musicales eran una ocupación para sus horas de de descanso, mientras que la Pintura era el arte al que estaba predestinado. Sus rápidos avances en esta última vocación fueron el resultado de una devoción que llegó a ser (si se permitiera tal palabra al hablar de un joven de un carácter tan equilibrado) casi una pasión.
 
          Pero su constante empeño y su incansable trabajo resultaron ser superiores a su fortaleza física. A principios del año pasado su salud comenzó a deteriorarse, y el descanso, o mejor el reposo, se hizo imperativo. Por consejo médico, y acompañado por su cariñoso padre, que ya ha regresado, salió de Inglaterra el pasado 3 de noviembre para pasar el invierno en las Islas Canarias. Al principio no se notó una manifiesta mejoría, pero al trasladarse a unas tierras más altas, donde respiró con deleite el puro aire de la montaña, se produjo una mejoría sensible, reviviendo esperanzas que han resultado ser totalmente ilusorias.
 
          Esa destructiva enfermedad que es la tuberculosis pulmonar ya había extendido sus raíces profundamente; y la carrera del joven estudiante, en lo que parecía ser el amanecer de una resplandeciente fama, terminó repentinamente en La Laguna el 9 de los actuales, dejando a los que aquí quedamos un recuerdo luminoso, aunque demasiado breve, sobre el que muchos se detendrán con inútil pesar.
 
          Aunque no queramos introducir una sola observación en el santuario del dolor privado, no podemos cerrar esta imperfecta reseña sin destacar que los padres del difunto caballero están recibiendo sinceras muestras de simpatía y apoyo  en estas horas de dolor.”
 
V. Hobson - 2 Personalizado
 
Retrato de un viejo, por Victor Hobson (1887)
 
 
          El legado de Victor es su arte. Varias de sus obras están recogidas en la página web “Art UK”, incluyendo entre ellas la que mostramos aquí, que está colgada en la Colección de Arte de Darlington Borough.
 
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Reconocimientos
 
Quiero expresar el agradecimiento más sincero a Daniel García Pulido por proporcionarme un ejemplar de su libro San Rafael y San Roque. Un camposanto con historia (1810-1916), publicado el año 2000, y a Emilio Abad Ripoll por traducir, una vez más, uno de mis artículos.
 
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