Presentación del libro "Ataques británicos contra las Islas Canarias en el siglo XVIII"

 
A cargo de Carlos Hernández Bento (Real Casino de Tenerife, 19 de julio de 2017).
 
 
 
          Dignísimas autoridades aquí presentes, señoras y señores, buenas noches.
 
       La presente obra es un intento de profundizar en los ataques que los británicos realizaron contra las Islas Canarias a lo largo del siglo XVIII, desde su propia óptica. Para ello se estudian sus fuentes archivísticas, bibliográficas, hemerográficas (es decir, la prensa) y museísticas, aportándose en la totalidad de los sucesos analizados documentación de carácter inédito, aunque existan también dos significativos casos en los que esta afirmación haya que matizarla: el ataque de Charles Windham contra La Gomera de 1743 y el de Horacio Nelson contra Santa Cruz de Tenerife del año 1797. El primero porque ya se dieron cosas nuevas con mi libro 1743. LA ROYAL NAVY EN CANARIAS (2013) y el segundo porque es realmente el único con el que ya contábamos con documentación inglesa desde hace mucho más tiempo.
 
          Dichas fuentes son de dispar valor a la hora de enriquecer con información nueva los distintos episodios. Mientras que en unas ocasiones nos pueden ayudar a comprenderlos mejor, otras veces, como es el caso de Nelson, nos servirán, más bien, para enriquecer, corroborar o puntualizar lo ya conocido. Sin embargo, creemos que se puede afirmar que en todos y cada uno de los casos que estudia el libro serán valiosas de por sí.
 
          La energía dedicada al análisis del conjunto de documentos y la amplitud del mismo, conllevan que el libro haya quedado centrado, de forma natural y en mayor medida, en los aspectos y acciones más marineras de los ataques, quizá las más desconocidas hasta hoy, dado el gran peso que ha tenido siempre el uso de la documentación de aquí, enfocada, como es lógico, a los aspectos más terrestres.
 
          En cuanto a la forma en que quedó estructurada, en su primer capítulo esta obra ofrece el marco histórico general, en el segundo y tercero, expone y analiza los distintos sucesos. Finalmente, se acaba con un diccionario que tiene notas biográficas de los marinos más relevantes y las características de sus buques.
 
          Dentro de las fuentes archivísticas hemos de destacar los cuadernos de a bordo de las naves que realizaron los ataques, los cuales están directamente relacionados con el oficial que tenía encomendado elaborarlos.
 
          Para los ataques de Jennings (1706) y Windham (1743) encontramos una surtida muestra de estos cuadernos, aunque los más ricos en detalles son, sin duda, los referentes al ataque de Nelson (1797), ya que, con el pasar de los años, estas series documentales fueron ganando en pormenores.
 
          En el caso concreto del ataque de Jennings (1706) la cantidad de datos de los cuadernos varía mucho de unos a otros, sirviendo, independientemente de esta circunstancia, para constatar la presencia de cada barco y su comandante en la batalla de Santa Cruz, en el caso de éste señalado ataque contra Santa Cruz de Tenerife, (uno de los tres leones que figuran en su escudo de la Ciudad junto a los de Blake y Nelson).
 
          En cuanto a Windham (1743) contamos con cuadernos de los dos buques que bombardearon casi sin tregua este puerto durante dos días seguidos, así como el del Saphire, otro navío que jugó un papel importante en las operaciones posteriores por el Archipiélago, que realizaron durante tres meses. Asimismo, junto a los mismos es forzado destacar los “Papeles de la disputa entre Windham y Cockburn”, pues en ellos se manifiestan las intenciones de la expedición (interceptar unos barcos que venían de América) y las órdenes dadas por Windham a Cockburn y a Holmes, ambos bajo su mando durante su estancia en las Islas. Por otra parte en los registros podremos consultar los cuadros de los oficiales.
 
          La documentación en lengua inglesa sobre el ataque de Nelson contra Santa Cruz de Tenerife (1797) hallada hasta la fecha, ya era exhaustiva y riquísima en datos, habiéndose hecho acopio de documentos de meridiana importancia. Todos ellos transcritos, traducidos y referenciados en las obras de ONTORIA OQUILLAS, COLA BENÍTEZ y GARCÍA PULIDO: Fuentes documentales del 25 de Julio de 1797, de 1997 y el Addenda a las Fuentes documentales del 25 de julio de 1797, de 2008.
 
          Sin embargo, a este nutrido conjunto de fuentes, con el que ya contábamos, añadimos ahora un buen grupo de cuadernos de a bordo de varios de los barcos que constituyeron el escuadrón inglés: Culloden, Leander, Terpshicore, Theseus y Zealous.
 
          Estos documentos son capaces de aportarnos por sí mismos una visión bastante coherente y completa de lo ocurrido durante aquellas jornadas frente a Santa Cruz de Tenerife. Todo ello de una forma muy secuenciada que, en algunos casos, llega a ser de media a media hora. Además, en algunos casos nos ofrecen datos bastante precisos sobre la posición de algunas naves con respecto a la ciudad en distintos momentos de los días del ataque; aspectos de las operaciones de preparación de los desembarcos; datos de las dificultades inglesas en el mar a consecuencia del mal tiempo; detalles de la dolorosa vuelta a los navíos de barcas con muertos y heridos después de la derrota; y la enumeración de las pérdidas materiales británicas, entre las que se encontraron varios botes destrozados contra las rocas por efecto del fuerte oleaje. En definitiva, la visión de muchos oficiales participantes en el ataque, con su sello personal, profesional y, lo más importante quizás, inmediato a los hechos. También hemos tenido la fortuna de localizar los registros de los hombres y oficiales a bordo de barcos de Nelson y dos revistas médicas, realizadas por el cirujano Thomas Eshelby para el HMS Theseus y el HMS Seahorse.
 
          Las fuentes bibliográficas nos han ayudado, en gran medida, a localizar las biografías de la práctica totalidad de los oficiales que comandaban las naves de la Marina inglesa durante los distintos ataques, así como los nombres y características de sus navíos, proporcionándonos detalles acerca de la fuerza armamentística a la que se enfrentó el Archipiélago en cada momento.
 
          Por ejemplo, nos dan pormenores de lo sucedido antes y después del ataque de Jennings a Santa Cruz (1706), cuestión bastante desconocida hasta el momento; ofreciéndonos, además, detalles de lo ocurrido durante dicho ataque naval. Como aportación novedosa a lo mencionado hasta hoy por la historiografía canaria, Charnock llega a enumerar y dar los nombres de todos y cada uno de los barcos y los de los oficiales que los comandaban, que estuvieron presentes en Santa Cruz conformando la escuadra gobernada por Jennings, hablándonos, además, del motivo real de su visita a Tenerife. Como cuestión a destacar, decir que la nave capitana, se llama o llamó realmente Devonshire y no Binchier como hace siglos que se ha venido repitiendo hasta la saciedad, quizá por deformación de su verdadero nombre.
 
          La bibliografía ha sido también fundamental para el estudio de los ataques a Fuerteventura de 1740, ayudándonos a profundizar en la acción concreta de Charles Davidson, ofreciéndonos nuevos y abundantes datos sobre el suceso mismo y sobre Rhode Island -lugar de procedencia de este capitán-, y su significancia como puerto de corsarios norteamericanos al servicio de Gran Bretaña, por entonces su metrópoli.
 
          Con respecto a la prensa ha sido de gran ayuda para documentar, en todo o en parte, muchas acciones en aguas canarias, algunas de las cuales permanecían desconocidas, incluso, para nuestra historiografía. Sin embargo, los periódicos nos han interesado, antes que nada, para conocer cuál fue la “opinión pública” británica sobre los distintos sucesos bélicos que protagonizaron.
 
          Para el estudio de los ataques a Fuerteventura del año 1740, las fuentes hemerográficas -Derby Mercury, Daily Post y Daily Post And General Advertiser- nos han ayudado a clarificar términos tan importantes como quiénes fueron los corsarios artífices (Willes y Davidson), se pensaba que Davidson era el que había hecho los dos ataques, y de qué puerto procedían, se creía que eran ingleses de Inglaterra, encontrándonos con la sorpresa de que procedían del otro lado del Atlántico, Rodhe Island, USA, que en ese momento era todavía colonia de Gran Bretaña.
 
          En cuanto al ataque de Nelson contra Tenerife (1797) podemos asegurar a partir de ahora y con lo localizado en la mano, que el eco de esta batalla corrió ampliamente por toda Gran Bretaña e Irlanda, hallando, además, noticias que alimentan el debate sobre dos controvertidos asuntos: la intención real de Nelson y la capitulación. En este sentido, existen nuevas previas a la expedición, que incluyen un informe bastante detallado de las dificultades orográficas, tamaño, bondad del clima, riqueza comercial y agrícola de la isla de Tenerife al completo, de lo que surge la pregunta: ¿Qué sentido tenía hacer un estudio de este tipo de cuestiones, si no vinieron a hacerse con la Isla?
 
          Encontramos, además, diversas crónicas. Una de ellas incluye la valoración de las dificultades que presentaba Santa Cruz de Tenerife para ser atacado con éxito (en Hampshire Chronicle, 09-09-1797). Otra con las noticias sobre la capitulación inglesa en Tenerife (en Gloucester Journal, 04-09-1797). Una tercera con las noticias del ataque de Nelson a Tenerife y posterior llegada a Inglaterra (en Hereford Journal, 06-09-1797). E, incluso, por poner otro ejemplo, la crónica francesa publicada en la prensa inglesa sobre el ataque de Nelson contra Santa Cruz de Tenerife (en el Dublin Evening Post, 07-10-1797).
 
          Pero es que además de los relatos completos de los sucesos (en muchos casos pura propaganda sin valor documental realmente novedoso), encontramos asombrosos datos, como, por ejemplo, la primera documentación que se hace de un, hasta ahora “misterioso”, cúter Flora, de 14 cañones, que iba dirigido por el teniente Yawkins; el cual “colaboró en el desembarco, escapando del fuerte fuego que se hacía desde tierra, con muchos daños en su aparejo, sin que nadie de la tripulación sufriera el más mínimo daño” (en el mismo Hereford Journal, en el Oxford Journal o en el Newcastle Courant, noticias del 06 y el 09 de septiembre de 1797).
 
          Las fuentes escritas nos permiten la identificación posterior de las museísticas, es decir, de las imágenes de algunos de los capitanes y muchos de sus barcos; debiendo destacar de entre todos los museos por su riqueza el National Maritime Museum de Greenwich (Londres), pues atesora importantes colecciones de todo tipo alusivas a la Royal Navy.
 
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