Del pino, el pájaro y la brea

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito (Comunicación en Radio Muelle en mayo de 2022)
 
 
 
          De forma un tanto insistente en la actualidad entramos al estudio de la historia de Canarias anclados en batallas habidas en los siglos XIV al XV y sometimientos a esclavitud, cosa producto de esa época, y vamos dejando atrás la creación de una nueva forma de cultura y reconocimiento de nuestras islas en un mundo al que ya la navegación iba haciendo cada día mas cercano. Nunca he creído que sea positivo relatar la historia de Roma solo en tiempos de los etruscos y olvidar que el imperio fue obra de los latinos. Espero que esta frase sea comprendida en su exacto contexto.
 
          Y por ese pensamiento personal, siempre que leo o veo nuestras crónicas, relatos o documentos sobre Canarias intento abarcar los siglos dentro de su contexto, dentro de su tiempo y por lo tanto valorando los sucesos no con la mentalidad del presente sino con la mentalidad del contemporáneo a los hechos.
 
           ¿Y si queremos hablar de algo tan bello como el pájaro canario tenemos que ir al siglo XX o tenemos constancia de su conocimiento, comercio y hasta explotación en manos extranjeras desde los primeros siglos de nuestra incorporación a la cultura europea?
 
          Afortunadamente para todo el que se interese por el tema siempre habrá la obra de algún historiador de obra fecunda que, no solo se ocupe de transcribir  magistralmente escrituras notariales del  escribano en Güimar Sánchez Urtarte en el siglo XVI o estudios completísimos sobre el uso y disfrute de nuestras aguas terrestres entre los siglos XVI y XVII, sino que afortunadamente, para el caso que nos ocupa, nos brinde una gran información sobre la vida de nuestros pájaros canarios desde sus primeros años de comercio desde el siglo XVI. La obra de la que es autor nuestro buen amigo Don Miguel Ángel Gómez Gómez lleva como titulo Algunas consideraciones sobre el comercio de pájaros canarios en los siglos XVI y XVII.
 
          Miguel Ángel hace una primera consideración que reconocemos como tristemente muy cierta. La falta de documentación y la poca biografía sobre el tema, a pesar de ser el pájaro canario digno de veneración no solo en nuestras islas sino en la Europa de los siglos primeros de la llegada a Canarias de la cultura europea.
 
          Nos comenta Miguel  Ángel en su magistral trabajo que solo hay algún estudio serio, aunque breve, en la obra de Juan Régulo Pérez o Alejandro Cioranescu. Ambos, trabajos del siglo XX. Régulo se preocupó mas de la biología del pájaro canario que de su comercio.
 
          Pájaros de doble uso puesto que nadie escapa que no solo han sido objetos de culto por su bello trino, sino que también hemos apreciado su carne en más de una ocasión. Por su precio es lógico pensar que nos comíamos los de menor canto y dejábamos a los más cantores para el adorno y compañía. ¿Quién no recuerda aquellos años de nuestra infancia cuando nos llevaba algún amigo de la familia provisto de una escopeta de caza ,y de un solo tiro acababa con una bandada de pajaritos que eran  un plato de buena boca?
 
          Gracias Dios en torno a nuestros animalitos han cambiado muchas crueldades de las que pocos somos inocentes.
 
          Como señala Miguel Ángel Gómez el Padre Espinosa, autor de la Historia de Nuestra Señora de Candelaria, ya en el siglo XVI  hacía un elogio a estas aves tan canarias:
 
                  “Hay muchas aves de todas suertes, y entre otras hay muchos pájaros que en España llaman canarios, que son chicos y verdes, y otros menores, verdes y cabizprietos, cuyos cantos son recios y de gran melodía”.
 
          La documentación, que es escasa pero muy aclaratoria del comercio y explotación de esta avecilla,  aparece en testamentos como el de Pedro Francés, ciudadano francés  casado en Tenerife con Isabel Pérez, en acuerdo con otro Juan Francés que vive en Lisboa en un trato de comercio que no quedó muy claro en cuanto a su final, pero que indica en el mismo que se trata de que Pedro Francés  declara….
 
                  “ que hice en Lisboa cierta obligación con Juan Francés, en que se obligó a darme en esta isla de Tenerife ciertas docenas de pájaros y le di ciertas mercaderías que montaron cincuenta y cinco ducados “.
 
          Siendo un ave macaronésica no iban a faltar comerciantes portugueses como Marcos Parisán, vecino de Lisboa, con casa en la villa de Arriba en La Laguna, o Bartolomé de Ayala y todo un listado de extranjeros generalmente de origen flamenco. Adrián de Rouen, Nicolas Mastele, Leonardo Pettit. Con esos datos no nos puede extrañar que hoy el gran desarrollo en la crianza de nuestros pájaros se haya desplazado a Flandes en la actual Bélgica, más Alemania y la propia Inglaterra.  ¿Nos extraña que hoy a esos bellos pájaros que nacieron en Canarias se les conoce como belgas, y su gran presencia en Alemania en algunos estudios  ornitológicos modernos dedicados al desarrollo de esta raza autóctona de Canarias? Desde 2001, la ciudad alemana de Hartz posee orgullosamente el mejor museo a nivel mundial dedicado a la vida y desarrollo  del pájaro canario.
 
          Sorprende este estudio por la noticia de que la mayor caza de estas avecillas se produce desde 1609 a 1621 en numero de 900 docenas en la isla del Hierro, contra las apenas 300 docenas que se cazan en Tenerife. De los embarques herreños destacar el que se hace a Mateo Carbonero, natural de Marsella que embarca 800 docenas de pájaros en abril de 1609.
 
          Y si el pájaro canta en el pino, hablemos ahora de la otra parte del pino canario que pasó del fuego al comercio y a la industria naval. Ese sacrificado árbol que nos dio el comercio de la brea. Y como parte del sacrificio felicitar y agradecer de forma rotunda la gran labor que nuestros agentes forestales en la unidades Brifor hacen en la defensa de nuestros montes. Y la magnífica labor de nuestro Ejército con su Unidad Militar de Emergencias.
 
          Y con el amor a esa sufrida isla de La Palma, recordando los telúricos calores recibidos en fechas recientes, nos vino a la memoria un trabajo de Don Manuel Lobo Cabrera, Santa Pérez y Toledo Bravo de Laguna con el titulo Explotación y exportación de brea en la Isla de La Palma 1600-1650.
 
          Nada descubriremos, como tampoco lo hacen estos autores, que la incorporación de nuestras islas a una nueva cultura avanzada fue un paso de gigante en su devenir histórico, anclado en una industria lítica sin metales y un menguado aprovechamiento de sus recursos agrícolas, amén de una escasa presencia en ganado menor y mayor para aprovechamiento humano.
 
          La nueva cultura incorporada a las islas ha de traer consigo toda un aprovechamiento de nuestros recursos naturales, y ello sin tener en cuenta los que serán objeto de nueva implantación, como la caña y la vid. Dejaremos en este capitulo en un aparte la orchilla que merece por si misma un tratado propio. Solo hablaremos de la pez o la brea puesto que por ambos términos es conocida.
 
          Y no conocida en los años postconquista en Tenerife o La Palma, puesto que ya era producto de explotación al menos en Tenerife desde 1464 tras la conocida como paz del Bufadero. Nos interesamos ahora por su presencia en La Isla de La Palma,,aunque la historia evidencia su obtención y exportación en todas las islas en las que el bosque tiene abundante presencia.
 
          No vamos a definir en este pequeño trabajo que es la pez o brea por creerlo un asunto más que conocido. Dejemos claro que es un producto exclusivamente obtenido de la resina de nuestros pinos .Siempre creímos que solo se usó en la navegación, pero estos autores mencionados nos dan la noticia de que fue, según nuestro Viera y Clavijo, hasta de uso medicinal y por más hasta de uso veterinario.
 
          Y nunca hemos de olvidar que, en buena medida .gracias a nuestra pez, pasaron por nuestras islas las mayores aventuras navales de nuestra historia rumbo a la recién descubierta parte de este mundo, como fueron las Indias de Su Majestad.  Nos visitaron para proveerse de esta bendita pez desde Juan Diaz de Solís descubridor del Rio de la Plata, la expedición Magallanes-Elcano, Alonso de Ojeda, García de Loaysa, Urdaneta y tantos otros que harían la lista interminable.
 
          Como todo producto de la mano del hombre no siempre ha de contentar a todos, pero es evidente que donde la naturaleza es parca cuanto pueda ser objeto de intercambio por otros bienes, dejando aparte la humana ambición, es bienvenido. Y más si la renta es buena y puede beneficiar a la comunidad sin dañar excesivamente al bosque Eso dice Gaspar Frutuoso cuando habla de La Palma y su aprovechamiento de la pez:;
 
                    "Y todo el espacio que hay entre Cueva de Agua y Punta Gorda donde está la iglesia de San Amaro, parroquia de aquél término, está lleno de gruesos y altos pinos. Allí están los hornos de pez y alquitrán, que sólo se hace en esta parte de la isla. Los pinares se extienden hacia la cumbre de la sierra y La Caldera, que cae 3 leguas al S. y a la Cruz de los Frailes 3 o 4. La pez de hace de pinos tan gordos como un tonel, que algunos años caen con el huracán"
 
          Y para dejar a salvo los bosque de la isla se hace norma que la pez solo se extraiga desde Garafía a Tijarafe. El acuerdo sobre su aprovechamiento se  negociaba  por  data del Adelantado, licencia del oportuno Cabildo o un simple arrendamiento que se pagaba en dinero, e incluso en pez que luego era vendida por el propio Cabildo a los barcos en tránsito. Hay que tener en cuenta que en los años del siglo XVI la gobernación de Tenerife y la Palma recaían sobre el mismo Adelantado o su hijo.
 
          Una vez mas en estos primeros siglos de nuestra historia habrá que tener en cuenta la presencia de los mercaderes y clientes de nuestra brea, que una vez mas van a ser mayoritariamente de origen portugués,  para sus barcos surtos en Madeira  o el Portugal continental. Destacando entre todos ellos la propia Lisboa. En alguna ocasión viajó nuestra brea a Indias y la vecina Guinea en manos portuguesas.
 
          El primer producto de exportación  desde el entonces pequeño núcleo poblacional de Tijarafe es precisamente la brea que a falta de comunicación terrestre envía su producto a Santa Cruz de La Palma por esa vía marítima por el llamado puerto de Tinizara.
 
          En Santa Cruz de La Palma se recibe toda la producción, y es desde allí de donde parte a todas las islas y de forma muy notoria hacia las Indias de Su Majestad, principalmente La Habana, sin olvidar que buena parte de esa brea se consume en el importante capitulo de construcción naval que en su día tuvo La Palma.
 
          La vecina África fue siempre un importante mercado, bien es cierto que en manos portuguesas dueños de Cabo Verde, Angola o Guinea. No fue de uso la pez  de Canarias en la España peninsular, pues su comercio importador se relacionaba con  los Países Bajos.
 
          Una breve idea de cantidades entre los años de 1607 a 1644. Solo desde La Palma.
 
                    A Portugal  97.980 kilos.       A África  87.112 kilos.         A las Indias de Su Majestad  919.143.kilos.
 
          Solo el vino fue capaz de superar estas cifras en cantidad y dinero.
 
          Un mercado tan goloso no iba a caer en manos de cualquiera, y de hecho los mercaderes de este producto y su exportación  serán, entre otros, Juan de Guisla Vendoval, Leonardo de Monteverde o Santiago Fierro, siendo éste el personaje más citado en la documentación que se investiga sobre este producto.
 
          A  modo de conclusión, una vez promover el estudio de nuestra historia escrita y documentada con rigor y dar gracias cada día a aquellos hombres y mujeres de toda edad que volcaron su amor a Canarias en el estudio de nuestras fuentes guardadas en Archivos de Canarias y de la España peninsular para conocer como se ha fraguado nuestra CANARIEDAD.
 
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