Procesión de Nuestra Señora de las Angustias
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en el programa de la Semana Santa 2022 de Santa Cruz de Tenerife).
Procesionando por las calles de Santa Cruz
La Nuestra Señora de las Angustias es una hermosa talla de candelero, y según la inscripción que aparece en la imagen “La hizo Miguel Arroyo y la dio a la Iglesia del Pilar. Año de 1804”.
Considerada la obra de mayor categoría escultórica de la parroquia de El Pilar y una de las mejores tallas de arte religioso de esta capital, llama la atención su atuendo de luto riguroso, compuesto de túnica y manto de terciopelo negro, donde el blanco tocado rompe con la monotonía cromática. La vestimenta solo deja al descubierto sus entrelazadas manos y la desgarradora expresión de tristeza y dolor de su rostro, por el que se deslizan las lágrimas.
La imagen salió por primera vez el Viernes Santo de 1805, aunque vestida como una mujer hebrea. En la procesión de 1931, como los concejales republicanos de esta ciudad se negaron a pagar los haberes que le correspondían a la Banda de Música por actuar en la procesión, el alcalde, Emilio Calzadilla, les abonaría sus honorarios de su peculio particular, por lo que los músicos, en gratitud a su generosidad, acordaron dedicarle una pieza musical que fuese de sus favoritas, adaptando a marcha procesional el “Adiós a la vida” de la ópera Tosca, de Puccini.
Este hecho daría lugar a que durante los años que duró la Segunda República (1931-1936) se intensificara la fe y la curiosidad de los ciudadanos de Sant Cruz hacia esta imagen, pues durante la procesión la Banda Municipal tenía que hacer tres paradas para interpretar el “Adiós a la vida”. La primera en la desaparecida librería Delgado Yumar, situada en la esquina de la calle Villalba Hervás con San José, donde un grupo de afamados republicanos tenía una afamada tertulia. La segunda en la calle del Castillo, esquina con José Murphy, frente al domicilio del alcalde Andrés Orozco. Y la tercera en la esquina de la calle Teobaldo Power con Pérez Galdós, donde vivía Ramón Gil Roldán, humanista que supo compaginar su profesión de abogado con la política y la poesía, y al que le habían amputado las dos piernas. Nuestra Señora de las Angustias sería la única imagen que saldría en procesión durante la II República, a pesar de estar prohibidas en el artículo 27 de la Carta Magna:”Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser autorizadas por el Gobierno.
Desde entonces, la procesión de Nuestra Señora de las Angustias, que cada Viernes Santo sale de la Iglesia del Pilar a las doce del mediodía, y recorre las calles Suárez Guerra, Emilio Calzadilla, San Francisco, Castillo, Valentín Sanz y El Pilar, es uno de los pasos más esperados de la Semana Santa chicharrera, pues su presencia causa gran expectación a la vez que despierta el interés de unos y la curiosidad de otros, sobre todo cuando se detiene en las esquinas de la calle Villalba Hervás con Bethencourt Alfonso, donde la Banda Municipal interpreta el “Adiós a la vida” de la ópera Tosca de Puccini.
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