El Príncipe de la Fortuna... y Mafalda.

 
Por Juan Manuel Valladares Expósito (Comunicación en Radio Muelle en marzo de 2022).
 
 
 
          Creo que los tiempos que corren para la historia, particularmente en Canarias y para mas señalamiento Tenerife, bien merece hacer algunas consideraciones a la vida y milagros de aquellos que creyendo estar bendecidos por los dioses dieron con sus sueños en el fango de la triste realidad. Y todo ello sin dejar de pensar que las tortillas tienen dos caras.  “!Hoy por ti ,mañana por mi!” 
 
          Y si hay personaje con mas méritos que cualquier otro, en la historia de Canarias, para ver como los sueños y las apetencias mundanas de cambiar el tedio, vital y hasta económico, se dan de bruces con cruda realidad, ese es el Príncipe de La Fortuna conocido en la historia como Don Luis de La Cerda, el hijo de Mafalda … de Narbona para que nadie se haga un lío a lo gaucho. 
 
          La vida de Don Luis da para muchas historias a mi juicio con más méritos que algunos bodrios cinematográficos que se nos quieren hacer pasar por  páginas gloriosas manipuladas hasta rayar en lo cómico.
 
          Veamos si no algunas pinceladas de la vida del personaje Don Luis de La Cerda. Nace en Francia, como consecuencia de unas desavenencias dinásticas entre su padre, Don Alfonso de La Cerda, y la corona de Castilla, de la que pudo haber sido rey,  que resumo para no cansar al personal. Don Alfonso X, el conocido como el Sabio, tuvo entre otros a un hijo, Don Fernando, el primero en ser conocido como el de La Cerda, casado con una hija de San Luís, Rey de Francia. Aclaro que la denominación de La Cerda nada tiene que ver con la ganadería porcina, sino con la presencia de una pelo grueso  en el pecho. Sabe Dios si era un pelo enconado. Tuve  un compañero en la marina mercante del mismo apellido de La Cerda que nos juraba que él también tenía el famoso pelo. Para que vean que hay leyendas para todos los gustos. Este Fernando, que era legalmente el heredero de la corona de Castilla, murió antes que el Rey Alfonso X, por lo que su heredero sería su hijo llamado igualmente Alfonso. Pero un sujeto llamado Sancho el Bravo, aliado con la nobleza, se hizo con la corona de Castilla . De nuestro Luis, luego Príncipe de La Fortuna, fue padre este Alfonso que casó en Francia  con Doña Mafalda de Narbona, algunos textos dicen princesa de Narbona. El listado de los títulos del Infante Don Luis da para una guía telefónica acumulando los obtenidos en Francia y los añadidos en España, hasta llegar al Titulo de Príncipe de La Fortuna de origen papal. Una vez mas debemos de insistir en la riqueza que encierra nuestra historia canaria por cuanto salimos en todas las páginas de Europa de una u otra forma auténticas y en un sin fin de bellas leyendas. 
 
          No vivió Don Luis de forma continua en Francia, pues ya estaba en España en 1303 y, apenas tres años mas tarde, ya casaba con Doña Leonor de Guzmán, nada menos que la hija de Guzmán el Bueno. A nadie puede extrañar que años más tarde la familia, en la persona de Don Juan Alonso Pérez de Guzmán, interviniera con sus apoyos y dineros a la incorporación de Canarias a la corona de Castilla. Como suele ocurrir en la política de los pueblos, hoy mi amigo, mañana mi enemigo, y así tuvo que salir Don Luis de Andalucía y le perdemos la pista hasta 30 años después, en que vuelve a figurar entre los grandes hombres de Castilla. 
 
         Y si en Francia había nacido y ningún daño se cernía sobre él, vuelve a Francia y empiezan a lloverle títulos, tierras, honores desde Conde de Talemond a Almirante de Francia.  Y entre tantas guerras y politiqueos van apareciendo en su vida personajes  cercanos a la corte papal que. por cierto. ya no estaba en Roma rotundamente. pues había mas de un Papa con los mismos honores: uno  en Roma y otro  en Aviñón, o sea en Francia. Y entre los amigos italianos, los Doria, Palestrina y otros tantos que pusieron a Don Luis por las nubes ante el Papa de Aviñón Clemente VI. Y puesto que en las manos del Papa estamos y es el que reparte el mundo, que menos que pedir el Reino o Principado de las poco conocidas Islas Canarias. Era de ley reconocida en el mundo cristiano que correspondía a la Santa Sede proponer para la evangelización de las tierras a aquellos que se propusieran su conquista e incorporación al mundo cristiano a sus habitantes. 
 
          El nombramiento pontificio lleva fecha de 15 de noviembre de 1344. El texto no puede ser mas preciso: 
 
                   “Existen en el océano unas islas de las cuales se sabe que unas están habitadas y otras deshabitadas”
 
          El Santo Padre, francés, al no saber como llamar a los lugares que concedía, no tuvo mas remedio que echar mano de Plinio, Juba y cuanto había en la Europa del momento y así las llamó Nivaria, Capraria y la lista que ya conocemos.   Hoy sabemos que Capraria nada tenía que ver con cabras sino con lagartos de gran tamaño. Hay que andar con ojo cuando se traduce a Plinio. 
 
          Del título concedido no hay duda, pues fue Príncipe de La Fortuna. Cosa fácil para el Santo Padre que llevaba años oyendo comentar que el mencionado Plinio  había llamado a las poco conocidas islas Fortunate Insulae. Pero el título no era  gratis. El precio quedó bien claro: cada año 400 florines de oro puro a pagar por todos los sucesores del Príncipe a todos los sucesores en la Sede Apostólica.
 
          Y hubo festejo por el nombramiento con desfiles y pompas. ¿Pero donde ? Y también se lían los historiadores para saber donde fue el acontecimiento. Para unos, Aviñón lo que parece lógico. Para otros, Roma y hay que  oír a Petrarca:
 
                    “a cierto varón que vimos… paseando un  día con pompa por Roma, cayó del cielo tanta agua que volvió a su casa bien mojado”. 
 
          Debió ser con un clima europeo fatal, porque, según las crónicas, el mismo palo de agua cayo en Aviñón.
 
         Lógicamente el Papa es el Papa, pero los reyes no son tan generosos en repartir tierras en las que puede haber algo útil, y se liaron castellanos y portugueses  y hasta el rey de Inglaterra, a que el regalo saliera mas bien envenenado. Y el que más se opuso, aunque un tanto sotto voce, fue el primo del afortunado, el rey Alfonso XI de Castilla. Creo que las veía venir y no iba a perder unas tierras que ya le parecían suyas.
 
          Con estos mimbres, el Príncipe de La Fortuna jamás pasó a Canarias, aunque se afirma que tuvo “armada  aprestada para irlas a conquistar”.
 
          El malogrado Príncipe murió espada en mano luchando por su país, que en realidad era Francia, en 1346… y ni en eso se pone de acuerdo la historia, pues para la documentación archivada estaba vivo en 1348, fecha de su testamento.
 
          La larga mano de la historia nos llevaría hasta la casa condal de Medinaceli y, sobre todas las cosas, a dar por cierto que el nombramiento de Príncipe de La Fortuna abrió las puertas a una autentica conquista y evangelización de las islas Canarias… y todo ello gracias al hijo de Mafalda, que vivió mas años que su hijo, del que heredó sus propiedades en España.
 
          El heredero mayor del frustrado Príncipe de la Fortuna, llamado Luis como su padre, jamás usó el titulo heredado… Pero la categoría de su estirpe, que ya venía de lejos en la posibilidad de haber sido reyes de Castilla,   sus herederos la vivieron  incrementada con el Condado de Medinaceli y una frase que algunos historiadores recuerdan de labios de Don Fernando el Católico:
 
                  “faltando heredero al cetro real, la Casa de Medinaceli es la llamada a él” 
 
          Una vez mas estemos orgullosos de que la historia de CANARIAS esté siempre presente en historia del mundo. 
 
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