Hablemos de marinos canarios en la Armada Real

 
Por Juan Manuel Valladares Casañas (Trasncripción de una conferencia pronunciasda en Radio Muelle el 20 de junio de 2020)
 
 
 
HABLEMOS  DE  MARINOS  CANARIOS  EN  LA  ARMADA  REAL
 
 
          Hoy tendremos que cambiar completamente el motivo de los que optan por prestar servicio a nuestras fuerzas armadas sean de tierra, mar o aire. Pero también habrá que dejar en su lugar a los siglos pasados.
 
         Como  en toda época histórica, hoy felizmente superadas, han existido determinadas profesiones que han surgido de la necesidad de alimentar nuestro cuerpo y los de nuestra familia. Algunos ya nacían con los medios para no necesitar cubrir estas necesitadas primarias pero dada su condición social habían de buscar posiciones en la vida que les permitieran mantener el fulgor de sus apellidos.  Este es el caso de aquellos que naciendo en una familia acomodada, en su calidad económica y social,  no tuvieron en su gran mayoría la suerte de ser el hijo mayor para heredar el titulo, mayorazgo o condición de administrador de los bienes paternos porque nacieron en segundo o tercer lugar en el número de hijos. De ser hijas se buscaba un amigo, pariente o acaudalado vecino sin tener en cuenta años del novio ni enamoramiento de la joven y se hacia un buen concierto económico, se agrupaban dos rentas y todos contentos.
 
          Y en esa relación de los que buscaron la hacienda y el honor en nuestra marina española desde su más temprana edad figuran algunos cuyo apellido nos recuerdan antiguos pasajes de nuestra historia Canaria.
 
Domingo Valcárcel y Lugo
 
          Ingresó en la marina a la edad de 15 años, en 1718. Su antepasado Francisco de Valcárcel fue el primero en ondear en la Laguna lo que luego sería bandera de Canarias .Este Francisco había recibido de la Corona, durante el reinado de Doña Juana de Castilla,  el privilegio de poseer para su exposición pública la bandera de Canarias que no por casualidad ostentaba los mismos colores que la actual, amarillo, azul y blanco, con una cruz de color rojo en su centro.
 
Alonso Pacheco y Carabeo
 
          Ingresó en 1728. Un caso de la poca persecución que hacían las instituciones a los que no demostraban una ascendencia de cristiano viejo sin manchas de moro ni judío, puesto que su segundo abuelo Don Alonso Pacheco Solís y su abuela Doña Teresa Herrera eran ambos de origen judeo converso con pleitos ante la Inquisición de Toledo.
 
Juan Franco de Castilla
 
          No tuvo una gran actividad militar pero le debemos a su familia la preciosa casa Franco de Castilla en la Ciudad de La Laguna. Casas que tanto han hecho para que hoy sea Patrimonio de la Humanidad.
 
Domingo de Nava y Porlier
 
          Un caso de cómo una familia extranjera hasta ayer mismo se integra en la sociedad española de su tiempo. Su madre Doña Felipa Porlier era la hija del cónsul de Francia  en Tenerife Don  Esteban Porlier, natural de esta nación . Personaje  que nos dio en uno de sus escritos a su gobierno en Francia de una noticia prácticamente desconocida hasta hoy en Canarias: El paso del que luego fuera gran marino y vencedor de los ingleses en su vano intento por la conquista de la ciudad de las Indias de Su Majestad Cartagena de Indias, año de 1747, derrota que los ingleses han intentado borrar de su historia de forma reiterad. Don Blas de Lezo, como teniente y ya falto de una pierna desde los 15 años y de un ojo desde los 17, y a los 24 años con poco movimiento de un brazo, pasó al mando del buque León Franco, también conocido como Pembroke, en enero de 1717 por el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Es intención perseguida reiteradamente por el actual Marqués de Ovieco, el señor Antonio Marabini, que se reconozca este paso para conocimienot de los que pasan por nuestro puerto. 
 
Don Domingo Monteverde y Ribas 
 
          Nacido en La Laguna en 1773. Un gran militar español que hemos olvidado en buena medida. En Canarias afortunadamente contamos con la presencia de Don Manuel Hernández González, nuestro mejor conocedor de la Historia de la América Hispana. Tras haber participado con gran éxito en nuestras guerras contra Napoleón, aun le quedaron fuerzas para desembarcar en Venezuela desde Puerto Rico con 230 soldados, diez mil cartuchos y diez quintales de galletas. Se había iniciado la independencia venezolana, pero nació algo torcida porque más que la liberación del pueblo venezolano del dominio español era la intención de los comerciante de Caracas, llamados mantuanos, de  quedarse con las riqueza de Venezuela para ellos. El pueblo reaccionó y apoyó a Monteverde. Esos libertadores, al mando de Bolívar y Miranda, acabaron firmando una paz con España  el 25 de julio de 1812, lo que dio fin a la I República de Venezuela. En una segunda campaña emprendida por Bolívar fue herido gravemente  Don Domingo Monteverde y regresó a España, aunque salió de nuevo para Puerto Rico. Ya viejo y muy enfermo regreso a Cádiz donde falleció 
 
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