Noticias antiguas de Canarias (17). El descubrimiento, la conquista y la situación actual de las Islas Canarias (3),

 Por Alastair F. Robertson  (Traducido del inglés por Emilio Abad Ripoll y publicado en el Diario de Avisos el 27 de diciembre de 2021).

 

NOTICIAS ANTIGUAS DE CANARIAS

(En el British Newspaper Archive)

 

XVII- El descubrimiento, la conquista y la situación actual de las Islas Canarias (3)

 

Original en inglés: Alastair F. Robertson

Traducción: Emilio Abad Ripoll.

Miembros de la Tertulia Amigos del 25 de Julio    

 

A lo largo del siglo XVIII, de vez en cuando aparecían en la prensa británica noticias relacionadas con las Islas Canarias y otras zonas cercanas. Disponemos de una maravillosa fuente “on line”, el British Newspaper Archive (Archivo de prensa británica) (www.britishnewspaperarchive.co.uk) que proporciona una información fascinante sobre hechos que ocurrieron hace cientos de años y de la que estamos extrayendo las noticias que recogemos en esta serie, que finalizará cuando el próximo verano vayamos a celebrar el 225 aniversario de la Gesta del 25 de Julio.

Como dijimos en en el capítulo XV de esta serie, el 31 de diciembre de 1764, el Aberdeen Press and Journal publicaba un artículo sobre las Islas Canarias, posiblemente basado en un libro escrito por el capitán George Glas, un comerciante escocés con negocios en Canarias. A su vez, el libro era una traducción al inglés, al parecer no muy fidedigna, de La historia del descubrimiento y la conquista de las Islas Canarias escrito en 1632 por Fray Juan de Abreu Galindo.

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Foto 17 - 1

Fragmento del Plan de las Afortunadas Islas de Canarias por Dámaso Quesada y Chaves, 1765. (Fuente; Libro Las Islas Canarias a través de la Cartografía, de Juan Tous Meliá, 2014).

        

          Continúa el artículo del Aberdeen Press and Journal:

                   Los nativos de Fuerteventura se vestían con chaquetas de piel de cordero y calzones cortos que dejaban al descubierto la rodilla; también usaban unas calzas cortas que llegaban hasta media pierna, y calzados similares a los de los habitantes de Lanzarote. Llevaban el pelo y la barba también de igual forma y cubrían sus cabezas con unos gorros altos de piel de cabra.

                   A la llegada de Juan de Betancourt, la isla de Fuerteventura contaba con 4.000 guerreros; muchos de ellos alcanzaron fama por su virtud y valor y recibieron los apelativos de Mahay y Allihay.

 

Foto 17 - 2

 Llegada de Juan de Betancourt a Fuerteventura

(Fuente: Le Canarien. Manuscritos, transcripción y traducción. B. Pioc, E. Aznar y D. Corbella, 2003)

 

                   Se dice que Guadarsia, el rey de Lanzarote en aquel tiempo, era descendiente de Ruiz de Avendaño, un español enviado en 1377 por Enrique II de Castilla al frente de una expedición de cinco barcos que habían arribado a la isla empujados por una tempestad.

                   Los españoles fueron muy bien recibidos por los nativos, quienes los obsequiaron con lo mejor que les brindaba la isla. Ruiz se hospedó en casa del rey Quonzamas, y la primera muestra de agradecimiento del invitado hacia su real benefactor consistió en seducir a su esposa, con la que tuvo una hija llamada Yeo. Era muy hermosa, en comparación con los naturales del país, y cuando alcanzó la mayoría de edad se casó con un miembro de la familia real, quien se convirtió en rey de la isla después de que Peraza llevara prisioneros a Guanarame y Tinguasaya a España, en 1385 ó 1386. De esta princesa Yeo, tuvo un hijo llamado Guadarsia; y el autor nos cuenta que, tras la muerte de Guanareme, se planteó en la isla el problema de la sucesión. Los indígenas insistían en que Guadarsia estaba inhabilitado para ser rey porque su madre, Yeo, parecía por su complexión ser hija de un extranjero y no del rey Quonzamas.

                   Para poner fin a esta disputa, se decidió en asamblea encerrar a Yeo con tres sirvientas en la casa de Quonzamas y llenar la vivienda de humo; si sobrevivía a la prueba y las demás morían, debería considerarse que era una descendiente auténtica de Quonzamas. Yeo, por consejo de una anciana, había llevado en secreto a la habitación donde se las encerraría una esponja humedecida con agua, y cuando el humo empezó a causarle problemas, se tapó con dicha esponja la boca y la nariz y respiró a través de ella. El resultado fue totalmente exitoso, pues cuando se abrió la puerta, las tres sirvientas habían muerto asfixiadas, pero Yeo vivía, por lo que se la trató con todos los respetos y su hijo Guadarsia fue inmediatamente declarado rey.

 

                     De la Isla de La Gomera y sus antiguos habitantes

                 Los indígenas del siglo XIV eran de mediana estatura, ágiles, muy activos y diestros, especialmente en el lanzamiento de piedras y dardos, a lo que se les entrenaba desde niños; también mostraban una gran habilidad esquivando las piedras y dardos que les arrojaban, sin cambiar de lugar, balanceando el cuerpo de uno a otro lado, e incluso atrapaban los proyectiles en el aire. Sus otras armas consistían en palos largos terminados en forma puntiaguda.

                   Los hombres vestían, de forma similar a los de Lanzarote, una especie de túnica hecha con pieles de cabra que alcanzaba hasta un poco más abajo de las rodillas; las mujeres se cubrían con faldas y un tocado que les llegaba hasta los hombros, ambos de pieles de cabra secas y curiosamente pintados. Utilizaban para ello un tinte rojo que extraían de un árbol llamado tajinaste y otro azul obtenido de una planta que denominaban pastal; la parte de cuerpo comprendida entre el tocado y la falda estaba desnudo. Hombres y mujeres usaban calzados hechos con pieles de cerdo.

 

Foto 17 - 3

Tajinastes rojos al pie del Teide (Fuente: Isla de Tenerife Vívela)

 

                   De El Hierro

                   El nombre de esta isla antes de que los españoles tomaran posesión de ella era Esero, que significaba fuerte o duro. Cuando los españoles mostraron hierro a los nativos, estos lo encontraron más fuerte que cualquier material conocido por ellos hasta entonces, y le dieron el mismo nombre de su isla. Y al empezar a hablar español dieron al hierro indistintamente el nombre español o el antiguo suyo, Esero; consecuentemente, de forma natural, cuando mencionaban a su isla también sustituían Esero por Hierro, y los portugueses, siguiendo su propio idioma, la llamaron Ferro.

               (Continuará en nuestro próximo número)

        

          Pero, para nuestra gran frustración, ese “nuestro próximo número” del periódico no ha sido escaneado, por lo que la historia termina aquí, aunque habrá más noticias sobre el Capitán Glas en el siguiente artículo de esta serie.

 

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