La pequeña gran labor de los "lollipops"

 
Por Antonio Salgado Pérez  (Publicado en El Día el 4 de junio de 2007).
 
 
          En Inglaterra, concretamente en el condado de Hertfordshire, que fue el pionero en esta encomiable actividad, siempre nos ha llamado la atención el atuendo de aquellos personales, risueños y amables, con sus uniformes y gorra de visera, de un “amarillo chillón”, con franjas doradas, portando como descomunales chupetes rojizos y núcleos también amarillos, con un stop, en negro, donde figuran las siluetas escolares.
 
          Son los denominados lollipops, léase, en español, chupachups, o chupete, ya que los aludidos letreros que llevan tienen forma de tal golosina, de ahí la procedencia del apelativo. Ahora, alborozados, los lollipops están celebrando sus bodas de oro. 
 
          ¿Cuál es la misión del lollipop? Pues nada más y nada menos que ayudar, en la salida de los colegios, a que los niños no tengan problemas con el tráfico. Siempre hemos observado que aquí, en el Reino Unido, los británicos tiene  dos debilidades: los niños y los animales.
 
          Por la mañana y por la tarde, el lollipop es fiel a su cita. A la salida de las clases, esgrimiendo aquella especie de chupete de gigante goloso, y con normas estrictas, canaliza el deambular de aquellos pequeños alumnos, que se ven muy apoyados en tales personajes, simpáticos y sociables, que les indican cómo deben cruzar la calle, parando, con suma amabilidad y respeto, el tráfico rodado, con su sonrisa, con su uniforme y su “chupete”.  
 
          Para integrarse en estos grupos de lollipops que, en el citado condado británico de Hertfordshire, son ya cerca de cuarenta, sus jefes recomiendan que deben ser personas “alegres y felices; lo suficientemente responsables para dar a los niños instrucciones concretas y lo suficientemente convincentes para comunicarle a los padres el comportamiento de sus vástagos; y por supuesto, deben gozar de buena vista, de reflejos y repentización para, en cualquier momento, paliar la habitual improvisación de los pequeños”.
 
Bodas de oro
 
          El lollipop trabaja 45 minutos por la mañana y por la tarde y suele cobrar 5,35 libras por hora, es decir, cerca de las antiguas 1.300 pesetas. Como se comprenderá es faceta eminentemente altruista que, normalmente, es desempeñada por jubilados o personas -en su mayoría féminas- que quieren entretenerse, a toda costa, en cualquier tipo de actividad, máxime en ésta, donde el timbre social es muy acentuado  ya que al lollipop, habitualmente, se le ve en los “colegios chic”, que lucen como sello de distinción y seguridad. 
 
          Ahora, insistimos, están celebrando sus bodas de oro. Una de estas lollipops nos decía hace unos días, muy entusiasmada, que la compensación a su trabajo se la había proporcionado aquella veintena de niños que, por Navidad, le habían enviado cariñosas postales de agradecimiento.
 
          En fin, ¿se imaginan ustedes, por ejemplo, un grupo de lollipops en nuestras ramblas, concretamente, en los aledaños de la denominada “estatua”, entre los colegio de La Pureza y el Hispano Inglés, de Santa Cruz?
 
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