El agua en Santa Cruz: chorros públicos

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 7 de febrero de 2021).
 
 
          A principios del siglo XVIII, Santa Cruz era una pequeña Villa de unos 2.200 habitantes que sólo contaba con la poca agua que corría por los barrancos, la que se extraía en las norias -calle a la que dieron nombre- y la de los aljibes existentes en los patios de algunas casas que podían permitirse este lujo.
 
          En 1706, el Capitán General Agustín de Robles hizo traer el agua desde los nacientes del Monte Aguirre, en el macizo de Anaga, a través de 12 kilómetros de atarjeas de madera, elevadas sobre el terreno con palos o estacas para evitar que el ganado abrevase en ellas. Una vez dentro de la población, el agua transcurría por canales de mampostería, soterrados y tapados con losas, a través de las calles de las Canales Bajas (Doctor Guigou), Pilar, San Roque (Suárez Guerra), Barranquillo (Imeldo Serís), distribuyéndose a las fuentes y chorros públicos.
 
          En la mayoría de los barrios el Ayuntamiento instaló chorros, casi siempre aprovechando las esquinas de las calles, los cuales perduraron hasta la primera mitad del siglo XX. A ellos se acercaban mujeres, hombres  y niños para trasladar el agua hasta sus casas, utilizando recipientes que cargaban sobre sus cabezas o transportándola en barricas y sobre sus hombros. En los veranos, debido al corto caudal existente, se solían producir aglomeraciones, conflictos y disputas, que a veces terminaban en peleas. 
 
          Estos chorros públicos eran de gran sencillez, sin ninguna pretensión artística monumental, pues sólo disponían de un soporte de mampostería del que sobresalía el caño con la llave por donde salía el agua. Durante muchos años no dispusieron de grifos que permitieran cerrarlo, sino que caía de manera continua, perdiéndose  a través de las calles.
 
 
Chorro de Santo Domingo
 
01.- Chorro de Santo Domingo Personalizado
 
          Se instaló en 1709 para surtir de agua al barrio del Toscal. Estaba instalado en la calle de El Chorro (El Pilar), esquina a la calle Corazón de Jesús (Teobaldo Power).
 
          En 1816, al construirse la iglesia del Pilar, el Chorro sería trasladado a la trasera del convento dominico de La Consolación, donde también era utilizado por los frailes para regar su huerta.
 
          En 1849, tras la desamortización de Mendizabal, cuando el extinguido convento y la huerta de los frailes pasaron a titularidad municipal, y allí se construyó el Teatro Guimerá y la Recova Vieja, el Chorro se colocaría en la plazuela resultante de la confluencia de las calles Barranquillo (Imeldo Serís) y Canales (Ángel Guimerá), dotándolo de cuatro grifos traídos del extranjero, y plantando árboles en su entorno, siendo utilizado por los vecinos de los populosos barrios de la Consolación y Vilaflor, hoy Puerta Canseco y Miraflores. El Chorro y la plazuela recibirían el nombre de Santo Domingo, en recuerdo del Convento allí existente.
 
          EL Chorro fue restaurado en 1894  por el arquitecto municipal Antonio Pintor y Ocete, colocándole en su centro un pilar cuadrado, coronado por una gran esfera, todo de piedra basáltica, de donde salían cuatro surtidores que dejaban caer el agua en un receptáculo, también de piedra. Todo ello estaba rematado por un candelabro de farolas y una verja de hierro que cerraba el recinto de la plaza, elementos que han  desaparecido.
 
          Aunque este Chorro ya no tiene su primitivo cometido, sus centenarias piedras le han convertido en un elemento ornamental de la ciudad, formando parte del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife, como testimonio material; además,  a su lado el Ayuntamiento colocó en el año 2000 la escultura de La Aguadora, del artista Medín Martín, para rendirle homenaje a una de las profesiones que llevaron a cabo las mujeres de Santa Cruz hasta principios del siglo XX, consistente en recoger cántaros de agua de los chorros y fuentes públicas y llevarla, sobre su cabeza, hasta los hogares que la solicitaban, a cambio de una remuneración. Su papel fue muy importante, especialmente durante los periodos de sequía, ya que el servicio de abastecimiento de agua no estaba regularizado y muchas de las viviendas no contaban con este recurso de forma particular. De la misma manera que hicieron durante la Gesta del 25 de Julio de 1797, al llevarles el agua a los soldados que defendían la montaña de la Altura de Paso Alto.
 
 
Chorro de Puerto Escondido
 
02.- Chorro de Puerto Escondido. Personalizado 
 
          En 1820, al final de la calle del Norte (Valentín Sanz), esquina con la de San Roque (Suárez Guerra), se construyó el llamado Chorro de Arriba para el abasto público de los vecinos del Toscal. Era de piedra basáltica y tenía cuatro caños.
 
          El citado Chorro sería trasladado a la Plaza del Patriotismo en 1845, al abovedarse el barranquillo de Guayte o San Francisco, que uniría la calle del Norte (Valentín Sanz) con la calle La Rosa.
 
          Como en 1912, don Ramón Baudet, propietario del Parque Recreativo, lo trasladó al comienzo de la calle Puerto Escondido, pues le interrumpía la entrada del recién estrenado cine al aire libre, el Chorro pasaría a denominarse con el nombre de la citada calle. 
 
 
Chorro de Los Caballos 
 
03.- Chorro de los Caballos Personalizado
 
          Fue mandado a construir en 1801 por el Comandante General de Canarias, Marqués de Casa Cajigal, en la confluencia de las calles Canales Bajas -Doctor Guigou- y Doctor José Naveiras, muy cerca de la palmera del Parque, suministrándose de la misma atarjea general que transcurría por la calle.
 
          Era de piedra basáltica y disponía de cuatro caños de los que siempre estaba saliendo agua que llenaba el receptáculo de piedra basáltica donde iban a abrevar las bestias, de ahí su nombre.
 
 
Chorro en la Rambla Pulido
 
04.- Chorro Rambla Pulido Personalizado
 
          Cuando la Sociedad Constructora de Edificios Urbanos estaba urbanizando lo que se llamó Barrio Nuevo, construyó un chorro en el lado derecho del camino de La Laguna (Rambla Pulido), en la esquina de la calle Benavides. 
 
          Al concluir las obras del Barrio, y la empresa lo entregó al Municipio, éste la conectó a la atarjea que transcurría por la zona, y le puso una puerta que se cerraba por las noches para evitar el robo del agua. 
 
 
Chorro de la Aguada y Chorro del Muelle
 
05.- Chorro del Muelle Personalizado
 
          Instalado en 1813 en el recodo que formaba la playa de la Alameda con el muelle, pegado al muro del Castillo de San Cristóbal, era utilizado como caño de aguada de los barcos, por lo que era el único chorro que le producía renta al Municipio, según el canon establecido a los buques.
 
          También, en la entrada del muelle Sur, se instaló un chorro de hierro fundido para que los trabajadores portuarios pudieran utilizarlo gratuitamente.
 
Chorros en los barrios
 
          En la mayoría de los barrios se colocaron chorros para cubrir las demandas vecinales, como los que existieron en Los Llanos, en la calle Pescadores; en el Cabo, que incluía el suministro al cuartel de San Carlos; en el Toscal, en la esquina de la calle Santiago con la del Señor de las Tribulaciones; así como en el Perú,  Buenavista, La Alegría, Duggi, etc.
 
          También se instalaron en las calles de San Sebastián, cerca de la calle del Humo; Miraflores, Viera y Clavijo, San Martín, etc.
 
          De la misma manera se instalaron chorros públicos en los caseríos de Almáciga, Chamorga, Benijos, La Cumbrilla, Roque Negro y Taborno, aprovechando los nacientes más cercanos. 
 
 
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