Cementerio Santa Lastenia
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 1 de noviembre de 2020).
Nadie muere mientras haya alguien que lo recuerde.
Entrada al Cementerio Santa Lastenia
La costumbre cristiana de sepultar en el interior de los templos comenzaría en Santa Cruz a partir del año 1501, según consta en los libros sacramentales de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción, en los que figuran 10.232 enterramientos. También se inhumaría en la ermita de Ntra. Sra. de Regla, de la misma manera que en los distintos conventos se enterraban a los miembros de sus órdenes religiosas.
Con el fin de evitar que los fieles que acudían a las iglesias se contagiaran con los miasmas corrompidos de la putrefacción de los cadáveres que allí se enterraban, Carlos III ordenó la creación de camposantos en los extramuros de las ciudades y municipios el 3 de abril de 1799; sin embargo, Santa Cruz no dispondría del primer cementerio civil hasta el 5 de noviembre de 1810, ante la imperiosa necesidad de dar cristiana sepultura a las 1.332 personas fallecidas por la invasión de la epidemia de fiebre amarilla, introducida por los barcos San Luís Gonzaga y Fénix que habían llegado al puerto de Santa Cruz, procedentes de Cádiz.
Este primer camposanto se establecería, el 5 de noviembre de 1810, en el llamado Llano de los Molinos, un lugar bien ventilado en las afueras de la población. Una vez bendecido por el beneficiado de la parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción, se procedió a dar sepultura a los cadáveres de Rafael y Roque, por lo que, según la costumbre de la época, sería el nombre que se le pondría al nuevo Cementerio.
El recinto, con capacidad para 20.000 almas, quedaría terminado el 4 de marzo de 1823. Debido a las necesidades derivadas del crecimiento poblacional y a la irrupción de dos nuevas epidemias de fiebre amarilla en 1846 y 1862, en las que fallecieron 387 y 540 personas, respectivamente, hubo que comprar los terrenos colindantes para realizar diversas ampliaciones, pasando a tener 3.205 metros cuadrados en 1886; año en que el Ayuntamiento le rodea con un muro de tres metros de altura.
Debido a que el cementerio San Rafael y San Roque se había quedado pequeño y sin posibilidad de ampliación, ya que se encontraba rodeado de edificios en el centro de la ciudad, a finales del s.XIX se decidió crear un nuevo camposanto, tras haber sufrido otra epidemia, esta vez de cólera morbo.
Por ello, el 15 de octubre de 1909 se compraron 40.000 metros cuadrados de terreno en la Montaña de Hoya Fría, un lugar alejado de la ciudad con influencia de vientos dominantes. El encargado de elaborar el proyecto de construcción sería el arquitecto municipal Antonio Pintor, comenzando las obras en 1910.
Sin haber acabado las obras, el nuevo cementerio sería inaugurado por el alcalde Jacinto Casariego Ghirlanda, el 27 de enero de 1916, siendo bendecido por el Obispo Nicolás Rey Redondo.
Como la primera persona inhumada fue la joven de 16 años de edad, María Lastenia de la Concepción del Pino Rodríguez (*), siguiendo la tradición de poner a los cementerios el nombre de la primera persona enterrada, esta necrópolis se bautizó con el nombre de Santa Lastenia.
Los otros cementerios del Municipio también han seguido esta costumbre, y así, el de Igueste de San Andrés se denomina Santa Rosalía, por Rosalía López, sepultada en noviembre de 1893; el de Punta Anaga, Santa Modesta, por Modesta Álvarez, enterrada en 1937; y el del Sobradillo, Santa Catalina, por Catalina Díaz, inhumada en 1927.
Aunque las obras de Santa Lastenia finalizaron en febrero de 1926, a lo largo de su historia se le ha ido añadiendo más superficie de terreno para las sucesivas ampliaciones, de manera que ha triplicado su capacidad, contando en la actualidad con 70.000 metros cuadrados, donde existen 32.000 unidades de enterramiento. Desde su apertura ha acogido unas 120.000 personas, tanto en la parte antigua (panteones, sepulcros y tumbas), en la parte moderna (nichos y columbarios), como en las incineraciones realizadas en los hornos crematorios instalados en 1996.
El legado patrimonial e histórico que alberga Santa Lastenia está formado por el pórtico de la entrada, obra del arquitecto don Antonio Pintor y Ocete. En su interior se levantan majestuosos panteones, tumbas con bellos conjuntos escultóricos, y sepulturas con elementos de ornamentación, pertenecientes a las principales familias de la capital tinerfeña.
Panteones de la avenida principal
En un sencillo sepulcro de la segunda terraza, se encuentran los restos de 15 personajes históricos que en 1970 fueron trasladados desde San Rafael y San Roque. Sus nombres están grabados en una placa de mármol que dice: "Santa Cruz de Tenerife a sus hijos ilustres: José María de Villa y Martínez, Emilio Calzadilla Dugour, José Desirée Dugour y Martín, Francisco León y Xuárez de la Guardia, Luís Benítez de Lugo, Manuel Marrero Torres, Diego Estévanez Murphy, Ireneo González Hernández, Benito Pérez Armas, Santiago Beyro y Martín, Valentín Sanz y Carta, Patricio Estévanez Murphy, José de Zarate y Penichet, Juan Padrón Rodríguez, y Victor Zurita Soler”.
En los últimos años, estas instalaciones se han modernizado con la construcción de hornos crematorios y zonas reservadas para los enterramientos de las confesiones judías, musulmana y protestante. En sus proximidades se han instalado dos tanatorios, que cuentan con floristería, bar, etc.
Dentro del Camposanto, diversos trabajadores se encargan de los servicios de administración, sepultura y mantenimiento, prestados por la empresa concesionaria, Cetensa Canarias.
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(*) María Lastenia de la Concepción del Pino Rodríguez, nació en Santa Cruz de Tenerife en el año 1900, siendo recluida en la Casa de Maternidad. Cuando tenía tres años fue adoptada por Francisco del Pino Cruz y Josefa Rodríguez, con domicilio en la calle del Saludo número 3, del barrio del Toscal de esta capital.
La joven falleció el 26 de enero de 1916, siendo enterrada al día siguiente. Ese mismo día recibieron sepultura cuatro personas más. Según el libro cronológico del Cementerio, la causa de su fallecimiento se debió a una tuberculosis pulmonar, siendo atendida en el momento de su muerte por el doctor Pisaca.
El 1 de febrero de 1921, el ayuntamiento capitalino acordó por unanimidad conceder a perpetuidad y de manera gratuita los terrenos donde reposan los restos de la joven, por haber sido el primer cadáver inhumado en este cementerio; sin embargo, después de haber estado enterrada en dos emplazamientos distintos, en 1976 sería trasladada al llamado Paseo de Santa Lastenia, situado cerca de la entrada Sur del cementerio, donde su panteón de mármol blanco tiene una cruz abrazada por dos ángeles.
Ante su tumba se celebraron, en 2016, los actos conmemorativos del centenario del Cementerio, con la presencia de las primeras autoridades civiles y religiosas.
En la actualidad no se conocen familiares directos de María Lastenia, aunque en su tumba siempre hay flores frescas.
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