Cromos británicos (1) Mirlos.

 
Por Antonio Salgado Pérez (Publicado en El Día el 15 de  agosto de 1997)
 
 
MIRLOS
 
 
          En este verano del 97 los mirlos están más saltarines y orondos que otras veces. Las lluvias y el sol han convertido los pisos de los generosos parques londinenses en esplendidas y descomunales alfombras esmeraldas donde estos pájaros campean a sus anchas. Nos miran, de frente, con cierto desparpajo, y hasta que no les tiremos esas migajas de pan que esperan, siguen escrutándonos con aquellos ojos que parecen horadarnos. 
 
          Ann Ducat, que aún conserva esa buenísima costumbre de escribir cartas, nos recuerda aquel pensamiento de Johnson que dice que “el hombre que se cansa de Londres, se cansa de la vida”. Totalmente de acuerdo. Este Londres jamás podrá descubrirse del todo. Aquí nunca existirá la rutina. Se ha dicho que una visita a Londres equivale a una vuelta al mundo…
 
          Si te acomodas en un banco de Oxford Street lo podrás comprobar: hay de todo y gente de todas partes. Más de un cuarto de la población de la ciudad no es británica de nacimiento. Londres, como nos ha dicho Srinivasa Rao, es un inmenso conglomerado multicultural y esto a nadie sorprende. Nos encontramos en una Babel de saris y sarongs; de mezquitas y mandiras; de calipsos y palillos chinos; de turbantes y tandooris; de musulmanas a las que apenas se les ve las pestañas… Los asiáticos fueron los primeros en llegar y ya en 1579, año en el que puso pie en la India el primer ciudadano británico, el misionero Thomas Stephens, residían en el Reino Unido diez mil personas de origen hindú. Mucho más tarde llegarían a Canarias. Y volviendo a los mirlos, ¿se imaginan ustedes los que habrían en esa época en Londres, sin asfalto ni cemento?
 
          En sucesivos cromos iremos relatando, con cariño y objetividad, pequeñas pinceladas, vivencias, que esperemos no inciten al bostezo, de esa nueva estancia en tierras británicas, siempre de la mano de Luisa, mi simpar guía. 
 
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