Praga tiene las garras de una madre posesiva

 
Por Antonio Salgado Pérez (Publicado en La Gaceta de Canarias el 30 de octubre de 2001).
 
 
          Uno de los grandes aciertos que hemos tenido al visitar Praga ha sido la adquisición de dos libros tan prácticos como amenos e ilustrativos: el popular Trotamundos, de Salvat y la guía Fodors. En ambos tomos, la primera coincidencia: Sin lugar a dudas, Praga es una de las ciudades más fascinantes del mundo. En efecto, pocos sitios en el universo ofrecen en una superficie relativamente reducida tanta cantidad de estilos arquitectónicos diversos, tantos monumentos o rincones románticos. Románticos, sí, porque en pocas capitales se observa, de entrada, en la calle, en cada recodo, tantas  parejas, jóvenes, mauras y cerca de la longevidad, con tantas apetencias para el ósculo. 
 
          Aquí, en Praga, como en sus balnearios de Kárlovy Vary, algún gobernante de especial sensibilidad, parece haber dado hace muchos años, esta orden: “Necesito el concurso de los mejores y más imaginativos arquitectos que hayan en el Viejo Continente”. Y, en tropel, acudieron para convertirla en lo que es hoy, adornada con epítetos como Praga de Oro, de las Cien Torres, Ciudad Madre, del Moldava… Los praguenses están perplejos, sorprendidos, de cómo su ciudad ha llegado a convertirse en una de las capitales monumentales y culturales del globo terráqueo, junto a París, Viena y Roma, que ya es decir. Escapó de milagro a las grandes guerras mundiales y en ella hubo menos estropicios urbanos que en las demás capitales europeas.
 
          Como resultado de todo eso, Praga es una de las pocas capitales que se puede recorrer completamente andando aunque, con tacones altos, las féminas encontrarán problemas considerables al deambular por estas calles empedradas, adoquinadas, pero, “las ciudades son libros que se leen con los pies” y más ésta donde hay que ir con los ojos pero que muy abiertos para poder admirar todos los estilos que han moldeado esta ciudad: románico, gótico, renacimiento, barroco, modernismo, cubismo… Además, aquí existen calcos de nuestro prematuramente desaparecido César Manrique ya que la ausencia de carteles publicitarios y de luces estridentes hacen que resalten, todavía más, “los balcones imposibles, los pórticos delirantes, los nobles ventanales, los jardines secretos y las callejuelas románticas”, donde la música, siempre clásica, inunda aquellos parajes de una fisionomía muy sui generis.
 
          Praga, según los técnicos, es una rara ciudad de Europa que da testimonio de todos los periodos arquitectónicos. Por ello, es una obra maestra absoluta, una ciudad con un gran poder de seducción y una hospitalidad legendaria que, inevitablemente, tenía que atraer a artistas e intelectuales. Un praguense universal, Franz Kafka, dijo que “Praga no nos soltará jamás; tiene las garras de una madre posesiva”.
 
          Aquí, al socaire del río Moldava, que se contornea, sinuosamente, por la urbe, proliferaron artistas locales de la categoría del compositor Antonin Dvorak y aún tiene vigencia vertical Milos Forman, que nos aportó aquella cinta de anaquel titulada Alguien voló sobre el nido del cuco. El 16 de enero de 1969, cuando ya estaba claro que los tanques soviéticos habían “normalizado” Praga, un estudiante, Jan Palach, se prendió fuego a lo bonzo en los alrededores de la emblemática Plaza Wenceslao, punto neurálgico de la capital. Jan, que sigue vivo en el corazón de los praguenses, sigue demandando un busto, una calle, una lápida, en esta ciudad de campanario, torreones y atalayas; en este “sueño de piedra”, paraíso de los paseantes que la amaron apasionadamente como Goethe, Chateaubriand, Rilke, Camus, Claudel, Apollinaire, Nerval, Paul Mornad e, incluso, recalcan determinados autores, los surrealistas artistas Eluard y Bretón. 
 
          Carlos IV (1346-1378), conocido como “el Padre de la Patria Checa” deberá estar contento con la semilla que sembró en el campo no solo político y económico sino cultural. Monarca sabio e instruido, se le recuerda como una de las figuras maestras de la historia del país y de Praga.
 
          Desde 1993 la antigua Checo-eslovaquia, después de sufrir una crisis de hondo calado, se fraccionó en dos estados soberanos: la República Checa (cuya capital es Praga), que comprende los territorios de Bohemia y Moravia; y Eslovaquia, capital Bratislava. En consecuencia, la llamada de Praga a Bratislava, por ejemplo, tiene la consideración de conferencia internacional. Si quiere complicarse la vida intente adentrarse en el idioma checo donde “sí” se escribe “ano” pero se pronuncia “no”. Vean esta frase sin una sola vocal y con acentos ausentes en nuestros ordenadores: "strc prts skrz krk", que quiere decir, ni más ni menos, que “hunde tu dedo en la garganta”… Aseguran que esta frase es el clásico de los clásicos en esta Praga que, según el lugar que ocupe en la frase, también puede escribirse como Praha, Praze, Prahou y Prahy. 
 
          ¿Quién da más?
 
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