125 años de la construcción del Manicomio

 
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 05 de julio de 2020).
 
 
 
          Ante la situación deplorable e inhumana en que se encontraban los enfermos mentales alojados en unas casas-depósito anexas al Hospital de Nuestra Señora de los Desamparados (Hospital Civil), daría lugar a que don Juan Febles Campos, Diputado Provincial e Inspector de los Asilos Benéficos de la Provincia, tuviera la iniciativa de dotar a Santa Cruz de Tenerife de un Manicomio donde estos dementes pudieran tener unas condiciones dignas.
 
          Para ello, el 14 de diciembre de 1892, creó y presidió la Sociedad que se encargaría de su construcción, junto a Magdalena Ravina del Castillo, como secretaria, y el arquitecto Antonio Pintor Ocete. Los fondos de la citada Sociedad procederían de las subvenciones del Ayuntamiento, donativos de la Junta de Caridad de Señoras de Santa Cruz de Tenerife, el apoyo del farmacéutico y erudito Eduardo Rodriguez Núñez, el legado de Enrique Pérez Soto, y el producto de los valores de las quince acciones cedidas por la Sociedad de Edificaciones y Reformas Urbanas.
 
          Recaudado el suficiente dinero (5.000 pesetas) adquirieron una finca de 20.000 metros cuadrados próxima al puente Zurita, elevándola a escritura pública el 4 de julio de 1894 y, dos meses más tarde, presentaron el proyecto del edificio, realizado por el arquitecto Antonio Pintor Ocete, quién que no cobraría los derechos de autor. 
 
          El citado proyecto, al contar con las corrientes higienistas inglesas, constituiría un ejemplo novedoso en Canarias, pues el recinto estaría dotado de varios pabellones independientes, interconectados a través de un eje central con el fin de favorecer el contacto de los enfermos con la naturaleza y, entre ellos, una avenida de 150 metros de largo por 20 de ancho, con cuatro hileras de árboles. También tendría una zona destinada a huerta de cultivo que sería atendida por los propios internos, favoreciendo así su recuperación, y un pequeño bosque para el recreo de los pacientes, realizado altruistamente por el Sr. Ballester, ingeniero jefe de montes.
 
          El pabellón central estaría destinado a la administración, servicios, hidroterapia, electroterapia, cámara de oftalmoscopia, gimnasio, botica, habitaciones para la Comunidad de Hermanas de la Caridad de las Hijas de San Vicente de Paúl, y capilla para el Culto, mientras que los dos pabellones laterales serían para los enfermos mentales, separados por sexos, edad y patología. Asimismo habría sala de reuniones y los demás servicios necesarios para un correcto funcionamiento. También se construiría un depósito de agua, ya que se consideraba un elemento imprescindible a la hora de la higiene y la hidroterapia. La actividad asistencial la realizaría un médico-psiquiatra, ayudado de un practicante y los vigilantes, quienes se encargarían del orden para evitar situaciones de agresividad o autolesiones.
 
          Las obras comenzaron en 1895 y se fueron realizando según las donaciones que se iban recaudando. Veinte años más tarde, ante el penoso estado que presentaba el edificio, don Juan Febles Campos se reunió con don Nicolás Martí Dehesa, Diputado Provincial e Inspector de Establecimientos Benéficos, quien se comprometió a aportar los fondos precisos, de manera que en 1913 el manicomio contaba con dos pabellones construidos, uno para cada sexo.
 
          El Manicomio se inauguró el 22 de agosto de 1917, cuando desde el Hospital de Ntra. Sra. de los Desamparados (Hospital Civil) fueron trasladados a las nuevas instalaciones 40 pacientes -22 mujeres y 18 hombres-. Curiosamente, el transporte de estos enfermos se realizó en el tranvía. 
 
Manicomio en 1917 Personalizado
 
El Manicomio en 1917
 
 
          El 1 de junio de 1928, don Juan Febles Campos haría entrega del Asilo de Dementes, llamado así desde el año anterior, a la Mancomunidad Provincial Interinsular de Santa Cruz de Tenerife, tal como se estipulaba en el artículo 8º de la fundación de la Sociedad.
 
Obras de ampliación
 
          En 1937, año que adquiere la denominación de Hospital Psiquiátrico Provincial, hubo que llevar a cabo nuevas obras en el recinto hospitalario debido al creciente número de dementes, y a la aplicación de nuevos tratamientos a base de insulina, electroshock y lobotomías que alargarían la  hospitalización. Como la Corporación Interinsular no disponía de fondos suficientes, hubo que solicitar ayuda estatal, aprovechando que el palmero Blas Pérez Gonzalez era ministro de la Gobernación, siendo concedidos los fondos necesarios el 16 de junio de 1947. 
 
          Las obras, dirigidas por el Arquitecto Provincial Domingo Pisaca Burgada, consistieron en la construcción de muros exteriores para aislar completamente el recinto; la instalación de tuberías para el servicio de agua fría y caliente; colocación de rejas de hierro en todos los huecos de puertas y ventanas de los pabellones, para la conveniente seguridad de los internos; construcción de locales para portería, lavandería, vaquería, y atarjeas de riego. También se adquirió material médico quirúrgico, inexistente en ese momento; una cocina de hierro nueva; menaje y mobiliario para los dormitorios, cocina y comedores.
 
          Pero en 1944, como los trabajos que se habían proyectado se encontraban abandonados, y el Hospital Psiquiátrico presentaba lamentables condiciones de pobreza y hacinamiento de los enfermos recluidos, la Prensa y algunos grupos sociales de esta ciudad protestaron enérgicamente, lo que obligaría a la Jefatura Nacional de la Obra Sindical de Lucha contra el Paro a  enviar 200 obreros para concluir las obras.
 
          A finales de 1945 hubo la necesidad de buscar una solución a las condiciones precarias de hacinamiento, pues en sus dependencias habían alojados 250 dementes, y sólo se contaba con 130 plazas; por ello, se barajó la posibilidad de construir un nuevo edificio en la zona norte de la Isla que reuniese las condiciones exigidas por la Psiquiatría Moderna; pero, como no existían recursos materiales para un proyecto de tal envergadura, en junio de 1946 se optó por una nueva ampliación del Centro, diseñada por el arquitecto provincial Domingo Pisaca Burgada, incrementando la superficie del solar con 6.352 metros cuadrados, de manera que permitió alojar a 92 hombres (68 pensionados y 24 de pago), y 132 mujeres (120 pensionadas y 12 de pago). 
 
          El aumento de enfermos y los cambios producidos en el campo de la psiquiatría, obligaría en 2001 a reformar y transformar el edificio en profundidad, tanto en las instalaciones como en su funcionamiento interno. 
 
          Como testimonio, aún se conserva la primera construcción, aunque reformada en su constitución y con un cometido más concreto que en sus inicios.
 
          En la actualidad, el Hospital Psiquiátrico de Tenerife cuenta con el Área Externa de Salud Mental, dependiente del Hospital Universitario de Canarias, adscrito a la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, y el Hospital Febles Campos, dependiente del Instituto de Atención Socio Sanitaria, donde los pacientes ingresados realizan actividades de gimnasia, psicomotricidad, arte-terapia, estimulación sensorial, jardinería y huerto urbano, a la vez que participan en talleres de música, folclore, teatro, y terapia ocupacional, todos ellos a cargo de profesionales expertos en la salud mental, como son: psiquiatras, enfermeros, psicólogos clínicos, terapeuta ocupacional, trabajadoras sociales, auxiliares de enfermería, y administrativos.
 
Traslado
 
          El 18 de junio de 2020, el presidente del Cabildo de Tenerife comunicó a los medios que los 250 pacientes y 530 trabajadores del Hospital Febles Campos serán trasladados próximamente a las instalaciones del Seminario Diocesano de Tenerife, situado en el barrio de La Verdellada, en La Laguna, una vez que se hayan realizado las obras de acondicionamiento para su nuevo uso. La nueva instalación permitirá albergar a 164 usuarios de larga estancia y a los demás pacientes de psicogeriatría que ocuparán un ala anexa al edificio del Seminario.
 
          Una vez se haya efectuado el traslado se procederá a demoler el edificio, dadas las malas condiciones en que se encuentra, construyéndose en la misma ubicación un nuevo edificio, del que ya está redactado el proyecto técnico.   
 
 - - - - - - - - - - - - - - -