Mural de la capilla del Pilar de Nuestra Señora de la Asunción de San Sebastián de La Gomera
Por Carlos Hernández Bento (Publicado en el número 66 del Anuario de Estudios Atlánticos (2019))
Mientras elaborábamos el libro 1743. La Royal Navy en Canarias, nos dimos cuenta de que esta obra no era el espacio adecuado para prestar toda la atención debida al mural de la capilla conmemorativa del ataque del inglés Charles Windham contra La Gomera. Por tanto, en este artículo vamos a centrarnos en desarrollar todas nuestras consideraciones al respecto a la luz de la documentación inglesa que hallamos en su momento y a la del testamento de don Diego Bueno, comandante de las milicias gomeras durante la agresión y promotor de las obras de la capilla.
Breve reseña del episodio de Charles Windham en La Gomera.
Entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 1743, San Sebastián, el puerto de La Gomera, fue atacado por unos enviados de la omnipotente Royal Navy, en el marco de la guerra hispano inglesa de 1739-17481 (Nota 1) .
Los navíos de línea británicos, el Monmouth de 70 cañones, capitaneado por el inglés Charles Windham (2), comandante de la expedición, y el Medway de 60, dirigido por el escocés George Cockburn (3), salieron de Portsmouth, en el canal de Spithead, al sur de Inglaterra, enviados directamente por el Almirantazgo con la misión principal de interceptar unas naves españolas que venían de América. Poco después de su partida apresaron una fragata corsaria de la misma nacionalidad, pero con tripulación francesa, de otras 24 piezas, la Saint Michel.
Este grupo de barcos tuvo serias dificultades técnicas y meteorológicas para entrar con diligencia en la bahía, pues se demoró un día completo en hacerlo; por lo que perdió así el factor sorpresa y dio oportunidad a la milicia de toda la isla para agruparse en torno a su puerto a fin de defenderlo: 1.525 hombres sin preparación militar profesional, que solo contaban con 15 cañones desfasados, útiles de labranza y un puñado de fusiles.
Por otro lado, un grave error de señalización del Saint Michel, el cual entendió que había peligro de embarrancamiento, llevó a que las naves anclaran en la bahía algo más lejos de lo deseado por el comandante de la expedición.
En la mañana del 30 de mayo dio comienzo un intenso cañoneo que se extendió hasta las diez de la noche. Al día siguiente, 1 de junio, se reanudó el fuego y, en un momento de cese, Charles Windham dirigió una carta de intimidación al comandante de las milicias gomeras, don Diego Bueno (4) , en la que lo amenazaba con arrasar la villa si no accedía a sus pretensiones (5). La brava y escueta respuesta que don Diego dio al inglés fue la siguiente: «Por mi patria, por mi ley y por mi rey, he de perder la vida y, así, el que tuviere más fuerza vencerá». Una frase que dio la vuelta a Europa y que fue publicada en varios idiomas cultos (6).
Posteriormente los ingleses trataron de llevar a efecto sus amenazas y prepararon sus lanchas para desembarcar, pero, ante su aproximación a tierra, la milicia de toda la isla salió de su escondite dispuesta a recibir peleando en la playa a la fuerza invasora. Ese fue probablemente el momento en el que Windham se dio cuenta del enorme desequilibrio de fuerzas al que se iba a enfrentar –1.525 milicianos contra unos 350 ingleses–, por lo que finalmente decidió abortar la operación, tras lo cual se hizo un consejo de la oficialidad a bordo del Monmouth para hablar acerca de la retirada.
Después de unas horas más de cañoneo, que ya no tenían mucho sentido, los ingleses se separaron definitivamente de La Gomera y fueron a ubicarse entre las islas para cumplir con su cometido inicial y principal: interceptar unas naves españolas que sabían que iban a venir desde América.
La capilla de Nuestra Señora del Pilar y su programa iconográfico alusivo a la batalla de 1743.
Esta capilla constituyó la primera de una serie de ampliaciones y reformas que fueron realizadas en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción durante la segunda mitad del siglo XVIII, con lo que se dio el tamaño definitivo al templo (7).
Vista de la capilla del Pilar de Ntra. Sra. de la Asunción en San Sebastián de La Gomera.
Su construcción fue impulsada por don Diego Bueno, que en 1738 había hecho voto de sufragar sus gastos. Cuatro años después, en 1742, don Diego había abandonado ya este propósito, pues por entonces tenía la intención de dejar la Isla para volver a su Valverde natal en El Hierro (8).
Sin embargo, finalmente el ataque de Charles Windham contra San Sebastián en 1743 le llevó, por su condición de comandante de las milicias de La Gomera, a quedarse en dicha isla retomando así su idea original y dedicando dicha capilla a conmemorar este violento suceso, en el que había sido protagonista de primer orden (9).
Según una inscripción de su retablo, las obras darían comienzo el 3 de febrero de 1744 y finalizarían el 24 de septiembre del mismo año. Poco tiempo después sería consagrada por el obispo don Juan Francisco Guillén (10).
La techumbre está a caballo entre el estilo portugués y la policromía canaria en las armaduras, combinando rosas y estrellas sobre los pares. Se realizó con un gusto que algunos autores han tildado incluso de refinado, siempre que se advierta la pobreza de medios que sufría la Isla en ese momento histórico.
Iconográficamente hablando, el conjunto de la capilla es el más completo e interesante que puede ofrecer el edificio. Dicho conjunto queda descrito, en gran parte, en el testamento de don Diego Bueno. E n el retablo fueron representados, de arriba abajo y de izquierda a derecha: una Lamentación ante Cristo muerto; la Aparición del Pilar a Santiago y sus discípulos; la Piedad; la Virgen de las Mercedes, con un posible retrato de don Diego Bueno; y un San Nicolás de Tolentino con las almas del Purgatorio. Mientras que en los cuatro lunetos de la techumbre están representados: San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Agustín y San Francisco Javier; y en la almizate una coronación de la Virgen con la Santísima Trinidad.
Las otras representaciones destacables son la escultura de la Virgen del Pilar, ubicada en la única hornacina del retablo, la cual es copia exacta de la zaragozana; y el Sagrado Corazón de Jesús, labrado al pie.
Si atendemos al contenido del testamento de don Diego Bueno, en el conjunto de la capilla echaremos en falta el retrato del obispo don Juan Francisco Guillén; una imagen de San Diego de Alcalá (11); y un vía crucis en quince láminas. Por el contrario, como ya hemos visto, están presentes dos pinturas que no están relacionadas en dicho testamento: la Lamentación ante Cristo muerto y la Piedad (12).
La capilla en conjunto constituye un auténtico canto de agradecimiento y conmemoración que se manifiesta, sobre todo, por medio del mural representativo de la batalla que está cubriendo la mitad superior de su pared lateral (13).
La violenta maldición inserta en un lateral del retablo «Hora mala, malditos josicos de diablos, revienta perros malditos por toda la eternidad. Amén» se puede relacionar directamente con una parte del testamento de don Diego Bueno (14): «[…]me dio mucho miedo de los Diablos del Infierno y me pareció los veía en las proas de los navíos[…]». Seguramente esos josicos de diablos y esos perros malditos no eran otra cosa que los mascarones de proa de los dos navíos de línea ingleses que atacaron San Sebastián de La Gomera, junto a la fragata Saint Michel. En ese momento histórico los buques ingleses de 70 cañones, como el Monmouth de Windham, y los de 60, como el Medway de Cockburn, solían llevar en sus proas leones de influencia artística china con un hocico de aspecto perruno que buscaba la intimidación del enemigo (15).
Por otro lado, el exabrupto «Hora mala […]» no deja de llamar poderosamente la atención por su presencia dentro de un lugar sagrado y dedicado a la religión del amor al prójimo, lo que refleja un odio sin medida contra aquellos que llegaron a amenazar con arrasar San Sebastián, circunstancia explicable por la diferencia religiosa entre bandos. Hay que tener en cuenta que el enfrentamiento entre los “católicos papistas” españoles y los “protestantes antipapistas” ingleses era un punto de fuerte desencuentro, que embargaba poderosamente el ánimo de los contendientes (16) y que se manifiesta también con mucha fuerza en el testamento de don Diego Bueno (17).
Mascarón de proa utilizado por los navíos ingleses de tercera y cuarta clase (primera mitad s. XVIII) National Maritime Museum, London –NMML-
Exabrupto en el retablo de Ntra. Sra. del Pilar.
Representación de uno de los barcos ingleses en el mural de N. S. del Pilar. En la proa parece advertirse el león del mascarón.
El mural representativo de la defensa de La Gomera
Según la profesora Margarita Rodríguez González habría que considerar este mural como una “pintura de batallas” propia del barroco y períodos precedentes de la plástica canaria.
Los dos primeros ejemplos de este tipo de obras representan la batalla de Lepanto: una composición de Cristóbal Hernández de Quintana conservada en La Laguna y su copia, ubicada en El Palmar (Buenavista del Norte.
José Mesa. Defensa de La Gomera contra Windham (c. 1750). Capilla del Pilar de Nuestra Señora de la Asunción de San Sebastián de La Gomera.
Los otros tres casos que menciona Rodríguez González fueron hechos en el siglo XVIII y rememoran acontecimientos señalados de la historia del Archipiélago. Uno de ellos, datado en 1764 y ubicado en las Casas Consistoriales de La Laguna, representa la conquista de Tenerife. Los otros dos plasman hechos bélicos de la década de 1740 que se produjeron en Fuerteventura –escenas pintadas en el banco del retablo mayor de la iglesia de San Miguel, en Tuineje– y en La Gomera, que es el que nos ocupa en este artículo (18).
Si nos centramos en el mural gomero fue Olivia Stone, la incansable viajera inglesa que recorrió nuestro archipiélago, quien nos legó el importante dato del nombre de su autor, José Mesa, habitante de la ciudad (19). Eso sí, llegó a confundir a confundir el ataque representado con el de Francis Drake (20).
En cuanto a su fecha de factura, el testamento de don Diego vuelve a prestarnos una importante ayuda, ya que en este documento escrito en 1758 se manifiesta que la pintura ya estaba hecha. La capilla donde se localiza, como ya vimos más arriba, es de 1744, y Olivia Stone nos dice que la fecha del mural es 1780, que es la que frecuentemente se da por buena. Esto nos lleva a barajar la hipótesis siguiente: es posible que el año exacto de su realización sea 1750, dado que es la única cifra entre 1744 y 1758 que tiene tres dígitos iguales a 1780, y un cuarto, el 8, que en determinadas circunstancias (que van desde el trazo, hasta un simple desconchado (21)) podría ser confundible con el 5. De ser cierta esta aproximación, tendríamos que considerar al mural como el más antiguo de Canarias. Por delante, incluso, del mural del ayuntamiento de San Cristóbal La Laguna, al que antes hicimos alusión y tenido hasta ahora como tal (22).
Mucho se ha hablado sobre la parte perdida de la pintura. La elucubración popular comenta que se extendía hasta el suelo con la representación de una vista de la villa de San Sebastián. En cuanto a esta cuestión hemos de decir que las dimensiones del mural apreciadas por la viajera Olivia Stone, cuando se puso frente a él «[…] Tiene unos veinte pies de largo por doce de alto […]». Es decir, 6 m X 3,7 m) se acercan notablemente a las medidas tomadas para este trabajo (5,6 m X 3,7 m), lo que permite constatar tanto la buena apreciación a simple vista de dicha señora como el hecho de que no debió de ser mucha la parte que se malogró. Quizá lo justo para completar la cenefa «[…] con un marco pintado alrededor […]» que rodearía la pintura por abajo, más algo de espacio para la firma y fecha vistas por Stone (José Mesa, ¿1750?) y hoy desaparecidas.
BERTHELOT, Sabine, Vista del puerto principal de la Isla de La Gomera (1830). A mitad del acantilado de la derecha figura una pequeña puerta –señalada con un círculo verde– sobre el camino que pasaba entre el pueblo y el castillo de Buen Paso, observable también en el mural de la capilla de Ntra. Sra. del Pilar.
En 1743 la villa de San Sebastián estaba situada junto a un barranco que bajaba de la cumbre tenía un buen puerto con diez brazas de fondo y bien abrigado de los vientos. Para su defensa contaba con tres pobres emplazamientos estratégicamente dispuestos en su bahía, que se repartían 15 cañones desfasados. El representado en el mural (el castillo de los Remedios) era el mayor y mejor artillado –nueve cañones–, y se encontraba en el centro de la bahía, dominándola (23). Los navíos representados en el mural son, como ya dijimos, el HMS Monmouth de Charles Windham, un navío de línea de tercera clase con 70 cañones; el Medway, de George Cockburn, un cuarta clase de 60 cañones; y la fragata corsaria Saint Michel, capturada en alta mar, poco después de salir de Gran Bretaña (24). Mientras que la pequeña embarcación aparejada con velas que vemos hacia el centro del mural es un “longboat” (bote grande), quizá el del Medway. Se trata de la balandrilla que –según la crónica de Miguel de Santiago– «andaba de barco en barco» llevando órdenes (25).
Maquetas del Royal Oak, gemelo del Monmouth; Medway (1742); Fragata de 24 cañones, NMML.
En el fuerte de Ntra. Sra. de los Remedios ondea la bandera de las Instalaciones y Fortificaciones de la Marina española, utilizada a lo largo del siglo XVIII a la cual le falta, eso sí, el escusón de los Borbones en el abismo, con las tres lises doradas sobre campo azur (26). Encima de esta se ve izada una insignia roja de desafío (defiance), que aterrorizó a los ingleses, según un escrito del retablo de la propia capilla, y la blanca del bote que llega a tierra es una bandera de paz (truce). Estos dos últimos paños eran convenciones internacionales (27).
Los navíos de línea de la división inglesa –el Monmouth de Windham y el Medway de Cockburn– probablemente vestían de rojo, tal y como están representados en el mural, ya que así lo hacían los que estaban en comisión independiente, es decir, con órdenes directas del Almirantazgo. Sin embargo, lo absolutamente correcto hubiera sido representar en la proa de los dos navíos de línea la Union Jack de 1606. Por otro lado, el corsario Saint Michel debió de ser representado vistiendo la bandera inglesa con la cruz de San Jorge en la proa (28).
La munición que vuela entre ambos bandos corresponde a los tres tipos básicos que se utilizaban en la época: balas redondas (“round shot”), palanquetas (“double head”) y metralla (“grape”) (29).
Izquierda: Longboat del Medway de 16 remos con y sin aparejo (1742) NMML; derecha: Representación del longboat –la balandrilla de la crónica de Miguel de Santiago– en el mural de Ntra.Sra. del Pilar.
Izquierda: Manera en la que probablemente iban vestidos los navíos de línea ingleses. Centro: Bandera de las Instalaciones y Fortificaciones de la Marina española durante el siglo XVIII (www.armada.mde.es/ArmadaPortal). Derecha: Bandera inglesa que vestía la Saint Michel en la proa.
Palanquetas inglesas y francesas, arriba; balas de mosquete, abajo a la izquierda; y balas redondas, abajo a la derecha. Museo Naval de Madrid
Una característica propia de este mural es su intento de representar a la vez y en un único espacio los momentos más importantes del combate. De otra manera es imposible, si atendemos a la narración de las crónicas, que al tiempo que llega a tierra el bote de la parte inferior con bandera de paz y la carta de intimidación de Windham, se esté abriendo fuego de lado y lado.
Según las crónicas en español, después de recibir la carta de amenaza, don Diego Bueno envía otra de respuesta con la ya mentada frase: «Por mi patria, por mi Ley y por mi Rey he de perder la vida y, así, el más fuerte vencerá» y ordena izar la bandera roja de desafío (“defiance”), para hacer ver al enemigo que los gomeros rechazan la propuesta inglesa y están preparados para la lucha.
Seguidamente los ingleses inician el intento de desembarco, representado en el grupo de botes con hombres junto a los barcos de guerra (30). Pues bien, toda esta secuencia de acciones fue representada de una sola vez en la superficie del mural, como si hubieran ocurrido al mismo tiempo o se quisiera presentar todo lo sucedido en un plano único.
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REFERENCIAS
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- DARIAS PRÍNCIPE, A. (1992). La Gomera. Espacio, Tiempo y Forma. Santa Cruz de Tenerife: Ferry Gomera.
- DARIAS PRÍNCIPE, A. (1986). Lugares colombinos de la Villa de San Sebastián. Santa Cruz de Tenerife: Excmo. Cabildo Insular.
- DARIAS PRÍNCIPE, A. y DÍAZ PADILLA, G. (1994). La rada y puerto de San Sebastián de La Gomera, 1492-1992. Santa Cruz de Tenerife: Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife.
- FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT, F. (2004). Nobiliario de Canarias [Recurso electrónico-DVD] / obra que escribió Francisco Fernández de Béthencourt; ahora ampliada y puesta al día por una junta de especialistas. La Laguna: Relax.
- FRAGA GONZÁLEZ, C. (1977). La arquitectura mudéjar en Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Aula de Cultura de Tenerife.
- HERNÁNDEZ BENTO, C. F. (2013). 1743. LA ROYAL NAVY EN CANARIAS. La derrota de Charles Windham en La Gomera y otras acciones en el Archipiélago. Santa Cruz de Tenerife: Gobierno de Canarias.
- LAVERY, B. (1986). The ship of the line. London: Conway.
- RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, M. (1986). La pintura en Canarias durante el siglo XVIII. Las Palmas de Gran Canaria: Cabildo Insular de Gran Canaria.
- TOUS MELIÁ, J. (1998). La Gomera a través de la Cartografía [1588-1899]. Santa Cruz de Tenerife-S/S de La Gomera: Museo Militar Regional de Canarias-Cabildo Insular de La Gomera.
- PINTO Y DE LA ROSA, J. M. (1996). Apuntes para la Historia de las antiguas fortificaciones de Canarias. Santa Cruz de Tenerife: Museo Militar Regional de Canarias.
- RUMEU DE ARMAS, A. (1991). Canarias y el Atlántico: piraterías y ataques navales, Canarias: Viceconsejería de Cultura y Deportes, Tomo III, Primera Parte.
- STONE, O. (1995). Tenerife y sus seis satélites. Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria.
- VIERA Y CLAVIJO, J. de (1776). Noticias de la historia general de las islas de Canaria. Madrid: Imprenta de Blas Román.
- WILSON, T. (1999). Flags at Sea. London: National Maritime Museum and Chatham Publishing.
- SANTIAGO, M. de (1943, julio-septiembre). Windom en la Gomera, Palma y Gran Canaria, en mayo y junio de 1743. Revista de Historia, núm. 63, pp. 208-214 y (1943, octubre-diciembre), núm. 64, pp. 321-330.
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NOTAS
1. HERNÁNDEZ BENTO (2013), pp. 53-91; y RUMEU DE ARMAS (1991), pp. 252-264.
2 Charles Windham (Principios de s. XVIII- † 1747, Bath). Pertenecía a una antigua y notable familia inglesa de origen sajón. En 1723 ingresó en la Marina y en 1741 ya comandaba el Monmouth. Murió de gota en Bath, en1747. Por sus múltiples méritos aparece relacionado en el Índice político para las historias de Gran Bretaña e Irlanda, en la Lista de los promovidos al rango de almirantes. HERNÁNDEZ BENTO (2013), pp. 37-45.
3 George Cockburn (†1770, Brightelmstone) Hijo natural del político John Cockburn de Ormiston, considerado padre de la Ciencia Agrícola Escocesa. En 1742 pasó al Medway. Durante su carrera tuvo fama de conflictivo. HERNÁNDEZ BENTO (2013), pp. 45-48.
4 Diego Bueno de Acosta y Noroña (Valverde, 1698- Id., 1758) fue alcalde mayor, administrador y hacedor de los diezmos del señorío de La Gomera, que fue protagonista principal del episodio bélico de 1743. FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT (2004), p. 596; VIERA (1776), tomo III, pp. 71 y 101; TOUS (1998), p. 92.
5 «Demanda dicho señor comandante de los tres navíos de guerra al señor gobernador la posesión de dos castillos que han largado los cañonazos sobre nosotros por el espacio de 24 horas, si no los echaré todos abajo a cañonazos a mi satisfacción con toda mi gente. Supongo que dicho señor gobernador acepte dicha proposición [de lo contrario] dicho señor comandante sacara a tierra todas sus tropas de marina y más gente de toda su fuerza para dar fuego a esa villa y sus castillos».
6 HERNÁNDEZ BENTO (2013), pp. 76-80.
7 Muy poco después, entre 1753 y 1755, se realizaron el presbiterio, la capilla del Rosario y la sacristía. DARIAS (1986), pp. 50-55.
8 Según una inscripción en el sotobanco del retablo las obras tendrían origen en el traspaso que don Francisco de Ainza, natural de Daroca en Zaragoza, hizo a don Diego Bueno, que en 1736 consiguió del obispo don Pedro Dávila facultad para fundar una esclavitud del Pilar vinculada a ese Patronato, logrando, además, que el 19 de febrero de 1740 se agregara la archicofradía de Ntra. Sra. de la Merced, de la cofradía de Madrid.
9 FERNÁNDEZ DE BETHENCOURT (2004), p. 596; VIERA (1776), tomo III, pp. 71 y 101; TOUS (1998), p. 92.
10 DARIAS (1986), pp. 50 y 70.
11 Esta imagen de San Diego también es mencionada en SANTIAGO (1943, julio-septiembre), núm. 63, pp. 205-215. Así como en Archivo Municipal La Laguna (AMSCLL), Colección Ossuna, Leg. 5, doc. 9, donde se mencionan las balas recibidas. Véase la transcripción de este documento en HERNÁNDEZ BENTO (2013), p. 155.
12 «[...] se colocó la Santísima e Individua Trinidad, María Santísima, su Santísima Hija, Esposa y Madre en su Pilar Sagrado, imagen de los Santísimos Corporales de Daroca, Imagen del Santísimo Divinísimo y melifluo Corazón de Jesús, la Sagrada Pasión y Camino del Cielo del Vía Crucis en quince láminas, imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, la venida que hizo nuestra Señora viniendo en Jerusalén a Zaragoza, el Señor Santiago y sus discípulos, los Santos Patriarcas San Francisco de Asís, Santo Domingo de Guzmán, San Agustín y San Francisco Javier, San Nicolás de Tolentino, patrono general de las Benditas Ánimas del Purgatorio, imagen del Purgatorio, otra imagen de nuestro patrono San Diego de Alcalá, con dos balas y muchas metrallas que en dicha invasión recibió dicha imagen, un retrato del Ilmo. señor Obispo don Juan Francisco Guillén, mi señor, así por su devoción que tiene con la Reina Santísima como por ánimo que me dio por dicha fábrica, también se pintó la dicha invasión, las tres naos de guerra, el castillo, balas y palanquetas en la pared de dicha capilla [...]».Copia del testamento de don Diego Bueno, otorgado el 31 de julio de 1758 ante Esteban Fernández Paiva, escribano público del Cabildo de El Hierro. En Testamentos, 4, fols. 240-260, Archivo parroquial de Valverde, El Hierro [en adelante APVEH]. Figura relacionado también en AA. VV. (1974), 456. E. F. Paiva.
13 DARIAS (1992), p. 115.
14 Testamentos, 4, fols. 240-260, APVEH.
15 LAVERY (1986), p. 62.
16 Dicha cuestión tenía una larga tradición que arrancaba de las guerras de religión del siglo XVI y que desencadenaba un odio visceral entre España y Gran Bretaña. La lucha contra esta nación estaba firmemente asentada en el imaginario popular como un combate de católicos contra herejes. HERNÁNDEZ BENTO (2013), p. 125.
17 «[…] tuvimos por bien a honra y gloria de Dios fabricar un símil al Infierno al pie del retablo y en él poner dos cuerpos de diablos con grillos, cadenas y aldabillas, por el triunfo que Dios nos dio en que Lutero y sus secuaces no fueron dueños de aquella pobre cristiandad y Villa y quizá de toda la isla, y también que los vivientes que las vieran abran más los ojos del alma y conozcamos la desdicha que es vivir fuera de la gracia de nuestro Dios y Señor, y arrepentidos de haberle ofendido le pidamos perdón y nunca más pecar. Su Majestad no lo permita así por su Misericordia infinita y a todos nos libre de furor de la rabia infernal».Testamentos, 4,fols. 240-260, APVEH.
18 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1986), p. 65.
19 Sobre la biografía de este autor lamentablemente poco podemos decir, dado que los libros sacramentales de la isla constituyen unas series documentales muy fragmentadas durante periodo que estamos estudiando –siglo XVIII–. Por otra parte, según autoras como Margarita Rodríguez González o Carmen Fraga González: en 1769 un carpintero llamado José de Mesa intervino en la construcción de la puerta de la nave de la Epístola de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de San Sebastián de La Gomera. FRAGA (1977), p. 151 y RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1986), p. 263.
20 «[…] y en la pared izquierda de la iglesia, cerca del presbiterio, hay un fresco de unos barcos atacando un fuerte. Tiene unos veinte pies de largo por doce de alto, con un marco pintado alrededor, y parece haber sido repintado y, en partes, enjalbegado. En el fuerte ondea la insignia inglesa, en lo alto de un estandarte blanco, y posee una campana. Varias galeras se divisan en la obra, aunque predominan las banderas y los disparos de cañón, ondeando y destellando entre los remos. La pintura fue realizada por un tal José Mesa, habitante de la ciudad, en 1780. Es difícil adivinar si se refiere al intento infructuoso de desembarco de sir Francis Drake en 1685, camino de las Antillas. Glas menciona un ataque en 1739 de dos navíos ingleses contra San Sebastián, que tampoco tuvo éxito. […]». STONE (1995), tomo I, p. 227.
21 Olivia Stone habla también del mal estado de la pared.
22 DARIAS (1986), p. 71
23 El segundo de los castillos, el fuerte de Buen Paso, se ubicaba sobre un roque en la entrada norte de la bahía a 1.500 m de la población y sólo contaba con tres piezas de artillería; y la Batería de los Tres Cañones era una muralla de piedra y barro que cerraba la bahía por el sur. DARIAS (1994), pp. 54-58; PINTO (1996), pp. 322-325.
24 HERNÁNDEZ BENTO (2013), pp. 37-39.
25 SANTIAGO (1943, julio-septiembre), núm. 63, pp. 205-215 y SANTIAGO (1943, octubre-diciembre), núm. 64, pp. 321-330.
26 Por lo demás, el escudo es cuartelado: castillo-león-castillo-león con la Corona real y el Toisón de oro. HERNÁNDEZ BENTO (2013), p. 74.
27 WILSON (1999), p. 77.
28 WILSON (1999), pp. 25-27.
29 La mejor munición para cañonear los puentes de los barcos enemigos eran las balas redondas; para destrozar velas y aparejos, las palanquetas; y para matar hombres sobre la cubierta enemiga o en el campo de batalla, la metralla. El capitán Cockburn, en su cuaderno, hace recuento de la munición que le queda tras la batalla. Entre ella menciona, precisamente, estos tres tipos. HERNÁNDEZ BENTO (2013), p. 116. En la crónica de Miguel de Santiago se habla de que se tiraron más de 4.000 cañonazos sobre la población, cifra muy difícil de calcular, puesto que no existen detalles precisos acerca de la ratio de los cañones navales de la época. SANTIAGO (1943, julio-septiembre), núm. 63, pp. 205-215 y SANTIAGO (1943, octubre-diciembre), núm. 64, pp. 321-330.
30 SANTIAGO (1943, julio-septiembre), núm. 63, pp. 205-215 y SANTIAGO (1943, octubre-diciembre), núm. 64, pp. 321-330.
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