La semblanza de un hombre para la Historia

 
Por Pedro Pablo Peña  (Publicado en El Día digital el 28 de enero de 2020).
 
 
El cronista oficial, José Manuel Ledesma, resalta la vida del político y diplomático
 
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La alcaldesa de la Ciudad y la presidenta de la Tertulia Amigos del 25 de Julio colocan una corona de flores al pie del monumento a Murphy (27-01-2020)
 
         
          José Murphy Meade nació en Santa Cruz de Tenerife en 1774 en el seno de una familia burguesa asentada en el ámbito de influencia del antiguo convento franciscano, en una casa radicada en la intersección de la actual calle San Francisco con San Martín, explicó el cronista oficial de la Ciudad, José Manuel Ledesma, que realizó durante el acto de homenaje al ilustre político y diplomático liberal una semblanza muy completa de su vida y obra.
 
          Con ese antecedente recordó los orígenes irlandenses por parte de padre que tenía, así como su gestión a cargo de una consignataria de buques, detallando que "desde su casa podía ver la entrada y salida de los barcos". Muerto su padre, fue nombrado miembro del Real Consulado del Mar (tribunal mercantil) y, mientras desempeñaba en el ayuntamiento el cargo de síndico personero (concejal), fue enviado a Madrid "para que la capitalidad de Canarias recayera en esta Villa"
 
          Ledesma puso énfasis en que en esa época no era diputado y a pesar de ello lo consiguió "gracias al apoyo logrado por sus gestiones personales y a la brillante intervención que realizó en la sesión parlamentaria celebrada el 1 de octubre de 1821", en donde expuso los motivos sociales, económicos y administrativos para que Santa Cruz fuera "cabecera administrativa de todas las Islas Canarias", expuso en las Cortes españolas. 
 
          Ya el día 22, Murphy comunicó la buena nueva "a la Muy Noble, Leal e Invicta Villa como Capital de las Islas Canarias. Y tres meses después, tal día como hoy (por ayer) se hizo oficial". Ledesma tiró de historia y explicó que un año después el político Murphy votó a favor de inhabilitar al rey Fernando VII, lo que le valió ser condenado a muerte por garrote, que pudo evadir tras exiliarse a Inglaterra y México. En 1837, amnistiado, fue cónsul de España sin honorarios, falleciendo en julio de 1841 en la más absoluta pobreza y lisiado.
 
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