150 años de la Parroquia de San Francisco de Santa Cruz de Tenerife
Por José Manuel Ledesma Alonso (Publicado en El Día el 28 de julio de 2019)
Fachada de la Parroquia de San Francisco
Los frailes franciscanos del convento lagunero de San Miguel de las Victorias se establecieron en Santa Cruz en 1649, levantando un convento a la vera de la ermita de San Telmo. Como el mayordomo de la ermita y el cura Beneficiado de la Concepción les denunciaron a la Corte, en 1650, el Consejo de Castilla les ordenó que devolvieran la imagen y demolieran el convento.
Pero, los franciscanos no cejaron en su empeño y, demostrando que la parroquia de la Concepción no podía atender por sí sola la feligresía de la Villa y Puerto, lograron que el 22 de septiembre de 1676, una Real Cédula del Rey Carlos II les concediera licencia para fundar convento en Santa Cruz.
En este proceso tuvo especial relevancia la generosidad de Tomás de Castro Ayala, cediéndole la ermita de Ntra. Sra. de la Soledad, que años antes había levantado en un altozano, junto al barranquillo de Guaite (calle Ruiz de Padrón), lugar donde, el 21 de julio de 1680, el obispo de Canaria, Bartolomé García Jiménez, colocó el Santísimo Sacramento.
Las obras para hospedar a los frailes en el convento de San Pedro de Alcántara comenzaron en 1677, abriéndose las primeras dependencias el 21 de julio de 1680.
Una vez resuelta las necesidades de habitabilidad, y como el lugar de culto continuaba siendo la pequeña ermita, en 1713 comenzaron a levantar un nuevo templo, de una sola nave, cuyas obras finalizarían en 1746. Los trabajos recibirían un gran impulso entre 1718 y 1721, gracias al obispo de Canaria, Lucas Conejero, que solía utilizar el convento como su residencia en Tenerife, pues a sus expensas se fabricó la Capilla mayor; se pavimentó el suelo con piedra de cantería azul, traída de Arucas; se finalizó la celda del Obispo que le permitía acceder al tempo a través de un corredor; cubrió el recinto presbiteral con importante iconografía; y les regaló la huerta del convento -actual plaza del Príncipe-, cuyo terreno había donado doña Inés de Armas a la iglesia de los Remedios de La Laguna, y que disponía de un caudal de agua para regar la huerta del Convento.
Sería en la segunda mitad del siglo XVIII, gracias al decidido empeño del provincial de la Orden, Fray Jacobo Antonio Sol, cuando la iglesia pasó a tener tres naves, pues se fabricó la del lado de la Epístola (1755) y la del lado del Evangelio (1760). Debido a estas obras hubo que elevar la nave central, abriendo ventanas sobre la arquería, pues el interior del templo había quedado muy oscuro.
Además, el Obispo costeó la obra de la torre, realizada con piedra de cantería y la cúpula cubierta de azulejos mozárabes, en la que instalaron el nuevo Campanario; precisamente, la torre y su número de campanas darían lugar a un pleito con el Beneficiado de la Concepción, quién se oponía a que el convento tuviera una torre más alta y con más campanas que la iglesia parroquial. Como los franciscanos ganaron el pleito, el párroco de la Concepción se apresuró a iniciar la construcción de otra torre, aún más alta.
A raíz de la desamortización de mayo de 1821, en que por R.O. se extinguieron los dos conventos existentes en esta Ciudad, y los enseres y pertenencias pasaron al crédito público y los objetos de culto a la iglesia, las dependencias le fueron cedidas al Ayuntamiento, donde instaló sus Casas Consistoriales, la Diputación Provincial, las escuelas de Dibujo, Náutica y primeras letras, etc., hasta que en 1933 fue demolido y en su solar se construyó el Museo de Bellas Artes y el Palacio de Justicia, conservándose sólo la Torre.
El templo abriría de nuevo sus puertas como Auxiliar de Parroquia el 28 de mayo de 1848, a solicitud del Ayuntamiento. Ese día, el Santísimo Sacramento fue trasladado desde la iglesia del Pilar en solemne procesión.
Diez años más tarde, el 16 de noviembre de 1858, tomaría posesión de la parroquia auxiliar de la Villa de Santa Cruz de Tenerife, el presbítero Domingo González y Morales, natural de Arico, recibiendo también el título de mayordomo de fábrica de dicha iglesia y de la imagen del Señor de las Tribulaciones. Al mes siguiente ascendería al Beneficio en propiedad.
La prensa aprovechó este nombramiento para reivindicar la creación de la Parroquia de San Francisco. “Este nombramiento da margen a pensar que pronto se dará curso al expediente formado con el objeto de establecer la nueva parroquia con todas sus preeminencias, saliendo del estado de auxiliar que antes tenía. La necesidad de este nuevo servicio parroquial es muy obvia, debido al continuo aumento que ha experimentado el vecindario…”
El 28 de julio de 1869, una vez puntualizados por el Ayuntamiento los límites de ambas parroquias, José María Urquinaona, Obispo de la Diócesis de Canaria y Administrador Apostólico de la de Tenerife, aprobó el expediente instruido a instancia de la Junta Superior de Gobierno de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife, declarándola Parroquia propia, con el nombre de San Francisco.
La Parroquia de San Francisco sería declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, el 7 de febrero de 1985, al ser una de las iglesias más ricas en arte sacro del Archipiélago y uno de los mejores ejemplos de arquitectura barroca, pues lo primero que atrae la atención es su pórtico neocorintio, enmarcado por su fachada barroca en la que destacan dos colosales columnas salomónicas que lo flanquean, labradas en basalto del país, en una sola pieza.
Interior de la Parroquia de San Francisco
En su interior, destaca el magnífico manifestador, tipo baldaquino, con cuatro columnas salomónicas y los frescos que cubren todo el espacio del presbiterio, cuyo artesonado está decorado con “la exaltación mariana y la eucaristía”, mientras que las pinturas del arco toral, tratan de “la defensa de Carlos III del dogma de la Inmaculada”.
El retablo mayor, terminado en 1739, posee una profusa decoración, y bajorrelieves policromados de San José y San Antonio de Padua, y el central con una espléndida representación de la Anunciación. El conjunto lo preside la imagen de vestir de Nuestra Señora de la Concepción, obra del escultor orotavense Nicolás Perdigón Oramas, flanqueada por las imágenes de San Francisco de Asís, de origen cubano, y Santo Domingo de Guzmán, de autor canario.
En sus capillas alberga una colección de tallas religiosas de gran valor artístico y devocional, entre ellas destaca el Señor de las Tribulaciones, conocido como “El Señor de Santa Cruz”, porque en 1893 protegió a la población de la terrible epidemia de cólera.
La capilla situada en la cabecera de la Epístola, dedicada a San Luis Rey de Francia, mandada a construir en 1721 por el cónsul francés Esteban Porlier, donde está sepultado, fue cedida a la nación gala por su hijo.
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