El tabaco en Tenerife

 
Por Alastair F. Robertson  (Publicado en ingles en el número 626 de Tenerife News. Traducción de Emilio Abad).
 
 
  
          Hoy en día, uno no pensaría en que en las Islas Canarias existiese una industria tabaquera, pero la evidencia de que fue así se halla en la sombreada Plaza de Los Patos, en Santa Cruz. En ese lugar encontrará un bello estanque azulejado rodeado de ranas que son surtidores de agua y una escultura central de un pato que también es surtidor.  Apetece al caminante que pasa por ella tomarse un descanso en bastantes y atractivos bancos, también de azulejos, que a la vez que muestran las habilidades cerámicas de la isla, anuncian productos isleños y de importación de hace cien años.
 
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Plaza de los Patos
 
         
          Algunos de los anuncios animaban a la gente a disfrutar de lo que entonces era un pasatiempo de moda: fumar. Y los diseños eran verdaderamente atractivos, como el de “La Tinerfeña”, de Manuel Herrera, el de “La Lucha” (deporte canario muy similar al propio de Cumberland), de Manuel López, el “Colón”, de Isidro Rojas y el de cigarrillos “La Lucha”, con tabaco extra de La Habana, de M. Morales Clavijo.
 
          Durante buena parte del siglo XIX, la principal fuente económica de Tenerife fue la producción de cochinilla, un tinte escarlata obtenido a partir de los cuerpos de los insectos que viven en las tuneras, hasta que aparecieron los tintes sintéticos. Este descubrimiento supuso el colapso de la industria de la cochinilla, lo que condujo a la crisis financiera que se produjo entre 1870 y 1880, cuando hubo que buscar, y rápidamente, otras alternativas. Una de ellas fue el tabaco.
 
          En 1875 se importaron 50.000 kilogramos de tabaco, tanto para satisfacer la demanda como para animar la propia producción, y el mismo año apareció una revista, dirigida por Luis Machan del Corral y que se publicó durante dos años, que instruía acerca de cómo cultivar la planta. 
 
          Se hizo un intento de implantar una industria tabaquera; las autoridades insulares crearon una comisión para animar a seguir el “modelo económico cubano”, que consistió en el procesamiento de los productos obtenidos en importantes plantaciones de tabaco y azúcar en Tenerife, Gran Canaria y La Palma.
 
          Comenzó la producción comercial, pero la nueva industria no proporcionaba suficientes beneficios, lo que redujo su desarrollo. El gobierno estableció un monopolio a cargo de una compañía que se negó a aceptar el tabaco local alegando que era de baja calidad. A esas alturas, ya se había gastado, y desperdiciado, mucho dinero en la construcción de secaderos para las hojas producidas aquí.
 
          De todas maneras, la industria se desarrolló tratando tabaco cubano importado, y prosperó, especialmente en La Palma, aunque en 1903 un libro-guía para viajeros ingleses aseguraba que “sin embargo, una pequeña cantidad de tabaco se produce aún en Tenerife, pero la industria es de poca importancia”
 
          Las compañías tabaqueras empleaban una gran cantidad de trabajadores para enrollar a mano los puros y por entonces los movimientos obreros y los sindicatos empezaron a hacerse sentir, tanto en España como en Gran Bretaña. Poco después de 1900, los trabajadores portuarios, los del transporte y los de la construcción comenzaron una huelga en demanda de mejores salarios y condiciones de trabajo, lo que volvió a suceder en 1923. Es de destacar que muchos trabajadores de la industria tabaquera se adhirieron a la huelga.
 
          De los dos productos del “modelo cubano”, el azúcar y el tabaco, fue éste el que sobrevivió. En 1909, y en Tenerife, Gran Canaria y La Palma, había dieciséis empresas tabaqueras, que en 1914 daban empleo a 2.300 trabajadores. Pero la industria fue pronto sobrepasada por la producción de plántanos y tomates que había comenzado al mismo tiempo, hacia los 1880.  Sin embargo, la del tabaco pervivió, suministrando a un mercado muy reducido gracias a la demanda local y a un contrato con la Compañía Arrendataria de Tabaco que garantizaba las ventas en la Península.
 
          En la década de los 90 del siglo XIX, existían en Santa Cruz dos compañías manufacturadoras de tabaco, llamadas Fábricas de Tabaco: la de M. Zamorano, que producía los puros “La Matilda”, en el número 24 de la Plaza de la Constitución y el 21 de la calle San José, y la de Manuel Herrera, que producía “La Tinerfeña”, en el número 18 de la calle Cruz Verde. Los nombres de algunos otros puros tenían su atractivo, como “La Verdad” y “El Torpedo”, fabricados por el señor Vuida y los hijos de Manuel López, que había producido los llamados “La Lucha” y en aquello momentos llevaba el control de la empresa Gumersindo Zamorano, en el número 80 de la calle del Castillo. Las compañías tabaqueras también tenían sus propios agentes londinenses, como por ejemplo Mendoza, Burt & Co., tanto en Londres como en Tenerife.
 
          Desde 1890, y al menos hasta 1922, un inglés llamado Samler Brown publicó un libro-guía para turistas angloparlantes en el que escribió que en Tenerife “se pueden conseguir puros de muy buena calidad a precios muy bajos” y más adelante que “los puros tinerfeños y grancanarios hace mucho tiempo que son conocidos en todo el mundo”. Pero creo que actualmente todo el tabaco proviee de fuera del archipiélago y aquí únicamente se enrollan los puros.
 
          Para seguir una ruta histórica del tabaco en Santa Cruz, puede dar un paseo empezando desde los vistosos e informativos asientos azulejados de la Plaza de los Patos, al sur del Parque García Sanabria: pasar por la esquina de las calles El Pilar y Suárez Guerra, donde se levanta el palaciego edificio que albergó las oficinas de “La Lucha”, que se puede alquilar; ...
 
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La lucha
 
          subir luego por la Rambla de Pulido y pasar la Rambla de Santa Cruz hasta encontrar la factoría “Victoria”, que parece algo triste y también puede alquilarse, pero justamente al otro lado del patio se levanta la muy decorativa y elegante casa del propietario y las oficinas.
 
 
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Victoria
 
 
          Ya no existe, en el número 7 de la calle Cruz Verde la casa en que Isidro Rojas manufacturaba los cigarros Colón, pero cerca, en la Plaza de la Iglesia, frente a la Iglesia de la Concepción, aunque hoy es una sala de bingo, un letrero proclama orgulloso que aquella fue la sede donde se fabricaban, por Manuel Herrera, los puros “La Tinerfeña”. Y probablemente habrá otros que desconozco.
 
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La Tinerfeña
 
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 (Me han resultado muy útiles para escribir este artículo los libros La tradición insular del tabaco, de Amelio Rodríguez Concepción, publicado en el año 2.000, Canaries – A Thematic Encyclopedia, publicada en inglés por El Día en 1995, y la serie de libros-guía de Samler Brown  Madeira, Canary Islands and Azores.)