La llegada y difusión del plátano Cavendish
Por Ken Fisher y traducido por Emilio Abad Ripoll (Publicado en El Día / La Prensa el 9 de febrero de 2019).
Charles E. Telfair (Fuente: colnect.com)
Una persona tiene que ser alguien fuera de lo corriente para que su cara aparezca en un sello postal, y especialmente si no es natural del país que lo emite. En el caso que vamos a relatar la causa de esa distinción no fue, como se recoge en el dicho inglés, “la suerte del irlandés”.
Nacido en Belfast, Charles Edward Telfair (1778-1833) obtuvo el título de doctor en medicina en 1797, el mismo año que el héroe de su adolescencia, el contralmirante Horacio Nelson, sufrió la pérdida de su brazo derecho en la batalla de Santa Cruz de Tenerife. Tras graduarse, Telfair se incorporó inmediatamente a la Royal Navy llegando a convertirse en un reputado médico naval.
En 1810, durante las guerras napoleónicas, tomó parte en las operaciones de bloqueo de las islas Mauricio y La Reunión, en el Océano Índico. Después de que ambas islas fuesen capturadas, Telfair ocupó varios puestos en el gobierno de La Reunión, antes de que esta isla se devolviera a Francia en virtud de lo acordado en el Congreso de Viena en 1815. Al año siguiente, Telfair se asentó en Mauricio, donde llegó a ser secretario del primer gobernador, Robert Farquhar.
A la vez se convirtió también en un productor de azúcar, adquiriendo en 1815 la fábrica Bel Ombre, la que modernizó, tanto por lo que respecta a la maquinaria, como en el trato a los obreros. Levantó una escuela para los hijos de sus trabajadores, que todavía existe y que aún lleva su nombre.
Sin embargo, el principal interés de Telfair se enfocaba hacia la botánica, lo que le llevó ser cofundador de la Sociedad de Historia Natural de Mauricio. Entre 1826 y 1829 fue nombrado conservador honorario del Jardín Botánico de la isla, lo que le facilitó el recibir semillas y esquejes de plantas de todo el mundo. Y no sólo las cultivó, sino que las distribuyó entre un gran número de colegas.
Una de las plantas más curiosas que Telfair recibió fue un plátano enano, una especie que se pensaba que procedía de Cochinchina (Vietnam). En 1829 envió dos de estas plantas a un contacto en Inglaterra, diciéndole en la carta que las acompañaba que “había coleccionado todas las especies conocidas de ‘musa’ -banana- y que consideraba que la que le enviaba era la más valiosa, pues, con tan solo una altura de tres pies, daba abundantes frutos, por lo que sería una gran adquisición para los invernaderos ingleses”.
El receptor de aquellas dos plantas fue Robert Barclay (1751-1830), perteneciente a una familia de banqueros. Había nacido en Filadelfia, pero había sido traído a Inglaterra por David Barclay, al objeto de dirigir la fábrica de cervezas Anchor, sita en Southwark, Londres, y que bajo su control se convirtió en la mayor empresa cervecera del mundo. Operó bajo la firma Barclay, Perkins and Co. desde 1751 hasta que en 1955 se fusionó con Courage.
En 1815, Barclay había comprado casi un millar de acres de la propiedad Bury Hill, en Dorking, Surrey. Era un jardinero y botánico muy habilidoso y diseñó jardines de recreo con grandes lagos ornamentales. Su principal jardinero crearía algún tiempo después los Jardines Botánicos de Birmingham. En 1828, Barclay había recibido de Telfair algunos ejemplares de Alpinia, por lo que estaba en su lista de destinatarios. Por desgracia, Barclay no tuvo ocasión de ver a sus plátanos enanos dar fruto, pues murió un año después, en 1830.
Retrato de Robert Barclay por Sir Henry Raeburn
(Fuente: nuevotestamentojohnpmeir blogs)
Tras el fallecimiento de Barclay, su colección de plantas exóticas fue vendida, y los señores Young, viveristas de Epson, compraron los dos plataneros. Uno se vendió por 10 libras a Joseph Paxton, jardinero principal de Chatsworth House, a nombre de su patrón, William Cavendish, 6º duque de Devonshire. El otro se exportó al continente europeo.
Paxton había mostrado interés hacia los invernaderos de cristal, que estaban entonces en sus inicios. En consecuencia, cuidó el platanero en el amplio y nuevo invernadero de Chatsworth House, que se había construido según su propio diseño. Pero aún necesitó la planta tres años para producir frutos.
Durante ese lapso de tiempo, el duque tuvo que estar totalmente ansioso y emocionado a la espera del resultado, ya que nunca antes había visto un plátano. Así se trasluce de la carta que envió al Dr. Daniel Rock, capellán de Alston Powers, muy cerca de la Navidad de 1834, en la que se recoge sus absolutos alegría y asombro: “Mi querido señor. Mil gracias por el platanero, que llegó sin ningún problema, y estoy encantado de tener la oportunidad de ver su bellísima y curiosa fruta. Es la admiración de todo el mundo y ha sido mostrado durante la cena de acuerdo con las instrucciones.”
En noviembre de 1835, por fin la planta floreció y el mayo siguiente estaba cargada de plátanos, uno de las cuales le hizo ganar a Paxton la Medalla de Plata de Knighton en la exhibición de la Real Sociedad de Horticultura de ese año. Paxton bautizó a la planta, en homenaje a su patrón, como la Musa Cavendishii. Y fue aceptada como una nueva variedad por la Sociedad Linneana.
Musa Cavendishii, 1837, Paxton’s Magazine
(Fuente: www.users.globalnet.co.uk)
Después del éxito obtenido con su espectacular plátano, Paxton recibió una acerba carta de los señores Young y Co., los viveristas, afirmando que debían haberle cobrado 100 libras por la planta en lugar de 10. Su velada súplica cayó en oídos sordos.
Desde Chatsworth, la Musa Cavendishii se distribuyó a todo el mundo. En condiciones climáticas adecuadas se adaptaba rápidamente, constituyendo así la dieta básica para miles de indígenas.
Los Misioneros
Y aquí les cuento la historia de la introducción de los plátanos Cavendish por John Williams (1796-1839), quien fue el primer misionero que visitó Samoa llevando plataneros de esta especie en dos cajas especialmente preparadas para él en Chatsworth. Cuando llegó a Samoa se encontró con que tan solo había sobrevivido al viaje un ejemplar, pero fue suficiente para dar pie a la industria bananera en aquella y otras islas del Mar del Sur.
Reverendo John Williams (Fuente: Wikipedia)
Como le sucedió a Robert Barclay, tampoco John Williams vivió para ver el éxito de su planta, porque en 1839, en una visita a Erromango, donde era totalmente desconocido, él y otro compañero misionero, James Harris, fueron asesinados y devorados por los nativos. Existe un monumento a su memoria en Apia, Samoa.
Algunos libros de historia nos cuentan que los misioneros también introdujeron la Cavendish en las Islas Canarias, pero eso no es verdad.
Alfred Diston había sido enviado a Tenerife en 1810, cuando contaba 17 años de edad, por Archibald Little (1760-1845), presidente de la firma Pasley, Little y Co., que comerciaba en vinos. Las instrucciones que recibió fueron, primero, aprender todo lo que pudiera del negocio, y luego servir de enlace entre la compañía y los clientes importantes, incluyendo a los visitantes a la Isla. Diston era también un artista de gran valía que copió detalladamente las vestimentas de las gentes de Canarias. A cualquier lugar que viajase en nombre de la compañía, nunca olvidaba su bloc de dibujos.
Fue autor de tres colecciones de pinturas impresas en Londres por la firma Smith, Elder y Compañía, y, en 1824, dedicó la primera colección, titulada La Historia Natural de las Islas Canarias a “Sir Archibald Little de su agradecido y seguro servidor”. Habían pasado ya 14 años desde su llegada, por lo que parece que Diston estaba contento en su trabajo. Y Archibald Little también debía estar feliz por haber elegido el hombre adecuado para el puesto.
Alfred Diston (1793-1861). Retrato de Elizabeth Murray (1815-1862)
(Fuente: Archivo Elizabeth Heaphy Murray)
En 1834, cuando el comercio vinícola había empezado su decadencia, Diston, que aún representaba a Pasley y Little, aceptó formar parte de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife. La Asociación había sido establecida por acomodados monárquicos y fue responsable de la creación, por Real Decreto, en 1788, del Jardín de Aclimatación del Puerto de la Orotava, actualmente conocido como el Jardín Botánico. Casi de inmediato se le confió el cargo de Inspector del Jardín. Lo administró con un reducido grupo de colaboradores durante 14 años, corriendo con la responsabilidad de introducir nuevas especies para comprobar si el clima era adecuado para ello. Con frecuencia tuvo que poner dinero de su propio bolsillo para que el Jardín pudiese cumplir su cometido. Y una nueva planta de las que introdujo, a la postre salvaría la economía de las Islas Canarias: se trataba del plátano Cavendish. De hecho, en 1846, trajo tres plataneros a Tenerife, pero ahora tenemos que retroceder en el tiempo hasta 1853 para descubrir su procedencia.
En primer lugar, de un artículo aparecido el 12 de noviembre de 1853 en un periódico llamado El Eco del Comercio extraemos la siguiente información:
“No quisiera terminar este artículo sin mencionar unas recientes observaciones sobre una especie de platanero enano, original de Cochinchina (Vietnam) que el señor don Alfred Diston introdujo en estas Islas hace 7 años. Esta sabrosa fruta, de un gusto exquisito, se ha extendido por todas las huertas de nuestro Puerto y ahora está sucediendo lo mismo en la capital. Se la prefiere, con mucha diferencia, sobre cualquier otro tipo de plátanos. Esta especie tiene el nombre científico de Musa Cavendishia. La planta florece en climas calurosos, o al menos templados, pero aquellos tres plataneros eran de Escocia, habiendo sido cultivados en los invernaderos de Sir Thomas Hepburer, y se han multiplicado en nuestra tierra.”ç
De un extracto de los trabajos de don Manuel de Paz Sánchez podemos confirmar la profusión de Cavendish en aquella época: “Herman Schacht (1814-1864), que visitó Madeira y las Islas Canarias en mitad de la década de los 1850, detectó otras especies, Musa Sapientum, Musa Paradisiaca y Musa Cavendish, que son más pequeñas. Destacó que abundan en las zonas bajas, que raramente crecen entre los 600 y 700 pies y que en Tenerife se cultivan por todas partes formando ‘grandes plantaciones.’”
De modo que parece claro que fue Diston quien introdujo el plátano Cavendish en Tenerife y las Islas Canarias, y no los misioneros.
Solo nos queda encontrar a Sir Thomas Hepburer para corroborar la evidencia. No hay ningún clan Hepburer en Escocia, pero sí existe un clan Hepburn, que es donde podemos localizar al suministrador de nuestro plátano Cavendish.
En 1833, en East Lothian, Escocia, Sir Thomas Buchan-Hepburn (1804 - 1893) heredó de su padre el título de 3er. barón de Smeaton Hepburn. Al título lo acompañaba una magnífica mansión, con jardines vallados, construida por su abuelo, el 1er. Barón, en 1793.
Sir Thomas, un entusiasta horticultor, se propuso desarrollar la finca para lo que creó invernaderos, construyó un lago y sembró nuevas especies arbóreas. Fue un visitante asiduo a actos relacionados con la horticultura, y hasta el final de sus días fue miembro de la Sociedad Botánica de Edimburgo. Bien fuese por contacto directo con el duque de Devonshire en el Parlamento, o por un encuentro con Joseph Paxton en alguna exposición de horticultura, con total seguridad Buchan-Hepburn plantó Musa Cavendishii en sus invernaderos de Smeaton Hepburn.
Smeaton Hepburn (Fuente: https//canmore.org.uk)
Pero, ¿dónde se encuentra la conexión entre Buchan-Hepburn y Alfred Diston? Veamos: en 1835 Sir Thomas Buchan-Hepburn se casó con Helen Little, la segunda, y la más joven, de las hijas de Archibald Little, de Shabden Hall y Tenerife, el amigo y patrón de Alfred Diston.
Alfred Diston no fue un misionero, pero sí un hombre con una misión que cumplir. Al igual que su mentor Archibald Little, fue muy respetado en la Isla, y siempre luchó por ganarse ese respeto.
Como otros eslabones de esta cadena, Diston no vivió para ver el fruto total de sus esfuerzos. A partir de 1888 los plátanos Cavendish fueron cultivados por Thomas Fyffe, y después por Yeoward Brothers, y despachados en sus refrigerados buques de vapor a Inglaterra. Hoy en día, la producción de Musa Cavendishii es la principal actividad agrícola y supone la contribución fundamental al Producto Interior Bruto de las Islas Canarias.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - -