Los desaparecidos conventos de Tenerife
Por Alastair F. Robertson (Publicado en inglés en Tenerife News el 25 de enero de 2018. Traducción de Emilio Abad)
Al viajar por Tenerife, uno puede observar que aparecen iglesias, capillas y ermitas junto a las carreteras por toda la isla. Pero lo que se echa de menos son conventos y monasterios. En Gran Bretaña, normalmente bajo la protección oficial de los organismos de Patrimonio inglés, escocés o galés, sobreviven las ruinas de muchos de esos edificios que pueden ser visitados por el público, pero ¿dónde están sus equivalentes en Tenerife? La respuesta es que o bien han desaparecido totalmente o han sido modificados de tal manera que no pueden ser reconocidos.
La Reforma en Inglaterra se llevó a cabo al final de los 1530, apropiándose de tierras y riquezas Enrique VIII, autodesignado cabeza de la recién formada Iglesia de Inglaterra. Las comunidades religiosas de monasterios y conventos fueron disueltas y los edificios entregados en parte para uso secular y en parte para ser utilizados como canteras de piedras para la construcción. Pero eso no sucedió en España hasta 300 años más tarde.
En 1835, durante la Primera Guerra Carlista (un conflicto bélico motivado por la disputa del trono español), hubo un estallido popular de cólera contra las órdenes religiosas que apoyaban a los represivos carlistas. Mientras las iglesias y conventos ardían, el primer ministro, Juan de Mendizábal, aprovechó el estado de ánimo para confiscar propiedades religiosas. En la Península, los conventos y monasterios se transformaron en cuarteles o fueron demolidos, mientras que en las Islas Canarias la suerte de los edificios fue muy dispar.
En 1494, tras la conquista de Tenerife, tres Órdenes religiosas se establecieron en la isla: franciscanos, agustinos y dominicos, cuyos frailes se mezclaron con la comunidad dispuestos a predicar y enseñar. Vivían principalmente en conventos, pues los monasterios eran la sede de las órdenes de clausura. A continuación se expone un listado de esos establecimientos, de lo que les sucedió y donde pueden ser vistos.
En ADEJE, don Juan Bautista de Ponte, miembro de la familia de ese apellido, fundó un convento franciscano el 10 de agosto de 1679. Cuando el edificio perdió su condición religiosa, fue utilizado durante un tiempo como almacén, y en la actualidad, al estar situado cerca del Ayuntamiento, se usa en ceremonias solemnes.
El convento franciscano de GARACHICO, levantado en 1524 en unas tierras donadas por el comerciante genovés y fundador de la ciudad Cristóbal de Ponte, fue destruido por un incendio en 1709 y se reconstruyó cuarenta años después. Hoy, con su doble claustro, es un centro cultural. El convento dominico, cuya construcción empezó en 1601, sobrevivió a la erupción volcánica de 1706, y en la actualidad es a la vez museo de arte y auditorio. Los agustinos llegaron en 1621; su convento ardió en 1697, fue reconstruido en 1742, destruido otra vez por un incendio en 1825, de nuevo vuelto a construir y ahora es una vivienda de propiedad particular.
En ICOD parece que solo existió el convento franciscano, localizado en la calle San Francisco, que se levantó en 1641 añadiéndosele unas capillas en 1706. Hoy en día alberga la Biblioteca Municipal.
Al ser LA LAGUNA la antigua capital de la isla, fue la localidad en que se establecieron en primer lugar las órdenes religiosas. En la que se conocería como plaza de San Francisco, comenzó la construcción de un convento para frailes franciscanos en 1506. En 1810, y como muchos otros casos similares, el edificio original fue destruido por un incendio y tuvo que ser reconstruido casi por entero, utilizándose hoy como iglesia.
No muy lejos, en la calle Viana, encontramos un edificio no muy común: un convento de monjas, el de San Juan el Bautista. Se construyó en 1577 para las monjas franciscanas de Santa Clara, o las Pobres Clarisas, y fue el primer convento femenino del Archipiélago. Las clarisas pertenecen a una orden de clausura y el único lugar desde el que las monjas podían observar el mundo era un balcón con ventanas de celosía situado en lo alto de una torre en una esquina del edificio. Tuvo que ser reconstruido en 1697 por haber sufrido un incendio. Una parte de él es un museo abierto al público.
Los frailes agustinos, que, junto a los franciscanos, llegaron con los conquistadores, también comenzaron a levantar su convento en 1506. Un incendio lo destruyó en tiempos recientes, en 1964, y pueden verse las ruinas en la calle San Agustín.
El tercer convento de la entonces capital lo construyeron los dominicos en el siglo XVI y todavía está en pie, en la calle Santo Domingo, utilizándose hoy para alojar oficinas municipales.
Otro convento para monjas, esta vez las dominicas de Santa Catalina, se construyó en el siglo XVII en la calle Nava y Grimón, frente a la plaza del Adelantado. Cayó en desuso y abandono, pero recientemente una gran parte del complejo ha sufrido una hermosa restauración, y se piensa utilizarlo para uso turístico o dedicarlo a exposiciones. Otra parte sigue siendo convento de monjas y, como el de las clarisas, cuenta con una galería “de observación” en una torre de una esquina.
En LA OROTAVA, los frailes dominicos construyeron su convento, que ahora acoge el Museo de Artesanía Iberoamericana, en 1620. Los agustinos también llegaron aquí en el siglo XVII y su convento es hoy la iglesia de San Agustín. Parte de los terrenos que ocupaban las monjas franciscanas de Santa Clara, las clarisas, pertenecen en la actualidad al tranquilo y sombreado Jardín Botánico.
Al principio, el PUERTO DE LA CRUZ no era mucho más que un pueblo de pescadores, de mucha menor importancia que La Orotava, de la que era su puerto. El nombre de la calle Santo Domingo es la única pista con que contamos para recordar la existencia de un convento dominico que estuvo donde se levanta el Ayuntamiento.
En analogía con el Puerto de la Cruz, SANTA CRUZ era el Puerto de La Laguna, El convento dominico en el que se refugiaron las tropas de Nelson en el ataque del 25 de Julio de 1797, se demolió para dejar lugar a un mercado, o recova, que hoy es un centro de exposiciones, al otro lado de la calle en que se encuentra el Teatro Guimerá.
En la plaza de San Francisco, junto a la iglesia del mismo nombre, estaba el convento franciscano, que se echó abajo para ser reemplazado por la Biblioteca Municipal, que a su vez se trasladó al complejo TEA, al otro lado del barranco de Santos.
Y finalmente llegamos al convento de BUENAVISTA, cuya contemplación inspiró este artículo. Perduran muros sin techo, con grandes desperfectos y puertas y ventanas selladas con ladrillos, que son el testimonio del convento fundado por la Orden franciscana en 1648. El decimosexto de este tipo que se levantó en Canarias, fue habitado por doce frailes, quienes, al no pertenecer a una orden de clausura, salían a la calle a pedir limosna, ejercer sus cometidos religiosos y enseñar. A mitad del siglo XIX, cuando se disolvió la Orden, el edificio se desmanteló, convirtiéndose en un cementerio que, a su vez, sería clausurado en 1946.
Solo permanece dignamente en pie el pórtico frontal, en cuyo frontón puede verse el emblema franciscano de las manos de Jesús y San Francisco, cada uno con sus estigmas, por delante y por detrás de la cruz. Es el más llamativo de los antiguos conventos que ha sobrevivido, aunque, tristemente, no tenga ninguna utilización hoy en día.
Hemos hecho un rapidísimo recorrido por los conventos de Tenerife. Hay mucho más que contar de ellos y es posible que haya otros que no he localizado, pero hemos derramado un poquito de luz en un tema de la historia visible de Tenerife que, de otra forma, podría pasar desapercibido.
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